Partida Rol por web

Ingur te hace un hueco, y deja que te tranquilices sin decir nada. No hace ningún gesto de apoyo ni te dirige mirada de compasión alguna. No le pegaría nada, por otro lado. Tras medio minuto, habla.

-Soy un cabrón, pero eso ya lo sabes. Y tú también. Eres un mal bicho, y por eso me caes bien. Porque si hay que hacer algo, lo haces y punto. Por eso estamos vivos todos aquí, porque le has echado más ovarios que el resto de nosotros juntos.

Abarca a la gente allí reunida con un gesto de la mano.

-Si esta panda de borregos no se ha empezado a desmembrar como animales a estas alturas, es gracias a ti. Y no te lo van a reconocer en la puta vida. Es una mierda de trabajo, pero alguien tiene que hacerlo. Y sí, quizás todo se va a la mierda igualmente, joder. Pero necesitamos que te lo creas, que te lo creas de verdad. O te lo crees o estamos jodidos.

-¡Oh, POR FAVOR...!

Will da un paso adelante, sobrepasando su habitual timidez, y apunta al pecho de Ashe con el dedo índice.

-¡Saga está ahí dentro, al borde del colapso, por tu culpa! ¿Quieres ayudar a Dag? ¡Pues haz lo que se te dice!

Frigda abre la boca, estupefacta. Eskol da un paso atrás sorprendido ante la fiereza de Will. Ashe, en cambio, le sostiene la mirada en silencio.

-Mira, estás histérica, lo entiendo. Pero no tenemos tiempo para esto. Si sales ahí fuera, nos molestas. Molestas a Saga, que se va a preocupar por ti, y molestas al resto con tu inexperiencia. Quizás jodes el ritual, y entonces ya puedes dar al niño por muerto. Y si te vas al bosque sola, todo esto se derrumba. El pueblo, la gente. Lo poco que puede quedar de cordura en este condenado pueblucho en el fin del mundo. ¿Y todo para qué? Si te encuentras con la bestia, te mata. No hay más.

Ha ido bajando el tono, tras su estallido inicial. También se ha ido acercando a Ashe, hasta quedarse a apenas un palmo de su rostro. Sus últimas palabras suenan en un tono bajo y grave, completamente distinto a lo habitual en ella.

-No estás haciendo esto por Dag, lo estás haciendo por ti. Invéntate las excusas que quieras para justificarlo.

Se gira y se dirige de vuelta a la sala común.

De alguna manera, quizá porque era Ingur y no tenía razón alguna para tratarla bien y con palabras bonitas, no supo qué decir. Quería decirle que Ashe iba a morir si la dejaba ir, que el marido de Bedelia estaba muerto y sin salvación, que qué iba a pasar si se equivocaba igual que con lo del fuego y la luz. Que había sido lenta y torpe y por eso se habían llevado a Dag. Todas esas excusas quiso decir para justificar que no era ni la mitad de lo que decía. Pero en su interior estaba aquel conflicto, como dos lobos rabiosos atacándose con desesperación por un pedazo de carne, y eran los aullidos y gruñidos lo que no le dejaban pensar. Cada uno tiraba y mordía a matar y lo importante, la verdad, lo único que importaba en realidad era seguir con vida. Y si para seguir con vida tenía que creerse las palabras del cojo mujeriego, vaya lugar al que habían ido a parar.

Fue entonces, cuando el llanto empezó a ceder, cuando reparó en la pulsera que seguía llevando en la muñeca. La que le había dado Gerdah con la runa de Algiz, la protectora. Ese era su trabajo y eso es lo que tenía que hacer. Y no había más discusión posible.

-Ya. Vale. -Se incorporó de repente, sacudiendo la cabeza. Después le miró -probablemente todavía con un aspecto lamentable- pero de forma totalmente diferente. Asintió una sola vez antes de hacerle un gesto para que se levantara-. Vamos a caballo.

Ingur te dirige una sonrisa, enseñando sus dientes torcidos. Luego se incorpora sin pedirte ayuda, dando algún saltito para recuperar el equilibrio.

-Ya veremos como va eso, sin una pierna. Quizás me tumbo y voy de fardo.

-Montas conmigo. No hay caballos para todos -explicó-. Puedo equilibrarte con una cuerda, pero cuando lleguemos allí vas a tener que ser capaz de dominarlo. No tengo ni idea de cómo va a ir... Imagino que te las ingeniarás.

-Ahmel, tranquilo, dime en qué consiste esa teoría tuya- dijo Thorir intentando calmar al sureño

Ahmel gruñe, frustrado por tener que repetir la explicación.

-Veamos... De forma algo burda, creo que sería necesario distinguir entre dos "procedimientos". El primero es el rito de sometimiento, el plan que llevo proponiendo desde el principio, y que todos os estáis empeñando en desoír para hacer caso a esa oscurantista. La única manera de enfrentarnos al djinn, que nos permitiría controlarlo y usarlo a nuestro antojo contra sus pares, si es que hay más de uno como se ha empezado a afirmar.

Mientras Ahmel se pierde en su explicación, oyes que Will está interviniendo en la conversación entre Bedelia, Ashe, Frigda y Eskol. Y lo oyes porque ha subido el tono, y parece estar algo alterada. Sin embargo, la verborrea de Ahmel te distrae y te impide prestar atención.

-El segundo proceso, si es que puede llamársele así, es un ritual para revertir el estado de una víctima a la que el djinn ha sometido y transformado. A diferencia del anterior, es solo una teoría sin contrastar, que entraña cierto riesgo de fallo y que podría ser peligrosa. No hay demasiados escritos al respecto y, a diferencia del ritual de control, no es más que una suposición que he deducido a raíz de varias conclusiones y suposiciones originadas en los pocos registros que hay de casos similares. Aunque no negaré que la idea de poder actuar como punta de lanza en la investigación del mundo ocultista me seduce en gran manera, debo insistir en desechar esta idea. Mi grado de certeza respecto a la capacidad del primer ritual de controlar a la bestia es absoluto, pero se reduce drásticamente en este caso, e incluso un paladín de la ciencia como un servidor debe realizar sacrificios de cuando en cuando en pos del pragmatismo. Nos encontramos en una situación ciertamente crítica, un fallo puede significar la muerte. ¿Y qué necesidad hay, francamente? Incluso aunque fuera cierto que una de esas bestias fue originalmente una persona de carne y hueso ahora transformada por el djinn, no sería más que un extraño. Hay una razón por la cuál el ritual de reversión de la maldición no está bien documentado, y es que pocas veces existe un incentivo para llevarlo a cabo.

Will se gira y va hacia la sala común, visiblemente enfadada. Sea lo que sea lo que ha dicho, no ha esperado a obtener respuesta.

-Mmmm, entiendo- Thorir estaba pensientede dos sitios, de lo que ocurría con Will y de lo que hablaba Ahmel,, -Está bien Ahmel, ya comenté que controlar a una bestia podía sernos de mucha utilidad, pero lo otro, no se si sería buena idea- le dio una palmada en el brazo al sureño y se despidió dirijiéndose hacia donde se encontraban Bedelia, Ashe y el resto, -Espero que no te equivoques Ahmel-

Tras la sorprendente intervención de Will, Bedelia dejó que se marchara. Lo más probable era que fuese junto a Saga y que las dos se consolasen, pero no pudo evitar masajearse las sienes sintiendo que el incipiente dolor de cabeza se desataba. Quería llorar. Y reír. Y gritar. Y unas diez cosas más que había decidido enterrar en lo más profundo de si misma para dejar sitio a la idea de que podía recuperar a su marido. Pero para llegar hasta ese punto primero debían ocuparse del presente.

Podía decir que entendía ambas posturas; entendía a Will, aunque su motivación para hablar fuese defender a Saga creía que había dicho grandes verdades. Pero también entendía a Ashe, ponerse en su lugar le resultaba muy sencillo. Si alguien, en ese instante, le dijera de quedarse en el campamento le habría llamado loco, y Dag era su hijo, biológico o no era lo de menos. En un principio había querido convencerla porque parecía lo más sensato pero ya no lo tenía tan claro. Optó por la opción intermedia.

Thorri se acerca justo cuando Will se va, a tiempo para escuchar la respuesta de Bedelia, dirigida a Ashe.

-Will tiene razón, Ashe. Eres muy capaz, pero la lucha va a ser inevitable y no podemos distraernos protegiendo a más gente. Sin embargo, tampoco creo que haya forma alguna de convencerte para que te quedes aquí, así que creo que deberíamos hacer un trato.

La miró con seriedad.

-Vendrás con nosotros, el cómo lo discutimos después, porque no me parece lo más sensato separarnos ahora. Pero no intervendrás a menos que sea absolutamente indispensable, lo que te obligará a utilizar todo tu autocontrol. Tienes que confiar en nosotros para que ésto funcione, Ashe. Si caemos como bien dices serás lo último que le quede a Dag, pero hasta entonces debes asumir que vamos a hacer todo lo posible por protegerle y dejarlo en nuestras manos. Eso implica no hacer ninguna tontería.

Alzó una mano.

-¿Estás de acuerdo?

Ashe se ha quedado mirando el punto por donde desapareció Will fijamente, pensativa. Cuando Bedelia termina, niega con la cabeza levemente.

-No. Tiene razón. No estoy haciendo esto por Dag.

Mira a Bedelia.

-Prométeme que lo traeréis de vuelta.

Ingur parece dispuesto a replicar de nuevo, mientras os dirigís a la puerta, pero la repentina aparición de Will hace que guarde silencio. Tu amiga parece bastante alterada, aunque al verte su expresión se suaviza.

-Saga -mira a Ingur-. Deja, te ayudo.

Acto seguido se coloca al otro lado, ayudándote a soportar el peso de Ingur sujetándole de un brazo. El norteño esboza una sonrisa, probablemente dispuesto a soltar algún comentario de los suyos, pero tras dirigirte una breve mirada de reojo parece pensárselo mejor y, por segunda vez, guarda silencio. Will no parece percibirlo.

Por el amor de...JODER. Por lo menos así estará a salvo.

-Te lo prometo.

La norne asintió desviando la mirada al hacerlo como si le faltaran las fuerzas para enfrentar aquello. Pero pensó que las cosas se hacían pasito a pasito. Sacar a Ingur, montar a caballo, ir... Y después ya vería. Una cosa a cada momento. No iba a discutir ni a decir nada. Estaba todo dicho y allí todos eran hombres y mujeres libres para hacer lo que creyeran conveniente. Ella había cumplido su parte y ahora le tocaba al resto. Sí. Le tocaba al resto.

Ashe mira a Bedelia durante unos segundos, como si quisiera asegurarse de que dice la verdad. Luego baja la mirada y, tras unos segundos, comienza a convulsionarse, derrotada por la pena que solo había mantenido a raya gracias a su decisión de hacer algo. Ahora, la impotencia la desborda y cae de rodillas al suelo, llorando en silencio. Frigda se agacha a consolarla y Eskol os dirige una mirada significativa: Será mejor que las dejéis solas.

La sureña parpadeó un par de veces, confundida. Aquel comportamiento le resultaba tan extraño en Ashe que se había quedado totalmente paralizada. Dió medio paso al frente y levantó las manos en un amago raro de abrazo, pero ante la mirada de Eskol titubeó y finalmente se limitó a apretarle el hombro con fuerza en señal de apoyo.

-Intenta descansar un poco.

Dudó unos segundos más (aún con todo sentía el impulso de consolar a Ashe) hasta que finalmente determinó que parada no hacía nada de verdadera utilidad. Miró a Thorir, asintió y dio media vuelta en dirección hacia Saga.

Thorir permaneció como un mero espectador ante aquellos hechos, todo era muy raro, y le estaba costando seguir el hilo, pero decidó no intervenir y confiar en las decisiones de Bedelia, así que inclinó levemente la cabeza a los presentes en señal de despedida y siguió a Bedelia. 

-¿Qués es lo que tramas?, he preguntado al sureño y apenas sabe en lo que consiste su ritual- dijo Thorir una vez alejados unos metros de Ashe y los demás.

Bedelia se giró hacia Thorir sin dejar de andar, le sonrió con aquel gesto extraño y un fervor que le hacía brillar los ojos.

-Voy a evitar una injusticia.

Si había oído su último comentario no quedaba claro.

Thorir reflejó en su mirada un sentimiento, preocupación, no sabía muy bien de que iba todo aquello, pero ya daba igual, las cartas estaban sobre la mesa y los Dioses, ja, los Dioses ya estaban sentados admirando el teatro que se había formado en aquel pequeño y apartado pueblo de los Yermos.

Asintió, y miró a Bedelia a los ojos, -Espero que no te equivoques, de todas formas tienes mi apoyo, ¿En qué puedo ayudarte?-