Partida Rol por web

Bedelia se giró hacia Saga con gesto sombrío. No comentó nada cuando se retiró silenciosa hacia la ventana y se quedó mirando el exterior.

Observo la rabieta de Bedelia, por dentro me río pero debido a lo que Saga acababa de decir me lo guardo por respeto.

- Siento tu perdida, ojala pudiera ayudarte algo, pero la verdad es que estaba oscuro y no le pude ver bien, sentí un frío que heló  hasta mis huesos y nos atacó en un instante desde las sombras. Estábamos donde los yormef lucharon contra los guerreros de Sultünge y el olor de la sangre debió atraerlo. Me cogió y lanzó por los aires y antes de que pudiéramos hacer nada atrapó a Einar y... lo decapitó. Después de eso Thaldein y yo solo pudimos correr. No hicimos nada del otro mundo, solo tenía cadáveres con los que entretenerse. ¿Y que os han dicho Thaldein y Ashe al respecto?

Asintió brevemente aceptando sus condolencias, y miró a Bedelia. Arrugó el ceño, pensativa, y volvió a sentarse dedicándole su atención a Resmit y haciéndole un gesto cordial para que se uniese.

-Ashe no cree historias, es muy escéptica. Dice que pueden ser osos, quizá lobos... Ella no ha sentido el frío. Thaldein nos escuchó pero tiene demasiado de lo que encargarse: tiene que darle de comer al pueblo, juzgar a los Yormef, encargarse de nosotras... Escucha. Ya he contado esta historia media docena de veces desde que he llegado aquí así que, por favor, haz el esfuerzo de escuchar y dejar las preguntas para cuando haya más tiempo -explicó en el tono más conciliador que pudo, también bajando la voz para evitar oídos indiscretos-. Creo que eso  tiene relación con una vieja leyenda sobre una de las Tres Grandes Bestias. Por las heridas de quien vigilaba el granero, creemos que nadie le prendió fuego adrede. Fue atacado por la bestia y fue el fuego lo que la espantó. Se quedó por los alrededores y os atacó cuando tuvo oportunidad. Tengo la teoría de que el fuego y la luz le hieren, o le debilitan. Se alimenta de carne humana únicamente, así que puede que tenga hambre ya... o no hasta dentro de unos días. Hace siglos fue derrotado en las cumbres de Miürenheim por... em... Cómo se llamaba. Ashof el Tuerto, o algo así. Es todo lo que sé y estamos sin pistas, sin tiempo y sin aliados. A nosotras no nos van a escuchar ni a dejar ir al lugar donde os atacaron, pero a ti sí. Cualquier información, por ínfima que sea, ahora mismo es vital. Mientras haya luz estarás a salvo... Necesito que tú seas mis ojos ahí fuera, Resmit. Necesito que averigües si alguien más sabe algo sobre esto.

La voz de Saga se había vuelto rápida e inconsistente conforme hablaba, y en su rostro se reflejó claramente la preocupación y el miedo. Era una súplica silenciosa; una oportunidad que no se podía permitir el lujo de perder.

Extendió ambas manos hacia él; ambas vendadas por los cortes.

-Por favor.

Aún con el gesto de la dama para que me siente con ella no lo hago, me limito a situarme frente a ella de pie, llevo un día agotador y me da miedo el no levantarme del asiento, sin embargo tiene toda mi atención.

- Has llegado a la misma conclusión que yo, cuando la vi me dió la impresión de que evitaba la luz, y además, aquel frío no era algo... normal, por eso pensé que luchar con fuego nos daría ventaja, o por lo menos no nos helaría como pasó en el bosque. Thaldein estuvo conmigo, asique contamos con su credibilidad, que para el pueblo es más fiable que la mía. Aunque  el origen del monstruo es bastante interesante- apoyo las manos en la mesa y me inclino hacia delante para estar más cerca de la mujer y así poder decirle con una voz más baja que solo ella pueda oír -  Podríamos sacar de la legenda como se enfrentó al monstruo. - sonrío -  No te preocupes preciosa, yo me encargaré de él.

Por fin, Saga pudo suspirar de alivio. Un aliado. Un aliado dispuesto a escuchar y, mejor aún, a actuar. Miró a Resmit y sonrió con ganas a pesar del cansancio.

-Gracias -respondió, y su voz casi quebró de la emoción. Entonces se tomó un segundo para recuperar la calma y decidir qué hacer a continuación. Tenía varias ideas-. Vale, de acuerdo. Verás: me he pasado media vida investigando y no he encontrado más sobre dicha leyenda. Sólo que este chamán, el Tuerto, se batió en las montañas y gracias a que el alba les sorprendió, pudo derrotar a la bestia. Quizá pudiéramos hablar con el anciano, pero dudo que vayan a saber algo más. Ya sabes... los cuentos se pierden, se olvidan... El caso es que, creo que hacer una hoguera, una grande, podría mantenerlo a raya durante la noche. El problema es que no tienen recursos y, ya vamos tarde.

Se levantó y rodeó la mesa para acercarse a Resmit con rapidez. Estaba exaltada, tanto que casi sonreía. Por fin veía un claro de luz entre todo aquel desastre. Cuando habló, lo hizo rápido y entre susurros, casi atropellando las palabras antes de que fuesen pronunciadas. De dónde había salido toda esa energía era un misterio.

-Hay algo más. El bastardo, Thorir. Tiene dos espadas... peculiares. Muuuuy peculiares. Bien podrían ser una réplica elaborada pero si son las auténticas puede que tengamos una gran baza a nuestro favor. Se llaman  Kaldt y Kalt, conocidas como "Las Espadas del Noble Sacrificio". Pertenecían al héroe Averfgun, del clan Ardan que más tarde se dividió en... -Chascó los dedos con entusiasmo- los clanes Yormef y Solvgilftanden. Una es gélida y la otra ardiente como el fuego. Pude notarlo al cogerlas, la empuñadura tenía algo... Ni siquiera sé si él las conoce, no parecía un tipo muy listo, pero estaría bien preguntarle. -Miró a Resmit con seriedad, cambiando su actitud-. Preguntarle por las buenas y con tacto. Si se les amenaza se cerrará en banda y quizá sea el único que sepa cómo usarla. Necesitamos que colabore.

- El pueblo ya está al tanto de la existencia de la criatura, algunos lo creen y otros no, por suerte, los hombres que lucharan a nuestro lado si lo creen, ya me encargue de eso. Pero el auténtico problema es que no podemos quedarnos de brazos cruzados esperando bajo el calor de una hoguera gigante, necesitamos comida. - suspiro mirando a los ojos a la bella mujer, fijándome en la tez pálida de su rostro. - En cuanto a Thorir... - echo un vistazo a mi alrededor para asegurarme de que nadie nos esta escuchando. - las espadas no son lo mio, prefiero oír el crujir de los huesos de mis enemigos con mi maza, pero... puede que tengas razón y que solo ese bastardo sepa utilizar esas espadas tan especiales. Podría resultar útil. - Acaricio mi barba pensativo y tras unos segundos. - iré a ver al anciano como has sugerido, puede que él sepa algo. ¿Y vosotras? - echo un vistazo rápido de reojo a Bedelia. - ¿Que vais a hacer? Teníais "asuntos urgentes".

Saga asintió varias veces, dando a entender que seguía el hilo de la conversación. Sólo hizo un leve mohín cuando Resmit mencionó aquel sonido de huesos machacados. No era escrupulosa; había visto suficientes vísceras en las últimas horas como para inmutarse por la mención de algo así, pero el particular sonido de los huesos crujiendo y astillándose le dio un no-se-qué.

-De acuerdo -respondió cuando dijo que iba a ver al anciano. Después miró a Bedelia, igual que él-. Estamos presas, en teoría. Lo urgente era hablar contigo. No podemos hacer más hasta que determinen qué hacer con nosotras en el thing, así que sólo nos queda esperar. -Sonrió con brevedad y se echó el pelo cobrizo a un lado, atando las puntas con un nudo. Suspiró-. Gracias. Si necesitas cualquier cosa, estaremos aquí.

- Vaya, parece que Bedelia  lo tenía un poco subidito entonces jejeje. Pero bueno, por si acaso vigila a tu amiga, no sea que le de por salir de aquí y tengamos problemas en el thing. - saludo a Bedelia con mano sonriente mientras la observo cerca de la ventana. - Aunque antes de irme de aquí quería hablar también con Ashe. ¿No la habréis visto no? -miro en la sala con más atención por si la veo mientras tanto.

Bedelia permanecía, en apariencia, ajena a la conversación. Si vió el saludo de Resmit o sus comentarios no reaccionó.

Saga quiso morderse la lengua, pero no lo hizo. Se cuadró frente al hombre que, desde luego, le sacaba varias cabezas en altura. Pero no se achicó por ello. Clavó sus ojos nublos en él, y decían advertencia. Y no es que la hedense tuviese un aspecto intimidatorio o las facciones hoscas de un norteño hecho y derecho, pero había algo en su actitud, en su comedido silencio o en la oscuridad de sus pupilas que recordaba a los ruidos inexplicables de una noche fúnebre.

-Fue idea mía, Resmit. Les ayudé porque, aunque bocazas y orgullosos, no merecían ser ejecutados por un crimen que no habían cometido y la ira es una emoción peligrosa que deja poco espacio para la razón. Bedelia me ayudó porque la involucré, así que si alguien debe rendir cuentas soy yo. Ahora: Todos estamos cansados y exhaustos, y tenemos mucho de lo que preocuparnos así que... Déjalo estar tú también. 

-Fue idea de las dos-Comentó casi inmediatamente la sureña-En aquel momento hicimos lo que creímos correcto. No teníamos la información que el thing nos dio.

A pesar de haber respondido tan rápido, Bedelia no se giró. Permanecía con los brazos cruzados, aunque su gesto se relajó un poco. Ya no parecía enfadada, sólo...algo triste.

Miro a Saga con de ternura durante un instante, que tras mirar a Bedelia vuelven a su estado originan, quizá incluso más airados. Suspiro profundamente conteniéndome, mientras las observo en silencio durante unos segundos, parece que reflexiono, pero mi mente está en blanco. No encajaba en mi cabeza como un Yormef puede ser inocente de algo después de lo que le hicieron a mis padres, después de ver lo que he visto, después de luchar con ellos durante años. Finalmente, con una gran bocanada para tomar aliente, sin alzar demasiado la voz pero con un tono brusco y fuerte les digo:

- Quizás no sean culpables de ese crimen, pero si de muchos otros, que los hubiesen matado no habría sido una gran perdida. Pero con lo que nos acontece, por desgracia los necesitamos, estamos escasos de hombres para luchar contra ese monstruo y hasta que no acabemos con él sería temerario andar solo por el bosque. La única razón por la que no dejaré que mueran es por que los necesito para seguir con mi búsqueda. Pero después Aishia se encargará de ellos. Me dan igual los motivos que tuvierais.

Echo un último vistazo por si viera a Ashe en la sala. 

Bedelia frunció el ceño ante la contradicción de Resmit, pero decidió no señalarla. Los ánimos ya estaban bastante caldeados. En lugar de eso, se giró para mirarle mientras él buscaba por la habitación, todavía con los brazos cruzados.

-Siento haberte hablado de esa manera-Parecía sincera al decirlo-No ha sido justo para ti, pero es frustrante. Intentamos que éste pueblo no sea devorado por una bestia legendaria, pero parecen no querer escuchar. Las coincidencias han dejado de serlo y aun así prefieren seguir ignorándolas.

Suspiró con fuerza.

-Y además están los Yormef. No soy del norte, no conozco qué otras cosas han hecho, pero han acabado con la vida de Halki y de Poika como si...como si no fueran nada. Entiendo que mates en un combate que amenaza tu vida pero eso se podría haber evitado. Aquí tenían amigos y familia.

La sureña iba encogiéndose sobre si misma conforme hablaba, y llegado cierto punto bajó la vista al suelo.

-No sabíamos eso cuando les ayudamos, simplemente creíamos que Einar les mataría nada más verles, y que eso no era justo ni para ellos ni para nadie.

Parecía comentarlo más para si misma que como una verdadera justificación. Al final, negó con la cabeza y volvió a levantar la mirada.

-Siento haber explotado contigo después de acceder a hablar con nosotras, no ha estado bien.

Echo un último vistazo a Bedelia después de buscar a Ashe, cuando termina:

- Si supieras como dejaron a Halki... Lo partieron por la mitad, no te imaginas como era la escena. Eso fue desproporcionado. Pero bueno, no te lo tendré en cuenta, al fin y al cabo no eres de aquí. Además, suelo provocar eso en las mujeres, - sonrío - las vuelvo locas. 

Paso la mirada de Bedelia por Saga a la que me giro hacia la puerta para salir.

Saga se quedó en blanco por unos segundos, quizá confusa. Quizá no. Sus ojos se deslizaron lentamente de Resmit a Bedelia y tras cruzar una significativa mirada con su compañera, volvió a mirar al norteño haciendo un gesto despreocupado con la mano, como restándole importancia al asunto. ¿A cuál?

-Sí, no te preocupes -comentó con una risita-. Podéis estar tranquilos: Soy traductora. Yo os salvaré.

Bedelia intercambió una mirada con Saga y agradeció a todos los dioses del norte que Resmit estuviese de espaldas a ellas, pues tuvo que morderse el labio muy fuerte para no empezar a reírse allí mismo. Sólo dejó de presionar cuando los ojos se le humedecieron por el dolor, e incluso entonces no estaba segura de poder contenerse.

Decidió volver a fijar su atención en la ventana, para distraerse.

Se quedó inmóvil hasta que el norteño desapareció de su vista. Entonces cerró los ojos y resopló.

-No entiendo nada -confesó mientras se pasaba los dedos por el pelo en forma de peine-. ¿'las vuelvo locas'? ¿Pero qué...?

Y en ese instante no pudo evitar doblarse y soltar una sonora carcajada. No estaba segura de qué acababa de pasar, pero sabía que no quería intenderlo, sólo reirse y pasar página lo antes posible.

Junto con Saga, Bedelia explotó y comenzó a reírse también. No tenía sentido, nada de aquello era lógico, y por eso le resultaba tan gracioso. Sin poder dejar de reír, se deslizó por la pared hasta quedar sentada debajo de la ventana y boqueó un par de veces intentando coger aire.

-Y es que lo ha dicho...tan orgulloso.

Limpió las lágrimas que las carcajadas habían derramado por su cara y se abanicó con la mano, todavía con una sonrisa divertida.

-Las vuelvo locas...

-Cielos... -alcanzó a musitar entre carcajadas.

Como Bedelia, se dejó caer sobre el asiento más cercano, enterrando la cara en sus manos en un intento desesperado de frenar la risa. Más tarde que temprano, el sonido se fue acallando hasta dejar como rastro sus mejillas sonrosadas y un ligero dolor en el estómago.

-En fin, yo... -Se quedó con la mirada perdida intentando retomar una conversación ya desvanecida, pero en el fondo se dio cuenta de que prefería no hacerlo. Al menos habían podido reírse y de verdad en medio de aquel embrollo-. Creo que voy a dormir. O algo.

Bedelia imaginó por dónde quería retomar la conversación Saga e hizo un gesto con la mano, quitando importancia.

-Vamos a dormir, si. Después de ese comentario nos lo hemos ganado.

Se acercó hasta el fuego y desdobló una manta, tumbándose y sin poder quitar aquella sonrisa de la boca.