Partida Rol por web

El incendio ya ha sido completamente sometido a la voluntad de los habitantes de Sultünge. Incómodos y nerviosos, los pueblerinos se reúnen en el salón de Einar, resguardándose de la ventisca con sus abrigos y el calor del hogar, en el que todavía arden varios leños que restan de la fiesta. Unos pocos hombres vigilan el exterior, dispuestos a dar la alarma ante la menor señal de que algo vaya mal, pero el resto se encuentra dentro. Se oyen varias conversaciones alteradas, algunas entre susurros y otras a viva voz: Nadie parece entender lo ocurrido. No se sabe nada de Einar, que desapareció en medio del incendio.

Entonces Rorar entra en la sala, cargando con un cuerpo: El de Eskol, el hijo de Einar. Antes de que las exclamaciones de sorpresa hayan cesado, dos figuras aparecen tras el norteño: Resmit y Thaldein, que venían siguiéndole. En realidad, las dos parejas habían partido en momentos distintos hacia el pueblo, pero el hecho de que Rorar tuviera que cargar con un fardo ha supuesto que los otros dos, a paso ligero, hayan acabado por alcanzarle.

Ashe, al borde de la histeria, se acerca corriendo a Rorar, mientras unos hombres dejan el cuerpo de Eskol sobre una mesa.

-¿Qué ha pasado, Rorar? ¿Han sido los Yormef?

Rorar no responde. En su lugar, mira a Resmit y Thaldein con una expresión entre confusa y hostil.

-¿Y Einar?

La mirada amenazante de Rorar no nos amedranta después de lo vivido esta noche. Miro a Thaldein que me acompaña, pero parece que no será capaz de contar la historia de lo ocurrido sin derramar alguna lagrima o sin que lo acusen. De modo que me adelanto, paso al lado de Rorar en silencio, mirándole fijamente con cara iracunda pues había mandado a un pobre chico a la muerte. Me dirijo al centro de la sala observando a mi alrededor, todos parecen muy confusos, especialmente por el murmullo que aún se oye de fondo, aunque según avanzo se oyen menos.

Una vez en el centro, me paro y miro a los presentes con gesto serio. No era la primera vez en esa noche que iba a dar un discurso, aún que en un contexto completamente distinto, en la fiesta intentaba animar un ambiente de alegría y festejo, ahora tengo que notificar las tristes y fatales noticias en una noche en la que todos están cansados, entristecidos y confusos.

No soy el más indicado para hacer esto, puesto que soy un extranjero, pero tengo que darle un respiro a Thaldein, él tendrá que encargarse más tarde de todo.

Tomo aliento y comienzo:

- ESTA NOCHE ha dado un giro inesperado, la suponíamos con un ambiente de festejo y se a convertido en tragedia. - hago una pausa para asegurarme de que los presentes me prestan atención. - A sido dura para todos, pero por desgracia aún no ha acabado. Cuando el granero empezó a arder, todos colaboramos para extinguir las llamas. Sin embargo, la responsabilidad de Einar era saber quien fue el culpable y buscar justicia. Cuando las llamas aún estaban vivas, Einar ya pensaba en los culpables, y su primera idea fue la de los Yormef que os visitaron esta tarde y que fueron expulsados por el propio jarl. Asique partimos Einar, Rolf, Rorar, Thaldein y yo en su busca después de encontrarnos con el moribundo Renmo. - miro a Ashe en busca de una respuesta al estado de este y prosigo. - Acabamos encontrando una zona de batalla, donde estaban muertos y despedazados Halki y Poika, mas por suerte, Eskol aún respiraba, y por orden del jarl, Rorar lo cargó hasta aquí, dejándonos el resto a nosotros.

Dejo de hablar para observar a los presentes, en esta noche han sucedido muchas cosas y deben asimilar todo lo que les digo si desean sobrevivir a esta noche. Los murmullos y susurros inundan la sala y aprovecho para comprobar el estado de Eskol con un vistazo rápido, que aún esta en los brazos de Rorar. Tomo aliento y continuo:

- Sin embargo, al poco de la partida de Rorar, Rolf desapareció. Es entonces cuando una bestia nos atacó en la oscuridad de la noche, dejando ver solo la cabeza del hombre desaparecido...

-¡Ese bastardo mató a Rolf! -Grita Thaldein, enfurecido-. No hay mejor manerra de definirle, pues en verdad era una bestia. Y el bastardo, que le maneja a su antojo. Luchan como diablos...

Los vecinos de Sultünge, que escuchan vuestra historia en silencio, se remueven inquietos. Algunos se cruzan de brazos, otros abren los ojos de par en par. Muchos, probablemente, esperen las siguientes palabras.

-Einar... Cayó como un héroe.

Una mirada, que muchos no han advertido, pero que a ti no te pasa desapercibida. Thaldein oculta la verdad, culpa a los Yormef... Y su rostro parece intentar decirte algo, un mensaje sin palabras. ¿Espera acaso que aceptes su mentira?

Ashe suelta un grito de angustia, y cae de rodillas. Probablemente ya lo sabía, por su mirada, pero confirmar las sospechas de uno nunca es un plato de buen gusto, cuando dichas sospechas son tan funestas. El resto de Sultünge parece tan conmocionado como ella. Los murmullos y las miradas de preocupación se mezclan con aquellas de aflicción o desesperación, al oír la muerte de alguien tan querido. Puede que Einar no fuera un líder perfecto. Pero sí era un líder querido.

-... No...

Rorar mira a la puerta, aturdido, como si aquella revelación hubiera sido peor que una espada atravesando su vientre. Quizás lo ha sido. Sin embargo, pronto esa expresión muta, y al mirar al Thaldein refleja algo muy distinto: Pura rabia. Todo ocurre en un segundo, tan rápido que nadie tiene oportunidad de intervenir. El norteño se lanza sobre su compatriota, y, agarrándole el cuello de su vestimenta, le estrella contra la pared con una violencia que hace que muchos se estremezcan.

-¡COBARDE! ¡HUISTE DE ALLÍ, LE DEJASTE MORIR!

Me quedo mirando a Thaldein con su intervención, anonadado y sorprendido, no esperaba que actuase de esa forma.

¿Que pretendes Thaldein? Sabes que ese monstruo es más peligroso que un niño mimado y su compañero gigante, lo más fácil es que se mataran entre ellos nada mas salir del pueblo. Pero este es tu pueblo, si prefieres dirigir esto de esta forma no seré yo el que te desmienta. Al fin y al cabo, los enemigos de los Yormef son mis amigos.

Observo a mi alrededor, la reacción de Ashe y la gente del pueblo, parece que Einar era un buen jarl y todos lamentan su muerte. Es entonces cuando Rorar se abalanza sobre Thaldein, doy un paso hacia ellos, miro a mi amigo pero no intervengo.

Es algo que debes solucionar tu, amigo.

Me quedo mirando a Thaldein con su intervención, anonadado y sorprendido, no esperaba que actuase de esa forma. 

Observo a mi alrededor, la reacción de Ashe y la gente del pueblo, parece que Einar era un buen jarl y todos lamentan su muerte. Es entonces cuando Rorar se abalanza sobre Thaldein, doy un paso hacia ellos, miro a mi amigo pero no intervengo.

Es algo que debes solucionar tu, amigo.

Cada palabra de Rorar es un puñetazo para Thaldein, que no puede mantener la mirada a su compañero de armas. Parece que no sabe como responder, así que se mantiene en silencio, pero la vergüenza se lee en su rostro.

-¡Le has dejado morir! Tú... ¡Tú no tienes honor, cacho de mierda! ¡Has matado a nuestro jarl, joder!

Un hombre sale en defensa de Thaldein, y agarra a Rorar de los hombros, separándole de Thaldein con firmeza aunque sin forcejear demasiado.

-Ya basta, Rorar.

Su tono autoritario no deja lugar a réplicas.

Rorar se deja apartar con relativa docilidad, aunque no sin antes dirigir una última mirada de desprecio a Thaldein. Acto seguido se fija en ti.

-Y tú... Forastero -Escupe cada palabra-. Einar te dio cobijo, y así se lo pagas. Me das vergüenza.

Miro a Rorar con fiereza.

Si huí fue por que era la única forma de sobrevivir y venir a avisar al pueblo. Puto perro... Tienes suerte de que respete a Einar lo suficiente como para no partirte la cara. Espero que eso lo digas por la perdida de ese hombre y de tus otros compañeros.

Trago un poco de saliva y pienso antes de hablar puesto que es el dolor el que habla de boca de un perro que ha perdido a su dueño.

- No huí por cobardía, si no por que la situación nos superó, Einar era un gran guerrero y Thaldein es mejor que tú, hasta él mismo lo dijo, y aún así tuvimos que salir de allí. La única razón por la corrimos fue para avisar al pueblo del inminente ataque que se acerca. - respiro hondo - Yo lucharé en primera linea si lo deseas, Einar nos salvo con su vida, y no seré menos con su pueblo. Pero debemos prepararnos, puede llegar en cualquier momento. -Miro a Thaldein, para que cuente el plan que pensamos por el camino.

Thaldein tiene la mirada gacha, y no percibe tu señal. Rorar, sin embargo, sí que ha escuchado cada una de tus palabras.

-¡Avisar al pueblo, dice! Menudo gran pedazo de mierda estás hecho, gilipollas. ¡Tendríais que haberos quedado, joder! Einar era el que debería haber vuelto a avisar, y vosotros deberíais estar muertos -Se gira hacia Thaldein-. Puto traidor. No mereces estar aquí, no mereces estar vi-...

-Ya basta, Rorar.

Los murmullos van bajando, y aunque se siguen oyendo sollozos y respiraciones agitadas, la atención de la gente, incluido el mismo Rorar, se centra en el hombre de antes. Este, sin embargo, gira su mirada hacia otro punto.

-Ashe...

Ashe tiene la mirada perdida y expresión desencajada por la pena. Al oír su nombre, gira la cabeza hacia el hombre y parece no reconocerle. Sin embargo, tras unos segundos asiente y, limpiándose las lágrimas con una manga, muda su expresión a una bien distinta, seria y decidida. El norte es un lugar duro, que no da segundas oportunidades, y ella lo sabe. Cuando llega el invierno, no hay lugar para la tristeza, solo para la supervivencia.

-Frigda, Marja, ayudadme con Eskol -El hombre que le ha hablado se acerca y la ayuda a incorporarse-. Los hombres, salid afuera y decidid qué vais a hacer con los Yormef. El resto, id a vuestras casas rápido y recoged lo que podáis. Hoy dormiremos aquí todos.

Ha hablado con tono autoritario, que no deja lugar a réplicas. De hecho, varias personas asienten y se ponen manos a la obra de inmediato. Parece que la mujer ostenta bastante autoridad entre los suyos, e incluso Rorar parece enterrar el hacha de guerra de forma momentánea, aunque no sin antes soltar un par de maldiciones por lo bajo. Ashe empieza a andar hacia Eskol, pero antes de llegar se gira y recorre con la mirada a todos los presentes.

-Mañana se reunirá el thing.

Su voz es firme y clara, la voz de una líder. No hay rastro de la debilidad que había mostrado antes en ella.

Tras las ordenes de Ashe cojo a Thaldein de la pechera y lo llevo fuera rapido para poder hablar con él a solas.

Tenemos que hablar.

Thaldein te dirige una mirada entre culpable y acusadora, si es que esos dos conceptos pueden conjugarse.

-Sí, pero no ahora. Después. Gracias por no delatarme.

El resto ya está saliendo fuera, y se reúnen en círculo. Además de Thaldein y Rorar está el hombre que ha detenido antes la pelea entre los dos y otros siete hombres, algunos de ellos relativamente jóvenes o adolescentes. No sois ni una docena entre todos.

Mientras todos se apiñan contra la ventisca para poder escuchar bien al resto, un incómodo silencio se empieza a asentar en el lugar. Parece que nadie quiere tomar la palabra: Thaldein mira hacia abajo, pensativo y todavía afectado por lo que habéis presenciado. Rorar, cruzado de brazos, observa a este con una expresión de desprecio en el rostro. El hombre que detuvo la pelea mantiene la mirada alta y la expresión serena, pero no parece dispuesto a empezar a hablar. Un chico, quizás el más joven del grupo, tiene los ojos clavados en la distancia, y prácticamente ni respira. Otro hombre, de edad media, parece sumido en sus propias oscuras teorías, ignorando al resto. Los otros cinco actúan de una manera más o menos parecida: Algunos, afectador por las malas noticias, no acaban de encajarlo. Otros, enfurecidos por ellas, muestran ceños fruncidos que seguramente reflejan la sed de venganza que nace en su interior ante la muerte de sus vecinos y amigos, y de su jarl.

Al final es Thaldein el que, levantando la mirada, rompe el silencio.

-No hemos dicho toda la verdad.

La revelación hace que algunos se remuevan, incómodos. De repente, todas las miradas están clavadas en el cazador, que toma aliento antes de añadir, con voz temblorosa.

-Einar no fue asesinado por los Yormef. Esos bastardos sí que mataron a Halki y Poika, e hirieron gravemente a Eskol y Renmo. Pero cuando llegamos allí ya se habían ido.

Hace una pausa, en la que aprovecha para sostener la mirada a Rorar.

-... ¿Y bien? ¿Qué cojones ocurrió entonces? ¿Quién mató a Einar?

Parece el único que no se ha sorprendido ante la confesión. Quizás, simplemente, su manera de mostrar desconcierto es ligeramente diferente a la del resto. Con Rorar, cualquier respuesta emocional suele estar asociada a la bordería.