Partida Rol por web

Con un mejor aspecto que el otro condenado, Drunfo, el gigante, la bestia, fue el primero en hablar, de forma pausada y sin mostrar el menor atisbo de nerviosismo.

-En primer lugar, me gustaría saber de que se nos acusa.

La voz grave acalló los breves susurros que habían quedado tras la intervención de Eskol.

Eskol responde con voz incrédula.

-¿Qué dices?

Los murmullos se reanudan. Algunos tienen un tono de preocupación, la mayoría de enojo, y todos ellos de sorpresa. La expresión de Eskol muda a una sonrisa divertida.

-Hay que tener valor, eso te lo concedo. O ser idiota. Pero ya que pareces no recordar lo ocurrido hace dos noches, te refrescaré la memoria.

A pesar de estar mirando a Drunfo, sus palabras cambian de destinatario, y vuelve a dirigirse al resto de los allí presentes.

-Estos hombres son fugitivos peligrosos, que insultaron a nuestro jarl. Eso bastaría para entregarles a la justicia en circunstancias normales, pero no en una situación como esta. Sin embargo, la sospecha de Einar era que planeaban vengarse de nosotros por negarles cobijo. Y la prueba que tenemos de ello es que fueron expulsados poco después del mediodía. Teniendo todo el atardecer por delante, bien podrían haber recorrido un buen trecho hasta Lagerat, o a cualquier otra población de la región. Bien podrían haber buscado asilo en algún refugio de las colinas cercanas, o algún valle que les protegiera contra el viento. Sus opciones eran muchas, pero no pasaría por la cabeza de un hombre honrado el quedarse aquí habiendo sido expulsado. Y, sin embargo... ¿Acaso negáis que os escondisteis a las afueras del pueblo, acechándonos, observándonos?

Saga despegó los labios dejando caer la mandíbula inferior ligeramente. ¿Dónde diablos se había metido aquel individuo cuando los dioses concedieron el don de la inteligencia y el sentido común? Su mirada se detuvo en Thorir, rezando en silencio por que no se uniese a aquel desfile de carácter desmedido e ineptitud patente que les iba a colgar a ambos de la rama más alta del pino más cercano.

Tanto esfuerzo para nada, pensó, negando brevemente sin darse cuenta con una mueca de incredulidad tallada en su rostro.

Thorir permanecía callado, apenado y débil, luchaba por salir de aquella situación pero le era imposible. Tenía la mirada perdida y su mente parecía estar en otro mundo, sólo la voz firme de Drunfo pareció sacarlo de aquella espacie de trance.

Fue entonces cuando Thorir fijó sus ojos en Eskol, el cual narraba los crímenes de los que se acusaban a los dos Yormef, difíciles de defender todos ellos, eran muchas pruebas en su contra y por aquellos lares la ley es la ley del Jarl.

-Si me permite- dijo Thorir levantando una de sus manos -Se que todo lo que diga no va servir de nada ya que todos sabemos como va a terminar esto- bajó la mirada y cerró los ojos durante un instante, como si buscara fuerzas en algún sitio -Pero le doy mi palabra de honor y pongo a los Dioses por testigo que ni Drunfo ni yo buscábamos venganza en nuestros actos, sólo construimos un refugio para pasar la noche- 

Drunfo colocó una mano en el hombro de Thorir y continuó hablando en su nombre.

-Es cierto, y si bien recordarán, fuimos expulsados al atardecer, lo que nos dejaba un margen muy pequeño para viajar si queríamos construir un refugio. Pese a todo, hoy día seguimos achacando en nuestros pulmones aquella noche a la intemperie, si nos hubiéramos alejado más ten por seguro que habríamos muerto.

Dio un paso al frente y se colocó entre Thorir y Eskol.

-Aunque, ¿Acaso Einar no pretendía eso? ¿O su idea era más bien la de vendernos a nuestro antiguo clan, como esclavos? ¿Por que os mandó en medio de la noche a buscarnos sino? 

-Ni se te ocurra mencionar su nombre en vano y con suposiciones que no sabes -tajó Saga, avanzando para quedar visible. Parecía haber tenido suficiente de aquella pantomima-. Yo fui la última en hablar con Einar antes de que el caos se desatase y su voluntad era proteger a su pueblo frente a una amenaza explícita que tú, Thorir, pronunciaste alto y claro. Lo único que quería era que no atacaseis por la espalda a su gente. Ahora está muerto y fue acogido por los dioses en su seno, algo de lo que vosotros estáis muy lejos con vuestra arrogancia y vuestra actitud.

Resopló con fuerza por la nariz.

- Os salvé la vida a mi cuenta y riesgo, traicionando la confianza de estas gentes, yéndome en medio de la ventisca e involucrando a Bedelia que nada tenía que ver, y todo por que vi algo en tus palabras, Thorir. Algo genuino. Y me pareció injusto dejaros morir. Es más, te negaste por tu honor a dejar a Drunfo atrás lo que me dio a entender que de verdad eras un hombre de palabra. E hice lo imposible por ayudarte. Ahora me haces dudar seriamente, porque no entiendo cómo, si tanto te importa el honor de tu familia y que se sepa la verdad y limpiar tu nombre, todavía no has puesto una rodilla en el suelo suplicando clemencia. Vi cómo te aferrabas a tu amuleto mientras se te escapaba la vida. Si tanto te importa, hónralo. Un líder digno sabe cuándo debe mostrarse fuerte y cuándo mostrar humildad. Cuándo una situación crítica requiere alternativas desesperadas aunque a uno le duela en el orgullo. El jarl te está dando la oportunidad de vivir. ¿Qué más quieres?

Tras la segunda intervención de Drunfo, Bedelia suspiró profunda y sonoramente, descruzó los brazos y se masajeó los ojos. Aquello no podía estar pasando, no podía ser real. No podían darles tantas oportunidades y aun así seguir desaprovechándolas.

Saga medió. Necesitaban guerreros para combatir a la bestia, pero no así, no enfrentados contra todo el pueblo.

-Tomaos las palabras de Saga como una oportunidad para reconsiderar vuestra postura. Seguramente la última.

Y esta vez, su tono era áspero y rudo. El tono de alguien que ha perdido la paciencia.

Me coloque cerca de Bedelia justo antes de que diera comienzo el juicio. Ver a los yormef apresados me daba tanta satisfaccion como intranquidad. Aunque Eskol no quisiera admitirlo los necesitabamos, aunque era cierto que habian matado a dos de los suyos. Era una situacion complicada y aun no tenia decidido si actuar en su beneficio o no.
Tras la exposicion de Eskol y la falta de argumentos de los dos salvajes solo habia una finalizacion si no cambiban su actitud. La intervencion de saga y Bedelia tampoco ayudaba mucho, ya los acusaban de culpables.
¿Deberia ayudar?
Mi rostro serio no para de mirar los rostros convencidos del pueblo para acabar obserbando a los maltrechados hombres.
JODER!!!!

Eskol, visiblemente airado ante el comentario de Drufno, parecía a punto de responder. Pero queda tan sorprendido como el resto ante la intervención de Saga. Cuando esta termina, se limita a observar a los Yormef, esperando su respuesta. Como el resto de Sultünge.

El tiempo pareció detenerse tras la intervención de Saga, todo los allí presentes permanecían pendientes de los dos Yormef, esperando sus respuestas. Fue entonces cuando Thorir, quien se encontraba junto a Drunfo se giró lentamente hacia Saga y clavó sus ojos en los suyos, vio en ellos algo que no veía desde hacía mucho tiempo, fuerza y determinación, después miró a Bedelia y tras unos instantes de silencio tras las intervenciones de ambas mujeres Thorir dio un paso al frente colocándose entre las dos mujeres y Eskol, el cual esperaba expectante.

-Es cierto lo que decís, fuimos acogidos en este pueblo, nos disteis un techo, Einar nos dio de beber y le devolvimos el favor con amenazas y desafíos, también es verdad que todo se precipitó, fueron muchas las emociones que se juntaron aquella tarde- bajó la mirada al suelo un instante y continuó, -Pero eso no es una excusa a nuestro comportamiento, puedo entender la postura que tomó Einar aquella tarde y la de su hijo- se giró hacia Eskol y le miró a los ojos, -Alguien a quien yo amaba me dijo una vez que nunca pidiera perdón, ya que el arrepentimiento se demuestra con actos, no con palabras, por ello, Eskol, quiero ponerme bajo tus órdenes y ayudarte a proteger a tu pueblo y así limpiar mi nombre y el de mi familia- entonces, Thorir echó una mirada a Saga y volviendo a fijar sus ojos en los del Jarl, clavó una rodilla en tierra y bajó la mirada, esperando la respuesta de Eskol.

Lo que hace la desesperación...

Drunfo no dijo nada tras la intervención de Thorir. Simplemente se quedó inmovil, observando al norteño y su postura con rodilla en el suelo.

La súplica parece pillar por sorpresa a Eskol, que se echa hacia atrás en su asiento, pensativo. Tras unos segundos sonríe.

-Una reacción sorprendente, no lo negaré. Si son verdad tus palabras o acaso otra nueva treta, lo desconozco.

Se gira hacia Drunfo.

-¿Y tú? ¿Estás de acuerdo con sus palabras?

-Está jugando con vosotros. Esto está decidido ya. Dile donde puede meterse las palabras de ese bastardo.

Drunfo siguió mirando a Thorir, hizo una mueca y se encaró a Eskol.

-¿Me estas preguntando que si estoy de acuerdo con Thorir o en si estoy dispuesto a usar mi espada para matar a la bestia a cambio de que se me perdone la vida?

-No juegues con nosotros, Yormef -escupe la última palabra con desprecio-, y ahórrate ese mutismo. Se acabaron las preguntas. Responde, y te aconsejo que aproveches para explicarte bien. Suficientes oportunidades te hemos dado ya.

Drunfo levantó la cabeza mientras exhalaba fuertemente.

-Está bien, intentaré matar a la bestia si es lo que quieres, y como ha dicho ya Thorir, me temo que todo este asunto ha sido un malentendido si lo que dice Saga es cierto.

-Malentendido, ¿eh?

Eskol se echa hacia atrás, esbozando una sonrisa.

-Haces mal en dar por supuesto que aceptaré vuestras condiciones, pues yo no veo malentendido alguno. Al menos tu compañero ha tenido la decencia de mostrar arrepentimiento, pero tú eres transparente para mí. Y vuestros actos hablan por sí mismos.

Se dirige al resto del pueblo.

-¿Es que no lo veis, amigos? ¡No os dejéis engañar por su aparente docilidad! Su condición de fugitivos, su actitud para con mi padre, el merodeo por la linde de nuestro hogar... No, eso no son más que crímenes menores. ¡No es por eso por lo que les estamos juzgando! Porque malentendido o no, lo cierto es que, al ir a buscarles, nuestra misión no era la de causarles daño alguno. No era eso lo que me pidió mi padre, y en ningún momento pasó por nuestra cabeza el ejecutarlos. No fueron amenazados, no se los atacó. Y, sin embargo, ellos se lanzaron a por nosotros inmediatamente, sin tregua ni debate, como bestias. Nos hicieron trizas. ¡Esa es su naturaleza! Son lobos rabiosos, y la ausencia de Halki y Poika lo prueba.

Los sollozos de una mujer, posiblemente la mujer de alguno de los dos mencionados, sobresalen por entre los murmullos y el creciente malestar de los allí presentes. Es entonces cuando una voz surge de entre el público, sorprendiendo a todos su procedencia.

-Eskol -sus palabras suenan bajas y distantes, por el esfuerzo que debe realizar para hablar. La gente, a su alrededor, se calla para escucharle mejor-. Esto es ridículo. Fuisteis... -se detiene un momento para tomar aire, apoyado en su mujer, que le mira con preocupación. La expresión de Marja refleja una contradictoria mezcla de emociones, entre la censura por la intervención de su marido en el estado en el que se encuentra y el orgullo ante su fuerza y voluntad-. Fuisteis a por ellos armados hasta los dientes, ordenándoles que depusieran sus propias armas. Ningún hombre en su sano juicio se habría entregado.

Eskol, cuyo estado no es mucho mejor que el de Thaldein, le responde ceñudo.

-No, desde luego. Está claro que tú no lo habrías hecho, Thaldein. ¿Por qué elegir una resolución pacífica, cuando una lanza en el pecho es más rápida y directa? Pero aunque te sorprenda, el metal y la sangre no son siempre la única salida.