Partida Rol por web

Atanamir aparece en el lugar que ocupan los difuntos. La muerte de su cuerpo humano no ha afectado lo más mínimo a su expresión ni a su compostura. Decir lo mismo de su interior sería probar a contestar un acertijo del que se sabe solo la mitad del enunciado. Mira a los presentes sin sus ojos, del mismo modo que quedó su cuerpo físico. 

- Hola. - Saluda sin un tono definible. Ahí están algunos de los Fatas ejecutados en las votaciones, mientras que otros fueron asesinados a sangre fría. No le importa eso. Sabe que ese no es su sitio. - Aina, ¿ya me extrañan? - Pregunta de un modo que se deja entrever una oscura ironía pero una profunda urgencia por tener noticias del otro lado. Ese es mi sitio.

Aina había vuelto a coger la botella de vino y se había rellenado la copa. Escuchaba las palabras que se estaban cruzando. Escuchó la petición de Gelion y dirigió su mirada hacia el reloj. - Lo diré después de las campanadas. Ahora el ambiente está muy tenso - . Le dijo y se llevó la copa a los labios, degustando aquel dulce néctar. Empezaba a sentirse un poquito embriagada con tanto vino. Sus mejillas se habían sonrosado y sus ojos brillaban. 

Escuchó la voz de Tarma y la miró, inclinando suavemente la cabeza. - Te lo dije - . Le dijo señalándola con la misma mano que sujetaba su copa. - Por muy buenas intenciones que tengas, no nos gusta pensar que vamos a tener que obedecer tus órdenes. Si no hubiera dicho nada, quizás tendrías más posibilidades - . Suspiró y llenó otra copa, tendiéndosela a la fata. - Venga, no me mires así, que yo no tengo la culpa - .

Pero en ese momento la atención la acaparó el espejo. Aina lo ignoró, cogió unas cuantas uvas y un poco de queso y se lo llevó a la boca, acompañado de un nuevo trago que se acababa de servir.

No tardó en materializarse la figura de Atanamir. Aina se acercó a él, con la copa todavía en la mano y una expresión perpleja en sus ojos. Movió su mano libre a un lado y a otro para comprobar si podía verla. Pestañeó y una pequeña mueca se formó en sus labios.

- Hola, Atanamir - . Le saludó, descubriendo así que sabía quién era. - Todavía no ha reaccionado nadie... No, espera... - Levantó una mano, acompañando a su petición y arrugó suavemente el ceño - Ivanna se acaba de acercar a tu cuerpo. Creo que te ha reconocido. Ha empezado a sollozar y teme que le diga que eres tú. Pero en el fondo creo que ya lo sabe - .

Cruzado de brazos, Loth, el vagabundo, observó cómo el lector aparecía ante ellos. No dijo nada, solo observaba su fina ironía mientras sus tentáculos se mecían suavemente.

Luego devolvió su atención a un punto indeterminado de la sala, como si estuviera manteniendo otra conversación con alguien más allá de la realidad.

Apenas habían pasado unos minutos desde el combate cuando el espejo pareció reaccionar de nuevo, trayéndoos imágenes de ese otro lado. Al mismo tiempo, aquí, la figura de Loth iba disolviéndose, demostrando que era él quien volvía a la vida.

Atanamir niega con la cabeza. - Elendire debe saberlo. Por quien es ella. Ella confía en ti, y confiaba en mi cuando estábamos en la Linde. Si no se ha confirmado, dilo. Haz público quien soy. - Pide a la Fata de Palacio, que puede hablar con los muertos y los vivos a la vez. - Lúva sigue viva. La traidora sigue viva.

Se gira entonces ahora hasta localizar a Loth, el Fata con el que debía ajustar las cuentas. Lo mira sin ojos, con impasividad, pero librando una guerra en su cabeza. Las cosas no son como antes, pues ahora la Bruma era un huracán. Cuando ve a este desaparecer de allí y volver al terreno de los solamente condenados. Baja su mirada y cruza las manos a la altura de la cintura.

Míriel antes de que saliese el resultado de las votaciones se había quedado mirando a Vanya, cada vez lo tenía más claro con ella... iba a haberle contestado cuando varios sucesos acontecieron con rapidez. Primero la caída de Seth, segundo la vuelta a la vida de Loth.

Con respecto al primero no sabía muy bien lo que pensar de él, se había perdido demasiadas conversaciones... con respecto al segundo. Se trataba de un fata silencioso y prudente, y bajo su punto de vista podía ser bueno para Fae que hubiese revivido.

- Vanya- suspiró- no he mentido en ningún momento... ni respecto a tí... y lo sabes. Ni mucho menos respecto a mi envenenamiento, pero vamos progresando al menos has admitido que no me inventé lo del veneno. Lo que es una pena es que no esté dentro de mi carcasa humana, siendo Míriel no te puedo contestar como Roger lo haría- le dedicó una enigmática sonrisa, bastante divertido con la hipotética situación que hubiera tenido lugar de estar hablando el señor Templar en vez del guardaespaldas de la princesa.

Después se giró hacia el recién llegado.

- No se si alegrarme o no de que estés aquí Atanamir, no me gusta juzgar a nadie sin tener un conocimiento mejor de sus actos... Pero acabas de decir algo que me ha llamado la atención... ¿Por qué acusas a Luva? ¿Sabes cual es su carcasa humana?

Atanamir mira al Fata rubio, Miriel. Hacía ya bastante tiempo que abandonó la vida, y nada había cambiado con su ida. Nada cambió con las muertes. Asiente a sus palabras. - Así es. - Contesta escueto. No conoce las reglas no escritas de esta estancia, por lo que no revela más.

El guardaespaldas de la princesa enarcó una ceja ante la escueta respuesta de Atamanir, normalmente los fata que caían solían esponer sus motivos y sobretodo justificar sus acusaciones.

- Y no vas a decir nada más... me parece bien que no quieras compartir lo que sabes, pero lo lógico es que si se lanza una acusacion se expongan un motivo, de lo contrario hubiera estado bien que no hubieses rebelado ese nombre. Si tu lealtad está con Fae puede que se pudiera hacer con lo que sabes, si tu lealtad está con los traidores podrías tratar de hacer como Vanya o Falmari, azizañar por tu causa.

Falmari lanzó una mirada hacia el guardian incompetente-hey bicho luminoso, no me metas en el mismo saco que tu "mata-niños", en el bosque todos saben que tratabas de asesinar a la princesa...o algo peor.

- Pero... ¿Por qué dices que ella es una traidora? - Aina no entendía la fijación de Atanamir con Luva. La fata le había devuelto a la vida delante de todos, exponiéndose a que los verdaderos traidores fueran a por ella aquella noche. ¿Qué sabía Atanamir que no compartía con los demás? 

Habían muchísimas cosas que no entendía. Como por ejemplo, el regreso de Loth. Las últimas horas él había estado como ausente y, de repente, había regresado a la vida. Recordaba sus últimas palabras y una pequeña mueca se dibujó en sus labios. ¿Qué había querido decir? 

Se había quedado pensativa, con la mirada fija en el punto donde Loth había desaparecido. Finalmente suspiró y volvió a buscar la mirada de Atanamir, impactándole una vez más los muros oscuros que la recibieron. - No lo entiendo - Se mordió el labio, guardando unos segundos de silencio. Conscientemente ignoró a Falmari, que de nuevo abría la boca solo para meter cizaña. - Si sabes algo, ¿por qué no lo compartes? Loth era el que se comunicaba con Kammy y ya no está. Aunque parece ser que Falmari también se comunica con alguien... - Le dijo, advirtiéndole mientras dirigía su mirada afilada hacia la sirena.

Atanamir realiza un discreto encogimiento de hombros ante la respuesta de Miriel. - Lo siento. No conozco los procedimientos de Aina aquí. Si es algo que no se ha dicho aquí, quizás no sea yo el que deba decirlo. - Escucha la advertencia de que Falmari podría comunicarse con alguien en otro lugar. - Por eso mismo. - Dirige ahora su ausente mirada a la Fata de Palacio.

- El conocimiento que tengo compromete a otros. Haberme dejado llevar por la naturaleza de Seth es uno de los motivos que me ha traído aquí. Ser imprudente. - Mira a Aina directamente aún. - Dices que te devolvió la vida. Yo te digo que mires más allá de ese regalo. No querer compartir mi conocimiento con quienes me han sentenciado no es focalizar mi fría rabia, es simplemente no desperdiciar conocimiento en quien ha desconfiado de mi. Cuando sea sabida mi inocencia y compromiso con Fäe, y sepa que soy considerado Fata de confianza, será otro mundo.

Falmari lanzó una mirada desafiante a ambos, en su rostro había una amenaza velada, sin embargo ladeo la cabeza y se echo distraida-si...Aina nos oculta cosas, las tergiversa y nos vende lo que le interesa-se giro hacia los demás-nunca e negado el desprecio que os profesaba, me e reido de casi todos vosotros una y otra vez por seguir como borregos los mandatos de palacio, Aina solo es una copera simple y llanamente, la que le llena el vaso a la gente de palacio os cuenta lo que le interesa y lo que no se lo inventa...sin embargo os dice "Falmari traidora" y todos "Falmari traidora"-hizo una pausa para mirarlos a todos-ahora os pregunto ¿que pruebas tenéis de que yo sea uno de esos carniceros? cuando fuí la primera en morir como un perro.

Mis ojos se dirigen hacia Atanamir. Había oído hablar del fata pero nunca había cruzado palabras con él -Bienvenido Atanamir a nuestro hogar, el lugar de los caídos.

La respuesta de Miriel me hace sonreír -Es gracioso que me metas en el saco de Falmari, confirmando las palabras de Paul, pero que luego afirmes que yo miento, desmintiendo al hombre. Parece que su opinión te gusta en todo momento salvo cuando dicen la verdad sobre ti. Respecto al envenenamiento, si te detienes a pensar un momento he dicho que, si dices la verdad, alguien allí arriba miente. Pero tu lengua siempre está envenenada, al igual que tus actos, tal vez solo te mordieras. Solo debemos recordar como querías dar muerte a Lera hasta que Aina ha mostrado que lo que decías no era verdad y has tenido que, de nuevo, cambiar tus palabras. Eres una serpiente, Miriel, pero aquí no podrás hacer más daño a nadie.

Una vez dejado al fata en su sitio me giro hacia Aina y Atanamir -Atanamir, si tienes información sería bueno que, cuando estés preparado, la compartieras con Aina. Ella puede equivocarse pero estoy segura de su inocencia. En estos momentos estamos todos perdidos, no tenemos claro cuantos de los que han traído la guerra han caído ni cuantos siguen al otro lado, errarse es la norma, no lo extraño. Y, además... -me detengo en medio de la conversación, dejando que las palabras mueran en mis labios. 

El olor del bosque nos rodea ¿lo notáis? La brisa nos rodea, deslizándose sobre las hojas de los árboles. La melodía, una canción llevada por el viento ¿la escucháis? Fäe está aquí, está tan cerca -digo a los otros sin mirarlos, enfrascada en lo que me rodea -la música me llama...

El Fata de la Linde escucha impasible el incesante cacareo de Falmari. - El silencio es oro. - Dice tajante cuando este termina de hablar. Le retira la mirada y si en la medida de lo posible la atención. Luego escucha a Vanya, la cual lo sorprende por no tenerle rencor. Al fin y al cabo, él fue su ejecutor. La saluda con un asentimiento. - Tampoco creo que sea una asesina ni una traidora. - Responde con calma a Vanya. - No confío completamente en su criterio, si bien el mío tampoco ha resultado ser bueno. 

Atanamir respira el aire que Vanya anuncia y no habla por segundos. - Son vientos de mierda. - Dice pensativo y bastante seguro de sus palabras. - Aún queda demasiado por hacer. Fäe está a años luz de aquí. 

Gelion se mostró turbado. Se sentó en el suelo, apoyando uno de sus brazos en la rodilla que mantenía en el aire, mirando a todos lados. 

- Alguien...- Dijo, sin buscar a nadie que escuchara sus palabras, sino como si se hablara a si mismo. La preocupación en su voz, y la impotencia se hacía patente en su tono.- Alguien acaba de tomar mis poderes.- Levanto su rostro, hacía Aina para saber si alguien confesaba al otro lado.- Ya no puedo actuar en el otro lado... - 

Míriel ignoró a la sirena, sus ocurencias le harían gracia sino fuera por todo lo que estaba en juego. Pero sin duda las palabras del recién llegado le llamaron la atención. Lo miró pensativo, aquel fata no estaba exento de razón... estar muerto no significaba haber dejado de jugar aquel macabro de juego. No sólo Aina estaba en contacto con el mundo de los vivos, Falmari, Loth... e incluso Gelion parecían tener conexión con otro fata. Aquello era realmente desconcertante y el guardaespaldas de la princesa se volvía a sentor el fata más idiota de todo Fae, su comportamiento había sido del todo imprudente, había hablado demasiado... había dado demasiados detalles y aquella información en las manos inadecuadas era peligroso.

Entonces Vanya volvió a hablar... insultándolo como siempre, era curioso el rencor que le guardaba a él en particular.

- Vanya... querida, me pregunto una cosa... ¿Cómo es posible que toda tu ira me la reserves exclusivamente a mí? Que yo sepa sólo te descubrí, no he sido yo quien te ha ejecutado y si lo piensas bien he muerto dos veces por tu culpa... seguramente ningún hombre, ni fata ha sido capaz de morir por tí como lo he echo yo... en consideración a este detalle por mi parte, te agradecería una pequeña tregua... Tu no me atacas y yo no te digo nada ¿De acuerdo? es que sintiéndolo mucho vamos a tener que seguir soportandonos un tiempecito más, por lo menos hasta que todo termine y el mundo de lso muertos es un poco pequeño...- dicho lo cual se centró nuevamente en Atanamir- Tienes razón en lo que has dicho, la prudencia es la mejor arma... lástima que yo no lo haya sido y ciertamente la batalla aún no ha terminado... lo que me preocupa es como acabará...- iba a haber añadido algo más pero entonces Gelion intervino diciendo que su poder había sido robado.

- ¿Qué?... ¿Cómo ha sido eso?... Supongo que no habrás sido capaz de saber quien ha sido ¿verdad?- miró a Aina un momento desconcertado- ¿Ha habido alguien que se haya acercado al cuerpo humano de Gelion?

Miré la copa que me tendía Aina, y negué con la cabeza de manera suave. No me gustaba aquel tipo de bebida, y no me apetecía tomar nada en ese momento.

Me quedé pensativa, considerando las palabras de aquella fata errante entre dos mundos. Yo creía que mi poder iba a ser una luz clara en un túnel oscuro, que traería verdades en lugar donde las mentiras eran los cuchillos. Pero me equivocaba. La gente prefería ser libre antes que conocer la verdad. Podía llegar a entenderlo, pero no lo compartía en absoluto.

—Gracias, Aina— dije, rechazando su copa de nuevo—. No hace falta que me sirvas— sonreí—. Tómatela tú— la señalé.

Y me retiré a un lugar donde las conversaciones no me taladraran la cabeza de manera continua. Me sorprendí ante algunas de las revelaciones que se dieron, pero no quise mostrar mi desconcierto. Parecía que allí todos sabían mucho, y no quería dar muestras de mi ignorancia, preguntando demasiado. 

Aina se mantuvo en silencio, con la copa que Tarma no había aceptado en la mano, y dándole algún que otro sorbo. Tenía la mirada perdida y una expresión soñadora en su rostro. 

A pesar de parecer ausente, escuchaba todo lo que se hablaba en aquel gran salón. Escuchó a Falmaria, pero como tantas otras veces ignoró sus palabras. También escuchó a Atanamir y enarcó una ceja, aunque siguió con la mirada perdida. Tan sólo reaccionó cuando Gelion confirmó haber perdido los poderes. Pestañeó y se volvió a mirarle. 

- Nadie ha dicho nada, ni he visto a nadie acercarse a tu cuerpo - . Le dijo y arrugó suavemente el ceño. - Otah acaba de confirmar que desde anoche ha estado ausente, tal y como nos advirtió Loth - . Sus ojos celestes centellearon al explicarles aquella noticia. - No sabe qué es lo que ha ocurrido y pide explicaciones - . Tras esas palabras dirigió su mirada hacia Atanamir y arqueó ligeramente una ceja. No le había gustado su comentario, pero tenía que saberlo. - Paul ha confirmado tu inocencia. Dice que nos equivocamos - .

- Ni idea.- Responde a Miriel, aún turbado.- Solo han tomado mi capacidad de tomar la vida de alguien desde acá, el resto sigue igual... Pero con ello he perdido la oportunidad de hacer algo significativo por el Bosque.- Se froto el rostro, visiblemente cansado. 

- Aina, o Falmari, por favor... comuniquenle a esa persona que ya todo depende de los vivos.- Para esta tarea confiaba mucho más en Falmari, por ilógico que pareciera, pero el hecho de que haya sido ella quien transmitió el mensaje inicial era lo más importante.- Dudo que si alguien se haya acercado a mi cuerpo fuese de ayuda... Las cosas que pueden hacer algunos están más allá de un acto físico.- Su tono de voz dejó de ser enérgico, su determinación había sido mellada.

Era prácticamente de noche. Podíais sentirlo dentro de vuestras esencias, de vuestros cuerpos Fata. Además, el reloj lo confirmaba. Ese testigo mudo que os había visto llegar uno a uno seguía avanzando lentamente, sin prisa.

Hacía mucho desde la última vez que una nueva llama se había incorporado a esa extraña danza. Más de veinticuatro horas. Y sin embargo, de repente... Ahora, justo antes de que la oscuridad lo cubriera todo en el mundo de los vivos, una llama negra nacía sobre el número VI. El único que hasta el momento seguía vacó. El reloj parecía cada vez más completo, y eso podía ser muy bueno... O muy malo.