Partida Rol por web

4 de noviembre de 2000 - 00:20

El bar al que habían ido era cómodo y estaba lo suficientemente vacío como para que no hubiese problemas con la Rabia. Igualmente fueron relegados al fondo, lejos del resto de las personas normales, pero pronto dejó de preocuparles. Entre Viviane y Ashley se habían bebido tres litros de cerveza y ahora pasaban a los licores y combinados. La Philodox estaba más deshinibida que en todo el año que llevaba con ellos. Se reía con cualquier broma y no hubo ni un momento en que pareciese agresiva o condescendiente, sino alegre y francamente abierta, y ya trataba a Alecto como si la conociese desde que eran pequeñas.

-¿Alguna vez os habéis subido a una pirámide humana? -preguntaba Ashley-. Entre las animadoras era el maldito mejor momento del mundo. La de rango superior iba encima, y como le quité el puesto a Sarah Smith podía mandar a quien yo quisiera a la base. Recuerdo una vez que me vengué de Brittany y de Jessica por haberme criticado una de mis faldas nuevas y me ocupé de que la más gorda se les pusiera encima. -La animadora se rió, risueña-. De cuando la vida era tan fácil como eso... ¿No echais algo de menos así de tonto? ¿Algo que fuese completamente normal, pero al mismo tiempo lo mejor?

Alecto asintió. Aunque nunca se había subido encima de una pirámide de animadoras, decidió que no le importaría hacerlo. Recordaba haberse subido a una animadora una vez y estaba de acuerdo en que había sido una experiencia grata y según la lógica más básica, a más animadoras mejor la experiencia. Agitó la mano hacia Ashley:

-¡Yo no estoy de acuerdo! Mi madre me contó lo que era desde muy pequeña y estaba deseando que llegara el primer Cambio, aunque la cosa no fue exactamente como imaginaba... -reconoció-. Pero aún así no echo de menos lo de antes. Aunque igual lo echaría si hubiese sido jefa de animadoras, suena bastante divertido -levantó la botella de cerveza-. Por las animadoras.

La Ragabash alzó el vaso y brindó también. Luego se arrepintió de hacerlo.

-En realidad no. Ashley era una petarda insufrible en clase. Casi como ahora... -bromeó.

Viviane tenía los colores subidos y los ojos vidriosos, aunque no parecía especialmente borracha cuando hablaba. Había bebido tanto como Ashley y, a pesar de su escasa constitución, parecía poder seguir tragando alcohol un buen rato más. Se recostó ligeramente en la silla, meditando la pregunta de la Alfa.

-Saltarme las clases para irme al cine. O a casa. O a donde fuese menos estar allí. Adam nunca se enteraba, y si lo hacía tampoco decía mucho al respecto -rió. Siempre había sido su niña mimada, después de todo.-También echaba de menos las juegas.

En general la escasez de responsabilidades estaba bien.

Donny levantó su bebida por no llevar la contraria. Para él, Brittany y Jessica eran un ente con dos melenas rubias que se reía de él, y no creía que nada relacionado con ellas pudiera ser agradable. Salvo quizá obligarlas a soportar el peso de un par de gordas. Pensándolo bien, a lo mejor Ashley tenía razón.

-No sé, yo sólo hablé una vez con ella -comentó por encima del borde del vaso.

A lo otro no añadió nada. Aunque no se había dado cuenta hasta el Primer Cambio, la Rabia había alejado a todo el mundo de Donny desde siempre. Pero se lo estaban pasando bien y no quería amargarles la noche con su canción del llanero lo que fuera.

-Nosotras nunca nos desmadramos demasiado. Pero en el Klaive, todos los Festejos acababan así o peor. Algunos fermentan su propio alcohol y da un ardor terrible. Se dedican a emborrachar a los cachorros, sobre todo a los Lupus. Les encaaaanta emborrachar a los Lupus. -Ash soltó una carcajada al recordar sus primeras juergas Fenris-. No podéis ni imaginaros lo que me asusté el primer día que llegué al Túmulo. Todo el mundo estaba tan loco y tenían tantas cicatrices... Fue una pesadilla.

Pero luego había aprendido a jugar al juego de la Camada. Como siempre, Ashley sobrevivía. Siendo niña había aprendido a señalar a otros para que no se diesen cuenta de su diferencia. Como adolescente había explotado sus cualidades y su atractivo para rodearse de seguidores. Y ahora, se adaptaba a lo que se esperaba de ella como Fenrir. Así funcionaba.

-Luego, cuando dije que quería volver, hubo gente que parecía que me fuera a matar. La verdad es que quería volver a Naperville porque lo echaba de menos. Si hay que luchar, que sea por esto. Lo que han hecho las Furias y los Hijos no está mal... del todo. Mi padre no lo admitirá nunca, pero si me trajo aquí fue por algo.

-Hum... Es un buen sitio. Al menos sabes que tus hijos van a estar a buen recaudo. 

No, no estaba mal, aunque ella no le había dado un uso decente a la preciosa guardería Garou que habían montado, pensó mientras agitaba el vaso en círculos haciendo que los hielos girasen. Siempre le había guardado cierto resentimiento a su padre por haberle echo abandonar aquel pueblecito para internarla en un colegio pijo. No obstante, había tenido muy buenas razones para hacerlo.

Volvió a pensar en lupus borrachos y se le escapó una risa por lo bajo.

-Igualmente, razones no nos sobran para luchar.

Alecto se encogió de hombros con una sonrisa:

-Con razones para luchar o sin ellas y vengamos de donde vengamos todos estamos aquí por una razón. Y cuando digo aquí, me refiero aquí y ahora. Y esa razón es para emborracharnos a la salud de la... manada -entornó los ojos. Otra vez lo mismo. En algún momento tendría que preguntarlo-. Sé que es un poco tarde para preguntarlo pero... ¿cómo se llama la manada?

Era un poco raro estar rodeado de Garous que no sólo habían tenido vidas llenas de familias cariñosas y amigos, sino que formaban parte de un linaje. Él no tenía ni lo uno ni lo otro, y aún así había aprendido a sentirse a gusto entre ellas. A ratos. Aún temía ese gran misterio que nadie le había explicado nunca: la regla.

Frunció el ceño y miró a Alecto.

-Nos llaman los Recare... Recaderos. En broma. Nesecitaremos un nombre. Digo yo.

-Necesitamos un nombre y necesitamos un Tótem. Yo creo que está claro que le debemos lealtad a Jabalí. Es un buen tótem, un guerrero. Alecto, a ti igual se te da mejor inventarte algo que guste a Jabalí...

-Eso -Viviane se giró hacia ella, sonriente-. Y hónrale con una canción, como las que improvisaste el día que llegaste conmigo.

No tenían nombre. ¿Qué clase de manada era aquella? Los Recaderos. La información dejó a Alecto sin habla un momento, pero se recuperó rápido; si había algo que Alecto recuperaba deprisa era el habla.

-No puedo negarme a la canción -dijo Alecto haciendo inclinando la cabeza hacia ella a modo de pequeña reverencia-. Te prometí que pondría mi guitarra a tu servicio y a tu servicio estará siempre que la quieras. En cuanto al nombre, yo no me encomendaría esa tarea. Yo quería que mi anterior manada se llamase Alecto y las Furias, pero la alfa dijo que me iba a romper la guitarra en la cabeza por graciosa, que es algo que decía mucho... -se detuvo y carraspeó-. Al final nos llamamos Hijas de la Furia, que se parece y está muy bien, pero el mío -los señaló por turnos antes de decir-, era más original.

Donny apuró su no-se-acordaba-qué-con-soda, levantando el culo del vaso por encima de su cabeza, para poder hablar. Parecía muy alarmado.

-No vamoss a llamarnos Hijas de la Furia. Ni Ashley y las Hologramas. Ni nada que se le paresca -dijo, rotundo-. Lluvia no me ha dado tan fuerte en los huevos.

-¿Ashley y los hologramas? -La Philodox se horrorizó-. Debes de pesar treinta kilos más que yo. ¿Cómo puedes estar tan borracho ya? -Dio otro sorbo para mantenerse a la par con Viviane-. Mirad, lo importante es saber a qué nos vamos a dedicar. Entonces supongo que el nombre saldrá solo.

Viviane soltó una alegre carcajada. Se tomó un respiro antes de contestar, tratando de abarcar el tema con la seriedad que se merecía. Sobre todo teniendo en cuenta dónde y cómo se encontraban.

-Ahora que no está Kate, creo que todos nos dedicamos bastante bien a la guerra. ¡Y tenemos al portador de un Gran Klaive! -exclamó, alzando el vaso hacia Botón-del-pánico-. Por ahí podríamos encauzar la cosa, sobre todo teniendo el cuenta lo cojo que se ha quedado el Clan en defensas. Y sí, una vez tengamos el objetivo podemos pararnos a pensar un nombre que no tendrá que nada que ver con Furias ni con Ashley. Ni klaives, gracias.

Alecto se echó hacia atrás en la silla hasta que estuvo en equilibrio sobre las patas de atrás y el respaldo pegó con la pared, y movió una mano delante de su cara como leyendo unas letras invisibles, con los ojos entornados:

-Los ángeles de Donny...

-Sí, sí, eso tiene sentido -dijo, siguiendo a Viviane y pasando de Alecto-. Somos guerreros. Seguimos a Jabalí. Pero... nada de Furias ni de Rabia. Se supone que el Clan sigue a Unicornio. Por mucho que prefiriese algo fiero, él sigue siendo el que nos da cobijo. Un Hijo de Gaia no es muy de pelear, pero sí defiende... Y somos la defensa del Clan. Podríamos llamarnos algo relacionado con la defensa. Los Defensores de... la paz, el amor y la bondad. Los Defensores de... Vamos, echadme una mano.

Donny cerró los ojos con fuerza, como tratando de no imaginárselo.

-Aj. Voy a por más priva.

Se levantó y fue a la barra. Sólo tuvo que dar un golpe en el mostrador pegajoso para que le atendieran; pidió otro de lo mismo y cuando volvió, Ashley estaba muy emocionada. Donny todavía estaba un poco perturbado por la imagen mental (no sabía cuál le había perturbado más, en realidad, si la de Ashley, Viviane y Alecto con la posa típica, o la de Ashley, Viviane y Alecto con la pose típica y en Crinos), pero era la oportunidad de quitársela de la cabeza.

-Entrate de cómo se llama el Gran Klaive y nos llamamos así -sugirió, y dio un trago.

Donny sabía que los Grandes Kaives solían tener nombre, pero no sabía cómo se llamaba el suyo. Y le hubiera gustado honrar a Tommy de alguna manera.

-¿Ves? Por ahí vamos bien –Viviane le guiñó un ojo a Ashley-. Dos cabezas piensan mejor que una, pero nada de amor ni paz ni bondad. Vamos. Con más bebida igual tenemos alguna otra brillante idea.

Alzó el vaso y esperó a que ella hiciera lo mismo para beber hasta vaciarlo. Después se levantó, imitando a Donny para volver a llenar los vasos y seguir con el reto. Al despegar el culo del asiento notó las piernas flojear, pero tardó un segundo en sacudir la cabeza e ir hasta la barra.

-Si me ayudas a emborrachar a Viviane, te haré mi beta -dijo Ashley con sonrisa zorruna.