Partida Rol por web

Tras los primeros minutos, la sala parece algo menos cargada. Algunos han salido fuera, y otros se han apartado del grupo principal, por lo que solo un puñado de personas queda en la parte frontal de la sala. Aunque muchos ojos siguen fijos en vosotros, la sensación es algo menos agobiante que antes. Junto a vosotros, en un círculo, cinco hombres y dos mujeres, en círculo, suficientemente cerca como para hablar en tono normal, pero lo suficientemente apartados como para dejar claro que todavía no confían en que no vayáis a volveros locos y empezar a morderles como perros rabiosos en cualquier momento. De ellos solo os suenan Ashe, Sigbjörn, y el propio Eskol. Rorar, al parecer, ha decidido salir de la habitación después de haber dicho algunas cosas muy hirientes, que el jarl ha encajado en silencio. Su postura en lo que respecta a vosotros ha quedado bastante clara.

En ese momento, tras un momento de breve calma respecto a la tormenta que se ha desatado tras el juicio, Eskol toma la palabra y se dirige a vosotros por primera vez desde que dictó la sentencia.

-Supongo que tendréis cosas que decir. Mejor que pongamos las cartas sobre la mesa cuanto antes.

-Bueno...- Thorir dio un paso al frente para hablar, -Hay varias cosas que me gustaría saber, la primera de ellas es conocer la situación real en la que nos encontramos, ya que supongo que habrá cosas que no sabemos, la segunda sería saber que tenéis pensado con respecto a la bestia, y por último, me gustaría hablar del tema de nuestras armas-

Eskol asiente con lentitud.

-Es justo, aunque dudo que yo sea el mejor para contároslo -por alguna extraña razón, su mirada se desvía hacia Drunfo, y por un instante sus ojos parecen lanzar un brillo de emoción, que podría bien denotar miedo o rabia a partes iguales-. Ashe...

Ashe da un paso al frente, con expresión ausente.

-La situación es complicada. Imagino que ya conoceréis los detalles de aquella fatídica noche, pero en caso contrario basta con que sepáis que algo atacó al guardia que protegía nuestras provisiones para el invierno, haciendo que este soltara su antorcha e incendiando el granero. La escasez de alimentos es crítica a estas alturas, y por lo que parece apenas si queda caza en las inmediaciones con la que reponer nuestras reservas. La ventisca lleva rugiendo desde el día que llegasteis, y aunque de vez en cuando nos da algún respiro, viajar con este tiempo al pueblo más cercano, Lagerat, sería un suicidio.

Hace una breve pausa, en la que dirige una mirada fugaz a la otra mujer, que parece estar algo nerviosa. Mira hacia abajo con expresión sombría, y diera la sensación de que, a diferencia del resto, no está escuchando el relato. Ashe, sin embargo, retoma con rapidez el hilo del relato, como si no lo hubiera advertido.

-Por desgracia, tenemos un problema aún más preocupante, y es la presencia de la bestia. Ya lo habréis oído a estas alturas, pero hay una criatura, un demonio quizás, que merodea por los alrededores. No sabemos qué es, pero sabemos que no es un animal, ni tampoco una persona, sino algo más poderoso y terrible. Hasta ahora solo hemos tenido dos encuentros con ella: Uno la primera noche, en la que perdimos a Einar y a Rolf, y otro ayer, en el que Thaldein y uno de los forasteros salió herido. También hemos perdido a otra familia, que intentó huir a la desesperada llevándose parte de las provisiones. Anoche mismo una mujer que dice ser amiga de Saga regresó con el hijo pequeño, asegurando que la criatura había dado buena cuenta del resto. Si a eso le añadimos las extrañas desapariciones de los últimos meses, incluyendo al chico que llegó el mismo día que vosotros, esa cosa podría ser culpable de la muerte de una docena de personas. Creemos que las lleva a su guarida y allí las devora...

Uno de los hombres suelta un bufido.

-¡Por Mannaz, Ashe! ¿Hace falta ser tan descriptivo? Se hacen una idea.

Ashe suspira.

-El caso es que no sabemos como derrotarla, Godwin. Créeme, a mí me resulta tan repulsivo como a ti, pero no podemos permitirnos el lujo de hablar con metáforas. Cualquier detalle puede ser relevante.

Godwin aparta la mirada, avergonzado.

-Puede. Pero al pensar que quizás Brunhi...

Otro hombre interviene, con voz tensa.

-También se llevó a mi hijo, Godwin. Basta de lloriqueos.

Hace un gesto a Ashe, invitándola a continuar.

Ashe asiente y vuelve a miraros.

-Quizás ya sabíais todo esto. Pero lo que no sabéis es lo que nos contó ayer Resmit, al regresar de la partida de caza. Parece ser que se topó con una banda de maleantes que ya conocía de antes, y que según él merodea por la zona. Al parecer, practican la magia negra, y cada vez parece más probable que tengan algún tipo de relación con la criatura. O eso, o saben como evitarla, porque no me explico que sean capaces de ocultarse entre esos bosques sin ser devorados.

Godwin abre la boca de par en par. Notáis que Sigbjörn, a vuestro lado, clava una mirada intensa en Ashe, sin decir nada. Por sus reacciones, diríais que la noticia les ha pillado por sorpresa tanto como a vosotros. El resto, por otro lado, parecía enterado, porque no reacciona de ninguna manera destacable.

-Así que la situación es más complicada aún. Porque la criatura es suficientemente poderosa como para acabar con todos nosotros, pero es posible que también tengamos que lidiar con esos hombres, sean quienes sean. Por otro lado, nosotros cada vez somos menos. El hombre que estaba sustituyendo a Eskol mientras se recuperaba, Thaldein, también ha sido herido de gravedad. Otro de los forasteros perdió una pierna, y no estoy segura de que vaya a salir de esta. Si a eso le añadimos los hombres que matasteis vosotros, la realidad es que quedan muy pocas espadas que nos defiendan. Si salimos a cazar en grupos numerosos, los animales huirán y no encontraremos nada. Si salimos en grupos pequeños, nos convertiremos en las presas. Si nos quedamos aquí atrincherados, nos moriremos de hambre.

Eskol espera unos segundos para asegurarse de que Ashe ha terminado, y luego interviene con una sonrisa triste.

-Y aquí estamos ahora, efectivamente. Ha sido un buen resumen, Ashe. Imagino que os habrá encantado oírlo.

Se echa hacia atrás, y reemplaza su tono irónico por otro cansado.

-En cuanto a vuestras armas, descuidad. Lamont os las devolverá cuando terminemos esta conversación. Una vez tomada la decisión, de nada sirve seguir desconfiando de vosotros. Tenemos demasiados frentes abiertos como para consideraros enemigos. Y si queréis vengaros o traicionarnos de alguna manera, lo vais a hacer igualmente.

-Todavía estamos a tiempo de ejecutarlos, Eskol -el tal Godwin os mira, ceñudo-. Tú mismo lo has dicho: Solo confiamos en ellos porque nos vemos forzados a hacerlo. No es una bu...

Eskol le interrumpe con un gesto de la mano.

-No volveremos a discutir este tema ahora.

Se vuelve a dirigir a vosotros tras unos segundos de incómodo silencio.

-Sois hombres libres, y no os obligaré a quedaros aquí. Si deseáis coger vuestras cosas y probar suerte con la ventisca, sois bienvenidos, con la condición de que no volváis nunca por aquí. No os denunciaré a los que os persiguen. Pero si deseáis compartir la poca comida que nos queda y refugiaros con nosotros, entonces tendréis que cooperar para acabar con la bestia. Supongo que ahora os toca decidir qué vais a hacer.

Thorir asintió lentamente, -He dado mi palabra, y me quedaré para ayudaros- hizo una pausa, -Tengo algunas ideas. Para empezar yo tenía un caballo, no se si aún seguirá aquí, pero estoy seguro de que aliviará el hambre por unos días- bajó la mirada entristecido por un instante, acto seguido volvió a mirar a Eskol -Con respecto a la bestia, estoy convencido que el grupo de maleantes tiene algo que ver, deberíamos investigarlo más en profundidad- se gira hacia Ashe, -Has dicho que Resmit ya los conocía, ¿Qué os dijo sobre ellos?- 

-Que había estado buscándoles durante un tiempo. Fue el motivo por el que vino aquí, de hecho. Nos contó que asesinaron a parte de su clan, y por eso creo que quiere venganza. Al parecer estaba con Viggo y Thaldein, dos de los nuestros, cuando le tendieron una emboscada. No recuerda bien cuantos eran, pero probablemente alrededor de unos veinte o treinta. Asesinaron a Viggo, pero por alguna razón no hicieron lo mismo con Resmit. El jefe, el cambio, le hizo elegir entre batirse en duelo o huir. Resmit eligió la segunda opción para salvar a Thaldein, que en ese momento estaba moribundo. Si por el contrario se hubiera dejado llevar por sus deseo de acabar con ellos y hubiera aceptado el duelo, probablemente ninguno de los dos lo habría contado. Sea como sea, por sus palabras deduzco que duda de que el monstruo y esos salvajes estén relacionados. Pero es algo que no podemos descartar.

-Espera, espera. ¿Que le dieron a elegir? ¿A nadie más le parece que esa historia hace aguas?

Thorir sonrió y miró a Godwin, -Mi opinión sobre ese tema y sobre Resmit puede no ser muy objetiva, ya que entre su Clan y el mío existe una enemistad que dura siglos, pero es cierto lo que dices Godwin, esa historia no cuadra para nada, no me creo que hayan venido hasta aquí buscándole y ahora le den a elegir entre batirse en duelo o huir- terminó la frase con una media sonrisa, -Sea como sea, hay algo raro, si decís que salir a ese bosque es muerte segura, tampoco me creo que no tengan nada que ver con la bestia, tanto para bien como para mal-

-¿Alguien más vio a la banda?

-No.

-Pues si nadie más vio la banda quizás deberíamos hablar con Thaldein para que nos cuente lo que vio-

-No, dejad a Thaldein en paz. Ha estado al borde de la muerte, necesita reposo. Y tampoco podría deciros nada, pues estaba inconsciente cuando ocurrió. Si deseáis cuestionar la historia de Resmit -añade, mirando a Godwin de reojo-, será mejor que vayáis a hablar con él en persona.

Godwin asiente, en silencio.