Partida Rol por web

Entonces una voz le interrumpe, al otro lado de la sala.

-Oh, por favor, ahórrate el discursito.

Yngrid, aún quitándose la nieve de encima mientras cierra la puerta tras de ella, parece haber escuchado el último intercambio entre los dos hombres, aunque es dudoso que haya oído la explicación de los Yormef.

-Lo que pasa es que te gusta el olor de tus propios pedos, Eskol. Te crees que eres descendiente de Anzus o algo por el estilo, y que estos dos descerebrados están tan por debajo de ti que puedes usarles como cabezas de turco -empieza a andar en dirección a Eskol, que parece haberse quedado sin palabras ante la repentina aparición de la mujer-. Pero lo cierto es que tú también te habrías resistido. Y yo, y cualquiera de esta habitación con un mínimo de cabeza. La diferencia es que estos capullos son unas malas bestias, y que tuvieron suerte y no la palmaron. Y ahora quieres tomarte la revancha. Pero lo...

-¡Tendrás valor! -Godwin se interpone en el camino de Yngrid, rojo-. ¿Cómo se te ocurre hablarle así a tu jarl? ¡Puta loca!

Yngrid, algo más baja que Godwin, alza la cabeza con actitud desafiante, sin dejarse intimidar.

-Quita de en medio o te parto la cara.

Varios se apartan ante la amenaza, que para nada parece un farol.

Una persona, sin embargo, hace justo lo contrario. Lamont se pone en medio de los dos, intentando calmar los ánimos.

-Haya paz. Godwin, ella tiene tanto derecho a hablar como tú -el rubio escupe al suelo como respuesta, pero Lamont le ignora y se gira hacia Yngrid-. Y tú. Estos dos tipos mataron a dos de los nuestros. Sean o no justificables sus crímenes, no por ello dejan de ser crímenes. Lo que has dicho no es justo, y lo sabes. Eskol es nuestro jarl, y nosotros somos tu gente, por mucho que te empeñes en olvidarlo. Plantéate si merece la pena ponerte en contra de los tuyos por dos completos extraños.

Yngrid suelta un bufido y esboza una sonrisa irónica.

-¿Los míos, eh? Joder, Lamont, baja a la tierra. No va a quedar pueblo como sigamos así.

Eskol detiene una nueva intervención de Godwin, acallando los murmullos y comentarios de los presentes alzando su voz más de lo recomendable, dado su estado.

-¡Parad! Yngrid, no tomaré ofensa en lo que has dicho. Está claro que estás alterada, y no te lo reprocho. Todos lo estamos.

Ignorando el desafiante "Qué te jodan" de Yngrid, se gira de nuevo hacia Thaldein.

-Defendéis sus acciones, sus asesinatos. ¿Con qué motivo, me pregunto? ¿Es que acaso os engañan sus palabras de conciliación, sus promesas vacías? ¿Es que acaso no barajáis que busquen venganza a la primera oportunidad? Ya tenemos suficiente con la bestia, y proponéis deshonrar la memoria de Halki, Poika y Einar mirando a otro lado, olvidando lo que ha hecho. Poniéndonos en sus manos, cuando lo único que han demostrado es su soberbia y su talento para matar.

Saga chascó la lengua, todavía anonadada por la escena que se acababa de suceder y que, contra todo pronóstico, había encontrado entretenida e hilarante.

-Un líder digno sabe cuándo debe mostrarse fuerte y cuándo mostrar humildad. Cuándo una situación crítica requiere alternativas desesperadas aunque a uno le duela en el orgullo. -Repitió hacia el jarl, palabra por palabra, casi como si hubiese estado ensayando el discurso varias veces antes del juicio-. No es cuestión de defender sus actos si no de lo que necesitamos para sobrevivir. Yngrid tiene razón: nos faltan espadas, recursos y si seguimos así no va a quedar nadie en pie, y eso nos incluye a todos, seamos de Sultünge o no. Para mí no merece la pena sumar problemas a los que ya tenemos. Drunfo no ha mostrado arrepentimiento, ni remordimiento ni voluntad. Thorir sí. Eso es lo único que veo en claro.

-Claro que no he mostrado arrepentimiento.

Sentenció Drunfo.

-No he cometido delito alguno. Salí con mis armas, con la idea de parlamentar, pero un hacha me cortó el hombro, ignoro quien de vosotros fue quien me lo lanzó, me es indiferente, lo que importa es que me atacasteis primero y yo me defendí, si fueseis mejores guerreros no seria necesario este juicio.

Relajó un poco el tono de su voz.

-Mirad, estoy dispuesto a ayudaros a matar a la bestia en compensación por la muerte de vuestros guerreros, pero no pienso mostrar arrepentimiento por un delito que no he cometido. - Se giró hacia el Jarl - Si quieres venganza, Eskol, la tendrás después de que la bestia esté muerta, entonces y solo entonces tendrás tu oportunidad de venganza, tendremos un combate a muerte, tú y yo. - y entonces, Drunfo alzó la voz casi gritando - ¡Pero no busques tus deseos mancillando las sagradas leyes que los dioses nos legaron!, ¡No busques tus deseos engañando a tu pueblo!, ¡Si quieres venganza ve y tómala por tu mano como un norteño de verdad!

-Oh, por favor.

Bedelia escupió aquellas palabras y se levantó completamente, encarándose a Drunfo con rabia.

-Defendiéndote o no, el problema es que has matado a dos hombres. ¡Dos hombres! Estás dejando muy claro que para ti no significan nada, pero es que esos dos hombres tenían aquí un hogar, una historia y una familia que ahora tiene que llorar su muerte. Porque tal vez no te hayas dado cuenta, pero su vida no les pertenecía sólo a ellos.

Resopló y se pasó las manos por el pelo.

-Mírame y responde sinceramente. ¿Era necesario asesinarles? ¿Era necesario ese despliegue de fuerza? Defenderse y no matar son compatibles, pero de todas las opciones que tenías a tu alrededor elegiste la única inconmovible. Y por si fuera poco no te importa en absoluto, lo ves como si no fueran más que dos briznas de hierba que debías pisar.

Bufó y respiró profundamente, lo que hizo que tardase un par de segundos en volver a hablar, algo más calmada.

-Lo que has hecho ya no tiene solución, pero lo mínimo es resarcirte y mostrar arrepentimiento. Por ellos y por el pueblo, pero también por ti. No puedes interpretar como un acto de cobardía algo que nos hace humanos. Simplemente no está bien.

Sin ni siquiera mirarla, Drunfo contestó a Bedelia.

-Por eso mismo me ofrezco para ayudar Bedelia, a diferencia de esos hombres yo no tengo a nadie esperándome. Si no quisiera resarcirme por el daño que he causado me callaria la boca y dejaría que Eskol lograse lo que no puede por su propia mano.

Miró al suelo y soltó un soplido.

-Pero aun con todo esos hombres eran guerreros. Matar a un guerrero no es un crimen, más aun si son ellos lo que atacaron primero, no deseaba sus muertes, pero no pienso pedir perdón por ellas.

Contestó inmediatamente, sin levantar el tono de voz pero claramente audible. El tono, gélido.

-Si sabes lo que es no tener a nadie esperándote y aun así has podido hacer lo que has hecho significa que no has aprendido nada.

Seguía mirando al norteño aunque éste no le devolviera la mirada.

-No se trata de que matar a un guerrero sea un crimen o no, se trata de que sus vidas valían la pena independientemente de que fueran enemigos o amigos. Exactamente igual que la tuya. Exactamente igual que las vidas de los que un día quisiste, porque en este pueblo te has convertido en un duplicado de aquellos que asesinaron a tu familia. La diferencia es que tu estás a tiempo de ahorrar parte del sufrimiento que has vivido, pero te niegas a hacerlo.

Volvió a apoyarse en la mesa, creyendo que Drunfo ni siquiera contestaría aquella vez. No esperaba que sus palabras significaran nada precisamente allí, en el norte, pero tenía que decirlo. No podían ser honrados simplemente por ser guerreros, sería reducir mucho su valía.

Drunfo no dijo nada, soltó otro soplido y miró a Eskol.

No entiendes nada Bedelia...

-La zorra sureña podría ser de utilidad. Dile lo que quiere oír.

-Por todos los Dioses- dijo Thorir incorporándose no sin dificultades, se giró hacia donde estaba toda la gente del pueblo, posó su mirada en Saga y Bedelia durante un instante y continuó, -¿No os dais cuenta de que discutiendo entre nosotros no vamos a solucionar nada?- preguntó Thorir elevando algo su tono, lo que causó que tosiera en varias ocasiones debido al esfuerzo, -Está claro que todos cometimos errores aquella fatídica noche y por ese motivo no podemos enzarzarnos en una pelea banal- se gira hacia Eskol, -¿O acaso hubiera habido juicio si los muertos hubiéramos sido nosotros dos?- se vuelve al resto de la gente, -Aunque nos pese reconocerlo, todos, TODOS, tenemos algo de razón en este asunto, Eskol tiene sus motivos, y nosotros los nuestros, es verdad lo que dice Drunfo, fuimos atacados y sólo nos defendimos, ¿Con demasiada fuerza?, puede ser, pero también os digo que yo luché con Poika, el cual luchó hasta el último suspiro como un verdadero hijo del norte, al fin y al cabo somos guerreros y vivir o morir es cuestión de azar y voluntad de los Dioses- tomó aliento y suspiró -Como he dicho anteriormente, me arrepiento de mi comportamiento soberbio frente a Einar y de haber causado dolor en este pueblo, pero como ha dicho Bedelia, todavía podemos ayudaros a evitar parte de sufrimiento- tras sus palabras Thorir se volvió hacia Eskol. 

Durante el juicio permanezco atento, inmóvil, con semblante serio y callado. La intervención de Thaldein llama mi atención puede que ya esté recuperado y su vida no corra peligro, la busco entre la gente para ver su estado, pero el juicio continua, por lo que desvío la vista tan solo unos segundos. 

Thorir parece arrepentido, pero Drunfo no muestra señales de ello. Ambos son guerreros, pero conozco de sobra a los Yormef.

¿Que tipo de relación tienen Drunfo y Bedelia? Ella aseguró que se conocían de apenas un día...

¿Y Eskol...? Aún no me fió de él. Sus intenciones no me gustan y creo que sean las de un lider.

Cansado de permanecer en el banquillo y con suficiente información doy un paso para adelantar a Bedelia, que parece que no se había percatado de mi presencia y que durante toda la audiencia estaba cerca suya.

- Conozco de sobra a los yormef. - miro a los acusados - He luchado contra ellos durante años, y no es para nada desconocido que luchan como animales. Lo que sucedió esa noche sin duda fue un desastre, tuve la ocasión de conocer a Halki unas horas antes de la fiesta, que esperaba preocupado a uno de sus compañeros de caza que se había retrasado. - digo mientras reviso las caras de los presentes. - Creedme cuando os digo que nadie aquí los odia tanto como yo - me señalo con el pulgar.- Especialmente a Thorir, el hijo de Hakon. - Le miro con desprecio y con una mirada desafiante, tras una pequeña pausa continuo - También vi en primera persona su actitud hacia Einar y su falta de respeto a su anfitrión. Sin embargo no creo que fueran ellos los que iniciaron el fuego, aunque si son culpables del asesinato de dos de los vuestros. Aunque como ya se ha dicho aquí, todos son guerreros, guerreros del norte. Es más que sabido que aquí todo se forja con hielo, sangre y acero. Estoy de acuerdo con Eskol en que son  como animales, pero aún así vencieron en la lucha y por eso nos encontramos aquí. Fueron capaces de vencer a vuestro jarl, que penas se tiene en esa silla,  - miro a Eskol y lo señalo. - al que algunos elegisteis, junto a una escuadra de hombres. Eso demuestra su capacidad para la lucha.

Por eso os pregunto ¿Que queréis hacer?¿Vais a matar estos hombres por luchar por su vida o vais a sacarles partido? Es cierto que deben pagar por sus actos, pero eso seria en circunstancias normales. Como todos sabéis, un monstruo amenaza la aldea y es muy probable que hace bastante tiempo. Ya habéis sufrido muchas bajas, no solo Halki y Poika, también Svik y su familia del que solo queda su hijo pequeño, el pequeño Hadar que se interno en el bosque - miro a Rorar con odio al pronunciar su nombre - y todas las desapareciones que habéis sufrido en los últimos meses. Hasta Thaldein, a quien elegisteis como jarl en funciones e Ingur han sido gravemente heridos. No es ningún secreto que andamos escasos de hombres y recursos, por eso os digo que saqueis partido de la situación. Tenemos dos bravos guerreros que nos pueden ayudar en la lucha y podemos acabar con la bestia hoy mismo. ¿Queréis matarlos? Bien, es lo justo por sus crímenes, pero sería más beneficioso que luchasen por su vida, que luchasen contra monstruo, que luchasen por vosotros, y que el monstruo enviado por los dioses decida si sesga sus vidas y se las lleva al infierno. No tienen comida y son menos, no hacen nada en el pueblo y si se pierden en la ventisca, si no los mata en frío lo hará la criatura. - doy un fuerte suspiro y cojo una gran bocanada de aire antes de continuar.

Asique os pregunto de nuevo ¿Tiraréis sus vidas o las emplearéis para libraros del monstruo y que ganen su libertad? Yo tengo claro que voy a matar a esa aberración pero necesito ayuda y ellos pueden ayudaros. - señalo a los yormef.

Eskol escucha la sucesión de intervenciones, pensativo. Cuando Resmit termina su monólogo, interviene hablando con actitud serena aunque firme.

-Es cierto que algunos de vuestros argumentos merecen ser tenidos en cuenta. Que alguien procedente de un clan enemigo -clava su mirada en Resmit-, esté dispuesto a dejar a un lado sus diferencias en pos de un objetivo común no hace sino acentuar lo crítico de nuestra situación. Por otro lado, está claro que al menos Thorir -se gira hacia el Yormef-, tiene intención de reparar el daño causado, y el consejo de Saga -por último, señala a la hedense-, es sabio y bien meditado. No malinterpretéis mis palabras. No soy mezquino. No condenaré a estos hombres por mis ansias de venganza, por muy difícil que sea enterrar las emociones ante la muerte de mis amigos.

Cierra los ojos, reflexionando quizás sobre sus propias palabras. Cuando los abre, no mira a nadie en concreto, sino a un punto en la lejanía.

-Pero hay argumentos suficientes para condenarles. Incluso ante la posibilidad de una ayuda, no se puede negar el riesgo que ya he mencionado antes. Son...

Thaldein irrumpe de nuevo en el debate, interrumpiendo a Eskol con voz trémula aunque decidida.

-¿Es cierto lo que ha dicho?

-¿A qué te refieres, Thaldein? -responde Eskol, visiblemente molesto ante la intervención.