Partida Rol por web

Tras unos minutos, el ruido de la aldea queda atrás, y la poca calidez que podrían haber ofrecido las llamas del granero ha sido reemplazada por un frío cruel e intenso, un frío que, debido a la ventisca, la noche o los espíritus de la nieve, ha pasado de ser peligroso a ser insoportable. Que el viento y la nieve que cae del cielo hayan amainado de forma considerable supone que, si en algún momento la ventisca retoma su embate, quedarse ahí fuera será algo cercano a un suicidio. Desde arriba, las estrellas observan, indiferentes, la lucha de los vivos por mantener el calor corporal.

Las cuatro figuras que hay junto a ti, sin embargo, parecen no acusar el descenso de la temperatura. Quizás sus oscuros pensamientos mantienen otro tipo de calor encendido en sus pechos, una fragua de ira, valentía o quizás desesperación que impide que los elementos hagan mella en su voluntad. Te preguntas si acaso esa misma fragua late en ti, aunque solo sea por la mira posibilidad de volver a ver a aquellos que asesinaron a los tuyos. Einar parece convencido de que Drunfo y Thorir están detrás de todo el asunto, pero la ira le ciega. Es fácil que se equivoque, y está claro que todo el caos que se ha desatado en Sultünge en apenas una hora es difícilmente la obra de dos personas. A diferencia de tus compañeros, tu mente se mantiene despierta, tus ojos atentos. Debes ver lo que ellos no pueden. Sus emociones nieblan su juicio. Las tuyas agudizan tu ingenio.

Quizás esa sea la razón por la que, hace un minuto, has descubierto a cierta distancia un rastro paralelo al que estáis siguiendo, un rastro que ni Einar ni los suyos parecen haber advertido. Cierto es que el rastro de sangre y pisadas que dejó Renmo al llegar a la aldea os lleva al corazón de aquel bosque, lejos de la relativa seguridad del pueblo, pero a veces la respuesta obvia es la equivocada. El otro rastro, sin embargo, parece dirigirse en sentido contrario, al pueblo… El hecho de que os hayáis colocado en una línea, para cubrir más terreno, supone que solo tú hayas dado con las gotas de sangre y cascos de caballo que marcan este camino secundario. Has esperado a asegurarte de que no era una coincidencia antes de tomar una decisión, pero ya lo tienes bastante claro: Alguien, sea quien sea, se ha dirigido a Sultünge, desde el bosque, hace poco tiempo. Probablemente un par de horas, a lo sumo. Sea quien sea, está herido, y posiblemente moribundo: Las gotas de sangre son muy recientes, y todavía están calientes a pesar del frío que hace. Sea quien sea, es muy probable que, o bien sea un caballo extraviado, o bien un jinete, ya que las huellas son de cascos de caballo. U otro animal. Tampoco es que seas especialmente bueno en evaluar estas cosas.

¿Deberías decírselo al jarl? Está claro que el rastro que seguís lleva al lugar del que viene Renmo, por lo que no estáis entrando en un callejón sin salida. Sin embargo, también es cierto que hay un tercer actor, como mínimo, en esta farsa, y que ha entrado en Sultünge, a escondidas, después del guerrero. Seguir el rastro secundario podría llevaros hasta esa persona, y ayudar a resolver la incógnita… Puede que, aun estando herido, aquella persona (o animal) suponga un peligro adicional para los habitantes de Sultünge. Podría ser alguno de los del clan Yormef, o alguno de los guerreros que acompañaba a Renmo. O puede que sea el responsable de la matanza… “No son humanos”.

¿O deberías callarte? Al fin y al cabo, el rastro que estáis siguiendo lleva a alguna parte, y el juicio de Einar no es el mejor en este momento. Quizás toma una decisión equivocada. Puede que debieras esperar a ver que encontráis en el lugar de donde ha venido Renmo, y cuando más o menos hayáis deducido parte de la historia, siempre puedes revelar la existencia del segundo rastro de forma más sutil. Al fin y al cabo, separarse no parece la mejor idea, si esos bandidos están cerca, y el hecho de dar la vuelta todos juntos y abandonar el rastro principal podría suponer que perdáis la oportunidad de descubrir lo ocurrido.

Pero… ¿Cuándo se convierte la prudencia en paranoia? ¿Y si, por callar, estás condenando a los inocentes de la aldea? ¿O puede que al revelarlo estés condenando a otro inocente herido, sometiéndole a la ira injustificada del jarl? Ninguna de las dos decisiones está libre de riesgo… ¿O quizás hay alguna otra alternativa?

La oscuridad de la noche nos cubre entre la maleza y los árboles, todos mis sentidos están ocupados en descubrir que ha pasado y en que puede pasar. Mis oidos atentos a cualquier sonido que resalte de los movimientos de los arbustos que agitan nuestras piernas; mi boca absorbiendo el gélido aliento que alimenta mis pulmones en esta noche según avanzamos; mi nariz, roja por el frío, intenta discernir cualquier olor que no pertenezca a ese lugar, algún carbón consumido de una hoguera o antorcha, el olor de un alimento que se halla podido caer, el férrico olor de la sangre producida por el acero en un combate. Mis ojos, los cuales ya se han acostumbrado a la oscuridad, son capaces de discernir el segundo sendero, pero tras examinarlo unos instantes mientras avanzamos, según la inclinación de las ramas y las huellas, parece que vuelven al pueblo, y consigo distinguir un rastro de sangre en él.

Vuelve al pueblo...y parece que las huellas son de caballo. - Miro al resto de mis acompañantes, especialmente a Einar, que aun parece obcecado y cegado por la ira y que va en el centro de la formación. - Parece que no lo han visto, menos mal, no querría volver al pueblo ahora, estamos muy cerca de encontrar la pista de los bandidos, y si por mala casualidad encontramos a Thorir... bueno, debió haberse callado cuando nos recibieron. De todas formas yo hubiese acabado con él tarde o temprano. Con suerte Drunfo no aguantó más al atrevido "heredero" y lo mató en un combate, y por eso el rastro de sangre. -  Mi imaginación comienza divagar en diversas teorías mientras avanzamos. -  Lo que está claro es que no me interesa volver al pueblo ahora, es preferible encontrar el rastro de los bandidos junto a alguna pista más, y si por mala suerte encontramos a los Yormef... los dioses han decidido. Siempre puedo llevar la cabeza de Thorir a mi clan y que perdonen mi... "engaño" aunque no sea así. 

Si más adelante es necesario volver o es relevantes lo contaré con cuidado, no quiero que piensen que lo oculté.

La escena que encontráis al final del rastro es dantesca. Por otro lado... ¿Cuándo no impresiona la visión de unos cadáveres? A pesar de que sus cuerpos son recientes, la nieve ya los ha cubierto con una fina capa blanca, que apenas si se deshace con el poco calor que debe restar en ellos. La sangre pinta el lugar, contando una historia. La historia de un combate entre varias personas, en el que la apuesta era la propia vida. No es una visión agradable, desde luego.

El único cadáver que reconoces es, justamente, el más grotesco de todos. Halki, o lo que queda de él, está esparcido por la nieve, en varios lugares. Concretando, en dos: Le han partido por la mitad como si fuera una pieza de matanza. La sangre, por supuesto, ha decidido abandonar su cuerpo a presión, por lo que todo el terreno que le rodea es la viva imagen de una carnicería. Otros dos hombres inertes yacen en otros lugares del campo de batalla, aunque en esos casos al menos el cuerpo se conserva entero. Lo más probable es que estén muertos, debido a la gran cantidad de sangre que les rodea y a la mala pinta de sus heridas, pero a primera vista no podría asegurarse.

La luz de las antorchas es tenue e intermitente, y el brillo rojizo con el que ilumina los cuerpos de aquellos tres desdichados te hace pensar, en cierto momento, que habéis descendido a los mismísimos infiernos.

Einar suelta un alarido.

-¡Noooo!

Sus peores temores se confirman. Desesperado, corre hacia uno de los dos cadáveres que siguen enteros, y se desploma junto a él. Probablemente sea Eskol.

Thaldein, por otro lado, se agacha junto al otro cadáver entero. Tras tomarle el pulso y acercar su oreja a los labios del muerto, alza la mirada y en sus ojos se distingue una lágrima.

-Poika está muerto.

Su tono es firme, pero has podido observar lo suficiente de él como para deducir que aquella pérdida no le es indiferente.

-Eskol, hijo mío...

Einar acaricia el rostro del norteño al que tiene en brazos, como si al hacerlo pudiera devolverle la vida. Con los ojos cubiertos de lágrimas, se atreve a poner el oído junto a los labios de este. Por unos segundos, se asienta el silencio. Posiblemente el corazón de Einar se haya detenido, y el jarl no parece mover ni un músculo. Entonces, un grito de alegría.

-¡Respira! ¡Aún vive! Es débil, pero respira.

Se gira y os mira, esperanzado. Detiene sus ojos en Rorar.

-Tienes que llevarle al pueblo, Rorar. Ashe le curará.

Llego al pequeño claro, donde la nieve está bañada con sangre, el escenario es realmente macabro. Veo a los tres hombres ensangrentados y tirados encima de charcos rojizos que reflejan la luz de las antorchas.  Miro a los tres hombres y el que más llama mi atención es el que esta partido por la mitad, sus entrañas está  a la vista y durante un segundo pensé que iba a vomitar. Para evitarlo alce la vista al rostro del pobre hombre.

Halki... - mientras miro el cuerpo

Miro los otros cuerpos, también inertes en el suelo, pero Einar se acerca a uno y Thaldein a otro. Antes de entrar al claro saco la maza.

Aún pueden estar por aquí...  -  miro a mi alrededor por si hubiera alguien.

Tras unos segundos de mirar y asegurar que no es una emboscada, busco un rastro distinto al que ya encontré y que se dirige al pueblo.

Alerta y atento a cualquier movimiento, revisas el lugar, esperando ver cualquier signo de ataque, cualquier silueta que no debiera estar allí. Pero la luz de las antorchas apenas ofrece visibilidad, y la oscuridad parece rodearos como un manto negro que ocultara horrores a vuestros ojos.

-Ni hablar. No vais a degollar a esos dos hijos de puta sin mí. Que lo lleve el llorón.

Rorar mira a Thaldein, que le devuelve la mirada en silencio. Si sus ojos pudieran fulminar, ahora Rorar sería una mancha de polvo en el suelo.

-No te lo he pedido. Es la vida de mi hijo, y te la confío a ti. Vamos.

El tono de Einar no da lugar a réplica. Rorar suelta un gruñido, pero no vuelve a protestar. Con cuidado, se echa a Eskol a la espalda y luego se interna en la oscuridad, portando con una antorcha. Einar le mira mientras se aleja, su expresión de desesperación convertida en una de esperanza. Creer que tu hijo ha muerto es una de las peores torturas que puede sufrir un padre. Recuperarlo es una de las mayores bendiciones.

Cuando Rorar ha desaparecido entre los árboles, el jarl se gira hacia Thaldein, que le observa en silencio.

-Espero que no te lo hayas tomado mal. No miento cuando digo que es la persona en la que más confío. Pero no es la única razón por la que se lo he pedido a él. Tú eres mejor guerrero, y los dos lo sabemos. Te necesito aquí, conmigo.

Su expresión va regresando, lentamente, a la furia que le dominaba cuando salisteis del pueblo. Puede que Eskol siga vivo, pero Halki y Poika no han tenido la misma suerte. Aquella afrenta clama venganza.

Thaldein se encoge de hombros.

-No tienes que disculpar nada. Eres el jarl. Te sigo.

Los dos hombres asienten, y luego se acercan a ti. Vuestras tres sombras se proyectan contra la luz de la única antorcha que os queda. Quizás sea un buen momento para comentarles lo del rastro. ¿O deberíais quedaros a investigar un poco más? Puede que por los alrededores haya algo. Quizás los asesinos siguen allí.

Vuestras tres sombras...

...

¿Dónde está Rolf?

Miro a Rorar con odio cuando habla así a Thaldein.

Será cabrón... - no son falta de ganas las que tengo de propinarle un puñetazo. - ... puto perro faldero.

No obstante la intervención del jarl me mitiga y aguanto las ganas.

Al menos nos lo quitaremos de la vista. - Sin embargo recuerdo el rastro - un cuarto hombre a debido huir al pueblo a caballo, ¿pero era el único con montura?

Es entonces cuando me doy cuenta de que Rolf no está.

¿Y Rolf? No está... - digo mirando a los presentes con la tenue luz de la antorcha y sin alzar la voz más de los necesario. - ¿Donde ha ido?

Los dos hombres alzan las cejas y miran alrededor. Su silencio es suficiente respuesta: Están tan confusos como tú. El silencio del bosque os rodea, y solo se oyen vuestras respiraciones...

Yo también busco por los alrededores, pero en vista de no encontrar a nadie miro a Einar.

- Deberíamos buscar alguna pista o un rastro para ver a donde fueron los culpables de esto. Si Rolf a desaparecido supongo que podrá apañárselas solo, aquí no había nadie más que nosotros. ¿Habrá ido a mear...? - pregunto de forma retorica, no espero respuesta, directamente me pongo a buscar e intento ocuparme yo la zona del camino que descubrí anteriormente.

Thaldein parece menos confiado que tú.

-¡¿Rolf?! -Grita, con un tono de nerviosismo en su voz-. ¿Dónde coño se ha metido...?

Einar niega con la cabeza, mientras desenvaina su espada.

-No ha ido a mear. Atentos...

Habiendo localizado el rastro secundario, ya estás a unos pasos de distancia cuando de repente, tu pie toca algo. Bajo la luz de la antorcha, al principio parece una piedra, o una pelota. Sin embargo, pronto las líneas comienzan a delimitarse, y la silueta adquiere una nueva forma, más ominosa, más terrorífica. Cabellos sobre la nieve, unas orejas, un par de esferas cristalinas mirando al cielo oscuro...

Una cabeza. Un rastro de sangre la sigue hasta la oscuridad, de donde ha venido, probablemente rodando. En la negrura no se distingue nada, pero crees oír una respiración. ¿O te lo estás imaginando?

Sea como sea, parece que has encontrado a Rolf...

Me estaba acercando al camino secundario que había encontrado hacía ya tiempo para que mis compañeros no lo vieran e investigaran por donde se habían ido los asesinos, cuando noto un golpe en el tobillo. Extrañado bajo la mirada, pensando que uno de mis andares había golpeado una piedra. La luz es muy tenue, apenas se aprecia, pero parece la piedra tiene un musgo demasiado largo, tanto que es extraño. La golpeo ligeramente, parece que se mueve y es entonces cuando un reguero rojo de sangre refleja la luz de la antorcha y parece que se dirige de la piedra a los arbustos.

Me agacho, con la mano que tengo libre giro la piedra hasta ver unas esferas cristalinas.

¡¡¡Es una cabeza!!!

Fijándome un poco más descubro quien es.

Rolf... - es entonces cuando me parece oír una respiración procedente de los arbustos, me pongo de pie en un salto y mirando a donde procedía la respiración y dando la espalda a mis compañeros - ESTÁN AQUÍ.

La poca visibilidad es un problema así que, agitando la mano en el aire saco una maza brillante envuelta en rayos para iluminar  la escena y ponerme en posición de combate.

La maza desprende ramas de electricidad que se entremezclan con las de madera, haciendo que por unos instantes te conviertas en un árbol más dentro de ese bosque siniestro. La luz hace que los cadáveres arrojen sombras sobre el suelo, y la sangre parece emitir destellos rojizos al incidir la electricidad sobre ella. Notas como Thaldein suelta una exclamación, y Einar da unos pasos hacia atrás, pero les ignoras, acostumbrado a que la gente se sorprenda al contemplar tus poderes. Ya habrá tiempo más tarde para las explicaciones.

Entornas los ojos e intentas descifrar lo que oculta la oscuridad. Pero no es un grupo de bandidos, ni una fiera salvaje. Hay algo, más allá de la luz de la antorcha, algo que os observa, que os acecha. Una sombra. Sus ojos, blanquecinos y brillantes, parecen relucir como dos lunas apagadas, y aunque su figura es vagamente humanoide, hay algo en ella que está... Mal. Algo que no encaja. Su forma de erguirse, o quizás las protuberancias que parecen salir de su cabeza, o quizás su tamaño...

Sea lo que sea, no es humano.

Cuando enciendo mi maza, la luz me ciega por un instante al estar acostumbrado a la oscuridad. Entonces, miro hacia donde venía la respiración y encuentro una silueta enorme y protuberante. Lo único que veo con claridad es sus brillantes ojos nos miran fijamente. Clavo la mirada en en ellos, amenazante, sin miedo, es la bestia más enorme que he visto, pero sin duda eso no me amedrantará.

Un segundo de duda mirando los ojos me permite medir mi odio e ira con el del monstruo, esta claro que solo uno verá el nuevo amanecer.

¿Por que este enjendro nos acecha? Solo espero que Einar y Thaldein no me dejen solo ahora...

Alzo la maza eléctrica que ahora recubre como un entramado de raíces mi antebrazo con pequeños hebras electricas, la luz dorada que desprende se empieza a acumular en la cabeza del arma, haciendo que brille aun más. La balanceo por encima de mi cabeza y cuando estoy listo doy un golpe en el aire, como si mi objetivo se encontrara justo ante mi, finalizando el movimiento apuntando al monstruo con la punta de la maza a la voz de de:

POR LA IRA DE THURIIIIIIR... - desprendiendo un rayo dorado por la punta que busca impactar contra la bestia