Partida Rol por web

-Sí, es lo que vi en el sueño, contesta Sir -El sol de mediodía desapareció, y se hizo de noche.

La niña se queda mirando las plantas del jardín, jugando con el alambre que sujeta los tallos. -El otro día, en este mismo sitio, una mujer se me acercó sin que me diera cuenta. Me preguntó cosas, y creo que ella también había tenido el mismo sueño.

Se queda mirando a Ragi y se encoge de hombros. -No te preocupes, primo. No tienes nada de que preocuparte. Vamos, te veo cansado... Tienes que irte a descansar. Te acompaño.

Sin esperar respuesta, la pequeña se levanta y le coge la mano para llevar a Ragi hasta los barracones.

Cansado. Si. - ¿Una mujer?, ¿el mismo sueño? No entiendo nada de esto. -piensa, embotado, mientras se deja guiar dócilmente por la niña hasta el área de las habitaciones. - Me tienes que decir quien es esa mujer... Y no vayas sóla a la feria. Si me esperas esta tarde voy contigo. - consigue decir, antes de acostarse y sumirse rápidamente en un sueño profundo.

Eben encuentra a Ragi durmiendo profundamente en su cama, y junto a la cama está sentada la niña de nombre Sir. Llegaron juntos de Tharbad, y Ragi la protege.

En un principio los alumnos de la Academia no bajarán a la feria, sino que los maestros organizan pequeños actos voluntarios en el patio del Castillo. No obstante, a Eben y a Ragi se les espera para cerrar el asunto del cofre y de la caravana que sufrió el ataque. Además, Eben tiene una charla pendiente con Denelloth. Ha estado ya un tiempo aprendiendo con el grupo de cazadores en sus días libres, y se hace difícil seguir en la Academia cuando el ejército de Sil Auressë lo necesita cada vez más...

Sir está ilusionada ante la posibilidad de visitar la aldea y la feria con su primo Ragi, y espera impaciente que se despierte. Finalmente viendo que se está haciendo tarde, le agarra suavemente la pierna para que se despierte.

Cuando veo que Sir mueve la pierna de Ragi para despertarlo, y este no hace mucho caso, digo -"Venga Ragi, que tenemos que reunirnos en el castillo con Khôradur y Denelloth"-. Hago un gesto de saludo dirigido a Sir. -"Buenas,"- digo en un susurro. -"Tu primo es un olgazán"- al decir esta última palabra, le giño el ojo a modo de complicidad.

Me quedo a la espera a ver si reacciona.

Mientras, por mi mente pasa la idea de competir en algun concurso de tiro al arco, o incluso si hay alguna prueba de habilidad con la lanza, no me importaría comenzar a compararme con los que llevan tiempo en el ejercito, podría ser un buen entrenamiento, y divertido.

Nueve monedas de plata, pienso para mí. Este tipo me quiere robar. De todas formas no tengo ni una mísera moneda en mis bolsillos, supongo que con esas monedas de plata podré aguantar unos dias hasta que consiga algún trabajo y un salario más digno para sobrevivir.

Muy bien, no me deja otra opción; son suyas por nueve monedas de plata. Seguro que le dan un beneficio mucho mayor, pero se aprovecha de mi debilidad. Sea pues.

Tras dar las órdenes oportunas a Gaerel, Khôradur se dirige a paso rápido hacia la Plaza del Mercado. La feria ha congregado ya una multitud considerable entre aldeanos, obreros, carpinteros, soldados, visitantes, molineros, artesanos, mercaderes y otra gente de Sil Auressë y alrededores. Se trata de una celebración sin protocolo estricto, donde reinan los concursos improvisados, banquetes organizados por distintos grupos, baile y música.

Al llegar a la plaza, el Lugarteniente observa unos enormes barriles de cerveza que han aparecido en el centro de la plaza, y varios barriles de tamaño normal aguantan una improvisada barra desde donde sirven bebidas cortesía de Curudae, quien saluda animado a Khôradur con la mano y se acerca riéndose. Lleva una túnica larga que le llega por debajo de la rodilla, y el cinturón lo tiene doblado, igual que su gorra. La copa en su mano no es vino, sino de brandy. No hay duda de que no es la primera del día tampoco. De camino se para a llenarla, y de paso coge otra para su amigo.

-Bienvenido, Lugarteniente, dice haciendo una reverencia algo exagerada. -La fiesta está ya en marcha, aunque falta inaugurarla oficialmente. Ahora lo hacemos, añade y le entrega la copa. Bebe un trago largo, y mira a la gente por encima de la copa. -Es una sencilla celebración, respetando una tradición antigua. La fiesta de la cosecha. El Senescal baja la voz, y alza la vista para mirarle a los ojos a Khôradur. -Para nosotros, es la primera gran fiesta sin la presencia de nuestra Dama. Lo notan. Esta vez no he preparado nada especial. Nada que les levante la moral, que les dé fuerzas para afrontar lo que está por venir. La rueda sigue girando, como solía decir Ayla.

Curudae remueve el contenido de su copa, pensativo. -¿Has visto las armas que han hecho los enanos? Tendrás que dar un gran discurso, y hay cierta expectación. Necesitan oír algo que les dé esperanza. Si crees que estamos preparados, anuncia que vamos a doblar el número de efectivos del ejército. Tenemos cientos y cientos de obreros turnando entre la construcción y la milicia, y vamos a traer más. Para todos ellos, el ejército supone una paga tres o cuatro veces más que en la construcción. No nos van a faltar voluntarios.

Poco a poco, al avanzar la tarde, el mercado deja paso a la feria y a la celebración. Se preparan puestos improvisados de comida y se sacan mesas para banquetes al aire libre. Los taberneros sacan barriles de cerveza, hidromiel y usquebaigh, así como brandy y vino. Varios músicos ya han comenzado a tocar y los sonidos de las distintas canciones se mezclan con el ruido de las conversaciones y las risas.

El Senescal Curudae no para de charlar con lugareños y extraños, visitando uno a uno todos los puestos y todas las tiendas, incluso pasando varias veces por los puestos en la plaza que han preparado las tabernas. Desde hace ya rato su túnica está manchada y su gorra doblada. No obstante, le ha dado tiempo anunciar el comienzo de los festejos de Ioënde de forma oficial, y colocar las normas en un lugar visible.

Eben, Ragi y una niña de nombre Sir que va cogida de la mano de Ragi llegan desde el castillo. Los demás alumnos de la Academia no han bajado, ya que los maestros han preparado algunos actos privados en lo alto del Castillo. Quizá ya más de noche acudan los maestros.

En varios rincones de la plaza se preparan mesas para distintos juegos y actuaciones. También se dejan calles adyacentes libres para concursos, como el de tiro con arco y lucha.

El Lugarteniente Khôradur llega a la plaza, y Curudae se acerca a charlar con él. Hay una cierta expectación alrededor de la figura del umbareano, ya que en la ausencia de la Dama Aylarien, se espera que dé un discurso, algo que ya forma parte de la tradición de cualquier fiesta de Sil Auressë.

-Dame unos minutos, o mejor, una hora, antes de que pueda dar el discurso. He visto las armas y ¡son magníficas!, había pensado en que varios de nuestros hombres las llevasen puestas para mostrarlas en la feria y dudo que estén listos. Y de paso pienso en el discurso, pensaba que sólo tendría que anunciar la ampliación del ejército y que el discurso de apertura lo darías tú. En fin, si puedo levantar el ánimo de las tropas espero poder hacer lo mismo con nuestra gente.

-No hay problema, puedes dar el discurso más avanzada la tarde o ya de noche, contesta Curudae. -Yo he hablado con los presentes, pero seamos sinceros... Esta buena gente trabaja de sol a sol confiando en que a cambio de los impuestos que pagan a los señores, esos señores les proporcionen protección, seguridad y ... esperanza. Yo puedo hablar con ellos, o subirme encima de esos barriles para dar un discurso. Pero cuando me miran, lo que ven es un tabernero, un mercader, un hombre común, uno como ellos. Pero en cambio, cuando subía Ayla, la luz que irradiaba les daba ánimos y fuerzas. Y tú, el Lugarteniente, eres el muro y la fortaleza de Sil Auressë. Cuando des la nueva sobre el ejército, los corazones de la gente se llenarán con buenos augurios y se sentirán un poco más seguros. A vosotros os corresponde estar en primera fila, ser el estandarte.

Curudae apura el contenido de la copa. Se le ve un poco serio o cansado, aunque pronto se le pasa. -Esta noche es una celebración, pero no es algo que les hayamos preparado nosotros a ellos. Sino todos han aportado un poco para disfrutar juntos de este día de descanso. Por lo tanto no te juzgarán a ti de cómo resulta la fiesta. Es su fiesta.

- Vamos, acompañame, demos una vuelta.

Denelloth deja de deambular entre los puestos cuando la gente se aglomera y los festejos parecen empezar de verdad, al anochecer. Escoge el poyo de una ventana donde sentarse, y desde donde observar a la gente celebrar. Saluda a Eben y Ragi con una incinación de cabeza, y mira curioso a Curudae y Khôradur, ahora en el centro de la plaza.

-Por eso quiero dar un buen discurso que les alegre el corazón y les levante el ánimo. Creo que si contemplan el aspecto del nuevo ejército ayudará a motivarlos y verán que su dinero se ha invertido bien en su protección. Avisaré a Gaerel para que tenga listo a los soldados cuanto antes. Quiero dar el discurso esta mañana y así que tengan el resto del día para disfrutar tranquilamente. Espera un momento y te acompaño.

Me separo de Curudae y me dirijo hacia el primer soldado que encuentre por ahí. Le doy instrucciones para que avise a Gaerel y que se de prisa para que los soldados estén equipados con las nuevas armaduras y se presenten en cuanto lo estén.

-Vamos Curudae. Tenemos tiempo hasta que se presenten los soldados.

Sir despertó a Ragi entre palabras de impaciencia. Aunque tuvo la tentación de quedarse un rato más en la cama las ganas de la niña de ir a ver el poblado en día de feria eran evidentes. Al abrir los ojos vio a Eben al lado de Sir, mirándole con cierto cachondeo. - Tú no necesitas dormir, ¿o qué? - le dijo,. tirándole la almohada, y se levantó para vestirse.

En unos minutos ya se dirigían los tres hacia la feria, mientras Eben comentaba los concursos de habilidades y armas que se iban a celebrar esa tarde.

Russef sujeta con fuerza la bolsa con las nueve monedas de plata que le han pagado por los objetos que había traído. No es mucho, pero es un comienzo para que la artesanía saralainn se dé a conocer en esta aldea.

Aunque de camino ya se oía ruido, eso no les prepara para la visión de la feria. Resulta  asombroso ver la plaza tan llena de gente. Al fijarse en las caras Ragi reconoce a varios de los habitantes de Sil Auressë. Aunque ha venido gente de fuera a comerciar a la feria, muchos viven allí. Hasta ese momento Ragi no es consciente del número de personas que han montado su vida alrededor del poblado y el castillo. Mientras pasean Sir tira de su mano para acercarse a un puesto u otro. Se entretienen un rato mirando a unos malabaristas (con una mano en la bolsa, que la experiencia sirve de algo) y, al girarse, Ragi ve el saludo de Denelloth, sentado en el poyo de una ventana.

- 'Mmm... tengo pendiente el asunto del cofre y no voy a poder estar relajado antes de arreglarlo.' - Le dice a Eben. - 'Voy a ver si Denelloth sabe algo. ¿Tienes curiosidad por saber lo que hay dentro?'-
 

Mientras andamos por entre los tenderetes, devuelvo el saludo a Dellenoth con la misma inclinación de cabeza. Cuando Ragi comenta que quiere saber algo más sobre el asunto del cofre, asiento con la cabeza y digo -"Bien, yo te espero aquí, date prisa, quiero llegar a tiempo para apuntarme a algun concurso de habilidad"- Miro mi arco que llevo colgado y el carcaj. El escudo lo llevo también colgado a la espalda, por una cinta que me paso por el hombro y la lanza siempre de pié a mi lado, presta por si la necesito. En el poblado es poco provable, pero ya es la costumbre, y sabiendo que puedo necesitarlas en alguna prueba, pues todavía más.

No salgo de mi asombro al ver tanto alboroto, y tan pronto como Ragi se aleja, me quedo en el sitio, esperandole, pero mirando enderredor.

La música inunda la plaza, y la gente se va animando cada vez más. Se anuncia una carrera de caballos en las afueras (hasta el río y vuelta), pero antes se despeja una calle para el concurso de tiro con arco, organizado por Parthil, uno de los sargentos del ejército.

-Los que quieran participar, que digan su nombre y si se han traído su arco. Cada arquero tendrá dos oportunidades para la primera distancia de 40 pies, los que superen la primera prueba pasarán a la siguiente ronda que será a 80 pies, y si hay más de uno que lo supere, pasaremos a 120 pies de distancia. El primer premio será una flecha con la punta forjada con acero de los enanos, cortesía de nuestros amigos herreros de las Colinas del Hierro.

Yo me apuntare!, tengo mi propio arco, dando un paso adelante, preparo mi arco, ya que Khoradur se muestra tan esquivo habre de hacer algo mientras espero.
Me concentro y suelto la flecha que da exactamente en el centro de la diana, provocando cierta admiración en el público.
En el segundo tiro estoy un poco más nervioso, no estoy acostumbrado a que haya tanta gente mirando mientras disparo, fallo el tiro por muy poco y ahi se caba mi participación en el torneo.
Tal vez ahora pueda ver a Khoradur.

Cuando se arremolina la gente, Denelloth se levanta y se acerca al pequeño grupo constituido por Eben, Ragi y la niña.

-Os saludo. ¿No participáis en el concurso de tiro? ¿O en algún otro? Hsy que divertirse...

Mira entonces a la niña, nota cómo se fija con los ojos muy abiertos en las cicatrices de su cara. Sonríe ampliamente:

-¿Y vuestra joven compañía? Se pone en cuclillas, a la altura de la niña. Yo soy Denelloth. ¿Y tú, cómo te llamas?
 

El primer disparo de Eärnil es recibido con aplausos por el público cada vez más numeroso. Acto seguido, el guerrero intenta un segundo disparo con una técnica diferente con un resultado peor, pero de todos modos está clasificado a la siguiente ronda.

-Hola Denelloth, contesta la niña. -Soy ... me llamo Sir.

-¿Qué te ha pasado en la cara?, pregunta de repente con una franqueza rara vez vista en adultos, y acto seguido su mano se acerca para tocar suavemente las cicatrices del rostro del montaraz.