Partida Rol por web

24 de octubre de 2000

La atropellada conducción y el gélido aire de la carretera no los detuvo para llegar al Túmulo a primera hora. Ya era casi totalmente de día y en el camino de tierra que separaba la carretera del boun estaba vacío. Y sin embargo, toda la zona producía un gran malestar. ¿Qué habría sido del Clan? ¿Cómo había sido el ataque?

Tommy dejó los dos cadáveres en el coche. Había conseguido que curaran alguna de sus heridas de camino, pero todos estaban bastante machacados. Había sido un buen plan por parte de los Danzantes: los habían alejado, desmoralizado y herido. Eran una última defensa bastante mala.

El Hijo de Gaia parecía muy decaído. Dio la orden de que todos se transformasen en Hispo y corrieran por el bosque en busca de los atacantes. Pero, antes de convertirse en un enorme lobo prehistórico y que su Gran Klaive se fundiera con su cuerpo, fue a hablar con Donny.

El Roehuesos había llamado a sus compañeros de Tribu para darles el aviso de que atacaban el Clan. Jenny había recibido la noticia de buena gana y había puesto en pie de guerra a la Manada Urbana, olvidándose incluso de colgar. Pero, ¿podrían significar ellos algo? ¿Podrían detener el ataque?

Cuando Tommy se le acercó habló en un tono bajo para que nadie le escuchara.

-El Gran Klaive es tuyo.

No dijo nada más y se transformó de inmediato, como si no quisiera que le discutiera aquella afirmación.

Atravesaron el boun y encontraron rastros de sangre y un par de cadáveres de Metis, que conservaban su forma natal al morir. Se escuchan aullidos por todas partes, ladridos y gruñidos de dolor, de Rabia. Pero no se veía el combate. Parecía estar siempre lejos, como si les esquivase.

Se toparon con una figura renqueante, un Crinos oscuro y tuerto que soltó una exclamación de alegría cuando los encontró.

-Eh, vosotros -dijo acercándose Ismene. Tenía la parte interna de una de sus piernas desgarrada y sangraba profusamente-. Sanadores. Lo que necesitaba.

Les mostró la herida esperando a que la curasen.

-Hemos logrado rechazarlos, al menos en esta zona. Todavía no han llegado al Túmulo, pero está bien que por fin lleguéis para ayudarnos...

-¿Dónde está mi madre? -quiso saber, ignorando su herida que, de todas maneras tampoco habría podido curar.

-En primera línea, chica. En cuanto hubo señales de ataque, se fue. Supongo que sigue por ahí, no la he visto -contestó Ismene. Uno de los Sanadores se acercó a ella para curarla e Ismene soltó un gruñido de dolor-. Hemos matado a unos cuantos. Si no llega a ser por los Roehuesos, una de mis hermanas estaría ahora hecha mierda. La verdad es que son unos mendigos bastante oportunos.

-Uñas-de-cristal nos ha traicionado -informó Tommy-. Se ha unido a los Danzantes. Por eso han encontrado el Túmulo.

Ismene soltó un ladrido de sorpresa y luego empezó a gruñir por lo bajo.

-Poned a los heridos a salvo, en el corazón del Túmulo. Ismene, dime dónde está el foco de la batalla. Quiero pelear.

-¡Eh! -se quejó Ashley-. Tú no eres el único, ¿sabes? ¡Yo también quiero acabar lo que hemos empezado!

Donny no había abierto las fauces desde que Tommy se había dirigido a él, ni le había dado tiempo a contestarle. O eso o la violación del Túmulo le habían crispado, volviendo su silencio hostil y peligroso. Una manera de decir que le habían devuelto a su estado habitual.

Dejó que Tommy y Viviane se pusiesen al día con Ismene, y sólo habló para darle una orden seca a su manada.

-Vamos al Túmulo -gruñó a Ashley.

Miró, muy brevemente, la forma Hispo de Tommy, como si quisiera decir algo o al menos atreverse a mirarle a los ojos.

Viviane miró a Donny sorprendida. Era el Ahroun y, en ese momento, su Alfa. No parecía dispuesto a tolerar que le rechistasen y la Ragabash, en un instante de lucidez, reconoció que encararse a él en ese instante no era lo más sensato por mucho que desease acudir a luchar junto a su madre.

Gruñó por lo bajo, dirigiéndole una mirada hosca, y echó a andar hacia donde había ordenado.

Ismene y Tommy volvieron a la batalla y ellos se pusieron en marcha. Al llegar al corazón del Túmulo descubrieron a Flecha-de-Escarcha y a Danza-a-la-Luna-Creciente meditando junto al manantial del que fluía el poder y la Gnosis. Meditaban, en apariencia, pero un análisis más detenido revelaba que estaban transmitiendo su esencia a la Umbra, alimentando al Túmulo para que se defendiera a sí mismo. Hugh se dejó caer en la hierba y Grita hizo un cuenco con las manos y bebió de él. Luego se lo vertió en las heridas del rostro y en las de su compañero de manada. La exhalación sorprendida del Ragabash hizo que Mary abriese los ojos y viese a la manada novata. Sus ojos pasearon por los presentes y la ausencia de su hija debió de hacer que comprendiera cuál había sido su destino. Con gran dolor ocultó su rostro entre las manos. Rota su conexión con la Umbra, todos notaron que la potencia de la Gnosis en el ambiente flaqueaba.

Ashley miró a Viviane significativamente, pero se abstuvo de decir comentarios. Mary logró dominarse a sí misma y volver a conectarse, y todos sintieron cómo su espíritu dolido gritaba en ecos desde el otro lado de la Celosía.

La Metis gruñó. La quemadura le sanaba sin dejar apenas cicatrices.

-Si pensáis que me voy a quedar aquí vais listos. Tengo una garganta que arrancar.

La Ahroun apareció del aire. Tenía sangre en la cara y en las manos, nada de ello suyo.

-¡Vosotros! Los que no estéis transmitiendo Gnosis, venid conmigo. Tenemos que luchar en la Umbra. Si queremos que Unicornio nos ayude vamos a tener que allanarle el camino. ¡Grita! -Dorotea saltó hacia ella y le dio un cabezazo demasiado fuerte como para ser cariñoso, pero demasiado suave como para no serlo-. Maldita tarada, pensaba que estarías muerta. ¿Y los Sanadores?

-Se han ido a luchar. Dorotea, llévate a los novatos contigo. Grita y yo nos vamos a luchar. ¿Qué es lo que han traído? ¿Cuántos quedan?

-A los Danzantes les hemos hecho retirarse casi del todo, pero hay fomori y un par de aberraciones. En la Umbra, sobre todo, hay un montón de Perdiciones. Es lo que más nos está minando. Estamos ganando, pero para conseguirlo vamos a tener que abrirle paso a Unicornio -afirmó Dorotea.

En su mutismo habitual, Kate había seguido al grupo hasta el túmulo: había subido a los coches, se había bajado de ellos, se había transformado cuando se lo habían pedido. Había obedecido cuando le habían dado una orden y se había quitado de en medio cuando estorbaba. Y en ningún momento miró ni a Viviane ni a Ash, aunque en realidad tampoco es que hubiera mirado a nadie. La idea de encontrarse con Mary la estaba carcomiendo y a medida que el momento se acercaba inexorablemente algo dentro de sí dolía cada vez más y ni siquiera encontrar a su mentora había logrado mitigar esa sensación. Por otra parte, no era como si pudiera lanzarse a los brazos de Ismene para que esta la abrazara (algo que, francamente, le apetecía un montón, aunque su mentora no fuera la persona más cariñosa del mundo) y menos en aquel momento.

Así que cuando por fin se encontraron con ella, en el corazón del Túmulo, Kate no vio nada que no esperara ver. Pero mientras la mirada de Mary les recorría, buscando a su hija perdida y parte de su alma moría al no encontrarla, a la Theurge se le encogió como no podía ser de otro modo el corazón.

"Ahí va otra madre destrozada."- Pensó para sí. Las orejas y la cola le cayeron a plomo, abrumada por el sentimiento, mientras Hugh y Dorotea se ponían al día. Se acercó a la furia lentamente pero con determinación. Vengaría a Leigh o moriría en el intento. Se lo debía a la compañera que no había llegado a ser y a la que no había sabido defender. Se lo debía a la que siempre había sido su profesora. No era la más fuerte ni la más ducha en el combate, pero aún así, lucharía.

Ashley no quiso mirar a Mary ni antes de que se diese cuenta de que Leigh estaba muerta, ni después. Un nudo se le ató en la garganta y le dificultó la capacidad de tragar. Le picaban los ojos por aguantarse las lágrimas, así que pasó a forma Lupus para evitar derrumbarse allí mismo. Después de asegurarse de que no se pondría a lloriquear, buscó la mano o zarpa de Kate y le dio un lametón para llamar su atención.

-Kate, tú eres la Theurge. Tú sabes más sobre la Umbra que nosotros. Tienes que dirigirnos.

Sabía lo peligroso que era darle el liderazgo a la Furia Negra (no es que fuese la guerrera más destacada) y no esperar el consenso con Donny. Pero Ashley, en su papel de líder, tenía que poder motivarlos y salvarlos del Harano. Ah, no, ese era el papel de un Galliard. Muy oportuno que todos los suyos estuvieran muertos, huidos o tullidos.

Donny sí miró a Mary, al menos al principio. No se acordaba de que era la madre de Leigh, y no se acordó de que Tommy se lo había mencionado hasta que la vio buscando a alguien. Entonces sí que apartó la vista.

Kate. Bueno, sí, moverse. Seguir a Dorotea. Estaba de acuerdo con Ashley, y probablemente era bueno que fuese ella quien se lo hubiese dicho a Kate. Donny no habría sabido mostrar la amabilidad y suavidad que Kate parecía necesitar.

Viviane se forzó a mirar el suelo y a pensar en otras cosas. Lo que fuese, la seguridad de su madre en aquellos mismos momentos. De otro modo se habría puesto a llorarle a Mary y a pedirle perdón por lo que había hecho, y eso no habría ayudado a nadie en aquel momento. De todos maneras, tarde o temprano tendría que encararse a aquella verdad, y la perspectiva le hacía estremecer.

No escuchó a Ashley. Sólo miraba al suelo con un ligero temblor en las patas.

El lametón de Ash sorprendió a la Theurge, como en cada ocasión que la philodox se mostraba cariñosa con ella. Siempre parecía atinar el momento más adecuado para ello, como si realmente reservara aquellas muestras de afecto para el momento exacto y preciso en el que permitirse aquellos gestos. Kate no estaba muy segura de si para Ash aquello suponía rebajarse o era realmente sincera en sus gestos, pero lo cierto es que no le importaba: que su alfa se molestara en reconocerla y en intentar animarla no tenía precio en un momento como aquel. Aunque luego se preguntara un millón de cosas al respecto.

La enorme forma hispo de Kate se recompuso a ojos vista, mientras la Theurge confirmaba visualmente que el resto del grupo aceptaban aquella cesión de liderazgo tan poco corriente, pero Ash tenía razón: iban a internarse en la umbra, y aquel, se suponía, era el frente que ella controlaba. Un frente que durante años le había resultado aterrador a la joven y sobre el cual aún sentía un profundo respeto cada vez que lo abordaba... aunque vista la realidad, empezaba a no estar segura de qué le daba más miedo. Así que les dirigiría. No era lo que quería, pero era lo que tenía que hacer.

Por su cabeza pasaron varias alternativas sobre qué decir en aquel momento: sugerir un modus-operandi, intentar alentar al resto de algún modo... pero ella no era precisamente la más capacitada para hablar de tácticas de combate ni se sentía especialmente segura en sí misma como para contagiar resolución. Sólo quería vengar a Leigh y acabar con lo que amenazaba su hogar. Y no necesitaba palabras para transmitir eso.

- Crucemos. - Gruñó, mirando a Dorotea nuevamente. - Crucemos y abramos ese camino para Unicornio y para cualquier otro espíritu que pueda ayudarnos.