Partida Rol por web

La noche esconde el terror.

Hace tiempo oíste un cuento, contado por algún viajero de aspecto andrajoso, en el que se relataban las peripecias de una joven despreocupada que gustaba de ir al bosque a recoger setas. No recuerdas mucho los detalles, pero sí el final de la historia. Como en tantos otros cuentos con moraleja, la muchacha acababa pereciendo por culpa de su estupidez, arrogancia, o temeridad. Lo llamativo, en este caso, era la naturaleza de la criatura que la devoraba. Porque no era una bestia salvaje o algún demonio oscuro, sino la propia oscuridad de la noche. Una noche fría y despiadada, que borraba a la pobre infeliz de la tierra en apenas unos segundos, como si fuera una luz más que se apaga con un soplido. Un cuento extraño, sin duda, e inquietante en cierto sentido, pero un cuento al fin y al cabo.

Ahora, sin embargo, al mirar hacia las ramas que acechan en la oscuridad, garras que crujen y se agitan con el viento, aquella historia regresa a tu cabeza con más fuerza, con más intensidad y cercanía. De alguna manera, pareciera que ocurrió de verdad, que no es una simple fantasía inventada sino una advertencia contra algo que la mente no puede comprender, pero que en ese momento parece acecharte desde aquel negro abismo que se esconde más allá de tu campo visual. Una sensación molesta y preocupante, que congela la sangre de los más templados y lleva a la mente al borde de la paranoia. Por suerte, has visto las suficientes atrocidades a lo largo de tu vida como para que esta situación no te saque de los nervios. No es más que otra guardia, al fin y al cabo. 

Una guardia en medio de una horrible ventisca, en una noche cerrada en la que incluso los pensamientos se congelan, mientras una bestia sacada de la peor pesadilla acecha entre los árboles.

Sea como sea, te toca poner de tu parte. Las guardias han tenido que repartirse entre los pocos que aún pueden luchar, y se ha tomado la decisión de que se hagan en grupos de tres: Dos afuera, uno adentro. No es difícil, al hacer cuentas, advertir que el tiempo que le toca a cada uno fuera es mayor del que podría gustarle a nadie, en esas condiciones. El irse turnando para estar fuera hace que, de vez en cuando, puedas recuperar un poco el calor, pero el resto del tiempo el frío es insoportable. Para colmo de males, parece que la suerte vuelve a estar en tu contra en lo que a compañeros se refiere. Y es que todos en Sultünge parecen tener preferencias. Como es normal en una comunidad cerrada, la gente acaba por desarrollar afinidades, y suelen trabajar mejor con sus amigos. Por desgracia, ello implica que un forastero como tú probablemente acabará, casi siempre, con el menos popular de la aldea...

-Joder, ni siquiera el meado me sale caliente -mientras regresa a tu lado, adviertes como termina de abrocharse los pantalones con sus manos temblorosas, con más torpeza que habilidad debido a los gruesos guantes que las protegen de la congelación- Esto es una pesadilla.

- Al menos te habrás quedado agusto... ya podrías haberte sacado una botellita de esas que tenía Ingur para entrar en calor. - suspiro, un inmenso vaho blanco cubre mi cara impidiendo mi visión por un momento, al hacerlo, un escalofrío recorre mi espalda produciéndome un ligero temblor.- Joder, si hace frío. Oye Rorar, desde que llegue al pueblo no has echo más que meterte con Thaldein, eso junto a que eres un idiota hace que no me caigas bien. Pero ¿Que te ha echo? ¿Por que lo tratas así? o es que eres así de tonto con todos, aun que viendo que nadie quería hacer guardia contigo no me extrañaría.

-Que te follen.

Algo capta tu atención. Un movimiento en la distancia, entre los árboles... ¿O te lo has imaginado?

Jajaja

Mientras río, algo me hace parar de repente, el poco animo de diversión que podía tener con el antipático Rorar se había esfumado. Un pequeño click sonó en mi cabeza haciendo mis orejas se agitasen por un ruido prominente de los árboles, me recordaba a esas noches que pasaba solo en la nieve, en las que el más mínimo ruido me ponía en alerta.

-¿Has oído eso? - digo con tono serio y sacando la maza de mi cinturón, apretándola fuerte para que las manos entrasen en calor. Intento sacar la maza eléctrica, pero me da un calambrazo en el brazo izquierdo provocando que suelte un pequeño gruñido.

Miro a Rorar para ver si me sigue y avanzo entre entre las casas, presionando la nieve a mis pies en dirección al ruido que venía de los árboles. Me acerco lentamente, mirando fijamente a la zona por donde venía el sonido con mis ojos que se acostumbran a la oscuridad muy poco a poco esperando que algo se moviera. Sin embargo me mantengo a una distancia prudencial de los árboles hasta que traiga Rorar una antorcha.

Rorar reacciona con rapidez. Al acercaros al origen del movimiento, la antorcha ilumina lo que parece una extraña figura que se mueve entre los árboles, acercándose a vosotros. Al principio temes que sea la criatura, pero rápidamente descartas esa posibilidad, ya que no es lo suficientemente grande y no parece moverse con la misma agilidad. Camina dando tumbos, y es demasiado gruesa para ser una persona...

Porque son dos.

Una mujer, tiritando entre la ventisca, entra dentro del círculo de luz sujetando en sus brazos a un niño pequeño. Cegada por la luz de las llamas, entrecierra los ojos e intenta discernir vuestras facciones. Parece estar cansada, aunque no titubea al dirigirse a vosotros.

-Necesito ayuda.

El niño parece estar inconsciente.

Miro a Rorar por un momento por él los reconoce.

Debe ser la familia de Svik... no lo han conseguido. Es una pena, aún si hubiesen llegado podrían haber mandado refuerzos y suministros.

Me quito el abrigo de lobo y lo paso por encima de la mujer y el niño mientras les digo:

- ¿Sois la familia de Svik? ¿Que os ha pasado?

¿Habrá sido Baklar o el monstruo?

-Están muertos -dice la mujer, cerrando los ojos en un breve momento de debilidad-. Los cuatro. Solo queda él.

Abre los ojos y los clava en ti.

-Mi nombre es Will, no soy de aquí. Dadnos asilo y os contaré lo que sé.

A decir verdad, lo cierto es que no parece nórdica ni de lejos. Al verla de cerca, distingues rasgos delicados y afilados, así como una nariz prominente que pocas veces has visto entre los tuyos. Probablemente venga del sur.

Y que hace esta mujer aquí, no parece una norteña y el niño... Svik y su familia... aunque nos traicionaran esta mujer no tiene culpa.

- Bien, sígueme -apoyo la mano en el hombro de Rorar - En seguida vuelvo, no podemos dejar que esta mujer pase por más penurias, pero tampoco hay que descuidar la guardia.

Agarro a la mujer por encima de los hombros con el brazo y la llevo en dirección al gran salón.

Aún podríamos recuperar las provisiones que se llevo Svik.

Por una vez Rorar parece estar de acuerdo, y no te pone pegas. Llevas a la mujer al gran salón, donde casi todos duermen. La mujer deja al niño con suavidad contra la pared, tapándole con una manta cercana.

Mi nariz, enrojecida por el frío del exterior se siente de nuevo agusto en el calor del salón, aunque la punta comienza a arder. Hago un gesto con el brazo para guiar a la mujer y que deje al pequeño y busco a Ashe mientras tanto, o a alguien que esté de guardia para que la busque. Una vez deja al pequeño, apoyo la mano en el hombro de Will.

-Por aquí - y la dirijo a un mesa para que la mujer descanse. Una vez que esté más cómoda busco una manta y tras retirarle mi abrigo de piel se la pongo por encima. - Bueno ¿Dinos que a pasado? -Pregunto situándome junto a ella.

Ashe y Frigda se reúnen con vosotros en un pequeño cuarto anexo, la primera despertada por ti, la segunda debido a la mezcla de su sueño ligero y el ruido que habéis montado. Ninguno de los hombres parece haberse despertado por su cuenta, pero Ashe parece tener el buen juicio, incluso estando recién levantada, como para despertar a Jostein, que tiene asignada la siguiente guardia, para que te reemplace mientras habláis con la mujer. No justifica en ningún momento el por qué no vuelve a mandarte fuera a ti, como si el hecho de que estuvieras presente en esa conversación se explicara en sí mismo.

-Un... Monstruo. No puedo definirlo de otra manera. Les mató a todos. Menos a él. A él pude salvarle...

Ashe cierra los ojos, no dice nada. Frigda, sin embargo, parece encajar la noticia mejor, y se apresura a intervenir.

-La bestia. No son sus primeras víctimas. ¿Pero quién eres tú, y qué pintas en todo esto?

-Me llamo Will, vengo del sur -esboza una sonrisa triste-. Aunque llevo ya un tiempo en estas tierras. Acompañaba a una amiga mía, de Hendel...

Su voz muere con la última sílaba, mientras su rostro se contrae en una mueca de tristeza.

La historia de la Will llama a mi curiosidad, después de todo, la historia de la la familia de Svik cerraría su circulo con lo que nos contase.

¿El monstruo o Baklar?

Miro a las dos mujeres que se nos unen a la reunión y las sigo al cuarto anexo, si no tarda mucho me gustaría escuchar su historia antes de salir de nuevo a la guardia y parece que a Ashe no le molesta que me quede.

La criatura fue la que acabó el trabajo que no pudo cumplir el frío y el hambre.

- ¿Pero hace cuanto a sido? ¿Fue muy lejos de aquí? - miro a Ashe- Podríamos recuperar las provisiones que se llevaron.

Will cierra los ojos, haciendo cálculos mentales.

-Yo... No sé cuánto anduve tras salvar al chico. Pero debe estar a una hora mínimo. Tampoco sé si sabría volver. Lo siento.

Ashe le posa una mano en el hombro.

-No te preocupes. Lo importante es que estáis bien, los dos -hace una pausa, en la que mira a Frigda de reojo. Su mirada te evita, sin embargo. Notas una actitud distante por su parte desde vuestro último encuentro-. Antes mencionaste que venías acompañando a una amiga. ¿Dónde está ella?

Will baja la mirada.

-Ella... Nuestra caravana fue atacada por unos bandidos. La ayudé a escapar, pero eso fue hace unos días. No sé si ha sobrevivido.