Partida Rol por web

Marja no se ha apartado de Thaldein en ningún momento, sollozando junto a él a pesar de que está inconsciente y difícilmente puede enterarse. Su hija, a cierta distancia, parece haber reunido el suficiente sentido común como para mantener a su hermano pequeño alejado, aunque los dos miran de forma intermitente a su padre, visiblemente afectados.

Me acerco lentamente a Marja para comprobar que tal está y si Thaldein Había mejorado o si estaba fuera de peligro. Veo los niños apartados, sus miradas no me dejan indiferente, en cierto modo me recuerdan a mi cuando perdí mi familia y al menos me alegra el que hayan podido despedirse de su padre, aunque espero que se recupere.

Solo espero que no me culpe, di lo mejor de mi para salvarlo, hice todo lo que pude ¿no?

Hola Marja, siento lo que ha ocurrido ¿Que tal está? ¿Ha mejorado?¿Se salvará? - digo con tono triste y suave para tener cierto tacto.

-N-no lo sé-é...

Marta inspira, intentando calmarse, pero el llanto no le deja articular palabras. Sigue sin soltar la mano de su marido, y aunque sus nudillos están blancos por la tensión, notas que lo hace con ternura y suavidad. El amor que siente por su marido es algo obvio.

Apoyo la mano con suavidad en su hombro en señal de apoyo, miro ligeramente a los pequeños y me agacho junto a ella.

- No te preocupes, Thaldein es un gran guerrero, su pueblo lo ha reconocido al nombrarle jarl en funciones y es uno de los hombres más fuertes que conozco. Si ha llegado hasta aquí seguro que sale adelante. - pausa, la miro firmemente a los ojos - El que le ha echo esto lo pagará caro. Te prometo que esto no va a quedar así, mañana acabaré con el monstruo y podréis contar esto como una triste anégdota.

La furia me corroe en mi interior, esta gente me acogió y no he podido protegerles, pero esto no acabará así, pase lo que pase la bestia morirá mañana, aunque tenga que liberar a los yormef y luchar junto a ellos.

Permaneces junto a Marja durante unos minutos, intentando consolarla sin mucho éxito. Resultaría delicado sacar cualquier otro tema ahora, y tus promesas de venganza y mensajes de optimismo no parecen calar en el sufrimiento de aquella mujer. Cuando ya vas a darte por vencido, una voz os saca a los dos de vuestro pesar.

-Marja...

La norteña suelta un hipido de emoción, antes de dejarse caer junto a su marido, que parece estar entreabriendo los ojos, con cierta dificultad.

-Thaldein... Esto aquí, amor mío.

Los ojos se me abren como platos y una enorme sonrisa aparece en mi rostros, por un momento no pude contener la emoción y casi salto de alegría. 

- Vaya susto nos has dado colega, pensábamos que la guiñabas. - Me giro y busco a Ashe, no podía andar muy lejos, cuando la veo me acerco con un par de zancadas rápidas. - Ashe, Thaldein ha despertado. - digo antes de volver junto al norteño.

Encuentras a Ashe acurrucada bajo una piel con un niño pequeño entre sus brazos. Parece que estaba en una especie de duermevela, porque rápidamente parece entender la situación y, posando con delicadeza al niño en el suelo, se incorpora junto a ti. Su aspecto es lamentable, pero sus ojos muestran la misma determinación que antes, en un claro desafío al cansancio acumulado.

-Eso puede no ser buena señal. Muchos moribundos recuperan la consciencia antes de...

No termina la frase. Cuando vuelves con ella, Marja está susurrando palabras de consuelo a su marido, que parece estar al borde de la inconsciencia. Ashe le pide que se aparte, y ella obedece con cierta reticencia, para dejarle algo de espacio. Tras inspeccionarle durante unos segundos, se gira hacia ti con el ceño fruncido.

-Su respiración ha empeorado.

Marja estalla de nuevo en llantos, y Ashe mira hacia abajo, avergonzada por su falta de tacto. Sin embargo, el mensaje está claro: La vida de Thaldein sigue colgando de un hilo.

El norteño entreabre los ojos y parece percibir tu presencia. Su voz es apenas un susurro, pero todos podéis oírla con claridad.

-Resmit... Ven.

Ashe se gira bruscamente hacia el cazador, con expresión de censura.

-No, Thaldein. Debes descansar. Estás muy débil...

Thaldein respira con dificultad, removiéndose en el lecho. El olor dulzón de la sangre se percibe a su alrededor como un recordatorio de la proximidad de las parcas.

-Resmit.

Ashe se gira hacia ti, y niega con la cabeza a pesar de la insistencia de Thaldein. Luego te hace un gesto con la mano, indicándote que te vayas.

Permanezco inmovil un instante, las palabras de Thaldein pueden ser las ultimas y no debo ser yo el que las reciba, además su estado es muy grave, más del que pensaba. Bien el gesto de Ashe miro a mi amigo tendido en la cama, siento como su respiración es aun más leve y unas palabras más pueden ser lo que le acerque a la muerte.

- No amigo, descansa, ya habrá tiempo para hablar cuando te recuperes, no tienes que agradecerme nada. -  y doy unos pasos hacia atrás para que no me vea, pero la curiosidad de su estado me impide irme muy lejos y perderlo de vista.

Thaldein niega con la cabeza, y sus ojos se cierran por unos segundos.

-No... Joder... Acércate.

-Se ha ido, Thaldein. Ya hablarás más tarde con él. Ahora tienes que recuperarte. Esa herida casi te atraviesa el corazón...

La mentira de Ashe viene acompañada por una nueva mirada. "Vete de aquí", parece decir.

¿Que será lo que tiene que decirme...? Pero no, puede esperar.

Haciendo caso a la mirada asesina de Ashe me retiro finalmente a desgana echando un último vistazo a las dos mujeres y a mi amigo tendido en la cama. Busco un lugar confortable junto al fuego y descanso la vista acariciando con suavidad la herida de mi pecho.

Allí, apartado del resto, intentas poner en orden tus pensamientos, encontrar algún sentido a todo lo ocurrido... Pero la visión de la gente allí reunida hace que dicha abstracción sea complicada. Rostros cansados, rostros contraídos por el dolor de la pérdida, rostros marcados por pinceladas de desesperación. Aunque el ruido de la sala común parece haberse reducido a murmullos ocasionales procedentes de los distintos grupillos, el silencio que se teje detrás del telón resulta extrañamente estridente, imposible de ignorar. El silencio del miedo, de la agonía. La canción del invierno.

En un extremo, la familia de Viggo llora su pérdida. Ashe tuvo la delicadeza de darles la noticia en persona, pero eso no ha hecho que sea más fácil de encajar. La pérdida de un ser querido es algo horrible, y en el caso de Sultünge, ya varias familias han tenido que enfrentarse a esa ardua tarea en apenas veinticuatro horas. Halki, Viggo, Poika, el propio Einar... Sin tener en cuenta las desapariciones de las últimas semanas. Pero parece que los dioses aún no han terminado de descargar su ira sobre aquellas buenas gentes. ¿Por qué?, preguntarían algunos. ¿Porque sobre esas familias, porque sobre esas almas inocentes?

¿Y es que acaso los dioses necesitan una razón?

-Bonito panorama, ¿Eh?

La voz te saca de tu ensimismamiento. No habías visto a Ingur, que a sólo unos metros de ti, se incorpora un poco para apoyarse contra la pared. El muñón vendado te recuerda su reciente pérdida, pero a pesar del dolor que debe estar sintiendo, su sonrisa burlona parece permanecer en su rostro. Después de terminar su pregunta, alza una botella con su mano derecha y le da un buen trago.

Era imposible conciliar el sueño con ese panorama, era bastante deprimente ver tanto lloriqueo y yo tampoco es que estuviera contento.

La verdad es que un trago no vendría mal... que pena que lo suministros escaseen.

La voz de Ingur suena como un click en mi cabeza haciéndome volver al mundo real. Me acerco a él mirando la botella mientras da el trago y me apoyo en la pared a su lado con los brazos cruzados y sin alzar mucho la voz:

- Es un poco deprimente la verdad. No pude decírtelo antes, pero luchaste bien, pensaba que saldrías corriendo en más de una ocasión. Me alegra que no estirases la pata. -  le miro de reojo, devolviéndole la sonrisa burlona.

A Ingur parece hacerle gracia la broma.

-¡Ja! Qué cabrón.

Acto seguido te pasa la botella.

-Sírvete. No les queda una mierda para comer, al parecer, pero la bebida les sobra. Y parece que nadie se anima a eso de morir borracho, así que no tiene pinta de irse a acabar pronto.

Cojo la botella y hago un gesto de agradecimiento con la cabeza antes de dar un trago. Después separo la espalda de la pared y me siento frente a él, dejando la botella en el medio de la mesa.

- Gracias amigo. Eso es una gran noticia teniendo en cuenta que puede ser mi última noche jejeje. Solo me haría falta que Bedelia me hiciera un poco de caso, o Saga... incluso Ashe también estaría bien. - enseño mi sonrisa picarona con mis dientes perlosos que reflejan la luz de las antorchas. -Pero bueno, tenemos alcohol, no me pondré tan exigente. Dime Ingur ¿Que haces en Sultúnge? ¿Como llegaste? Me dio la impresión de que las mujeres te conocían.

A decir verdad no me suena haberlo visto en la fiesta y no estuvo en la reunión con Einar, asique tuvo que llegar después del incendio.

El alcohol es bastante fuerte, aunque deja un regusto caliente en tu garganta. Ingur suelta un bufido cuando mencionas a las mujeres.

-No sé yo si querría agarrar a una de esas tres, compañero. Me gustan las mujeres más sencillas.

Recoge la botella y da un nuevo trago, torciendo el gesto en una mueca de dolor. Probablemente debe estar pasándolo bastante mal, y es bastante sorprendente que no haya caído rendido con la pérdida de sangre.

-En cuanto a cómo vine aquí, iba en la comitiva con la hedense. Nos atacaron unos bandidos, mataron al resto. Llegué aquí por la tarde y me encontré con la sureña a las afueras del pueblo. Ahí tienes tus respuestas.

Se lleva una mano, inconscientemente, al muñón, y suelta un gruñido al tocar la herida abierta.

-¡Joder! -al menos tiene la decencia de no gritar, aunque no dudas de que tiene ganas-. Todavía la siento, como si aún estuviera allí. Me cago en los putos dioses.