Partida Rol por web

-Quiero decir que Thorir me lanzó la espada a la cabeza, lo que ya no se es si fue por pura incompetencia o por...

Thorir se medio incorporó y miró a Drunfo y Bedelia, -Es cierto- dijo Thorir, y dejando un segundo de silencio continuó hablando -Una de mis espadas chocó con el hacha de uno de los hombres que nos atacaron y del impacto salió despedida hacia la cabeza de Drunfo, fue un accidente- Thorir bajó la mirada, entre avergonzado y arrepentido por su error, posteriormente volvió a alzar la mirada y la clavó en los ojos de Drunfo - Después de derrotar a nuestros enemigos sólo pude cargarte en mi caballo y llevarte a Sültunge para pedir ayuda y así tener una ligera posibilidad de sobrevivir - 

Una duda surcó la cabeza de Drunfo.

-¿Y por que Einar no nos atacó una vez allí?

-Había un gran incendio, Einar y sus hombres estaban ocupados apagando el fuego, pude ocultarme en las sombras y Saga me vio - dirigió la mirada hacia aquella mujer y siguió hablando -Fue ella la que nos trajo aquí, yo caí inconsciente, pero es obvio que fue así, gracias a ella y a Bedelia estamos hablando en este mismo momento - 

-Sí, muy emotivo todo -Yngrid mira a Bedelia-. Voy afuera, a tomar el aire. Cuando queráis poneros en marcha, avisadme.

Thorir dirigió su mirada a Yngrid -¿Dónde vamos?- le preguntó mientras intentaba incorporarse apoyándose con dificultad en una mesa cercana.

La norne se había mantenido en silencio, contemplando la discusión como si de dos críos pequeños se tratase. Suspiró largamente, manteniendo la calma en su voz y temple.

-A ningún lado. Túmbate de nuevo, Thorir. Bedelia y yo volvemos a dar la cara frente a Einar -explicó con calma-. Nos hemos dado a la fuga para ayudaros y si no salimos limpios de esta cuanto antes, tarde o temprano sabrán que estáis aquí y vendrán a por vuestras cabezas y las nuestras-. Se incorporó para ir hasta el gigante-. Me ha costado mucho manteneros con vida, y puedo dar fe de que Thorir se negó en rotundo a dejarte atrás a pesar de que yo creía que ya no había esperanza para ti. No sé ni cómo estás vivo, honestamente... Un milagro de los dioses. Ahora deberíais descansar, comer y dormir tanto como podáis. Yngrid, esa mujer -señaló hacia afuera-, entiende poco de cordialidad y ha aceptado acogeros en su casa y cuidaros como un favor personal. Por favor... Espero que podáis valorar lo que acabamos de hacer las tres por dos desconocidos. Habría sido mucho más fácil entregaros y no jugar nuestros pellejos con el invierno ya aquí. Así que... recuperaos. Y Drunfo, intentaremos regresar al lugar donde os atacaron y ver si podemos recuperar tus pertenencias, pero primero tengo que asegurarme de que no somos traidoras a los ojos de la gente de aquí. Si lo somos, estamos todos sentenciados.

Dicho aquello, Saga miró al gigante a los ojos y se permitió esbozar un gesto amable.

-Si me permites, me gustaría examinar tus heridas. Me preocupa tu cabeza, y sobre todo tu espalda. Lo peor que puede pasar ahora es que se gangrene...

Thorir asintió y como pudo se acercó un poco más al cálido fuego, se recostó y tomó las viandas que le habían dado. Su cabeza no podía admitirlo, pero descansar era físicamente necesario debido al estado tan lamentable de su cuerpo, por lo que se arrebujó en su manta y dijo, -Saga, quiero decirte algo, en caso de que vuestras vidas corran peligro entregadme, no podría perdonadme jamás que os pasara algo por mi culpa, ¿Entendido?- los ojos de Thorir se clavaron en los de Saga. 

La hedense le devolvió la mirada, firme. Sus ojos eran grises y nublados, tiznados por los destellos cálidos del fuego. 

-Haré todo lo posible para que no sea necesario -aclaró con una convincente resolución que en el fondo se tambaleaba. Ya habían visto todos el carácter de Einar.

Thorir asintió, no estaba muy convencido de aquello y sabía que su vida estaba en las manos de aquella mujer. -Que los Dioses te guarden Saga-

Drunfo se incorporó con cierta dificultad hasta acercarse a Saga y se despojó de la parte superior de la ropa. Se podían observar un sinfín de cicatrices a lo largo de su torso, unas mas profundas y largas, otras mas cortas. Sobre todas ellas sobresalía una que surcaba toda la espada, desde el hombro izquierdo hasta practicamente el muslo derecho de la pierna escondiéndose debajo del pantalón y en mitad de toda la espalda, en su parte más ancha, llegaba a alcanzar el medio palmo de grosor. A su lado, los cortes abiertos parecían perder gravedad.

-He estado peor, con unos pocos días de reposo volveré a estar bien, no hay de que preocuparse.

Tosió un poco, medio aclarándose la voz medio escondiendo la dificultad para respirar debido al frío.

-En cuanto a mi espada, os respeto,y no querría poneros más en peligro saliendo a buscarla ahora mismo. Además de que hoy estoy débil. Pero si cuando regreséis no lo traéis con vosotras, os pongo en aviso de que iré y le arrancaré mi mandoble al mal nacido de Einar de sus propias manos, ya que volver sin él significaría que Einar lo tomó para si. Espero que entendáis entonces, que ese arma es muy importante y tiene gran valor sentimental para mí.

Miró por la ventana.

-Además, ¿Podríais contarme que ha pasado con el resto del grupo y porqué ese incendio?

Saga se quedó mirando a Drunfo, quizá calibrando algo que llevaba rondando el fondo de su mente demasiado tiempo. Pero no dijo nada.

Sus manos se dirigieron con cuidado a la cabeza y examinó el estado de la herida sin llegar a decir un juicio. Después le pidió que se tumbase bocabajo para hacer lo mismo con el tajo de la espalda.

Supo callarse, morderse la lengua y permanecer en silencio. Era un caso perdido, de esos hombres que el orgullo les podía más que la razón, y se arrepintió de no haberle pasado el cuchillo por el cuello. Fácil y rápido, y hubiese podido pedir más por Thorir. Empezó a sentir incluso una punzada de arrepentimiento al haberse jugado tanto por ellos.

Estúpida.

Pero ya era demasiado tarde. Demasiado tarde...

Thorir observó la extraña cicatriz de Drunfo, aquella cicatriz le sonaba a extrañas leyendas, ¿podría tratarse de aquello? y de ser así, ¿Quien haría algo tan horrible?, no, no podía ser, Thorir intentó dejar de pensar en eso, y dirigió la mirada al fuego que tenía cerca e intentar olvidar los extraños pensamientos. Acto seguido agarró su piel de lobo que tenía al lado y se cubrió con ella. 

Bedelia se mordió la yema del pulgar y se tomó unos segundos antes de responder, perdida en sus propios pensamientos.

-Con el incendio todos nos dispersamos. A Hadar le perdí la pista después de la fiesta, Add se quedó en el gran salón y después desapareció. En cuanto a Resmit...Ha sacado conclusiones de información sesgada, como nos ha pasado a todos.

La sureña dudó añadir algo más a su última frase, pero al final lo descartó.

-Respecto al resto de viajeros no se mucho más. Ingur, el de la cicatriz en la cara, debería haber salido de Sultünge ya, pero sólo él sabe lo que le pasa por la cabeza. Y el otro daevar-Bedelia cerró un instante los ojos, esforzándose por recordar su nombre-Ahmel, creo, es un misterio. No se nada de él.

Suspiró.

-En lo que se refiere al incendio, todavía no sabemos quién lo provocó, ni si tenía otro propósito a parte de dejar sin víveres al pueblo.

La cara de Thorir se volvió algo más oscura -¿A qué te refieres con respecto a Resmit?-, dijo sin perder la vista del fuego. 

Bedelia miró a Thorir, valorando su respuesta.

-Se fue con Einar, entiendo que para buscaros, pero luego debieron encontrarse con...algo, o quizá alguien. Parece que lucharon.

-Todo el mundo pensó que los causantes habíais sido vosotros. Pero hay algo más... Algo peligroso, y es precisamente por eso por lo que es más que innecesario que nos volvamos los unos contra los otros. Por muy grandes que sean nuestras diferencias. Eso es lo que Einar debe comprender antes de que sea demasiado tarde -aclaró Saga, todavía examinando la espalda de Drunfo.

El gigante hizo un pequeño gesto de incorporarse y miró hacia la puerta, intentando de alguna manera ver a través de ella.

-La dueña de esta casa ¿No hace demasiado tiempo desde que salió a fuera?