Partida Rol por web

Thaldein toma aire.

-Quién, no... Qué mató a Einar. Resmit -Te mira, y asiente-. Cuéntaselo, Resmit. Yo no soy capaz.

Devuelvo la mirada a Thaldein.

Ahora lo entiendo todo, si no lo dijo en la reunión sería por que no querría que cundiera el pánico. La verdad es que pensé que tendríamos más ayuda. Pero somos una docena...

- Al poco de irte - miro a Rorar- Rolf desaparecío, y cuando nos dimos cuenta su cabeza estaba rodando a mi lado, entre los árboles distinguimos unos ojos blancos y brillantes. Antes de que pudiéramos darnos cuenta, el monstruo se avalanzó sobre mi y me apresó. Einar fue el primero que intentó salvarme, pero era demasiado fuerte y tras lanzarme por los aires le arrancó la cabeza a Einar en un suspiro. No pudimos hacer nada por evitarlo, y al vernos superados volvimos al pueblo a avisaros. - paro y miro al resto de los hombres para ver su reacción al saber la verdad. Respiro hondo y continuo. - Pero cuando salimos corriendo de allí, vi en sendero ensangrentado con pisadas de caballo que se dirigía al pueblo. Así que es más que probable que el monstruo se dirija hacia aquí. ¿Ha venido alguien a caballo durante la noche?

Los norteños se remueven, inquietos, ante tu explicación. Al mencionar al monstruo, sus expresiones cambian a otras más inseguras, llenas de temor y dudas. Algunos niegan con la cabeza, incrédulos. Otros miran al suelo, con los ojos desorbitados. El norte es supersticioso, y la prole de las Grandes Bestias campa a sus anchas por los bosques nevados.

-¿Un monstruo? -Dice Rorar, ceñudo-. ¿En serio, esa es vuestra explicación? ¿Un jodido monstruo?

Mira a Thaldein, esperando que este lo desmienta.

El rubio asiente, con expresión seria.

-Así es. Nunca he presenciado nada parecido, pero no hay otra explicación. Lo pude ver con mis propios ojos, y os aseguro que no era un oso, ni una persona, ni nada que pertenezca al mundo natural. Era una criatura maldita, un gigante de hielo. Lo juro por mi honor.

Rorar parece a punto de responder, pero al final opta por permanecer en silencio. El resto de hombres murmuran, inquietos.

-Nadie ha venido a caballo -Dice uno de los hombres, el que parecía sumido en sus pensamientos-. Los tres caballos del pueblo están en el establo. Pero el bastardo tenía otro caballo.

-¡El bastardo! Si ha vuelto al pueblo tenemos que encontrarle cuanto antes...

Otro hombre interviene.

-¿Es que no has oído lo que han dicho? Hay una criatura peligrosa acechando nuestro hogar. Deberíamos olvidarnos de los Yormef, y avisar al resto...

-¡No! No esta noche... -Thaldein mira al hombre que acaba de hablar-. A mí me gusta tan poco como a ti, Fredrick. Pero no podemos dejar que cunda el pánico, no esta noche, con todo lo que hemos pasado ya. Mañana, en el thing, admitiré haber mentido y les contaré lo mismo que os he contado a vosotros. Pero ellos no van a poder hacer nada ahora, y lo único que haríamos sería preocuparles. Se merecen un descanso, aunque sea a costa de nuestra vigilia.

Permanezco callado y atento a la reunión.

Parece que va a ser una noche dura al final. He de admitir que esperaba que fuesemos más, con apenas una docena de hombres, y sin Einar esto pinta complicado. Además Thorir seguramente ande por los alrededores herido, con suerte será nuestra señal de que ha llegado el monstruo, pero ¿Y Drunfo? Él no tenía caballo ¿seguirá con el bastardo? Eso me recuerda...

-Cierto, esta noche, en la que el jarl no está, - bajo el tono en estas últimas palabras -  la seguridad y tranquilidad del pueblo recae sobre nosotros. Debemos priorizar el protegernos del monstruo, si los Yormef volvieran ya nos encargaríamos. Por cierto ¿Alguien sabe que ha pasado con Bedelia y Saga? no las vi en el salón. Espero que no siguieran al pobre Hadar a la muerte -Echo una mirada asesina a Rorar tras decir esto.

-Ahora que lo dices, no las hemos visto -Fredrick frunce el ceño, y mira a Thaldein-. ¿Se habrán marchado? Puede que hayan decidido abandonar el pueblo.

-No las culpo. De hecho, es mejor que se hayan ido. Sin el granero, nos esperan días difíciles. A menos bocas que alimentar, mejor.

Se hace un breve silencio, en el que Rorar no deja de mirarte. Tras unos segundos, decide romperlo con voz tensa.

-¿Y tú qué miras, gilipollas?

Así que se han ido... y Hadar se dirigía hacía el monstruo, solo quedamos los "hombres quemados" y yo. Aunque ahora que lo pienso, Hadar encontró un cadáver  a la que se dirigía hacía aquí ¿Sería el monstruo? ¿Por que no lo devoró? Lo más extraño es que Einar no le dio importancia y Eskol y Renmon... he de admitir que durante un momento pensé que sabrían lo que pasaría esta noche. pero ninguno puede hablar ahora.

Mientras pienso miro a los presentes que permanecen en silencio hasta que me percato de la mirada de Rorar hasta que su bocaza rompe el silencio, con sorpresa por mi parte.

No es más que un provocador, ahora debemos estar unidos para aguantar toda la noche, pero cada vez tengo más ganas de partirle la cara a este idiota. Tiene suerte de que le necesite para sobrevivir esta noche.

- Lo hueca que esta tu cabeza sin ideas para defender el pueblo - Miro al resto ignorando la reacción de Rorar o su respuesta o provocación - Necesitamos un plan, vosotros conocéis mejor el terreno, solo tengo una teoría de que al monstruo estará en desventaja si usamos fuego. Si viene deberíamos preparar una trampa, ¿Los restos del granero...?

Rorar da un paso hacia ti, encarándose con actitud provocadora.

-¿Quién te has creído que eres para dar órdenes, forastero? Lo único que has demostrado hasta ahora es que eres un cobarde. Mejor estarías ahí dentro con las mujeres.

En un principio tenía intención de ignorar las idioteces de Rorar, pero según parece nadie más dirá nada hasta que la situación quede clara, así que le miro fijamente a los ojos amenzante.

- Soy Resmit Cruik, el carnicero de Solvgilftanden - es entonces cuando brotes de electricidad empiezan a emanar de mi cuerpo, los rayos comienzan a envolverme como un manto brillante que cubre mi cuerpo. Durante un instante es como si yo fuese una nube y una tormenta me rodeara. Cierro mi puño con fuerza, saltan chispas de él. - fuí bendecido con la gracia de Thuriz y él me ha guiado a este pueblo para defenderlo del mal. - en ese momento mi cuerpo brilla entre los presentes en medio de la oscura y ahora más cálida noche. - Si has dejado ya de decir tonterías, planteemos una estrategia para esta noche y acabar con ese monstruo, o prefieres ir con las mujeres...

Se oyen varias espadas saliendo de su vaina, mientras los norteños dan un paso atrás ante tu demostración de poder. En sus caras se refleja la sorpresa, el desconcierto, el terror. Ninguno esperaba que realizaras una proeza como aquella. El propio Rorar saca su hacha y retrocede, con el ceño fruncido y visiblemente nervioso.

-¡¿Qué coj...?!

-¡Basta, Resmit!

Thaldein avanza hacia ti con las manos en alto, intentando apaciguar tu rabia. Sus ojos se clavan en ti, firmes y serios.

-Pelear no nos llevará a ningún lado.

- Tranquilos, -poco a poco se apagar los rayos de forma gradual mientras hablo -  estoy de vuestro lado, solo quiero lo mismo que vosotros, vengar a Einar. Pelear entre nosotros no servirá de nada. Como ya he dicho, necesitamos una estrategia, el granero ya se ha perdido, y supongo que habréis recogido los víveres que hayáis podido. Es un lugar grande, lo suficiente para limitar la movilidad del monstruo y que luchemos allí, no será una perdida para el pueblo si lo hacemos arder de nuevo.- Digo con tono tranquilo y apaciguador mientras observo a los hombres para ver sus reacciones.

Mi intención solo era asustar al bravucón de Rorar y demostrar que tenemos aún oportunidades, pero parece que se han asustado demasiado.

-¿De nuestro lado?

Rorar escupe al suelo, con el hacha en la mano.

-Eres un... ¡Un brujo! Dices que los dioses te han bendecido. Bien, tendrás que probarlo.

Señala al bosque, frunciendo el ceño.

-Ve y acaba con ese "monstruo" del que habláis. Si eres tan poderoso, no tendrás problemas para hacerlo.

Thaldein interviene antes de que te dé tiempo a responder.

-No digas más gilipolleces, por favor.

Rorar le devuelve la mirada, pero esta vez parece decidir no volver a increparos. Thaldein pone su mano sobre tu hombro y mira al resto.

-Mirad... Yo estoy tan confuso como vosotros. No sé como este hombre puede hacer lo que hace, y ni siquiera os ha enseñado su verdadero poder. Pero el hecho -Alza el tono, frunciendo el ceño-, es que puede obrar prodigios. Y no nos vienen mal unos cuantos prodigios ahora mismo. Enviarle a una posible muerte es perder nuestro mejor arma contra esa cosa...

Se separa de ti un par de pasos, y luego se planta en medio del círculo, con los brazos cruzados.

-Si todo esto no os sirve, al menos fiaros de mi corazonada. Sé que este hombre no es un demonio, y hasta ahora ha demostrado ser un valiente guerrero. Entiendo que sigáis sin fiaros, pero al menos consideradle un aliado. Si alguno decide cruzar la línea -Clava su mirada en Rorar-, y en vez de eso le trata como a un enemigo, tendrá que vérselas conmigo.