Partida Rol por web

Bedelia escuchó en silencio con una mezcla de lástima y curiosidad. Cuando terminó miró a aquel hombre, reflexionando sobre todo lo que pesaba a su espalda.

-¿Entonces has llegado hasta aquí buscando aliados? ¿Alguien que crea tu historia y pueda ayudarte a recuperar tu clan?

-Así es- asintió tristemente, -Y ya ves que he conseguido, nadie quiere apoyar a un bastardo, ni siquiera contra un loco- sonrió irónicamente, ya que aquello era algo que le dolía especialmente.

Se giró hacia ella, deteniéndose para mirarla a los ojos, -Pero no me daré por vencido, ¿sabes?, como si tengo que volver solo y sin nada, pero recuperaré lo que me pertenece, aunque me cueste la vida- tras unos segundos, Thorir cambió el gesto, más serio, -¿Podría pedirte algo?-

Abrió los ojos, sorprendida.

-¡Claro! Dime.

-Bueno, ..., como sabes la probabilidad de salir con vida de aquí no es muy alta- se tomó unos segundos para meditar bien lo que iba a decir.

-Si caigo en la batalla me gustaría tener un entierro digno, con el símbolo de mi Clan al cuello, y con respecto a mis espadas...- suspiró y puso su mano en el hombro de Bedelia, -Quiero que se las entregues a Drunfo, es un Yormef y fue expulsado cruelmente, creo que él podría ocupar mi lugar- sonrió a la sureña, -Confio en ti-

Bedelia no pudo hablar durante unos segundos. Aquella era una petición importante, y aunque no eran muchas cosas trató de grabarlas a fuego.

-Si mueres se hará tal y como dices,
pero...Si puedo darte un consejo, no pienses que va a pasar. Convéncete de que esa posibilidad ni siquiera existe, porque entonces estarás un paso más cerca de que no lo haga.

Le miró con una media sonrisa dibujada.

-Si, puedo imaginarme que te parece una tontería. Pero si en un momento de tensión tu cabeza duda porque crees que ha llegado tu hora tal vez cambie tu suerte, y no precisamente para mejor.

Admiró aquel paisaje, toda esa belleza nívea y salvaje.

-Así que no. No vamos a morir aquí.

Dejó que el silencio se depositase unos segundos, quedando solamente el sonido de la ventisca y la nieve crujiendo bajo sus pies. Sin embargo, Bedelia era demasiado curiosa como para desaprovechar aquel momento. Al fin y al cabo uno de sus motivos para viajar era conocer gente.

-Cuando consigas aliados, te enfrentes a tu hermano y consigas retomar el poder...¿crees que serás feliz? ¿Es eso lo que te dará tranquilidad?

Thorir seguía con la mirada al frente, apenas se inmutó ante aquella pregunta, pero tras unos segundos miró a Bedelia, -¿Y qué es la felicidad?- sonrió, -No creo que vuelva a ser como antes, pero la felicidad está formada por momentos, no es un estado perpetuo, y se pueden encontrar momentos de felicidad en cualquier sitio- volvió a mirar al frente -De recuperar mi Clan haría justicia, mi padre y mi tío no merecían morir así, sus asesinos deben pagar, eso me daría tranquilidad-

La sureña reflexionó con la cabeza ladeada.

-Tienes razón, pero siempre hay varias formas de hacer una misma cosa. No me malinterpretes, no pretendo decirte lo que debes hacer, pero todavía estás a tiempo de terminar ésto distinto a como lo hicieron ellos.

¿Recuerdas lo que le grité a Drunfo en el juicio? Esas personas también tienen una familia, igual que la que te arrebataron a ti. Sus actos son injustificables y por supuesto merecen pagar por ellos, pero creo que el asesinato no es la mejor alternativa. Así sólo generarás más odio, el de sus hijos, el de sus amigos, el de sus mujeres...la cadena volverá a empezar y ellos terminarán sus días siendo mucho menos de lo que podrían haber sido.

Miró al norteño.

-Siempre hay otra manera incluso cuando no somos capaces de verla.

Thorir se detuvo en seco ante el comentario de Bedelia y la miró extrañado, -¿Acaso crees que la solución es olvidar?, ¿Perdonarles y dejadles lo que me pertenece?- negó con la cabeza mientras una sonrisa irónica se dibujaba en su rostro, -No, pagarán por lo que hicieron, y todo será de acuerdo a las leyes de mi pueblo, eso te lo garantizo, pero no, no se saldrán con la suya- dio un paso hacia Bedelia, -¿Tú en mi lugar les dejarías y seguirías en el exilio mientras ellos viven con sus familias y son felices?- preguntó con gesto serio.

Bedelia se encogió de hombros.

-No he dicho nada de olvidar. Sólo he dicho que hay varias formas de hacer una misma cosa. La creatividad para buscarlas depende de cada uno.

-En el norte todo es diferente Bedelia- relajó el rostro y continuó andando, -Pero tendré en cuenta tu consejo- 

-Cuéntame algo sobre el Sur, de tu hogar, ¿Cómo es aquello?-

La sureña observó a Thorir; Era consciente de que su visión del mundo resultaba utópica, pero creía que era lo correcto. La muerte sólo engendra más muerte, pero tenemos la opción de cortar el círculo.

-¿Qué quieres saber?

Le miró divertida.

-Bueno, ...- Thorir pensó unos segundos su respuesta, -Me gustaría saber cómo es aquello, como son sus ciudades y gentes- miró a Bedelia y le devolvió la sonrisa.

La sureña reflexionó un instante antes de contestar.

-Bueno, como todo es bastante distinto. Aquí os soléis asentar en clanes o pequeños poblados con unos objetivos muy claros, en el sur la forma de funcionar es de otra manera. La gente elige un determinado terreno y construyen ciudades enormes desde cero para que completos desconocidos convivan en un mismo sitio. Suelen crecer tanto en horizontal como en vertical, y a veces un mismo edificio alcanza alturas considerables. Además, suele haber bastante demanda de trabajos, puede encontrarse un poco de todo.

Aunque no todo es así, claro. Donde yo vivía, Schank, era un pueblecito y podías conocer a la gente por ser familia o amigo de otra persona. No a todo el mundo le gusta la masificación, aunque debo reconocer que tiene sus ventajas.

Thorir miraba con curiosidad a Bedelia y escuchaba con atención lo que contaba de su patria.

-Vaya, que curioso, ¿Y quien os gobierna?, ¿No tenéis un Jarl o un Rey?-, Thorir sonrió, -Por que si necesitáis uno me ofrezco voluntario jaja- dijo con todo divertido.

Bedelia rió con ganas y ocupó un momento imaginándose cómo sería Thorir reinando en el sur.

-​Lo siento, tenemos el cupo completo, pero creo que lo harías bien. Aunque hay ciertas particularidades respecto a cómo se hacen las cosas aquí. No hay un jarl para cada clan porque no tenemos clanes, así que la forma de gobernar cambia ligeramente. Hay una emperatriz llamada Eli...¿zabetta?-Frunció el ceño-Elizabetta, si. Una niña que se ha visto obligada a crecer muy deprisa después de la muerte de su padre. En teoría es la que manda, pero las regiones son tan grandes que suele delegar en señores de la guerra u otro tipo de figuras importantes.

-Que interesante, eso ocurría aquí hace siglos, quizás más, pero ahora somos cientos de Clanes, entre mayores y menores- Thorir permaneció callado durante unos segundos, -Sería bonito unir el Norte en un solo reino, así seríamos más fuertes y posiblemente nos iría mejor- miró a Bedelia -Muchos lo han intentado, pero hasta el día de hoy ninguno lo ha vuelto a conseguir,, mi Padre quiso unir los Clanes Yormef y Solvgilftanden y apunto estuvo, posiblemente de no haber muerto lo hubiera conseguido- 

-Pero bueno, también me gusta pensar que el Norte es como un viejo lobo, solitario y sin un yugo que le someta, salvaje y mortífero cuando alguien le ataca, pero bello y pacífico cuando está en calma, así es el Norte- terminó sus palabras haciendo un gesto con la mano, mostrando los detalles del paisaje.