Antes de emprender de nuevo la búsqueda Thorir echó un último vistazo a aquel lugar, a modo de despedida e inclinó levemente la cabeza. Acto seguido se giró hacia Bedelia y la siguió de nuevo.
Bedelia estaba dispuesta a seguir avanzando, pero en lugar de eso simplemente se balanceó en el sitio, pensando; seguían sin tener ni idea de donde buscar.
Volvió a girarse hacia la cascada. Más difícil de escalar que un árbol, y seguramente la ventisca no le dejaría ver nada desde arriba como tantas otras veces, pero seguía sin tener nada mejor. Se encaró a Thorir.
-Voy a subir arriba, tal vez encuentre algo que nos ayude. Y si no siempre podré decir que he escalado una cascada, en el sur ésto ni se imagina.
Repito, yo me gasté una serie de PDs en trepar que pienso amortizar de alguna manera.
Thorir dibujó una media sonrisa ante el comentario de la sureña, le gustaba la gente que no perdía el humor en situaciones difíciles.
-Esta bien, intenta ver que hay arriba- dijo mientras miraba hacia la cima de aquella cascada.
Bedelia empieza a subir la cascada, con sorprendente agilidad... Hasta que uno de sus pies resbala en el hielo. Abriendo los ojos de par en par, intenta agarrarse a uno de los salientes, pero no es lo suficientemente rápida. Cae acompañada del estruendo del hielo partiéndose al golpear su pierna izquierda contra la pared congelada. No dura más que una fracción de segundo, tan rápido que ni siquiera Thorir, que está prácticamente abajo, tiene tiempo de reaccionar. La sureña se estrella contra el río congelado, todo su peso concentrado en la parte derecha de su torso y en el brazo. Como un muñeco.
Motivo: Hostión
Tirada: 6d10
Resultado: 6, 1, 4, 1, 6, 5 (Suma: 23)
Tirada oculta
Motivo: Hostión
Tirada: 6d10
Resultado: 6, 3, 3, 5, 6, 7 (Suma: 30)
Bah, no es tan alta. 48 de valor final. Si llega a pasar de 50 te das el hostión de tu vida en la cabeza y te quedas inconsciente. Si llega a pasar de 100 quizás la mato
23 punticos de vida. Te quedas a 67, si no me equivoco.
No hay nada roto, pero duele. Y lo que se ha roto ha dejado la cascada impracticable. Puedes volver a intentar escalar, pero todo sube dos dificultades.
Bedelia perdió el aliento unos segundos en los que ni siquiera podía procesar el dolor. Cuando fue consciente de lo que había pasado todo vino de golpe.
-¿¡Pero qué coño!?-Chilló frustrada, mirando hacia la cascada-¿Otra vez? ¿¡Otra vez!? Veinte años viviendo como un mono, ¿y es precísamente haciendo el viaje de mi vida cuando tengo que olvidarme de cómo trepar?
Bufó mientras se ponía en pie, apoyando su peso en la parte buena del cuerpo y comprobando cuidadosamente que todo estuviese bien. Hizo varias muecas durante el proceso, y cuando terminó volvió a vendarse la pierna y el brazo con lo que tenía por la mochila en un gesto más simbólico que útil.
-Pues hala, hasta aquí mi gran idea. Puedo andar, así que vamos a seguir. Hacia el símbolo, por ejemplo. Es el único sitio que se me ocurre explorar.
Nada pudo hacer Thorir por evitar o disminuir la caída de Bedelia, y tras comprobar que estaba bien la ayudó a levantarse y a sobreponerse.
-Tranquila, todos nos hemos caído alguna vez, lo importante es que lo intentaste- dijo el norteño con voz tranquilizadora y esbozando una leve sonrisa. Tras esto, se giró hacia el bosque de nuevo.
-Vayamos allí, puede que siguiera tu rastro-
Tras veinte minutos de andar por el bosque, los dos os dais por vencidos. Ni Bedelia recuerda el camino hacia el símbolo, ni Thorir es capaz de encontrar ningún rastro que podáis seguir. Por otro lado, la cabaña de Yngrid sigue vacía.
Bedelia puso los ojos en blanco, aquello empezaba a ser frustrante... Respiró profundamente y se obligó a recuperar el optimismo.
-Vale, plan B. Desde el pueblo marqué un camino hasta el refugio que usasteis la primera noche. Podemos ir ahí, tal vez esté. O tal vez haya vuelto al pueblo. En cualquier caso tiene que estar vivo.
-Maldita sea- dijo Thorir mientras se levantaba después de inspeccionar una falsa huella, se giró hacia Bedelia y negó con la cabeza, -No tengo ni idea de donde ir, así que cualquier plan me vale- dijo frustrado.
Asintió, comenzando a andar de nuevo.
Pasado un tiempo, sin dejar de caminar, la sureña decidió iniciar una conversación. En parte por romper el silencio, pero también para distraer su mente. Evitó alzar la voz para no atraer compañía indeseada.
-Veo que Dag y tu os lleváis muy bien.
Es un gran chico.
Os posteo en nueva escena por si queréis seguir con esta conversación, en plan paralelo, pero para ir agilizando.
Thorir se giró hacia Bedelia mientras sonreía, -Si, algún día será un gran hombre- dijo con voz tranquila y cuidando de no alzar la voz, -¿Sabes que les ocurrió a sus padres?-
Bedelia negó con la cabeza.
-Se que murieron, pero no se cómo. Me lo dijo en la fiesta y no me pareció buen momento para preguntar.
Se giró hacia Thorir y le observó unos segundos en silencio.
-Me resultó extraño veros hablar. Dag estaba muy unido a Poika.
-Sí..., bueno, es parte de la mentalidad del norte- dijo Thorir mientras buscaba las palabras adecuadas para explicar aquella cuestión, -Desde pequeños nos enseñan que morir en la batalla es el mayor de los honores, y más aún si fue de manera honorable y valiente- se giró hacia Bedelia, -Y como dije, Poika, fue uno de los rivales más honorables con los que me he enfrentado, recuerdo que me desarmó y al verme defendiéndome prácticamente con las manos se detuvo y me dejó coger una de mis espadas- volvió a mirar hacia delante y suspiró, -Fue un gran duelo, solo quedábamos él y yo, pero los Dioses decidieron que yo debía vivir, quien sabe porque motivo, en fin, estoy seguro que ahora está con ellos, comiendo y bebiendo en la Gran Mesa rodeado de otros valientes- se detuvo un instante, -Eso en el Norte lo entiende cualquiera-
Bedelia sonrió. "Eso en el norte lo entiende cualquiera".
-No termino de acostumbrarme a ese concepto de honor, ¿sabes?. Es muy diferente en el sur, y me resulta extraño precisamente porque allí la vida es más sencilla. Sólo tenemos que lidiar unos con otros, aquí también lucháis contra el entorno.
Tras terminar la frase golpeó una rama nevada, observando como la nieve caía en una fina capa y sintiendo en la nuca la reminiscencia de una huida.
-Es curioso pensarlo. Para Poika eras un enemigo, sabía que dejarte coger esa espada era darte una oportunidad para matarle, y aun así lo hizo. Lo hizo incluso cuando técnicamente había ganado...
Pronunció aquellas palabras con cierta ausencia, como si estuviera pensando en varias cosas a la vez. Miró a Thorir con el ceño ligeramente fruncido en una expresión reflexiva.
-Has dicho que los dioses decidieron que debías vivir. ¿Doy por hecho entonces que crees en el destino?
Thorir esbozó media sonrisa.
-Algo así, creo en que los Dioses guían nuestras vidas de acuerdo a los actos que nosotros hacemos y a las decisiones que tomamos, pero no creo, por ejemplo, en que tenemos un final predeterminado o un camino ya marcado, eso lo decidimos nosotros, y como he dicho, los Dioses sólo nos guían, no nos dirigen como muchos pueden pensar- lanzó un largo suspiro, y miró a los ojos a Bedelia.
-Nunca te he preguntado, pero, ¿Qué haces tan lejos de casa?, aparte de alumbrar el norte con tu luz- preguntó Thorir sonriendo.
Bedelia rió con aquel comentario y le dió un golpe amistoso a Thorir con el hombro.
-Que tonto-musitó, todavía con una sonrisa en los labios.
Sin embargo, la sonrisa se fue apagando paulatinamente conforme preparaba su respuesta. Miró al norteño con cierta tristeza en los ojos.
-Iba a tener un hijo, pero lo perdí. Decidí venir para encontrarme a mi misma y mi equilibrio-hizo una pequeña pausa-es una especie de viaje espiritual. Cuando esté lista, regresaré.
Levantó la cabeza hacia las copas de los árboles.
-Supongo que viajar es una buena forma de aprender, ¿verdad?
Le sonrió. Tal vez su historia fuese completamente distinta, así como sus motivos la para llegar hasta Sültunge, pero al menos Bedelia y Thorir tenían aquello en común.
-Vaya, ..., lo siento- dijo Thorir mientras borraba su sonrisa ante aquella noticia.
-Es cierto, viajando es una manera de aprender y de conocerte a ti mismo- miró hacia el suelo, -Aunque me gustaría no tener que haberme ido de mi hogar y apartarme de mi gente-, volvió la mirada a la sureña, -Tu al menos tienes un lugar donde volver, yo sin embargo, si fracaso en mi búsqueda de apoyos no podré volver jamás-
Bedelia observó al norteño mientras hablaba, y cuando acabó volvió a acariciarle el brazo en señal de apoyo. El contacto era importante. El contacto devolvía humanidad.
-¿Por qué no me cuentas tu historia?
Thorir miró a Bedelia y le devolvió una sonrisa ante aquella muestra de afecto, después asintió y suspiró tomándose tiempo para ordenar sus recuerdos.
-Como sabes soy el hijo bastardo de Hakon, Jefe del Clan Yormef hasta su asesinato, en mi Clan nunca fui bien recibido, siempre me despreciaban y apartaban, solo mi padre me apoyaba, él siempre me quiso y me mostró su apoyo y cariño- se detuvo para dibujar una media sonrisa, -Bueno, todo el cariño que puede demostrar un hombre del norte- dijo en tono de broma.
-Él ha sido la persona más importante de mi vida, él me lo enseñó todo, soy lo que soy gracias a él, apostó por mi en todo momento, y es por ello por lo que quiero recuperar lo que un día le perteneció y me fue arrebatado- un destello de rabia surcó la mirada del noble por un instante, -No fue hasta mi primera batalla cuando me empecé a ganar el respeto de mi Clan, excepto a mi hermanastro y a su madre, que siempre me han odiado a muerte, incluso, en los últimos años era partícipe de las decisiones del Clan junto a mi padre y mi tío, después todo cambió, fue en la batalla de la Colina Dorada, contra el Clan de Resmit, cuando mi padre cayó gravemente herido y en su lecho de muerte me designó como su Heredero, lo que enfadó tremendamente a mi hermanastro, el cual conspiró con algunos de sus hombres para matarnos- calló durante un instante y agachando la cabeza continuó, -Solo yo pude escapar con vida, mi tío y mi padre fueron asesinados, y entre toda la confusión me culparon de ello, y claro, muchos hombres lo creyeron- volvió a mirar a Bedelia.
-Solo conservo estas espadas, las cuales han ido perteneciendo a los jefes del Clan Yormef durante siglos, y que mi Padre me legó en su lecho de muerte- asintió levemente mirando a los ojos de la sureña, -Y bueno, esa es mi historia-