Partida Rol por web

La furia te domina mientras te alejas de la parte frontal de la empalizada. No te vendría mal despejarte un poco, la verdad, al menos hasta que se enfríen un poco los ánimos tras la discusión.

Caminaba furioso, a paso ligero para alejarse de aquel lugar cuanto antes, deseaba gritar, sacar su espada y acabar con aquel malnacido de Resmit, maldito seas tú y todo tu jodido Clan. 

Tras unos minutos de caminata se dio cuenta que había llegado hasta el final del pueblo, allí ya no había nadie, todo el pueblo se había refugiado en el núcleo central del mismo, pero eso era lo que buscaba, tranquilidad. Se apoyó en una pared y allí respiró profundamente y cerrando los ojos durante unos instantes consiguió volver a controlar su ira y retomar el control de su mente.

Y allí apoyado, en aquella pared de aquella vivienda, de aquel maldito pueblo, se encontraba Thorir, sólo, sin apenas apoyos, mirando fijamente aquel bosque que había hecho prisionero a todo Sultünge, pensaba en el pasado, recordando viejos tiempos, tiempos de gloria, y cavilando sobre el futuro, ese que a cada minuto que pasaba se volvía más y más oscuro.

-Hola.

Thorir seguía con los ojos fijos en el bosque, ensimismado en sus pensamientos cuando aquel muchacho se acercó a él, sacándolo de aquella especie de sueño en el que se había adentrado.

Se giró hacia él, algo sorprendido, y le miró de arriba abajo, -Hola- contestó Thorir mientras seguía mirando a aquel niño, -¿Qué haces por aquí?, ¿No sabes que es peligroso salir del núcleo del pueblo?- 

El niño esboza una sonrisa traviesa.

-Eso mismo podría decir yo de ti, ¿no crees?

Nunca has sido muy bueno con las edades, pero dudas que tenga más de diez años, como mucho. Sin embargo, si expresión despierta y observadora demuestra una madurez no demasiado común en esas edades.

Thorir le devuelve la sonrisa al pequeño y aparta sus ojos de él, en dirección al pueblo, -¿No te estarán buscando tus padres?-

-Soy huérfano.

Lo dice con toda la naturalidad, como si estuviera hablando del tiempo.

-Vaya- dijo Thorir volviendo su mirada al pequeño, -Pareces un chico valiente- sonrió, -Pero, ¿Qué buscas por aquí?-

-Soy valiente -confirma el niño, con actitud solemne-. Y no busco nada. Te estaba siguiendo.

Te repasa de arriba a abajo con la mirada, con todo el descaro del mundo.

-¿Tú fuiste el que mató a Poika, no?

-Sí- contestó agachando la mirada al suelo, -Luchó con honor y valentía hasta el último momento- volvió a mirar al crío, -¿Porque lo preguntas?- 

-Era mi amigo.

Tras unos segundos, asiente con una actitud solemne que no le pega nada.

-Ahora está con los dioses.

-Eso tenlo por seguro- Thorir le agarró con suavidad el hombro mientras le miraba a los ojos. Tras unos segundos de silencio Thorir sonrió, -¿Sabes luchar muchacho?- 

El chico asiente, esbozando una sonrisa.

-¡Claro! Eskol me ha estado enseñando. Y Poika...

Su sonrisa desaparece tan rápido como ha venido.

-Debes de ser muy fuerte, si pudiste vencerle. Me da mucha pena que se haya ido, pero tú no tienes la culpa. Te estabas defendiendo. Ashe dice que, a veces, la culpa no es de nadie. Que las cosas pasan porque sí. Además, tú sí que pediste perdón.

Thorir dibujó una sonrisa en su rostro, -Chico, serás un gran hombre, ya hablas como tal- le quitó la mano del hombro y puniendo los brazos en jarra le dijo, -¿Qué te parece si te enseño un par de trucos que me enseñó mi padre?, Y así de paso seguimos hablando-

Dag se lo piensa un poco, pero al final asiente.

-Vale.

Thorir sonrió y se giró para buscar dos palos que hicieran la función de espadas, mientras pensaba inconscientemente en su propia infancia, que al igual que aquel muchacho no había sido muy fácil. Cuando encontró lo que buscaba de entre un montón de leña y ramas secas se giró al crío dándole aquella "espada" de madera.

-Lo más importante es la posición de los pies, mira- dijo Thorir mientras hacía aquella especie de baile que hace muchos años, su padre le enseñó, y no puedo evitar sonreír al recordarlo.

-Y ahora escúchame, el mejor ataque es una buena defensa, nunca es malo esperar a que tú rival cometa un fallo para lanzar tu ataque- entonces Thorir lanzó un ataque para intentar sorprender al niño que le observaba. 

El golpe parece pillar por sorpresa a Dag.

-¡Tramposo! ¡No has avisado!

Antes de que te de tiempo a responder, se lanza a por ti para devolverte el golpe.

Thorir sonrió ante el comentario del muchacho, -No todos los rivales te van a avisar cuando te vayan a atacar-, dijo Thorir mientras paraba el ataque del pequeño. Ambos estuvieron "peleando" varios minutos más, en los que Thorir se limitaba a parar las embestidas de aquel muchacho y a responder con alguna filigrana, limitadas debido a su estado físico.

-Aún no me has dicho tu nombre y porque me seguías- 

Aunque al principio Dag parece enfadado por el primer golpe, rápidamente se anima y tras las primeras idas y venidas notas que se lo está pasando en grande. Compensa su falta de habilidad y su pequeño cuerpo con un entusiasmo y arrojo admirables, y no se queja aunque reciba golpes, algo que ocurre con mucha más frecuencia que los que te logra propinar a ti.

Antes de que pueda responderte, sin embargo, percibes la presencia de alguien, observándoos. Sintiendo que el vello se te eriza ante la súbita sensación de peligro, desvías una estocada de Dag sin dificultad para desequilibrarle, y aprovechas el momento de respiro para mirar a tu alrededor...

Y entonces descubres a quien os acecha...