Partida Rol por web

Andrel parece advertir tu estado, algo digno de mención teniendo en cuenta que muchas veces ni siquiera parece saber que estás ahí. Su voz retumba en tus oídos.

-La sangre lleva a la sangre -Gira su rostro para mirar a Drunfo, que yace inconsciente en el suelo-. Una bestia lleva a la otra. ¿No lo ves?

La norne, que volvía a ser poco más que una niña aterrada por la oscuridad de la noche, entornó la mirada hacia su hermano. Despegó los labios varias veces, queriendo articular palabras que se resbalaban en su mente hacia aquella imagen.

Tras varios segundos, logró arrancar.

-¿Qué... es... qué es eso?

Bedelia podía notar como el infarto era inminente. Con un hilo de aliento entró al gran salón dispuesta a hacerse con toda la comida posible. Tiró las mochilas de cualquier manera y se dispuso a empezar, cuando una sombra de duda asomó en su cabeza.

¿De verdad conocía a Saga?

En absoluto. Era una persona que, por suerte o por desgracia, se había cruzado en su camino. Bedelia era de naturaleza confiada, eso era innegable, pero aquella situación era crítica. ¿Y si todo lo que decía no era cierto? Estaba planeando aquella huida sólo por lo que la norne había contado. Robó por lo que la norne había contado...

Si Drunfo y Thorir habían iniciado el fuego estaba colaborando en la huida de unos bandidos, y si no lo habían iniciado...¿Quién? ¿Por qué Saga parecía tener tanta información?

Bedelia podía notar perfectamente las palpitaciones de su corazón en la sien, y temía que éste se parara en cualquier momento. Tenía algo de comida agarrada cuando, por primera vez, se planteó si aquello que estaba haciendo era lo más sensato.

No le dio tiempo a contestar. La puerta del gran salón se abría.

Andrel clava su mirada en ti durante unos segundos, como si no te entendiera. A veces, los espíritus parecen perder la noción del tiempo, y en esta ocasión el silencio resulta interminable. O quizás seas tú la que percibes esos segundos de forma anómala. Al final, la respuesta llega, y en esta ocasión resulta sorprendentemente directa.

-No lo sé, hermana. Pero su esencia.... -Se gira hacia él, y su expresión se crispa en un gesto de angustia-. Ya la hemos visto antes, parecida, más podrida, pero de la misma naturaleza. Ojos blancos, dientes en la nieve. La pista que hemos buscado.

Te giras sobresaltada, con las manos en la masa. Durante unos segundos, crees ver una silueta en la puerta, observándote... Hasta que te das cuenta de que solo es una sombra, producida por la luz de las llamas que viene de fuera.

Ha debido de ser el viento.

Respiras, sintiendo como tu corazón late a cien por hora. Si alguien te viera, estarías en un buen lío...

-¿Qué diablos... Estás... Haciendo?

Renmo te observa desde su camilla improvisada, con el único ojo que tiene descubierto.

Quedó paralizada, perdida entre la realidad y aquella monstruosa visión que no se correspondía a nada que hubiese visto antes. ¿Y si era de verdad la razón por la que había terminado en aquel lugar? Pero no...

Ni siquiera podía alargar la mano hacia... eso. Los dientes, incluso los gruñidos se retorcían en su memoria de forma grotesca. Miró a Andrel y negó, todavía incapaz de dejar de temblar.

-Tú... Tú me lo has enseñado. Sálvale tú. Yo no... -y agitando la cabeza repetidas veces, Saga se echó hacia atrás asiendo el estilete con fuerza y, por fin, apartando la vista de Drunfo-. No puedo. No puedo... No puedo...

Y ya no hablaba en lileth sino en su lengua natal al tiempo en que retrocedía y se alejaba buscando un confort que había perdido hacía demasiados años.

-¡Renmo!

Bedelia se giró, sobresaltada por la interrupción del hombre. No esperaba que se despertase ni tan pronto ni en un momento tan malo para ella. Debía pensar una excusa con rapidez.

-Me has asustado. Con todo el lío del incendio y el ataque tengo los nervios a flor de piel.

Miró el petate y después otra vez al nórdico.

-Ahora que las reservas de comida se han quemado y todo el mundo está demasiado ocupado intentando apagar el incendio he pensado que los restos de la cena es la única comida que queda, a parte de la que la gente tiene guardada en sus casas. Me ha parecido importante conservar bien las cosas antes de que se pongan malas, porque aquí hay raciones que caducan rápidamente. Ya sabes, salar la carne, poner en almíbar la fruta...esas cosas.

Dejó la comida que había recogido en el pueblo y se acercó hasta el nórdico.

-Ashe y yo te trajimos hasta aquí. Perdiste el conocimiento justo después de hablar con Einar. Ashe paró la hemorragia.

Se agarró las manos para evitar que le temblaran. Aquel tiempo era muy, muy valioso como para estar de cháchara con Renmo, pero, por otro lado, eso abría la puerta a obtener nueva información sobre lo que había pasado con Drunfo y Thorir, y eso era quizás más importante que la propia huida. Miró al nórdico.

-¿Cómo te encuentras?

Renmo cierra los ojos durante tu explicación, y tuerce el gesto en una mueca de dolor. Cuando te acercas y le preguntas, abre de nuevo el único que tiene descubierto y clava la vista en el techo.

-Sobreviviré...

Vuelve a cerrar el ojo. Es obvio que debe de estar sufriendo un dolor indescriptible, pero exceptuando algún gruñido, no se queja en ningún momento. Sea como sea, parece que no tiene muchas ganas de hablar...

¿Qué significaba esa respuesta? ¿Renmo la había creído? De repente, Bedelia se sintió terriblemente mal, pero el hombre estaba despierto. Más o menos...

-Se que no tienes muchas ganas de hablar, pero necesito que me contestes a una cosa. ¿Quién os ha atacado y qué ha pasado con Eskol?

Contuvo el aliento. Aquella respuesta era decisiva para su muy mal meditado plan.

Renmo no abre los ojos, y empiezas a temer que haya vuelto a perder la consciencia cuando te responde con voz cansada.

-Los fugitivos... Del clan Yormef...

No dice nada más. No hace falta.

Bedelia palideció a ojos vistas y se alegró de que Renmo no la estuviera mirando. Así que, efectivamente, estaba ayudando a escapar a dos bandidos, por lo menos en lo que al ataque de Renmo y Eskol se refería...

-Te dejo descansar.

¿Por qué Saga se había involucrado en todo aquello? ¿Qué era lo que sabía y qué ignoraba? Recogió el petate con comida del suelo y las dos mochilas. Si alguien la veía salir así del pueblo no tendría demasiadas excusas a mano, pero quería ir al vé, quería saber qué estaba pasando, y quería entender por qué había involucrado la norne a Bedelia en todo aquello.

Cuando por fin sales al exterior, te recibe una imagen esperanzadora. El fuego, que antes parecía crecer por momentos, ahora ofrece un respiro a los habitantes de Sultünge, que recuperan terreno frente a las llamas, cada vez menos imponentes, cada vez más manejables. El granero, a estas alturas, es insalvable, pero por suerte parece que los daños no irán a más. Como si el propio cielo hubiera decidido unirse al fin a aquellas valerosas gentes, el viento y la nieve están retornando, trayendo de nuevo el frío y, con él, la muerte del incendio. Aquella misma ventisca que hace horas golpeara iracunda las pieles de los vivos ahora mismo se perfila como la salvadora que coloca el último clavo en el ataúd de un accidente que nunca debió existir. El alcance de las consecuencias, sin embargo, es todavía desconocido...

Decidida a no llamar la atención más de lo estrictamente necesario, escoges un trayecto secundario, relativamente apartado de la luz aunque no lo suficiente como para resultar sospechoso. Esto supone que tardes unos segundos más en llegar al vé, retraso que se añade al que te impone la carga que llevas encima, pero dadas las circunstancias, es un sacrificio más que aceptable. Lo más probable es que, al remitir el fuego, la probabilidad de que algún aldeano desvíe su atención hacia ti aumenta, y con la suerte que estás teniendo, ese contratiempo podría convertirse en un verdadero problema.

En esta ocasión la fortuna te sonríe, y consigues llegar de vuelta al vé sin mayores contratiempos. Sin embargo, cuando ya estás a punto de aparecer en el claro un sonido te hace detenerte en seco. Es Saga, y su voz suena agitada, nerviosa. Parece que está hablando con alguien, pero no entiendes lo que dice, como si fuera otro idioma.

Cuando la hedense vuelve a hablar, tus ojos ya se han acostumbrado a la luz, y puedes observar la escena con mejor claridad. Thorir parece haber cedido a sus heridas, y se encuentra tendido en la nieve, inconsciente, frente al vé. Parece que antes de caer, sin embargo, ha bajado a Drunfo del caballo, y ahora el gigante reposa también sobre la nieve, a unos metros de él. Saga se encuentra frente a este último, de pie, visiblemente alterada por... No sabrías decir por qué, la verdad. No hay nada raro. De hecho... ¿Con quién está hablando? No entiendes nada de lo que dice, aunque la pronunciación tiene alguna similitud con el Arkes. Al final, parece repetir una frase varias veces, más para sí misma que para su interlocutor, sea quien sea...

Entonces vuestras miradas se cruzan.

Entonces tu mirada se cruza con la de Bedelia. Durante unos segundos que parecen enternos, las dos os observáis en silencio. En su expresión se puede leer la confusión, mezclada con algo de sorpresa. Es evidente que ha oído algo. La pregunta es... ¿Cuánto?

Cuando alzó la mirada Andrel ya no estaba, pero sí Bedelia. Su corazón volvió a galopar como si fuese a escaparse de su pecho, sosteniéndole la mirada aterrada. Le costó varios segundos recordar que la sureña probablemente no entendiese una palabra de hermital, pero eso no hizo que se calmase...

Miró a Drunfo para después cerrar los ojos con fuerza. ¿Y ahora qué?

Bedelia dejó las mochilas y el petate en el suelo, con cuidado. Sin embargo, hubo una única cosa que si cogió antes de avanzar hacia Saga; su arma desenvainada. Caminó hasta el claro, lo justo para dejarse ver, pero sin acercarse a la norne.

-Saga-Su voz estaba teñida con un matiz extraño, casi amenazante-Me vas a explicar ahora mismo qué está pasando.

Su mirada se deslizó por el lugar, buscando al interlocutor de la mujer pero sin dejar de controlar a los tres norteños. El nerviosismo había dejado paso a un enfado que nacía de la confusión. Se sentía estúpida, utilizada, y necesitaba respuestas, de una forma u otra.

No se conocían de mucho, tan sólo de una breve conversación, un baile y un intento de fuga que cada vez parecía más complicado. Pero era evidente que a Saga le ocurría algo: algo que advenía problemas y malos augurios. Saga se había mostrado firme y capaz, y ahora parecía al borde de la histeria.

Los ojos de la norne pasaron de Bedelia a la nada, y después al cuerpo de Drunfo para cerrarlos con fuerza. Costaba apreciarlo en la oscuridad, pero temblaba como una hoja expuesta ante un huracán.

-Yo no... No puedo... No puedo hacer nada por él -gimoteó igual que una chiquilla asustada, esforzándose por mantener la mirada en Bedelia y la poca compostura que le quedaba-. Puedo... Thorir, pero hay que sacarle del vé. Por favor... 

Bedelia desvió la mirada hacia Drunfo y su gesto pareció mutar en compasión durante un segundo. Sólo un segundo.

-Ellos atacaron a Renmo y a Eskol, no son tan inocentes como pensaba. ¿Por qué?

La sureña avanzó unos pocos pasos, intentando vislumbrar en la oscuridad.

-¿Con quién estás hablando?

Mantenía su estoque en alto, preparada para reaccionar con rapidez.

Saga puso los ojos en blanco. No tenía tiempo para aquello. No tenía tiempo para llorar ni para razonar ni para discutir.

-Einar mandó a un grupo a matarlos a traición. Se defendieron, ¿por qué crees que están casi muertos? ¡Y yo hablo sola porque estoy al borde de la histeria y no estás ayudando! ¡Por todos los dioses! ¿Qué demonios crees que estoy tramando? O atácame o ayúdame a moverle, pero no te quedes ahí parada. Haz algo.

Y dicho aquello, Saga se agachó para coger bajo los hombros a Thorir y arrastrarlo.

Bedelia se tomó un instante para responder, pero no se movió de donde estaba.

-Te estás arriesgando por ellos, por unos desconocidos. Hay algo que no me estás contando, ¿y aun así pretendes que te ayude?

Afinó el oído. Ni siquiera sabía dónde estaban los hombres de Einar.

-No tenemos tiempo, pero si quieres que colabore vas a tener que resumirme la situación. Tengo comida y tus cosas, y te estoy dando una oportunidad.