Partida Rol por web

Saga corre hacia Bedelia, y el resto de sonidos desaparecen. Solo está su voz, que queda cortada a mitad de la frase. Entonces, un movimiento llama su atención, en la periferia de su campo visual. Una de esas veces en las que, sin razón alguna, uno se fija en la hoja que revolotea en medio del vendaval, y es capaz de seguir su trayectoria a cámara lenta por un segundo.

Will se remueve en el trineo. Ve como abre sus ojos, confusa, sin contexto alguno.

Está viva.

Bedelia lo siente, en su interior. Algo se remueve, una sensación de peligro. La bestia deja de gruñir, y baja la cabeza súbitamente.

-¡Lo he logrado! ¡Lo he...!

Antes de que Bedelia pueda decir nada, el brillo púrpura adquiere un tono azulado. Ahmel suelta un chillido de dolor.

La bestia se yergue, en toda gloria. Casi tres metros de músculo, garras y piel blanca, rematada por aquella retorcida cornamenta. Da un paso hacia Ahmel justo cuando Saga s encuentra a poco más de un metro del ritual.

Entonces todo estalla.

El fogonazo de luz casi os ciega, mientras que la onda expansiva lanza por los suelos a todos los que se encuentran fuera del círculo, con la excepción de Thorir, cuyas espadas parecen protegerle emitiendo un extraño brillo que absorbe la fuerza del impacto. En el interior del círculo, Ahmel comienza a elevarse del suelo, lentamente, con los brazos abiertos en cruz y la espalda retorcida en una postura casi antinatural.

Luego la bestia ruge, y Ahmel sale despedido hacia ella a gran velocidad. Una garra blanca le atrapa por el cuello, y el crujido de sus huesos se oye incluso a través de la ventisca. Tras contemplarle durante un instante, le tira hacia un lado, desechándole como si fuera un muñeco.

Luego os mira.

Saga vio a Will y por un instante, un soplo, un efímero segundo, un pensamiento que apenas existió, quiso saltar sobre ella y sacarla de allí lo antes posible. Un momento de irracionalidad que supo frenar a tiempo mientras la bestia lanzaba por los aires a Ahmel. Había salido mal, como había dicho, y Bedelia estaba atada. Y Add. E Ingur no estaba allí. Y Dag tampoco estaba allí. Y necesitaba poner orden porque la criatura iba a embestir y en la primera línea estaban ellas.

Primero: cortarle las cuerdas a Bedelia, decidió, mientras le daba alcance recogiendo su estoque del suelo.

-¡Necesito a Dag para arreglar tu desastre! ¡Prioridad!

-¡¡NO!!

Bedelia descolgó la mandíbula en un gesto de sorpresa mientras observaba caer a Ahmel. Gotas de sudor se deslizaban por su frente y un surco morado se había instalado debajo de sus ojos; el ritual le había pasado factura y tal vez por ello tardó en darse cuenta de lo que pedía Saga.

Pero no podía ayudarla, no se encontraba en condiciones ni sabía dónde estaba Dag. No podía luchar, no podía pensar con claridad y su única esperanza, su único rayo de luz probablemente estaba muerto al lado de la bestia. Y si no, moriría pronto.

Lo único que se acertó a hacer fue retroceder todo lo que pudo a saltos.

Seguro de lo que había hecho separo la mano de Yngrid, parecía que Ahmel Bal’Karim tendría éxito y no tendrían que luchar. Cuan equivocado estaba cuando al girar la mirada al ritual el destello de luz me cegó por un instante y la leve sonrisa que se formó en mi rostro al creer que todo saldría bien se torna en decepción. Una gran fuerza me derriba, haciendo que clavase los pies en la nieve, e incluso sentándome de culo, pero reacciono rápido y me levanto fugaz mirando lo sucedido.

En tan solo un segundo todo se dió la vuelta, y las bestia nos acechaba para avalanzarse. No la distinguíabien por la ventisca, pero lo primero que oí fue el grito y el crujir de huesos de Ahmel Bal’Karim.

Maldito idiota, para una cosa que tenía que hacer... JODER

No era el momento de pararme a pensar, las mujeres estaban delante, Bedelia maniatada al igual que hombre quemado.

Observo a la criatura, solo había una, asique era posible que fuese la misma que herí hace unos días, por lo que busco las heridas que le hice.

Es posible que se equivocasen y que solo hubiese una. Con lo que a montadado Ahmel me extraña que no vinieran más.

Termino de subir ladera y avanzo corriendo a donde se encuentran las mujeres. Por el camino, un relámpago aparece en mi mano, el cual agarro, y al cerrar mi mano sobre la electricidad toma forma de mango. Una carga de energía avanza desde un extremo hasta la otra punta haciendo la cabeza de la maza que Thuriz me prestó, pero al contrario que otras veces, se tornaba con más detalles y ligeramente más grande. Poseía unas runas en la cabeza, no sabría decir muy bien que significaban, pero daría un buen uso de ella; también mostraba pequeñas encajes que liberaban energía por ambos lados y una cuerda dorada salió del extremo inferior enroscándose en mi antebrazo como si de una enredadera se tratase.

¿¡¡Esta es su auténtica forma!!?

Tras el destello de luz todo fue muy rápido, la bestia cargaba contra nosotros, Resmit se lanzó al ataque con una maza de energía en la mano, aquello parecía sacado de los mismos Dioses, pensó Thorir en una milésima de segundo, tras lo cual vio como Saga iba hacia Bedelia para liberarla gritando que necesitaba a Dag, por lo que Thorir echó una mirada rápida al lugar por si lo veía, pero sentía que podía estar en la guarida de la bestia, era el único lugar que le quedaba por mirar. Así que adelantándose a los demás se dirigió hasta allí, -¡A la guarida! ¡Dag puede estar allí!- gritó el noble mientras corría hacía allí en busca del chico. 

Tu mirada se cruza con la suya. ¿Te reconoce? No. Sus ojos son dos cuencas vacías y blancas. Entonces lo entiendes: nunca hubo oportunidad alguna de recuperarle.

Porque ese no es Fredrick. Ya no.

La criatura mira a Bedelia. Da un paso a ella, con las fauces abiertas, dispuesta a lanzarse sobre ella. Como si disfrutara del momento, se toma su tiempo para hacerlo...

Entonces, un grito resuena en toda la explanada. Quizás en toda la montaña.

-¡AAAAAAAD MADDOWWWWWWW!

Y en efecto, completamente atado de pies y manos, con expresión solemne en el rostro y gritando su nombre a pleno pulmón, Add se lanza de cabeza, dando saltitos, en dirección a la bestia.

Yngrid es de las primeras en reaccionar. Carga una flecha con rapidez y dispara, apenas tomándose un segundo para disparar. La criatura parece percibir la amenaza, pues agacha la cabeza justo antes de que el proyectil le atraviese la frente, y queda agazapada, en el suelo, a merced de Add...

... que, sin embargo, poco puede hacer para evitar ser alcanzado por una de las garras de aquel monstruo, que le impulsa varios metros, volando por los aires, hasta aterrizar en la fría nieve. Un solo golpe, y ya está fuera de juego.

Mientras, Saga se acerca a Bedelia, que se ha apartado unos metros del círculo del ritual de Ahmel, y empieza a cortar sus ataduras. Resmit invoca su arma, con más fuerza que nunca, y Thorir corre hacia la cueva. La criatura se gira hacia Yngrid...

La bestia saca volando a Add Maddow, cosa que no me llega a sorprender dado lo que hizo estando maniatado. Entonces se gira en mi dirección, parece que si me recuerda de nuestro último encuentro, aún que al fijarme un poco me doy cuenta que tiene la vista en Yngrid, quien le lanzó la fecha.

Alzo la maza por encima de mi cabeza y la agito acumulando una aureola encima de mi cabeza mientras veo a Thorir correr a la cueva.

Será cobarde... Puto yormef cagón.

Cuando estoy listo arrojo un rayo  en forma de lobo con la punta de la maza en dirección al monstruo con un golpe descendente mientras mantengo la distancia.

-¡No!

Las lágrimas que tanto le había costado contener brotaron ahora con fuerza mientras retorcía sus ataduras en un vano intento por liberarse antes de tiempo. Se giró hacia la bestia con la cara totalmente desencajada.

-Fredrick, mi amor, te lo suplico. Basta ya. ¡Basta ya! ¡¡¡BASTA YA!!!

Escuchó las palabras de Bedelia con un nudo en la garganta. Pero tenía otras cosas que hacer. Add acababa de volar por los aires y ¿dónde diablos estaba Ingur?

-¡Protege a Will! -le chilló, sabiendo que no iba a escucharla. Y vio a Thorir correr hacia la cueva, y hacia allí corrió ella misma también.

Las cuerdas de desataron y la sureña recogió el estoque con manos temblorosas, ojos anegados y un vaivén en el cuerpo. Dió un paso hacia la bestia.

-Por favor...-Casi un susurro-Por favor, tiene que quedar algo. Ayúdame.

La guarida. El núcleo del horror, el principio de la pesadilla. Allí es donde mora, allí es donde guarda sus tesoros más preciados.

La escena os deja sin palabras.

No se ha comido todo, aún. Por aquí y por allá, trozos de lo que en su día fueron personas, cada una con su historia y futuro, aparecen esparcidos por el suelo y paredes. No es una cueva demasiado profunda, por lo que muchos de los restos se apilan entre sí formando macabras construcciones. Los que sí han sido roídos no son más que huesos, que crujen bajo vuestros pies al entrar. Y la sangre... El olor.

Una oda a la locura. Un viaje a los infiernos.

En uno de los extremos de la cueva, un cuerpecito colgado de la pared, sujeto a una de las rocas que sobresalen por su ropa. La cara ensangrentada. Los ojos cerrados. Podría estar inconsciente, o...

Y ese es el peor horror. ¿Cómo alguien le haría algo así a un niño?

Sus ojos se clavan en ti. Su mirada te atraviesa. Agazapado, suelta un gruñido grave y amenazador, pero no te ataca.

No te ataca.

¿Es que acaso está sorprendido de tu reacción? ¿Te has imaginado ese brillo entre la blancura de sus ojos? ¿Ha fruncido el ceño quizás, por un instante? ¿O no parece acaso su rostro menos animalesco, más humano e incluso familiar ahora?

¿O te lo estás imaginando? Deseo y realidad se hacen uno, y diferenciarlos se hace una tarea imposible...

La escena era dantesca, huesos esparcidos por todos lados, sangre en el suelo que al pisarla manchaba las botas y hacía difícil el caminar, además, del olor nauseabundo que allí había, Thorir se puso la capa en la nariz para evitar, en la medida de los posible, vomitar.

Al echar una mirada a la cueva sus ojos se posaron en el cuerpo del pequeño Dag, colgado de la pared, ..., la sensación fue indescriptible, pero Thorir sacó la poca fuerza que pudo reunir para aproximarse al cuerpo de Dag y ver si aún estaba vivo.