Partida Rol por web

-¡Joder!

Tiró del codo de Alecto para obligarla a agacharse. El resto de la manada iba a tener que esperar. Ni siquiera se estaba enterando de dónde venían los disparos, y la verdad, la posición de los pistoleros no era prioritaria. Empezó a cambiar a Glabro a toda prisa.

-Escucha. Antes de empezar a repartir en Crinos tenemos que enterarnos de si son balas de plata o no. Y luego, no romper el Velo. Voy a distraerles. Ayuda a la directora a despejar el pasillo.

Sin permitirse pensar mucho más en ello saltó al pasillo, buscando algo detrás de lo que pudiera esconderse de todas esas balas.

Sueño echó un vistazo a su alrededor por si percibía algún peligro antes de moverse, se transformó en Hispo y se dirigió con presteza a donde se encontraba el gorrión.

- Pequeño gorrión necesito tu ayuda, encuentra a Ismene Lengua-Venenosa y a su manada lo antes posible. Que regresen de inmediato. Diles que Riverside está siendo atacado.

Flecha-de-plomo apretó los dientes y asintió. Echó un vistazo atrás por si Sueño volvía de la Umbra, pero no se detuvo en seguir a la Alfa. Era un lupus, no le costaría trabajo seguir su rastro al regresar.

Avanzó, también agachada y con el corazón que parecía ir a salírsele por la boca. Los Danzantes eran unos hijos de puta sin escrúpulos... y se le tenía que haber ocurrido antes que centrándose tanto en el Clan desprotegían todo lo demás. Habían pensado en la Parentela, pero no en aquel lugar tan importante. Pero es que no contaban con los efectivos suficientes... Viviane sacudió la cabeza y siguió andando. Aquello era una locura.

-Déjame ir primero. Puedo camuflarme un poco -pidió.

Con un trino preocupado, Gorrión fue a buscar a las Furias Negras con su rapidez y astucia características.

-Ve -susurró-. Pero ten cuidado.

Viviane asintió y apretó los dientes, concentrándose para que surtiese efecto.

-No me vigiles o el efecto se disipa -le informó antes de echar a andar agachada, pegada a la parez procurando no hacer ruido.

Al ver partir al gorrión Sueño se volvió en busca de sus compañeras de manada. Regresó al pasillo, cambió de nuevo a Homínido y regresó a la Teluria dándose toda la prisa posible.

Donny se parapetó tras las taquillas mientras escuchaba lo que ocurría en las clases. Alguien lloraba a viva voz, un coro de chavales pedían ayuda y las balas los acallaban. El tirador avanzaba en su dirección, pero no podía verlo por las filas de taquillas y las esquinas del pasillo.

En una de las aulas más cercanas, una voz masculina que le sonaba de algo dijo:

-Por favor, ¿qué es lo que quieres? No vamos a hacerte daño, no tienes que... -BLAM BLAM BLAM. Y más gritos.

Donny tenía dos cosas que contener: la Rabia, que le martilleaba el cráneo como una jaqueca, y el enorme cuerpo de Hispo, resultado de una transformación incompleta. Se encogió detrás de las taquillas mientras trataba de forzar a su cuerpo a encoger hasta convertirse en el de un lobo.

Viviane se adelantó, invisible gracias a su don. Se oían disparos en el piso de abajo, pero también en el segundo. Venían de la biblioteca.

Por el camino se encontró con estudiantes que huían o trataban de esconderse, varios cadáveres de adolescentes tirados en el suelo y cubiertos de sangre. El profesor Carcetti, un Pariente de las Furias, cerró con llave una de las aulas con manos temblorosas y corrió hacia la siguiente para calmar a sus alumnos y hacer lo mismo.

En la biblioteca había mucho silencio, aunque alguien caminaba entre las estanterías dando pasos tranquilos pero poderosos. Mientras se escabullía hacia la zona de los ordenadores, que quedaba más alejado de los pasos pero que podía rodear para tomar por sorpresa a quienquiera que estuviera haciendo eso. Mientras avanzaba entre los escritorios, cuyos monitores aún seguían encendidos y zumbando, un gemido de terror y un disparo le helaron la sangre. Y luego de nuevo los pasos.

Alecto hizo lo posible por dirigir a los crios hasta las salida más cercana, pero lo cierto es que ellos ya de por sí tenían prisa suficiente y sabían mejor que ella hacia donde ir, por lo que sólo tuvo que empujar o coger del cuello de la camiseta a un par de ellos antes ver al último del grupo salir por la puerta. Se dio la vuelta, pegándose a la pared para intentar buscar un punto donde cubrirse y cambió a hispo.

Con el corazón en un puño Viviane avanzó vigilando allí donde pisaba. Pronto descubrió que si seguía mirando al suelo, acabaría dando con un rostro conocido que le helaría la sangre y no sería capaz de continuar. Se detuvo unos segundos, tomó una bocanada de aire y continuó pegada a la pared hasta llegar al origen de los disparos. Permaneció unos segundos en tensión, agazapada en la puerta, pensando que la fuerza con la que retumbaba su corazón casi debía ser perceptible entre tanto silencio macabro. Hizo una breve cuenta mental, y avanzó de nuevo buscando refugio entre las mesas.

Había alguien más allí. Alguien vivo y armado. Alguien que seguía disparando contra los que había sido sus compañeros. Se preguntó qué estaría haciendo su padre, y si podría llegar en una de las ambulancias que debían estar de camino. Pensó brevemente en Donny y Alecto, y en Ashley que podría estar cubriéndole las espaldas. Pero no había mucho tiempo. Si le dejaba allí podría acabar con más vidas y... los pasos sólo indicaban uno. Pensó que era un tremendo error, como cuando tiró a Alecto al agujero. Pero estaban allí para morir.

Echándose la capucha cambió de forma para pasar a Glabro. Un poco más de resistencia y soltura no le vendría mal. Después continuó avanzando, tratando de encontrar la forma de sorprenderlo y quitarle el arma. Una vez el arma estuviese lejos de su alcance, podía quitarlo fácil. O eso esperaba.

El tirador llevaba puesto un chaleco antibalas y tenía una pistola de gran calibre con la que había matado a los compañeros que ahora yacían por el suelo, entre restos de sesos y sangre. Para su sorpresa, Viviane le reconoció.

Había ido a un curso inferior al suyo y era un buen jugador del club de ajedrez. Tim Sunderland, el apocado friki del que se reían por sacar buenas notas en mates, disparó a una chica de octavo entre los ojos.

No le costó identificar al muchacho, pero sí entender cómo había llegado a ese punto. Y antes de que se diera cuenta acababa de disparar a otra muchacha levantando un estremecimiento en ella. Ashley la iba a matar por hacer aquello, pero no podía permitirle abandonar aquella estancia y que siguiera matando a más inocentes. Además no era rival para un garou, así que se escabulló por su espalda dispuesta a arrebatarle el arma.

Con todo el sigilo de un Ragabash, Viviane se acercó a Tim sin que éste pudiese verla. No fue hasta el último momento que notó su presencia, justo cuando Viviane le agarró de la muñeca y le arrancó la pistola de la mano.

-¡¡AAAAAH!! -chilló el chico, aterrorizado-. ¿Quién eres tú? ¿Qué eres? ¿Qué demonios...?

Los dos Hispos aparecieron desde detrás de las taquillas y se encontraron con un joven de unos veinte años, ataviado con una chaqueta de invierno y un gorro de lana. En la mano llevaba una pistola automática con la que acababa de matar a una clase entera llena de alumnos; la sangre chorreaba desde la puerta, densa y olorosa para sus sensibles narices lupinas.

El asesino dejó escapar una exclamación de sorpresa y levantó la pistola para dispararlos a ellos también.

-¿¿Qué cojones es esto?? -le oyeron gritar-. ¡¡FUERA!! ¡¡MARCHAOS!!

Donny rugió, furioso, y se lanzó sobre el hombre con intención de derribarlo y aplastarlo contra la pared. Sentía la Rabia a punto de dominarle, y por una vez había una parte de él que deseaba cederle el control y destrozar a ese hombre a mordiscos.