-Estamos buscando a Ismene. ¿Está por aquí? Y... ¿va todo bien? -preguntó Ashley con reserva.
-Creo que sus compañeras la llamaron para que se fuera con ellas. Y todo va bien. ¿Por qué?
Una de las cosas en las que había insistido Lysandra era en que no debía dejarse Riverside sin vigilancia bajo ningún concepto.
Viviane entrecerró los ojos e intercambió una mirada rápida con sus compañeros de manada.
-Debería estar aquí -contestó, dejando claro en el tono que era su deber y que su falta no era algo que tomarse a broma-. Quizá pueda rastrearla.
-Ismene nunca se va muy lejos. Me extrañaba, la verdad, pero si iba a ser sólo unas horas...
-Rastréala -ordenó Ashley a Viviane.
Tan pronto como tomó una bocanada de aire con el Don de Sentidos Agudizados activado, encontró un rastro reciente que pertenecía a la Ragabash de rango superior. Salieron del despacho hasta uno de los pasillos auxiliares. Allí, sin embargo...
Mientras charlaban y bromeaban, un sinfín de disparos resonaron en el interior del instituto. Un arma automática, como un subfusil, probablemente. Y gritos de niños. Aterrorizados.
Sueño saludó con un movimiento de cabeza.
- ¿Sabe si la han llamado por una urgencia?
El estruendo de una sarta de balas le destrozó los oídos. Viviane perdió la audición durante un par de segundos, siendo capaz de escuchar la balasera de manera amortiguada. De alguno de los pasillos perpendiculares venía el ruido de un arma automática siendo disparada sin piedad. Y los gritos. Los alaridos de terror eran escalofriantes.
Alecto se echó la guitarra a la espalda y corrió hacia el interior, confiando en que el ahroun la seguiría de cerca, detiéndose sólo un instante para otear dentro a un lado y a otro. La sangre le hervía en las venas y tenía ganas de pelea, pero aquella situación no era lo que había esperado.
La ragabash emitió un alarido de dolor llevándose las manos a la cabeza. Eso eran putas balas, estaban tiroteando el instituto en hora punta. Sujetándose la cabeza debido a la conmoción logró apoyarse contra la pared para después echarse al suelo. Desactivó el Don, lo que le produjo cierto alivio, y cuando el atontamiento se le pasó buscó a Ashley y a Sueño.
-¡Sueño! ¡Manda algún espíritu a avisar al Clan! Nos van a coser a balazos si no... cambiamos.
Era muy diferente la perspectiva de recibir una bala en Crinos que en aquel cuerpo frágil.
Donny salió corriendo detrás de Alecto y le habló sin mirarla. Pensar, tenía que pensar y no dejarse llevar por la Rabia.
-Lo primero es encontrar a los nuestros, no pelear. Tú tienes un Don para curar. Estate al loro
Sueño habría agachado las orejas si hubiera estado en su forma de Lupus, pero no era así. Pasó a la Umbra rápidamente en busca de algún espíritu que le pudiera ayudar con lo que le había pedido Viviane.
Motivo: Umbbra
Dificultad: 1
Tirada (7 dados, se repiten 10s): 7, 3, 10, 9, 2, 10, 1, 9, 10, 1
Éxitos: 5, Éxito
-¡Nada de cambiar! -dijo Ashley apretándose contra la pared e intentando echar un vistazo desde la esquina-. ¡Cabeza baja y a ver lo que está pasando!
El corazón de la Fenris se había acelerado. Sabía de qué iba aquella historia. Al instituto acudían Parientes y cachorros durmientes. ¿Qué mejor manera de dañar al Clan que destruyendo su futuro y el instituto que con tanto cuidado habían creado?
-El pasillo es seguro. Sígueme.
Ashley caminó agachada doblando la esquina y avanzando por el pasillo administrativo hasta las escaleras que llevaban al piso superior, de donde provenía el ruido de los disparos.
Sueño se deslizó a través de la gruesa celosía hasta el mundo espiritual. El pasillo de la Penumbra estaba desierto, pero saliendo de allí logró encontrar un espíritu gorrión que anidaba en uno de los canalones del tejado, afuera.
Alecto y Donny entraron por la puerta cuando los chavales que rondaban en el pasillo de entrada decidían que era un buen momento para huir. Con el miedo pintado en las caras y las mochilas a cuestas, casi los arrollaron cuando se hicieron paso al interior.
Ante ellos había un pasillo que daba al frente, a una hilera de taquillas y clases, un pasillo hacia la izquierda que llevaba a la zona administrativa (donde probablemente estuvieran Viviane y los demás) y unas escaleras que conducían al segundo piso. La balasera se detuvo para reanudarse poco después. Los gritos eran un eco aterrador y las clases se abrían para dejar salir a los jóvenes en marabunta.
Del pasillo administrativo salieron los profesores de guardia y los secretarios. Muchos gritaban e intentaban ordenar a los niños que corrían, pero otros parecían igualmente aterrados y preocupados por salvar su vida.
-¡Tú! -dijo la directora Lovejoy saliendo entre la multitud-. ¡Ayúdanos!
Se refería a Donny, al chico que había estudiado allí demasiado poco tiempo como para que pudiese recordar su nombre, pero sí su procedencia.
-Ashley y Viviane estaban aquí hace un momento. Creo que han subido al primer piso. ¡Los niños están en peligro!
¿Cuántos Parientes asistían al instituto? ¿Veinte? ¿Más?
Donny se adelantó, al parecer no demasiado preocupado porque una Pariente se comportase como si fuera su alfa.
-¿Quiénes son? ¿Cuántos?
-No lo sé, acabo de salir de mi despacho.
-Avisa al Clan y sal de aquí.
Le hizo un gesto a Alecto y corrió escaleras arriba con la mano aferrada a la empuñadura de Klaive. No sabía lo que se iban a encontrar ni cómo iban a hacer para sacar a un montón de chavales de allí.
Cuando subieron los tres primeros escalones, los estruendos de disparos resonaron en el pasillo que acababan de abandonar. Los gritos de los adultos ahogaron los de los adolescentes. Las balas impactaban contra las paredes y las taquillas levantando un hedor a piedra caliente, a pólvora y a plástico quemado que se instalaba en la nariz y no la abandonaba.