Partida Rol por web

Nieve y Hambre, capítulo 1: La silueta entre los árboles

5.8 - Un cuento

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12/02/2017, 11:28
Director

Cuando Saga entra en el gran salón, tras lo que probablemente no habrá sido más de una hora, se encuentra con que el lugar, lejos de estar en silencio, parece cubierto de murmullos y ocasionales sollozos. El sueño se resiste a los habitantes de Sultünge, que con contadas excepciones parecen no poder pegar ojo. Llegará un punto en el que en cansancio acumulado haga mella en en ellos y sobrepase los sentimientos de desesperación y miedo que les mantienen en vilo, pero ese momento todavía no ha llegado. Debido a esto, varios grupos de personas se concentran aquí y allá, personas intentando encontrar cierto calor y cordura en sus amigos, vecinos y familiares. Dicen que muchas veces no es necesario recibir consejos o ayuda para sentirse mejor, sino simplemente compartir el dolor con alguien que también lo sienta.

Thaldein parece encontrarse todavía en un estado crítico. Marja, que no se ha separado en ningún momento de él, vela por su marido entre sollozos y susurros que el rubio probablemente no escucha. Bedelia, a no mucha distancia de ellos, parece descansar, aunque no deja de observar al jarl en funciones, preocupada por su estado. Ingur, por otro lado, ha permanecido rozando la inconsciencia hasta hace un rato, cuando Resmit se sentó junto a él. Ahora los dos parecen estar conversando, mientras comparten una botella de lo que parece ser algún licor fuerte.

Notas de juego

Van a pasar cosicas en breves, pero os dejo un pequeño hiato por si queréis poner algo.

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12/02/2017, 23:07
Saga Olrik

La hedense regresó junto a los vivos envuelta en una manta cubierta de motas blancas que comenzaron a derretirse al calor. Se detuvo en la puerta, paseando la mirada por los presentes deteniéndose brevemente aquí y allá. Thaldein, Ingur, Bedelia... Los signos de cansancio se apreciaban especialmente en la sombra violácea bajo sus ojos, pero aun entre todo aquel caos había encontrado un momento para volver a ser sí misma. Parecía más centrada, más resuelta.

Había cambiado sus ropas de viaje por un vestido, además de haberse aseado, quitando los restos de sangre de sus manos y su rostro. Su melena volvía a caer como una fina cascada cobriza sobre sus hombros y parecía más una mujer de a bien que una viajera perdida en medio de la inmensidad de Goldar. Aunque la palabra correcta se acercaba más a 'atrapada'. En su mente todavía bullían las ideas, las cabilaciones, las preguntas sin respuesta y, por supuesto, el miedo. Pero todo ello había quedado tras la máscara.

Al ver que Ingur estaba en grata compañía de alcohol, se dirigió directamente hacia donde su compañera de desdichas y desventuras.

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12/02/2017, 23:32
Saga Olrik

Tomó asiento a su lado, doblando la manta que le había prestado para sobrevivir al frío y devolviéndosela.

-Gracias -susurró en Latín, dejando de lado el lenguaje de aquellas tierras en un vago intento de alejarse de todo aquello.

Encogió las piernas, rodeándolas con los brazos y apoyando la barbilla sobre las rodillas. No muy lejos quedaba la escena del jarl en funciones, la cual no despertaba demasiado su interés así que volvió el rostro hacia la sureña.

-¿Vas a dormir?

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12/02/2017, 23:49
Bedelia

Bedelia, al igual que Saga, había aprovechado el breve interludio para cambiarse la camisa rota y lavarse la sangre del cuerpo. Ahora vestía pantalones y un gabán granate que contrastaba claramente con la moda del norte, pero que cumplía su función; mantener el frío a ralla. La sureña se había recogido el pelo en una cola de caballo con una pequeña cinta azul y se encontraba con la espalda recostada en una pared, a medio camino del letargo.

La entrada de Saga despejó su cabeza y, cuando la norne se acercó, le dedicó una sonrisa y dejó espacio para que pudiera sentarse a su lado.

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12/02/2017, 23:49
Bedelia

Recogió la manta ahogando un bostezo y la guardó en la mochila, que reposaba a un lado.

-Creo que si, un poco al menos, aunque todavía no-Respondió a su vez en latín.

Dudó un instante, pensando en comentar el tema que planeaba sobre su cabeza, pero decidió esperar un poco y hablar con Saga de otras cosas.

-¿Cómo te encuentras?

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13/02/2017, 00:11
Saga Olrik

-Cansada. Viva... -comentó tras una pausa.

Había muchas cosas rondándole la cabeza y ninguna lo suficientemente 'realista' como para mantener una conversación al respecto.

-¿Te ha mirado Ashe la herida?

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13/02/2017, 04:58
Resmit Kruik

Al oír el ruido de la puerta al abrirse me giro para ver quien entra, en el umbral veo a Saga, había aprovechado para cambiarse de ropa y ponerse su deslumbrante vestido.

Guau, está preciosa con ese vestido, que pena que no me haga ni caso.

No me percaté del regreso de Bedelia y volví la vista hacia Ingur de nuevo para seguir hablando.

Aunque eso me recuerda...

Miro mi pecho, aun cubierto de sangre por la herida que me hizo la bestia y que tantas veces se me abrió con la carrera de vuelta al pueblo, por suerte hacia un buen rato que no sangraba, y el dolor había desaparecido, aun que el escozor permanecía, pero se hacía aguantable con cada trago de alcohol que calentaba mi garganta y mi cuerpo. Seguramente también estaría manchado por la espalda con la sangre de Thaldein, pero la preocupación por el estado de mi amigo me ha impedido irme muy lejos, y ahora no puedo acercarme a él.

Antes de la cena me apañaré un poco.

Mientras tanto sigo hablando con Ingur y dando de cuando en cuando un trago de la bebida.

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13/02/2017, 10:33
Bedelia

Apoyó con cuidado la mano en el gabán, encima de donde estaba la herida.

-No. Me la he vendado yo, más que nada para no ir chorreando por ahí, pero no me la han podido tratar.

Se estremeció al recordar el cuerno desgarrando su carne. Llevaba tiempo sin ser herida, probablemente la última lesión que tuvo fue como mercenaria. O al menos la última seria.

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13/02/2017, 13:44
Saga Olrik

-Deberías asegurarte de que está bien. No andamos sobrados de gente que pueda empuñar un arma. -Se estiró, incorporándose-. Voy a por útiles.

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13/02/2017, 13:52
Bedelia

Bedelia sonrió, pensando que era una forma curiosa de preocuparse por alguien. ¿O se trataba de pura practicidad?

Sea como fuere, no comentó nada.

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13/02/2017, 19:05
Hjalmar

En cierto momento, las voces empiezan a apagarse y varias cabezas se giran hacia la chimenea. Hjalmar, el anciano del pueblo, se ha incorporado y ha arrastrado un taburete de madera junto a las llamas. Al carraspear, varios siseos reclaman el silencio, que no tarda en asentarse. Su voz reclama la atención de los allí presentes, y casi todas las miradas se fijan en él. Hjalmar alza el tono lo suficiente para que muchos se sobresalten, pero no tanto como para que los pocos que han podido conciliar el sueño despierten.

-Escuchad con atención, amigos. Hay algo que debo decir.

Algunos se acercan, curiosos, aunque la mayoría se mantiene en su lugar, expectante. La voz del anciano se oye clara en el gran salón, y ni el ruido de la ventisca que viene de fuera ni los ocasionales sollozos de aquellos que no pueden controlar su desesperación empañan aquel ambiente de completa atención que empieza a percibirse en el ambiente. Es cierto que, en la cultura nórdica, la gente anciana suele despertar, en muchas ocasiones, lástima o desprecio. Al fin y al cabo... ¿Qué se puede decir de alguien que no se ha forjado una leyenda pero tampoco ha sido reclamado por los dioses en el combate? Aunque no es la única explicación, la cobardía es muchas veces la tara que se asocia a esas personas... De forma injusta, quizás. Pero Hjalmar, sin embargo, parece destilar cierto aura de respeto, una sabiduría amarga y otorgada a base de errores que resuena en cierta medida con aquellos que le escuchan. Sus palabras, rodeadas de misticismo, empiezan a tejerse entre la trémula luz de las llamas.

-Esta no es la primera prueba que nos envían los dioses. Sultünge ha vivido muchos inviernos. Algunos se han ido, otros han llegado. Hay rostros que echo de menos, y rostros de aquellos que vinieron en hora tardía.

Su rostro se detiene en algunos de los presentes, y luego baja la mirada.

-No os mentiré: Este invierno será el más duro al que nos hayamos enfrentado. Hace un día, todos habríamos pensado que sería fácil. Hace unas horas, yo mismo me repetía a mí mismo que habíamos superado situaciones peores. Pero debemos ser francos. Si queremos vencer al invierno, debemos enfrentarnos a la realidad. Y la realidad es que nunca antes nos hemos adentrado en abismos tan oscuros.

Sollozos, miradas cansadas. Aquellos que esperaban que Hjalmar les consolara, aquellos que buscaban una figura de referencia, un pozo de sabiduría que les ofreciera una red frente a la incertidumbre, un soporte en el que apoyarse, un "todo irá bien" confiado... Todos ellos bajan la mirada, decepcionados. Pero Hjalmar no parece acusar la desesperación que parecen traer sus palabras. Simplemente, sigue hablando.

-Todos hemos escuchado esas historias. Esos momentos en los que todo parece perdido. Los héroes de las historias se enfrentan a una noche oscura y sin estrellas, a la completa desesperanza. Y es entonces cuando demuestran su valía. Es entonces cuando los dioses les ponen a prueba. Historias que nos gusta escuchar, pero que nunca soñaríamos con protagonizar.

Hace una pausa, y luego alza la mirada, clavándola en el lecho de Thaldein. Su ceño, fruncido, hace que sus ojos queden en sombra, a excepción de un leve destello, un reflejo en la oscuridad.

-Bien, amigos, pues aquí están. Los dioses nos observan, y esperan ver cómo actuamos. Nos ponen a prueba, observan nuestras decisiones. Si cedemos solo un paso... Si nos dejamos derrotar por la desesperación, entonces estaremos perdidos.

Se hacen unos segundos de silencio. El mundo parece contener la respiración. Hjalmar se toma su tiempo para retomar su monólogo, y aquellos segundos parecen traer de nuevo el eco de sus advertencias.

-Os he estado escuchando -vuelve a mirar al suelo, bajando el tono de forma casi imperceptible-. Nadie suele darse cuenta de la presencia de un viejo como yo. Eso me ha permitido escucharos, como tantas otras veces. Y esta vez he escuchado vuestras preocupaciones, vuestras quejas, vuestras esperanzas. Vuestras ideas -hace una pausa, y sube de nuevo el tono-. Ideas peligrosas.

Miradas nerviosas entre los vecinos de Sultünge. Algunos miran hacia el suelo, avergonzados.

-Hay una línea, muy fina, entre la desesperación y la locura. Hemos perdido a muchos de los nuestros... Y yo no soy nadie para decir que mi pena es más grande que la vuestra. Mi corazón se ha endurecido con los años. Cada nueva pérdida hace que la siguiente sea más... Soportable. Pero os pido templanza. Porque hay actos que los dioses no perdonarán.

El fuego, que parece haberse puesto de acuerdo con Hjalmar, parte un tronco con fiereza, y el ruido hace que varios den un respingo. Hjalmar no se inmuta.

-Dejádme que os cuente una historia.

"Hubo una vez tres hermanos, Saguf, Kigo y Gwendig.

Los tres vivían en una cabaña, en el centro del bosque, con sus padres y su perro. Kigo era un joven fuerte y apuesto, y Gwendig, que era el menor de los tres, siempre le seguía a todas partes.

Un día, su madre les dijo que fueran a la montaña, a recoger unas frutas azules que solo crecían entre la nieve, y que ella utilizaba para sus guisos. Los tres hermanos se pusieron en marcha, y tardaron varias horas en llegar a la parte alta de la montaña, donde crecían las frutas.

Pero el invierno estaba acabando, y la nieve era voluble y tramposa: Cuando estaban a punto de comenzar el descenso, la placa de hielo sobre la que se encontraban cedió y los tres cayeron por una grieta, a una vieja caverna que descendía hacia las profundidades de la tierra.

Saguf, que era el mayor, se golpeó la cabeza contra una roca, con tanta fuerza que murió al instante. Kigo, que era el mediano, se golpeó la pierna contra otra roca, con tanta fuerza que se la rompió. Por último, Gwendig, que era el pequeño, se golpeó el estómago con una tercera roca, pero no le pasó nada.

Habiéndose recuperado del susto, Kigo y Gwendig, preocupados, intentaron encontrar una salida, pero la pierna de Kigo no le permitía moverse, y Gwendig no quería dejarle solo. Aunque sus padres les buscaron, no podrían encontrarles en aquella montaña traicionera. Estaban atrapados.

Tras el primer día, Kigo, que estaba hambriento, le dijo a su hermano:

-Hermano mío, oh hermano mío, tenemos que hacer algo. Puede que nos estén buscando, pero si no comemos algo moriremos.

Gwendig buscó animales en la cueva, pero no encontró nada. Kigo volvió a insistir al día siguiente.

-Hermano mío, oh hermano mío, tenemos que hacer algo. Puede que nos estén buscando, pero si no comemos algo moriremos.

Gwendig buscó plantas en la cueva, pero no encontró nada. Buscó hongos, buscó musgo, pero no encontró más que rocas. Kigo volvió a insistir al tercer día.

-Hermano mío, oh hermano mío, tenemos que hacer algo. Puede que nos estén buscando, pero si no comemos algo moriremos.

Entonces Gwendig, desesperado, tuvo una idea. Y, sin que su hermano le viera, cortó unos trozos de carne del cuerpo inerte de Saguf, y se los llevó a su hermano. Cuando este dio el primer bocado, le miró extrañado.

-¿Qué es esto que me has traído? -dijo, preocupado-. No sabe cómo ningún animal que haya probado antes.

-Es un topo –le respondió Gwendig, sabiendo que su hermano nunca había probado la carne de topo.

En ese mismo momento, la diosa Kenaz, que había estado observando a los dos pequeños desde hacía varios días, decidió al fin intervenir, indignada ante aquella mentira tan descarada. Se manifestó en la caverna entre una explosión de luz blanca y cegadora, alzándose frente a los dos hermanos, que retrocedieron asustados ante su visión.

-Gwendig -enunció, con voz poderosa y firme-, has cometido un acto imperdonable, al engañar a tu hermano y hacerle comer la única carne vedada para los hijos de Mannaz. Debes ser castigado.

Cuando la diosa alzaba su lanza, dispuesta a ejecutar al pequeño, Kigo se lanzó al suelo, suplicándole desesperado por la vida de este. Kenaz, tan indignada como sorprendida, se detuvo durante unos instantes. Luego, tomando una decisión, habló por segunda vez:

-Sea pues, Gwendig podrá conservar su vida. Pero será una media vida, una vida maldita. Y tú, Kigo, que tanto has suplicado para defenderle, estarás condenado a compartir la carga con él, cuidándole y asegurándote de que no sufra ningún daño.

Al día siguiente, una partida de búsqueda encontró a Kigo, temblando, en la nieve, y le trajeron de vuelta a su casa, en donde se recuperó. El chico contó que sus dos hermanos habían muerto en la montaña, y solo él había conseguido sobrevivir. Nadie puso en duda sus palabras, pues aquellas tierras salvajes no eran ajenas a la tragedia.

Pasaron los años. El joven Kigo llegó a ser un gran guerrero, y un orgullo para su familia, pero nunca olvidó a sus hermanos. Era admirado en el pueblo, y tuvo una próspera descendencia. Sin embargo, hay quien dice que, a veces, se le veía subir solo a la montaña cercana, cargando con un saco lleno. Nunca nadie supo por qué lo hacía."

La sala, cautivada por el cuento, escucha. Ya ni el fuego parece dispuesto a crepitar, ni la ventisca aúlla, ni los muebles crujen. Todo es la voz de Hjalmar, todo es su historia. Se adueña de las conciencias, embruja a los presentes, les hace presenciar ese extraño mundo de horror y divinidad ante sus ojos.

-Y cuando le preguntaban -continúa Hjalmar, su voz seca y rasposa debido al torrente ininterrumpido de palabras-, siempre se limitaba a sonreír de forma enigmática y responder.

"Voy a cuidar de los míos".

La voz del anciano muere. Durante casi un minuto, nadie dice nada. Las sombras parecen danzar en el salón, reflejos de demonios y espectros tenebrosos, perdidos en un mundo intermedio entre la ilusión y la realidad.

-Como dije antes, nos enfrentamos a la más dura prueba. Pero tantos otros lo hicieron antes... Y los que fueron suficientemente fuertes, sobrevivieron. Somos los hijos de Goldar, los herederos del reino de Holst. La fuerza late en nuestras venas.

Se levanta con dificultad, alejándose de las llamas. Una última palabra escapa de su boca, antes de que vuelva a sumirse en la oscuridad.

-Perduraremos.

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13/02/2017, 22:47
Bedelia

Bedelia escuchó la historia con interés y atención, pero poco a poco su cara se fue alterando hasta formar una expresión de horror. Miró a Saga con esa misma expresión, segura de que su compañera entendía lo mismo que ella.

Ahí estaba, una de las piezas del rompecabezas. Encajada cuidadosamente en su sitio, formando un mural grotesco sólo completo en parte. La carne, carne humana, era lo que había transformado a esa cosa en lo que era. Un recurso que parte del pueblo ya se había planteado...y quizás habían aprovechado.

Lo que Hjalmar acababa de decir les daba ventaja, podían quemar los cadáveres y reducirlos a cenizas antes de que el hambre fuera demasiado intensa como para obligarles a hacer algo de lo que se arrepentirían, pero, ¿y si alguien había comido ya? No tendrían forma de saberlo, y desde luego nadie lo iba a admitir.

Repasó con cuidado las caras de los allí presentes, observando reacciones, rictus, cualquier cosa. Y se hizo a si misma una pregunta demasiado dolorosa.

Si el proceso no era reversible, ¿serían capaces de matar por el bien común?

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14/02/2017, 09:05
Resmit Kruik
Sólo para el director

Hjalmar comienza a atraer la atención de la sala, mi conversación con Ingur ya no podía ir muy lejos, aunque cualquier escusa es buena para beber en un momento como este, pero eso no me impide escuchar expectante al anciano del pueblo girando la cabeza y medio cuerpo hacia él.

Escucho la historia con atención como hice anteriormente en otros pueblos; "historias para niños" lo llaman algunos.

Si hubiesen visto lo yo he visto, si fuesen capaces de hacer lo que yo hago, no pensarían eso, estas historias puede que en su mayoría sean falsas, pero seguro que siempre albergan algo de verdad en ellas. Desde luego el comer carne humana es seguro que no lo aprueban los dioses, ni los hombres... Como experto en la cocina nunca comería carne humana, son casi peor que los cerdos, solo que están limpios por fuera y sucios por dentro al contrario que los puercos, y algunos ni eso. Es verdad que esta idea ya ha surgido en el pueblo, y eso que apenas llevamos un día en escasez, si la cosa sigue así Sultünge acabará muy mal. El tema del monstruo debe zanjarse mañana sin demora si no queremos que la gente se vuelva loca.

Mañana, pase lo que pase en el thing, cogeré a los yormef, a Bedelia y a Lamont y Fredrick para darle caza.

Parece que el anciano por lo menos a cumplido su objetivo, intimidar a la gente para disuadirles de que se coman los unos a los otros, aun que no se cuanto durará. Después de esta historia yo me lo pensaría dos veces.

El fuego de la hoguera parece que acompañar las palabras del viejo pero su última palabra inspiradora no creo que motive mucho a la gente. Me quedo pensativo mirando la hoguera unos segundos, hipnotizado por el movimiento de las llamas bajo la leve brisa del cuarto.

¿Que pretendías con esto anciano...? Inspirarles o aterrarles...

Vuelvo la vista a Ingur y doy un trago en silencio.

-Muy... "Inspirador..." ¿Que te ha parecido?

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14/02/2017, 09:32
Resmit Kruik

Hjalmar comienza a atraer la atención de la sala, mi conversación con Ingur ya no podía ir muy lejos, aunque cualquier escusa es buena para beber en un momento como este, pero eso no me impide escuchar expectante al anciano del pueblo girando la cabeza y medio cuerpo hacia él.

Escucho la historia con atención como hice anteriormente en otros pueblos; "historias para niños" lo llaman algunos.

Si hubiesen visto lo yo he visto, si fuesen capaces de hacer lo que yo hago, no pensarían eso, estas historias puede que en su mayoría sean falsas, pero seguro que siempre albergan algo de verdad en ellas. Desde luego el comer carne humana es seguro que no lo aprueban los dioses, ni los hombres... Como experto en la cocina nunca comería carne humana. Es verdad que esta idea ya ha surgido en el pueblo, y eso que apenas llevamos un día en escasez, si la cosa sigue así Sultünge acabará muy mal. El tema del monstruo debe zanjarse mañana sin demora si no queremos que la gente se vuelva loca.

El fuego de la hoguera parece que acompañar las palabras del viejo pero su última palabra inspiradora no creo que motive mucho a la gente. Me quedo pensativo mirando la hoguera unos segundos, hipnotizado por el movimiento de las llamas bajo la leve brisa del cuarto.

¿Que pretendías con esto anciano...? Inspirarles o aterrarles...

Vuelvo la vista a Ingur y doy un trago en silencio.

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14/02/2017, 11:24
Saga Olrik

La voz del anciano se había apoderado de la atención del pueblo cuando Saga regresó junto a Bedelia. Prestó oídos mientras hacía, limpiando la herida y cubriéndola apropiadamente. Una herida causada por los cuernos retorcidos de aquella bestia. Poco a poco su mente fue divagando, distrayéndose de la tarea que la ocupaba, sumiéndose en las leyendas que su pueblo compartía. Y las piezas empezaron a encajar sin apenas esfuerzo como una telaraña perfectamente tejida y de la que sólo habían podido vislumbrar filamentos sueltos.

-Están malditos -musitó en Latín, perdiéndose en los ojos de Bedelia con expresión horrorizada.

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14/02/2017, 23:50
Bedelia

-Y puede que haya más de una...Puede que se estén transformando en éste momento-Respondió en Latín.

Eso lo complicaba todo a gran escala. Una sola bestia ya les iba a dar problemas, pero varias era un reto para el que no estaban preparados.

Incapaz de decir nada más, Bedelia se agarró a los antebrazos de Saga en un abrazo a medio formar. "No vamos a morir aquí", se dijo, pero esta vez no lo creyó. Y eso, quizás, fue lo que más miedo le causaba.

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14/02/2017, 23:56
Bedelia

"Eres débil, Bedelia. Patéticamente débil. No pudiste hacer frente a una bestia y nada ha cambiado para que puedas hacer frente a dos, o incluso más. Verás morir a Dag, a Jostein y a todo el pueblo si no mueres tu antes. Y si mueres tu antes, Frederick encontrará la casa vacía.

¿Qué pasará con él entonces? ¿Soportará la soledad? ¿Soportará mas muerte sobre sus hombros?

¿No era ésto lo que buscabas cuando abandonaste Schank? ¿Aventuras, crecimiento? Bien, ésto es lo que has encontrado, ruina y herrumbre, desolación y dolor...No has podido superarte a ti misma. Ni siquiera has podido superar a la mercenaria. Sigues siendo una niña asustada, sigues sin estar preparada.

Sigues siendo débil. Patéticamente débil"

Pero, incluso en su vorágine autodestructiva inducida por el pánico, Bedelia podía ver ese pequeño haz de luz que se proyectaba en el fondo del lago. Se conocía, había tenido mucho tiempo para explorarse en el silencio de su casa, tras su muerte. Sabía cómo de tóxica podía llegar a ser para si misma y entendía este punto lo suficientemente bien como para tener perspectiva.

Sin embargo, esa perspectiva era necesaria, pero no suficiente.

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15/02/2017, 00:36
Saga Olrik

-Sssh... Todo va a salir bien -dijo bajando el tono.

La situación estaba más o menos bajo control. Más o menos, aunque no había tenido tiempo de explicárselo. Todavía estaban a tiempo de hacer algo.

-Escucha-. La miró a los ojos con firmeza y posó su mano en el pelo-. He hablado con un fantasma. Pudo sentir que hay algo raro con el pelirrojo así que podemos detectar si alguien más se está transformando. Lo único que tenemos que hacer ahora es encargarnos de él y creo que deberíamos hablar con Ashe. Contarles lo que sabemos. Resmit e Ingur también vieron esa cosa: nos apoyarán. Y Kenaz es la diosa de la luz, así que quiero creer que la luz del día nos puede salvar. Pero es tarde, estamos cansados y exhaustos, hambrientos. Tienes que descansar.

 

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15/02/2017, 08:44
Ingur

Ingur no responde. Cuando le miras, te das cuenta de que se ha dormido durante la historia. Su respiración es ruidosa, aunque no llega al ronquido. Su rostro sigue contraído en una mueca de dolor. Dudas que vaya a tener un sueño profundo o relajante, pero las emociones, el cansancio y el castigo físico a los que ha sido sometido parecen haberle reducido a un estado entre la vigilia y la inconsciencia, suficientemente profundo como para hacerle perder la percepción de su entorno pero no lo suficiente como para ofrecerle cualquier tipo de descanso real.

Notas de juego

¿Cierro la otra escena o vas a seguir posteando?

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15/02/2017, 11:53
Bedelia

Bedelia relajó la presión sobre los antebrazos de Saga y cerró los ojos, dejándose reconfortar con su caricia. Había necesitado aquello, casi ni ella misma sabía cuanto.

-Gracias-Musitó con un tono de voz notablemente más calmado que antes.

Había entendido la referencia a Drunfo, no podían pronunciar su nombre porque se reconocería incluso en latín. Él estaba fuera de peligro, al menos a priori, así que por suerte para todos no tendrían que lidiar con la decisión moral de sacrificar o no a un pueblerino. Siempre y cuando la gente fuera sensata.

-Tienes razón, debemos hablar con Ashe. Y entre nosotras, hay cosas que quiero contarte.