Partida Rol por web

Jostein cierra los ojos, incapaz de miraros a la cara mientras relata su "fracaso".

-Cuando llegamos, Drunfo estaba malherido, e Yngrid parecía estar esquivando la muerte por pura suerte. Rorar se colocó frente a Resmit y nos dijo que volviéramos y os avisáramos, los tres. Creo que quería que Yngrid y yo cargáramos con Drunfo, que apenas podía moverse. Pero yo no estaba de acuerdo, y Drunfo tampoco.

Esboza una sonrisa amarga.

-¿Sabéis que es lo más curioso? Mientras discutíamos, no nos atacó. Era como si nos estuviera dando ventaja, jugando con nosotros como si fuéramos niños desobedientes. Sea como sea, nadie cedió: Rorar e Yngrid seguían empeñados en que Rorar se quedara a contenerle, Drunfo y yo queríamos aprovechar que éramos cuatro para luchar contra él. Yo... No habría podido dejale allí, a su suerte.

Hace una pausa, y el silencio evidencia que tiene más dudas respecto a su decisión de las que se atrevería a admitir.

Saga tenía razón, aquel poder no parecía propio de Resmit, pero tampoco es que ella estuviera especialmente versada en poderes como para ser capaz de distinguirlos cuando sólo los había visto una vez. Había algo extraño en todo aquello. Si Resmit hubiera querido traicionarles podría haberles dejado a merced de la bestia, o atacarles cuando ya habían huido y sólo quedaba ella para defenderse.

Pero era cierto que aquel hombre podía llegar a ser aleatorio. Tal vez llegara a un trato con los bandidos o quizás su plan desde el principio era mantener libre a la bestia. ¿Qué ganaba matando a Viggo?

-¿Y no había nada raro en la forma de comportarse de Resmit? A parte de lo obvio. ¿Parecía sorprendido, distraído o curioso?

-Sí, él... Parecía otra persona. Como si no nos viera. Drunfo se lanzó a por él, y Rorar le siguió. Quizás si hubiera reaccionado antes, habríamos podido con él entre los tres. Pero Resmit hizo estallar a Drunfo en una columna de llamas negras, y para cuando yo me uní al combate estaba lanzando a Rorar por los aires. Apenas si pude tocarle antes de que me derribara. Entonces oí que Rorar volvía a gritar a Yngrid que me trajera de vuelta. Él estaba herido, pero no dudó un momento en plantarse de nuevo frente a ese demonio...

Su voz se quiebra.

Bedelia gruñó a par que aumentaban sus sospechas. Ya no sabía qué creer o qué pensar, y tampoco tenía pruebas o pistas sobre las que basarse, pero su intuición le decía que había algo más. Algo que no entendían. No sabía de medicina pero si había visto quemaduras, así que se agachó a observar las del muchacho un momento antes de hablar.

-Escúchame, Jostein-Le agarró la cara con ambas manos y le obligó a mirarla-Decidiste defender a los tuyos aún sabiendo lo que eso suponía. No has sido débil, no has sido cobarde y eso nos ha conseguido información muy valiosa y a Drunfo un poco más de tiempo. Tal vez no haya salido como querías pero este acto te honra. Deberías sentirte orgulloso de ti mismo. Ahora quiero que descanses, tal vez que intentes dormir un poco, ¿de acuerdo?

Le sonrió mientras añadía un punto más a la enorme lista de pensamientos que arrasaban su cabeza.

Jostein no dice nada, pero tras unos segundos asiente.

-Me quedo con él -interviene Gerdah-. Ten cuidado -añade, al ver tu predisposición a volver a salir ahí fuera.

Bedelia asintió.

-Gracias.

Apretó una última vez la mano del muchacho y salió buscando a Yngrid.

Cuando sales afuera descubres que ni Yngrid, ni Saga ni Thorir se encuentran ya en el pueblo. Según te explica Ingur, con tono más alegre del que resulta apropiado dada la situación, partieron de forma inmediata, cogiendo los tres caballos, hace menos de un minuto.

-Creo que su intención es intentar traer a los dos aquí, a Drunfo y Resmit. Aunque dudo que el primero siga vivo, por lo que ha contado esa mujer, y no tengo muy claro como va a convencer Saga al segundo si lo que dicen es cierto. Con la suerte que tenemos, quizás acaban los tres sepultados por una avalancha.

Antes de que te dé tiempo a responderle, Will llega a vuestra posición arrastrando algo detrás suya.

-No va a pasar nada. Saga tiene un plan.

Y notas en su voz que no tiene duda alguna al respecto de que esto sea así.

Ingur ensancha su sonrisa.

-Ah, bueno, sí, se me olvidaba. El perrito faldero ha decidido que nos vamos de excursión, porque qué aburrimiento sería quedarse aquí guarnecidos de la ventisca, claro.

Will frunce el ceño.

-Si tienes algún problema con...

-¿Yo? -la interrumpe Ingur, soltando una carcajada-. No, a estas alturas ya tengo hasta ganas de ver cómo se acaba esto. Tampoco es que tenga voto aquí, ¿no? Señala el hueco donde antes estuvo su pierna.

-En cuanto a eso -Will se aparta un poco, mostrando lo que ha venido arrastrando: un viejo trineo de madera. Ingur suelta una nueva carcajada al verlo-. Add y Ahmel cargarán contigo. Venga, tenemos que salir inmediatamente.

Sonrió al ver el trineo. Bien, no tener que llevar a Ingur le daría movilidad.

-Pues vamos. ¿Qué dirección han tomado?

Un carraspeo os interrumpe cuando vais a poneros en marcha.

-... No quisiera ser excesivamente insistente, pero no puedo dejar de mencionar que todavía falta un componente para el ritual -te mira, alzando las cejas-. Si es que aún deseáis llevarlo a cabo.

-No se va a hacer ningún ritual -responde Will, tajante.

-Por supuesto que se va a hacer. ¿Qué falta?

-¡No! -Will se gira hacia ti, alarmada-. Lo escuché antes, pero no creí que... ¡Bedelia, es una locura!

Ahmel la ignora por completo.

-Un voluntario más. Necesito que haya dos personas atadas.

-Oh...

Bedelia apretó los labios, ignorando a Will. El ritual debía realizarse, y aunque no sabía que tendría que estar atada descubrió que tampoco le importaba. Pero una segunda persona...

Una empresa suicida. ¿Quién podría embarcarse? Giró la cabeza hacia Ingur con una sacudida.

-Tú. ¿Quieres?

Ingur te sonríe.

-Lo siento, monada. Con estar cojo me vale.