Partida Rol por web

NIVEL 0

Log establecido

Relanzando procesador central...

Sistema de aprendizaje genético - IMP_SB34 - Simulación 23459334587162

Simulación de batalla

Iniciando simulación...

Cargando modelos IA...

Modelo 1: Alias T. Sujeto 35489080654. Descripción "Yormef Thorir Espada de Hielo" (Ver Anexo)

Modelos 2-5: Alias Walker. Sujeto 18274039. Descripción "Necro 8" (Ver Anexo)

Cargando entorno...

Entorno 2: Alias AR2. Contexto 1274. Descripción "Arena 190" (Ver Anexo)

Realocando recursos...

Generando físicas...

Inicializando Modelos...

...

Listo

Mientras te apoyas en una lápida, para descansar, intentas recordar cómo has llegado allí. ¿Qué habías venido a buscar? Has debido de darte un golpe bien fuerte en la cabeza, para haber olvidado tu misión. ¿Y qué clase de misión podría haberte llevado a un cementerio?

Te remueves entre tus pieles, intentando protegerte del frío de la noche. La luna llena ofrece buena visibilidad, pero casi preferirías que no fuera así: A tu alrededor, no hay más que tumbas y tumbas. Tumbas situadas en pequeños montículos de tierra, tumbas caídas sobre traicioneras depresiones de terreno, tumbas apoyadas en piedras y arbustos. En el centro, un árbol retorcido, sin hojas, que probablemente lleva un tiempo muerto. A lo lejos, la valla de madera que delinea el límite, emitiendo crujidos debido a los tablones.

No, no es una visión agradable. Aunque hace tiempo te explicaron que esta era la manera que tienen los sureños de despedir a sus muertos, nunca llegaste a comprenderlo del todo. Destinar a los caídos a un sitio tan lúgubre parece una condena, más que un honor. En el norte las cosas se hacen de manera distinta: Incluso aquellos que no tienen derecho a una pira funeraria son enterrados en algún lugar simbólico o representativo, no en un... Vertedero de cadáveres.

Un crujido de hojas te saca de tus pensamientos. Algo se ha movido.

Como un resorte el joven noble se despega de la lápida y desenfunda rápidamente sus espadas, pude que por miedo, o puede que por simple instinto. 

Con las espadas sujetas firmemente Thorir va avanzando lentamente y con cuidado hacia donde provenía aquel ruido.

La tierra se hunde ante tus pisadas, todavía húmeda después de... ¿Cuándo fue la última lluvia? No lo recuerdas. Al igual que el resto de tus memorias recientes, parecen haber desaparecido en una inexplicable amnesia.

Entonces la tierra se mueve y una mano surge de la nada, agarrándote un tobillo.

La espada traza un arco de forma inmediata, rebanando la mano de un solo tajo. Esta cae sobre la tierra, inerte, pero no hay sangre. En el corte se puede distinguir la razón: Si hubo sangre en ese cuerpo en el pasado, ahora ya se ha secado. El aspecto enfermizo de la carne muerta te produce náuseas.

Pero apenas tienes tiempo para recrearte en la sensación de asco, porque súbitamente otra mano aparece bajo tierra... Y usándola para impulsarse, un cuerpo emerge de la tierra. Las cuencas de sus ojos, vacías. Su boca, abierta en una mueca horrible. Su piel desprendida, apenas cubriendo pedazos de músculo y hueso carcomidos por los gusanos.

El cadáver se gira hacia ti, y luego suelta un gemido. Acto seguido escuchas gruñidos a tu alrededor. Y entonces distingues sus figuras. Tan destrozados como el que tienes a tus pies, e igualmente aterradores. Se acercan a ti...

Los muertos caminan. Y buscan tu sangre.

Thorir permanecía en guardia, atento a todos aquellos seres que salían de sus tumbas. Las espadas comenzaban a tener su brillo característico, Kaldt comenzó a tener en su filo el brillo y el color del fuego, mientras que Kalt se helaba, la vida contra la muerte, el fuego y el hielo contra la ocuridad de la noche. 

Es el del hacha el primero que llega a tu posición. Alzando el mango con sus manos podridas, se dispone a descargar todo el peso del metal sobre tu cabeza.

Las llamas de Kaldt se reflejaban en los ojos de Thorir mientras danzaba para tantear a los muertos, los miraba sereno, sin temor ante aquellos seres, estaba seguro de que tenía tras de sí a los Dioses. Uno de los muertos decidió lanzarse primero al ataque con su hacha en alto, Thorir viendo venir a ese ser levantó a Kalt con la que detuvo el arma de su enemigo, siendo esta destrozada en el imparto, con asombro el muerto miró a Thorir y soltó un chillido que helaría la sangre al resto de los mortales, pero Thorir no era un simple mortal, en esa fracción de segundo dio una vuelta sobre sí mientras posicionaba su espada de fuego para asestar un golpe mortal a su rival, en la vuelta Thorir quedó envuelto en pequeñas chispas que chisporroteaban al caer al suelo, acto seguido la espada ardiente chocó contra el muerto envolviéndolo en llamas. 

Tras lo cual, Thorir retomó su posición de combate chocando ambas espadas entre sí soltando una luz que alumbró más aún aquella escena. 

La criatura no muerta apenas se inmuta ante el corte, que destroza la parte superior de su pecho sin dificultad. Las llamas empiezan a surgir de la zona afectada, pero tardarán en extenderse unos preciados segundos. Mientras, el cadáver que te agarró al principio se incorpora, habiendo ya salido por completo del suelo, y se abalanza sobre ti con la intención de morderte.

Tras esquivar la mordedura del muerto viviente Thorir armó el brazo que sostenía su espada helada y soltó un ataque lo más fuerte que pudo sobre aquel ser para intentar destruirlo.  

El corte destroza parte del costado de la criatura, derribándola en el acto. Esta, sin embargo, no parece sentir dolor alguno, pues se retuerce y empieza a incorporarse, dispuesta a retomar la carga. Por desgracia, no puedes concentrarte en ella, porque justo en ese momento otro de los muertos se lanza sobre ti con su espada en alto.

¿Qué clase de seres eran aquellos?, pensaba Thorir mientras se batía como un lobo acorralado, danzaba entre los muertos y las lápidas y movía sus espadas al compás de sus movimientos.