Partida Rol por web

Thorir y Bedelia casi se chocan contra Ingur, que sale del edificio ayudado por Saga y Will. Add viene detrás de ellos, y Ahmel ya está fuera, así que, al parecer, ya estáis listos para partir. A unos metros de distancia, algo apartada Ashe llora arrodillada junto a Frigda, ahogada por la impotencia. Parece que al menos ha abandonado su idea de acompañaros o seguiros, aunque la actitud preocupada de su amiga y de Eskol, que las observa en silencio con expresión preocupada, dan a entender que la situación dista mucho de ser estable. Puede que haya sido la piedra en la que Sultünge se haya apoyado en los últimos días, pero incluso ella es humana. Y las piedras se quiebran, si se les golpea con suficiente fuerza.

Antes de que a nadie le de tiempo a hablar, se oye un grito.

-¡Ayuda!

Recién salida de la linde del bosque, todavía a cierta distancia, Yngrid camina vosotros. Lleva a alguien al hombro, que apenas si puede mantenerse por su propio pie.

Bedelia se giró en el acto y comenzó a correr hacia Yngrid. Cuando llegó, apenas unos segundos después (le costaba controlar sus reacciones y había corrido tan rápido como era capaz) ayudó a la mujer a cargar.

-¿¡Qué ha pasado!?

Saga parpadeó. No. Más problemas no. No podía y no quería y no. Se quedó donde estaba, ayudando a Ingur como si los gritos y la repentina aparición de Yngrid no estuvieran pasando. Tenía que llevar a la panda de borregos donde estaba Dag y lo demás era irrelevante.

Al ver el alboroto Thorir se apresuró a acercarse para ver que estaba sucediendo, aquello le parecía una maldita pesadilla, ¿qué otra cosa podría salir mal?

El herido, Jostein, tiene parte del pecho ennegrecido y quemaduras por toda la piel. Parece estar sumido en un profundo dolor. Varias personas salen a ayudar, y cuando están llevándoselo para dentro Yngrid os mira con expresión furiosa.

-¡Ese cabrón, Resmit! ¡Nos ha traicionado!

Empieza a andar de un lado a otro, dando rienda a su frustración.

-¡Lo sabía! Creía que me estaba pasando de paranoica, por eso apunté a su pierna. ¡Tendría que haberle clavado la flecha en el corazón!

Los ojos de Thorir se llenaron de ira y fue hacía Yngrid, -¡Maldito Resmit!, ¡Os avisé de que no era de fiar!, ¿¡Donde está y que diablos ha hecho!?- la ira hizo que Thorir alzara la voz y se mostrara severamente enfadado.

-Empecé a sospechar de él cuando Bedelia me describió el cuerpo de Viggo -responde Yngrid, mirando a la sureña-. Dijo que tenía la cabeza aplastada, y ningún corte. Resmit dijo que le habían matado los bandidos, pero solo estaban ellos dos cuando ocurrió... ¿Y quién es la única persona que va por ahí con una maza? Pero era solo una sospecha. Así que le pregunté que cómo había muerto Viggo. Esperaba que me diera una explicación coherente, para poder descartar la posibilidad.

Da una patada a un montículo de nieve, cada vez más furiosa.

-¡Se negó a responder, el muy cabrón! Le apunté con el arco y le acusé de haberlo matado, pero ni siquiera con esas quiso contar lo que había ocurrido. Me dio la espalda y me dijo que no iba a dispararle, que ya lo habría hecho de ser así. Así que le disparé.

-¡Ja!

La norteña suelta un gruñido.

-Sí, se lo había buscado. Pero le apunté a la pierna, porque no quería matarle, solo asustarle un poco. El usó su magia para bloquear la flecha, y luego se dispuso a atacarme. Drunfo quiso defenderme... Y entonces todo cambió. De repente, Resmit se rodeó de un montón de llamas negras y empezó a lanzar lenguas de fuego contra nosotros. Parecía que estaba poseído o algo. Cuando estaba a punto de destrozarnos, llegaron Rorar y Jostein, y se unieron al combate. Y ni con esas. Rorar nos dijo que nos volviéramos al pueblo, pero los otros dos se pusieron machitos y no quisieron abandonarle. Le hirieron bastante, pero no lo suficiente. Él... Quemó vivo a Drunfo, e hirió de gravedad a Jostein. Rorar me pidió que le pusiera a salvo y volviera para contaros lo ocurrido. Cuando me fui, estaba luchando por contenerle, a pesar de estar malherido...

Aprieta los puños con fuerza.

-Joder. ¡Joder!

Aquello. No. No. ¿Qué parte de 'los necesito vivos a todos para salvar vuestro puto pueblo' no estaban entendiendo? Respiró profundamente una y dos y tres veces, mordiéndose en labio para reprimir las ganas de chillarles otra vez. Algo que no iba a servir de nada. Pero aquello no tenía sentido... Resmit era fuerte, pero Drunfo era algo más. Era otra cosa. Y, además, Resmit hasta donde ella sabía no tenía llamas negras sino relámpagos y chispas y luz.

-Espera, espera. ¿Qué? Resmit es idiota pero no es esa clase de idiota, ni es tan poderoso como para quemar vivo al gigante. La magia que describes no es la clase de magia que él usa.

-No, era algo distinto a lo que me habíais contado. No sé, quizás ese hijo de puta no era tan transparente como creíamos.

Entonces Saga cayó en algo más. En Drunfo muerto o quemado vivo. Si eso era cierto, adiós. Adiós todo. Y el color huyó de su rostro en una mueca de horror.

-No, no, no. Si Drunfo se muere estamos perdidos. Tengo que salvarle.

Se deshizo de Ingur volviéndose hacia el caballo. Ya le había salvado una vez, podía hacerlo dos. Podía traerle de vuelta siempre y cuando llegase a tiempo. Llevaba los cacharros en la mochila y era lo único útil que podía hacer en aquel momento.

-No dejaré que vayas sola, maldita sea, Drunfo es de mi pueblo- se apresuró a buscar su caballo para acompañar a Saga, -Como todo eso sea verdad pienso acabar con él- 

-Después de que acabemos con la bestia -recalcó-. Les necesitamos vivos, joder.

Cuando Bedelia llegó hasta Yngrid y pudo ver a quién cargaba tardó unos segundos en reaccionar. Al oír lo que había pasado profirió un grito desgarrado que se convirtió en rugido a medio camino. Con auténtico odio en la cara y sin intercambiar ninguna palabra de permiso o aclaración, agarró a Jostein ella sola y se apresuró a llevarlo de vuelta al edificio para colocarlo sobre una mesa. En el trayecto intercambió una mirada con Ashe y le hizo un gesto con la cabeza, porque aunque estuviera destrozada, aunque sólo quisiera llorar aquel chico la necesitaba.

Una vez dentro, varios curiosos se acercan. Algunos preguntan por lo ocurrido, pero Eskol habla con ellos y os deja algo de espacio. Jostein te coge de la mano.

-Yo... Estoy bien, Bedelia. No te preocupes.

Hace un gesto de dolor y aprieta los puños, frustrado ante su propia impotencia.

-Tendría que haber sido más fuerte. Tendría que haber aguantado... ¡Maldita sea!

Una joven se acerca a vosotros.

-¡Jostein! ¿Qué ha pasado?

Jostein aparta la mirada, dañado tanto físicamente como en su orgullo.

-Os he fallado, Gerdah. Os he fallado a todos.

-Qué...

Parece reparar en tu presencia al fin. Notas como alza las cejas, comprendiendo la situación. Mira hacia la puerta, luego de nuevo a ti.

-No te preocupes, yo me encargo de él.

Bedelia negó varias veces con la cabeza, y la furia que sentía se aplacó ligeramente oyendo hablar al muchacho.

-Ni se te ocurra decir que nos has fallado. El que nos ha fallado es Resmit con esa traición, tu te has comportado como un héroe.

Se apartó unos pasos para dejar trabajar a Gerdah, colocándose en el lateral.

-¿Puedes contarme rápidamente lo que pasó?