Partida Rol por web

Yngrid os está esperando fuera. Parece que ha estado quitando la nieve de la parte frontal de la casa, y por las huellas que se pueden ver no es muy difícil adivinar que se ha dedicado a hacer un pequeño repaso por los alrededores. A decir verdad, la cantidad de nieve que ha caído por la noche es considerable, y el hecho de que la ventisca parezca haber dado una tregua no parece asegurar que haya decidido irse del todo, pues el cielo sigue igual de nublado que el día anterior, quizás un poco más incluso. Como consecuencia, el frío es también considerable.

Yngrid lanza un suspiro de exasperación al veros.

-Vaya, por fin. Creía que no ibais a salir nunca.

-Si, perdona. La conversación se ha alargado un poco más de lo previsto.

Bedelia miró el cielo encapotado y encogió el cuello.

-Estamos listas.

Saga no comentó nada. Escondió la nariz entre el pelaje de la gruesa capa y miró hacia la espesura, como esperando algo. Suspiró con fuerza y se subió al caballo.

-Creo que podemos llegar solas si me repites las indicaciones. Iremos más rápido a caballo. -Se volvió hacia Bedelia, haciéndole un gesto para que subiese.

Bedelia miró a Saga con una expresión rara en la cara, y después su mirada se desplazó al caballo. Se quedó parada unos segundos con los ojos entornados.

-Ayúdame, por favor.

Con una mano en el lomo del caballo y otra agarrando a la intérprete, puso un pie en el estribo y se impulsó para subir, tambaleante. Su torpeza casi las tiró a las dos, pero al final consiguió colocarse recta, agarrando a Saga por los hombros con más fuerza de la necesaria.

-Joder, que alto.

Yngrid niega con la cabeza.

-¿Y quedarme con esos dos, a solas? El caballo no irá demasiado rápido, hay mucha nieve. Puedo seguiros el paso, y puedo ser de ayuda frente a Einar...

No os cuesta mucho convencerla, pese a sus protestas. Al fin y al cabo, alguien debería quedarse a cuidar de Thorir y Drunfo... O, al menos, a vigilarles. Al final se resigna, pero no sin antes detenerse frente al caballo, con actitud firme.

-Bien, pero al menos decidme qué plan tenéis. Si vais a inventaros una coartada, debería conocerla. Sobre todo si yo voy a estar implicada en esa coartada.

Saga ayudó a Bedelia a montar sin comentar nada, aunque era fácil adivinar que por su cabeza cruzaban todo tipo de comentarios. Después insistió en que no se habían tomado tantas molestias en salvarlos como para dejarlos ahora solos y a la espera de cualquier peligro. Desarmados y sin fuerza, los norteños eran ahora mismo tan útiles como un fardo.

-Sigo pensando que lo más sensato es exponer la verdad. Cualquier otra excusa nos deja como cobardes y ladronas. Ellos no fueron y les iban a matar sin justificación, lo que habría dejado al culpable del incendio libre. Además, intentó matarlos y no pudo: a mí eso me da que pensar. Creo que deberíamos apoyar nuestro argumento en el hecho de que ellos eran inocentes y les necesitábamos vivos para probar la verdad. Podemos encargarnos más tarde de pelear por sus vidas.

Bedelia escuchó en silencio la exposición de Saga, pero cuando ella terminó intervino.

-Si Drunfo y Thorir lucharon contra Renmo y le hirieron de esa manera no vamos a poder decir demasiado en su defensa, y si el hijo de Einar sigue desaparecido, las cosas se complican. Si ese es el caso a Einar no le importará la verdad, le importará la venganza.

Reflexionó.

-La opinión de Ashe tiene mucho peso, tanto en Sultünge como para el jarl. Quizás deberíamos tratar de convencerla antes a ella.

-Hum. Si eso es cierto, creo que podría ser una buena estrategia- apuntó la norne-. Aun así, les atacaron a traición y por la espalda. Einar es cabezota pero no creo que sea el tipo de líder vengativo que se obceca y es incapaz de reflexionar. Por todos es sabido que eso es una falta de honor: ya les había condenado echándoles en plena noche. Hay que dejar eso claro y recalcar que no tuvieron nada que ver con el incendio. Si quiere sus cabezas las tendrá, pero en batalla singular. No cazándoles como a presas.

Bedelia asintió sin estar convencida del todo. Al fin y al cabo, ella era la extranjera, la que apenas conocía las costumbres y los códigos de honor del norte. No creía que después de todo el esfuerzo invertido en cazarles fuera fácil convencer a Einar de su inocencia, pero tampoco tenían muchas alternativas a parte de huir o esconderse.

-Así lo haremos, pero si no funciona convendría tener planeada la huida, porque en ese caso no creo que saliéramos indemnes.

Yngrid escucha vuestro debate en silencio, luego se encoge de hombros.

-Einar tiene más pene que cerebro, tenedlo en cuenta. Espero oír algo de vosotras antes del mediodía. Si no iré a buscaros al pueblo. No me gusta estar aquí sin hacer nada, y sigo sin fiarme de vosotras.

Luego se gira y empieza a caminar hacia la cabaña, no sin antes girarse por última vez y añadir:

-Suerte. Vais a necesitarla.

Asintió sin añadir nada más y tras pedirle a Bedelia que se agarrase a su cintura procurando no sujetarse muy fuerte por sus heridas, recondujo el caballo hacia la dirección correcta y golpeó levemente con los talones para que el animal emprendiese la marcha.

Tenía esperanzas de un viaje tranquilo, al menos hasta que avistasen Sultünge y tuviesen que empezar a asumir las consecuencias de sus actos.

Ya llevaban unos minutos viajando y Bedelia parecía sumida en su propia nube de pensamientos. Aparentemente distraída, Saga podía notar con facilidad cómo tenía los músculos tensos, preparada para actuar si algo las sorprendía. No había hablado, pero aquel momento le pareció perfecto para preguntar algo.

-Dijiste que tenías claro tu papel en esta historia-No susurraba, pero su tono de voz era bajo-¿Cuál es?

Saga tampoco había hecho comentario alguno, fijando la vista en un camino inexistente y sus alrededores, como esperando algo que estaba por llegar.

Su voz, sin embargo, hizo que regresase al mundo real, dejándola en vilo por un momento.

-Mi vida cambió radicalmente cuando quedé huérfana. Desde entonces, en mayor o menor medida, he soñado con encontrar al culpable de mi desgracia. Sé que yo no tengo ni la fuerza ni las habilidades necesarias como para derrotar aquello que nos acecha... Pero puedo conectar las claves. Yo veo respuestas, guías y líneas entrelazadas donde otros sólo encuentran humo. Entiendo lo que otros no pueden ni imaginar.

Bedelia oteó la espesura en silencio, reflexionando sobre la respuesta de Saga.

-Necesitamos luz en esta noche tan cerrada. Sólo espero que los árboles no te impidan ver el bosque.

Arrugó el ceño, aunque obviamente no pudo verlo. Sin embargo, si extrañeza se traspasó también a su voz.

-¿Y eso qué significa?

-Estamos perdidas en ésto, quizás nos enfrentemos a algo demasiado grande, demasiado laberíntico. Dices que eres capaz de ver líneas donde otro sólo ven humo, y te creo, pero espero que no te pierdas en esa maraña de líneas, porque eso abocaría nuestra destrucción.

No se percibía expresión alguna en las palabras de Bedelia. Podrían ser malinterpretadas como un consejo, o incluso una amenaza, pero no se trataba más que de una apreciación.

-Hum. -Pareció dejarla indecisa su comentario-. Esperemos que no. Puedo confiar en ti, ¿verdad? 

Bedelia sonrió para si, empatizando con Saga.

-Me temo que sólo tu puedes responder a esa pregunta.

La traductora no respondió y tras un largo silencio, Bedelia pudo percatarse de que no tenía intención de hacerlo.

Bedelia apretó el costado no herido de la norne en un gesto de apoyo. No podía contestar a su pregunta, pero eso no incluía frialdad. Y la sureña era de todo menos fría.

Con todo, respetó el silencio.