Partida Rol por web

Al ver la escena de nuevo parecía completamente distinta, la oscuridad de la noche volvía esa zona diferente, anoche apenas era un claro en el bosque, donde la luz de las antorchas se reflejaba en la sangre del suelo. Miré instintivamente en la dirección donde oí la respiración de la criatura, en ese momento era oscuridad oculta en la espesura de los árboles, ahora con mayor iluminación, la escena no era tan lúgubre y aterradora a como fue.

Me moví reviviendo lo acontecido por la noche, sintiendo incluso el frío y la presión en el pecho cuando el monstruo me derribó. En un parpadeo me pareció ver a Einar cuando corría hacia él y fue apresado. Es entonces cuando caí:

La espada de Einar... se le cayó, puede que  no confíe mucho en Eskol, pero su padre era un hombre honorable y murió por nosotros. Lo mínimo que puedo hacer es llevarsela.

Me acerco a Thaldein y le susurro mi idea. Cuando termino de buscar me uno al resto en la busqueda de huellas, rastros o restos haciendo especial incapie en la zona por donde apareció, incluso, subirme a lo alto del moticulo para tener una visión mejor.

Al ver la escena de nuevo parecía completamente distinta, la oscuridad de la noche volvía esa zona diferente, anoche apenas era un claro en el bosque, donde la luz de las antorchas se reflejaba en la sangre del suelo. Miré instintivamente en la dirección donde oí la respiración de la criatura, en ese momento era oscuridad oculta en la espesura de los árboles, ahora con mayor iluminación, la escena no era tan lúgubre y aterradora a como fue.

Me moví reviviendo lo acontecido por la noche, sintiendo incluso el frío y la presión en el pecho cuando el monstruo me derribó. En un parpadeo me pareció ver a Einar cuando corría hacia él y fue apresado. Es entonces cuando caí:

Me acerco a Thaldein y le susurro mi idea. Cuando termino de buscar me uno al resto en la busqueda de huellas, rastros o restos haciendo especial incapie en la zona por donde apareció, incluso, subirme a lo alto del moticulo para tener una visión mejor.

La nieve ha cubierto la zona por completo, lo que hace especialmente complicado el distinguir las pistas ocultas bajo su manto. Sin embargo, la suerte y tu habilidad quieren que, tras dedicar unos minutos a inspeccionar el lugar, encuentres varias cosas interesantes.

Para empezar, las marcas del combate son evidentes, si se sabe dónde mirar. Una rama partida, allí, en la que posiblemente se apoyó un cuerpo humano. Una muesca en la roca, allá, en la que probablemente chocó el filo de un arma. Un poco de nieve teñida de rojo, visible tras apartar la capa superior de un montículo. El mango de un arma, probablemente un hacha, partido por la mitad. El combate debió ser feroz, pues con todo lo que ha nevado no debería quedar nada. Puede que el hecho de que sepas lo ocurrido te haga ser más perceptiva, o que los norteños fueran especialmente violentos al pelear. Sin embargo, todos estos rastros añaden bien poco a lo que ya sabías.

Lo que sí que supone un golpe de suerte es encontrar la espada de Drunfo, cubierta bajo la nieve cerca del refugio en el que se recogieron los Yormef la noche anterior. La descubres al pisarla sin querer, lo que emite cierto tintineo que por suerte nadie llega a oír. Decides no cogerla, por ahora, pero anotas mentalmente su posición. Acto seguido revisas el refugio, en donde encuentras otros tesoros: Un fardo pequeño y una piel de lobo. Probablemente las pertenencias de Drunfo, que Thorir decidió dejar atrás cuando le llevó en su caballo. Algo lógico, por otro lado, teniendo en cuenta lo que pesa el gigante. Es extraño que el caballo pudiera moverse un palmo con esos dos norteños encima.

Nieve, nieve y más nieve. Tras pasar un rato buscando, comienzas a sentirte algo frustrada. Por otro lado, era de esperar: La ventisca habrá cubierto cualquier pista útil, a estas alturas. Una pena.

Nieve, nieve y más nieve. Tras buscar un rato, empiezas a sentirte frustrado. Por mucho que haya nevado, una espada no debería de ser muy difícil de encontrar. A menos que alguien se la haya llevado antes que tú, claro...

-¡La encontré! -Thaldein alza una espada larga del suelo, con expresión triunfal. Tras sacudirla de nieve, todos podéis observar los bellos grabados que la adornan-. La espada de Einar. Eskol la querrá de vuelta.

La engancha en su cinto, y acto seguido se acerca al tronco cercano.

-Y mirad, aquí. Un corte en la corteza. No es el primero que veo. No hay muchas señales, pero está claro que aquí se combatió anoche. Aunque tampoco es que eso nos ayude mucho, ya lo sabíamos...

-Pues mira, entonces tengo buenas noticias para ti, machote.

Ingur os hace un gesto para que os acerquéis. A sus pies, un pedazo de tierra mojada, en el que la nieve no ha cuajado demasiado.

-Mirad, se ve claramente. Si es un lobo os come.

Señala un rastro de sangre, que apenas visible entre la nieve, aparece y desaparece en tramos irregulares, siguiendo un patrón... O una dirección.

-Los fue arrastrando como quien arrastra una pieza de caza. Probablemente todavía se esté dando un festín con ellos, no creo que se los haya zampado todos esta noche. Parece que tenías razón, preciosa.

Le guiña un ojo a Bedelia.

Thaldein niega con la cabeza. Su expresión se ha vuelto bastante sombría.

-Las piezas de caza no se arrastran, se llevan a los hombros. Es horrible.

Ingur se encoge de hombros.

-Bueno, dudo mucho que sea un monstruo especialmente quisquilloso en lo que respecta a la comida. No creo que le importen unas cuantas ramas o algo de tierra en su dieta diaria.

Thaldein cierra los ojos y aprieta los puños, pero no dice nada. Ingur, que no parece haberse dado cuenta de la turbación del cazador, y si lo ha hecho bien poco parece importarle, alza el dedo y señala hacia delante.

-Por esa dirección, pues. ¿Y ahora qué? Entiendo que no vamos a ir a hacerle una visita...

Bedelia siguió el rastro con la mirada hasta que se perdió entre el blanco inmaculado de la nieve. Al final resultaría hasta bueno que Ingur se hubiese unido a la partida. Tenía razón, no podían ir hasta allí, pero quizás tuviesen otra forma de localizar su guarida.

Buscó (una vez más) el árbol más alto de la zona y se acercó a él. No había demasiadas cosas que a la sureña se le diesen bien, pero al menos era ágil.

-Voy a intentar encontrar dónde come eso sin arriesgarnos.

Entonces, empezó a trepar.

Bedelia se mueve con agilidad, sin esperar a que alguien opine sobre su propuesta. El sonido de la rama al partirse parece ralentizar el tiempo, y durante unos segundos parece que el mundo va a quedarse congelado. Luego, la gravedad actúa y la madera cede. El cuerpo de Bedelia desaparece en las alturas para reaparecer de nuevo varios metros más abajo. El dolor no tarda en llegar: Ha sido una mala caída.

Como el resto, Saga había estado indagando en los alrededores bastante ajena a lo que el resto hacía o decía. Envuelta en su capa, había decidido pinar la zona del refugio más que la vegetación de alrededor, y parecía haber encontrado algo cuando el crujido de la rama disparó sus alertas.

-¡Bedelia!

Soltó lo que estaba desenterrando -una piel, al parecer- y corrió hacia su compañera. La nieve podría haber acolchado el golpe, pero no estaba segura de cuánto había sido la caída. Hincó la rodilla en el suelo y sujetó su rostro con ambas manos, primero para hacerle saber que estaba allí y segundo para que no intentase la estupidez de levantarse de golpe.

-Tranquila, no te muevas. Respira. Intenta tomar una bocanada de aire honda.

Bedelia ascendía con seguridad, de manera casi automática. Lo había hecho muchas veces, las suficientes como para dejar de pensar dónde tenía que poner la mano o dónde no. Quizás por eso el crujido de aquella rama le pilló tan desprevenida, quizás por eso cayó al vacío.

El golpe le dejó sin respiración unos instantes eternos y el dolor se expandió por su cuerpo como un destello. Alguien llegó corriendo a su lado y agradeció en lo más profundo que fuese Saga, porque la sureña se sentía totalmente vulnerable, casi tanto como confundida.

-Casi me mato-Acertó a decir

Por inercia trató de ponerse en pie, desoyendo el dolor que manaba de su tobillo, pero la norne le había sujetado la cara para que le prestase atención. Se agarró a su brazo y se recostó ligeramente en la nieve, cerrando los ojos y tomando una profunda bocanada de aire helado. Le quemó los pulmones, suficiente para despejarla.

-No entiendo qué ha pasado, no me suelo caer...

Miro a Ingur mientras señala el rastro de sangre, al menos ha servido de algo este paleto de pueblo. 

Tiene razón, si fuese un lobo nos habría mordido el culo.

Thaldein ya había encontrado la espada y ya habíamos llegado muy lejos como para volvernos sin nada más de lo que sabíamos. Es entonces cuando Bedelia se sube a un árbol, haciendo gala de su extraordinaria agilidad. Sonrío mirando las ramas con los brazos cruzados orgulloso de tenerla como compañera hasta un segundo después, que veo como cae. 

Mmm... pensé que se le daría mejor, será sexy, pero un poco torpe por lo que veo.

Después de un instante en el que no sabía que hacer descruzo los brazos y voy a comprobar como se encuentra llegando después que Saga.

- ¿Estás bien? - digo ofreciéndole mi mano para ayudarla a levantarse.

-Si-Responde Bedelia inmediatamente, aunque todavía con aquel poso de confusión en la voz-No os detengáis por mi.

La sureña rechazó la ayuda de Resmit con una media sonrisa y se arrastró hasta apoyar la espalda contra el tronco del árbol del que se acababa de caer. Hizo un mohín al quitarse con cuidado la bota para comprobarse el tobillo. Dolía, pero no estaba roto. Era una simple torcedura, podría caminar a pesar de las molestias.

Rebuscó en su mochila hasta sacar un pañuelo de tela cuidadosamente doblado. Su falta de instrucción en medicina se retrató en unos movimientos torpes y algo vacilantes, pero se ató con fuerza el pañuelo, rodeando el tobillo malherido en una venda improvisada. Confiaba en que así mejorase algo. Después sí aceptó la ayuda de Resmit para ponerse en pie, apoyándose un instante en el norteño mientras posaba con cuidado el pie en el suelo. Afiló el rostro por el dolor, pero no se quejó.

-Podemos continuar.

La norne la dejó hacer, intuyendo que su vergüenza era ya suficiente como para tratarla cual inválida. Mientras trataba su tobillo, Saga se acercó al goldariano con la intención de dejar el incidente atrás y dirigir la atención hacia otros asuntos.

-Thaldein, creo que esas son las pertenencias de Drunfo. Deberíamos llevárnoslas. Quizá tenga algo útil o comida -Y en aquel nada les sobraba-. Después deberíamos continuar...

Thaldein asiente, conforme, y se acerca al lugar donde estaba mirando Saga. Las pertenencias de Drunfo resultan no ser más que una piel gruesa y aparentemente cálida, un fardo de viaje de pequeña capacidad, un par de botas de repuesto y una bolsa llena de reksdaler. También está su espada, un inmenso mandoble de aspecto imponente.

-Has tenido muy buen ojo, Saga. Es probable que se hubieran perdido aquí.

Tras recoger el equipo, se gira hacia vosotros y espera a que Bedelia esté en pie de nuevo. Entonces mira en dirección al rastro de sangre, con determinación.

-Venga, vamos.

-Espera, ¿en serio? -Ingur os dirige una mirada algo escéptica, como si creyera que le estáis gastando una broma-. Decidme que he entendido mal. ¿Tanta tontería con lo de evitar a la bestia, y ahora decís de ir a su guarida?

Sujeto a Bedelia por la cintura mientras esta depié, si se lo ha torcido necesitará apoyo durante el camino. Después miro a Thaldein y con una sonrisa bromeo.

-Tanto frío tienes Thaldein, seguro que esa piel le viene mejor ha alguna de estas chicas. - y tras la intervención de Ingur- No podemos volver con las manos vacías y fuiste tú el que se apuntó a venir con nosotros, tranquilo, te dejaremos salir corriendo el primero.

-Muy bien, machote. ¿Y cuál es tu magnífico plan cuando lleguemos ahí, eh? ¿Llamar a la puerta y preguntar? "Hola, pasábamos por aquí y se nos ha ocurrido visitarte, escucha, ¿Podrías comentarnos así de pasada cuál es tu punto débil?"