Partida Rol por web

Tu tío te devuelve una sonrisa, apretándote la mano con energía, y está a punto de responder cuando una voz a tus espaldas os interrumpe.

-¿Su apoyo? Hay que tener valor, bastardo.

Henrik, acompañado por algunos de sus hombres, entre los que se encuentra el propio Gilden, se planta junto a vosotros dedicándote una mirada de desprecio.

Serio y calmado, dándose tiempo, Thorir se rodeó hacia su hermanastro, observó las caras y las miradas de todos ellos e ignorándolas fijó sus ojos en Henrik, -Perdona, no estaba hablando contigo, así que si no tienes más que decir a parte de llamarme bastardo vete por ahí con tus amigos a intentar asustar a otro- dijo Thorir con un tono sosegado y tranquilo, acto seguido volvió a darse la vuelta hacia su tío. 

Notas la rabia de Henrik a tus espaldas, cuando contesta alzando el tono.

-Pues sí, sí tengo algo más que decir -camina hasta colocarse a tu lado, frente a tu tío-. Puto desagradecido. ¡Tú lo has visto, tío! -se gira hacia Erik con una sonrisa triunfal-. Thorir casi nos lleva al desastre. Abandonó a sus tropas en mitad de la batalla. Si yo y mis hombres no hubiéramos tomado el mando y las hubiéramos traído hasta aquí, los jinetes les habrían pasado por encima. No quedaría nada de padre y nuestro ejército.

-Ja- dijo Thorir mientras se giraba para encarar a su hermanastro, -Siempre tan oportuno ¿verdad?- sonrió, -Con que los Dioses sepan lo que hoy aquí ha pasado me doy por satisfecho- 

-Oh, lo sabrán, créeme. Al igual que lo sabrá padre. Al igual que lo sabrá el resto del clan.

Tu tío le interrumpe con su voz de trueno.

-¿Sabrán el qué, Henrik? ¿Que Thorir contuvo una carga enemiga en clara desventaja, dando tiempo a que tus hombres y los míos llegaran? ¿Que inspiró a sus hombres, que luchó con la fuerza del propio Thuriz? Deberías contener tu rabia y aprender un poco de él, chiquillo. Es posible que tu actuación haya sido aceptable hoy. Pero la suya ha sido heroica.

Henrik, pálido como la nieve, abre la boca de par en par, atónito ante las palabras de vuestro tío.

Thorir no dijo nada ante la intervención de su tío, pero siguió mirando fijamente a los ojos de Henrik, que lleno de ira buscaba una salida ante aquella respuesta.

-Estás de broma -dice Henrik al final, apretando los puños-. No puedes hablar en serio.

Erik frunce el ceño y se cruza de brazos.

-Oh, créeme, hablo muy en serio.

Henrik no se deja intimidar. En su lugar, da un paso hacia delante, quedándose a unos pocos centímetros del rostro de vuestro tío.

-¡¿Por qué me odiáis, eh?! ¡¿Por qué?! ¡Thorir es un completo imbécil, tío, pero os empeñáis en ensalzarlo! ¡A un bastardo! -suelta una risa histérica, cada vez gritando más fuerte-. Y yo, el verdadero hijo de Hakon... ¡Tu sobrino! Qué... ¡¿Qué es lo que tengo que hacer, eh?! Me aseguré de inspeccionar el flanco de Thorir... ¡Algo que él debería haber hecho! Recuperé el control de sus hombres, a los que había abandonado. ¡Fui yo el que los trajo aquí! -se aparta, llevándose las manos a la cabeza, sus ojos fuera de las órbitas. Las palabras se atropellan en su boca-. Si hoy nos hemos salvado, ¡Ha sido gracias a mí! ¿Lo entiendes? ¿Acaso lo entendéis alguno? ¡NO! Putos descerebrados. Lo único que ha hecho él ha sido lanzarse al combate, como un gorrino enfurecido. ¡Es un idiota! Pero no, claro... ¡Es el fuerte! ¡Ha luchado contra decenas de enemigos, y ha sobrevivido! ¡Es un héroe! -ves como sus ojos empiezan a llenarse de lágrimas. Está fuera de sí-. ¡Bien, vamos a colmarle de honores! ¿Pero sabes la verdad, tío? La verdad es que si Thorir hubiera tenido dos dedos de frente, no habría acabado en esa situación. La verdad es que su temeridad nos ha llevado al borde de la ruina. La verdad...

-Basta -el tono de tu tío es grave y bajo. La amenaza implícita es obvia-. Me avergüenzas, Henrik. No entiendes nada, y nunca lo entenderás. Enmascaras tu cobardía con lo que tú llamas astucias, pero... ¿Sabes qué? No eres astuto. No eres un guerrero. Nunca llegarás a ser como Thorir. Porque no comprendes la esencia de una batalla, y nunca lo entenderás. Si esperas que el aire se lleve estás palabras, entonces eres un necio. Tu padre decidirá qué hacer contigo, una vez la batalla haya terminado.

Henrik se tambalea hacia atrás, como si le hubieran dado un mazazo. Su mirada baja al suelo durante unos segundos, su respiración se corta. Tras unos segundos, sin embargo, alza la mirada. Con los ojos entrecerrados, responde a tu tío, esta vez más calmado, en un tono similar al de este... Si no más amenazador aún.

-Que así sea. Cuento con ello.

Acto seguido se gira hacia ti, dedicándote una última mirada, cargada de un odio tan intenso que, incluso estando acostumbrado a su desprecio, te resulta turbador. Acto seguido os da la espalda y se aleja, acompañado por sus hombres.

Como un mero espectador Thorir observó toda aquella escena, tan real como surrealista, había habido muchas trifulcas antes, pero como aquella ninguna, la rabia desatada, la ira en sus ojos y la impotencia que mostraba con sus gestos eran algo a temer, y aquella mirada era un aviso, ¿de qué?, ¿quien lo sabe?, pero fue algo a tener en cuenta y que hizo estremecerse al propio Thorir.

-Te agradezco tus palabras tío, pero será mejor dejar las cosas como están- hizo una pausa y apartando la vista de los ojos de Erik suspiró levemente, -Él es el legítimo heredero del Clan- acto seguido puso la mano en el hombro de su tío y se marchó pensando en aquella mirada. 

Las palabras de tu tío quedan grabadas en tu mente, incluso a pesar de que parece decirlas más para sí mismo que para ti, que ya te encuentras a unos pasos de él, dándole la espalda.

-Sí... Al menos hasta que Hakon entre en razón.

Como si aquella invocación al nombre de tu padre hubiera vuelto a poner el mundo en marcha, y cuando todavía no has dado siquiera ni diez pasos, una serie de gritos os sacan de vuestras cavilaciones. Los dos os giráis bruscamente para mirar a un hombre que, descendiendo por la ladera, corre hacia vosotros a gran velocidad.

-¡Erik! ¡Mi señor! -al verte, te añade al formalismo-. ¡Mis señores!

Llega hasta vuestra altura y se para un momento para retomar el aliento, colocando las manos sobre las rodillas. Está cubierto de sangre... No tienes claro si de la suya o de la de vuestros enemigos. Tu tío se acerca a él con el ceño fruncido.

-¡Por Tiwaz, chico! Toma aliento. ¿Qué ocurre?

El hombre se incorpora para mirar a tu tío. Sin embargo, cuando habla lo hace girando la cabeza hacia ti.

-Es Hakon, mi señor. Le han herido... De gravedad.

Al oír aquellas palabras Thorir se dirigió corriendo hacia el soldado que trataba de recuperar el aliento a marcha forzadas, -¿¡Dónde le tenéis!?- dijo Thorir mientras cogía por el brazo al hombre, -¡Llévame donde esté, soldado!- continuó diciendo sin ni siquiera dejar contestar a la primera pregunta. 

-¡No! -la mano de tu tío se posa en tu hombro con firmeza- Iré yo. Tú debes permanecer aquí.

Notas que la noticia le ha pillado tan por sorpresa como a ti. Aunque en su mirada se muestra determinación, notas que está igual de bloqueado que tú. Como si de un mal sueño se tratase, ninguno de los dos podéis todavía terminar de entender lo ocurrido. La realidad de que tu padre podría estar agonizando, o incluso muerto ya, cala poco a poco en ti, y una sensación de opresión empieza a extenderse entre tus entrañas. Sin embargo, tu mente está embotada y no te deja pensar. De alguna manera, tienes la sensación de que todo es una mala broma. ¿Hakon, herido? ¿Tu padre, el jefe del clan? ¿El mismo hombre que lideró decenas de batallas sin recibir ni un rasguño, el mismo que obtuvo una victoria tras otra contra vuestros numerosos enemigos? ¡Imposible! ¿Quién es este guardia, y cómo se atreve a mentir de forma tan descarada y cruel?

Pero tu corazón, cada vez latiendo con más fuerza en tu pecho, hasta el punto de doler, te dice otra cosa.

-No puede ser, ¡maldita sea!- dijo Thorir notablemente afectado por aquella noticia, su corazón le pedía imperativamente que dejase todo aquello y corriera hacia donde estaba su padre, pero entendía que el deber le ataba a quedarse allí, hasta que la batalla llegara a su fin. Entonces miró a los ojos de su tío y tras unos instantes Thorir respondió, -De acuerdo, dile a mi padre que en cuanto esto termine iré a su lado, y dile también que no se rinda- apenas pudo terminar la frase cuando Thorir apartó la mirada de su tío para que no viera las lágrimas que discurrían por su rostro y se dirigió ladera abajo para terminar aquella batalla que podría cambiar el rumbo de su vida.

Antes de que te vayas, la voz de tu tío resuena en tu espalda.

-Gana esta batalla, Thorir. Si no todo esto habrá sido en vano.

Las palabras aún resuenan en tu mente cuando, horas más tarde, corres en dirección a la tienda en donde tu padre agoniza, con el corazón en un puño. Recortada contra el horizonte, su silueta es siniestra, casi ominosa, y los gritos de victoria de tus hombres no parecen contagiarte su dicha por vuestro éxito, pues el miedo a perder a tu padre se extiende sobre ti como un manto de noche y hierro, una carga tan pesada que temes perder el equilibrio en cualquier momento y caer al suelo arrodillado, abrumado por la presión. Hakon nunca fue la perfecta figura paterna que uno podría esperar. Exigente y rudo en ocasiones, siempre fruncía el ceño ante las muestras de debilidad, y sus muestras de cariño fueron más escasas que abundantes. Pero pocos hombres podrían mirar a Hakon y no sentirse inspirados por su valentía, su arrojo, su dureza. Líder innato, siempre cuidó de ti, siempre te ayudó a mejorar, y es por él que has llegado a ser lo que eres. Otros nunca vieron más allá de tu condición de bastardo. Tu padre, sin embargo, vio al hombre que había detrás.

Y ahora se muere.

Las noticias fueron menos detalladas de lo que te habría gustado. "Sigue debatiéndose entre la vida y la muerte, señor. Aún es muy pronto para decir si saldrá de esta, pero no pinta bien...". Tu padre es fuerte, pero un hombre al fin y al cabo. La sensación de que pudieras entrar en la tienda cuando ya sea tarde te está matando, y hace que tu corazón lata más rápido, que tus pies se muevan a mayor velocidad. "Lo siento, señor, no pudimos hacer nada. Ocurrió hace apenas unos minutos...". Así, sin más. Sin poder hablar con él. Sin poder decirle unas últimas palabras...

No. No debes dejar que la desesperación te domine. Tu padre siempre fue fuerte. Puede sobrevivir a esta. Quizás las heridas le dejarán tarado, quién sabe si no podrá volver a luchar. Pero al menos seguirá con vosotros. Al menos podrá seguir guiando a vuestro clan con vuestra sabiduría. Al menos no será sucedido por... Sacudes la cabeza, intentando alejar todos esos pensamientos.

A tu alrededor, el atardecer desprende extraños destellos sobre la colina, haciendo que el tono áureo de la singular vegetación que le da nombre destaque sobre los cuerpos de los muertos, las sombras del ocaso y la sangre derramada que tiñe el suelo de escarlata.

Al llegar a la tienda, uno de los hombres de confianza de tu padre te recibe.

-Thorir...

No parece encontrar las palabras.

Al entrar a la tienda Thorir apenas posó la mirada en el hombre que había en la puerta, nada que no fuera llegar hasta su padre le importaba. Cuando llegó al lecho donde su padre yacía con la respiración entrecortada y sin apenas fuerzas, Thorir se arrodilló ante la cama y cogió la mano casi inerte de su padre y sujetándola con firmeza se acercó a su oído, las lágrimas comenzaban a brotar, aunque Thorir luchaba por mantenerlas a raya, pero reunió fuerzas para hablar, quien sabe, si por última vez a su querido padre. 

-Padre, no te rindas, sigue luchando, ahí fuera están tus hombres esperando que salgas para celebrar la gran victoria que hoy has conseguido- se detuvo para tomar aliento y enjuagarse los ojos llorosos, -No te vayas Padre- fue entonces cuando Thorir, quien hacía unas horas se batía contra decenas de enemigos se derrumbó y ahogando lo que podía su pena apoyó su cabeza en el pecho de su padre, esperando que este le contestara. 

Durante unos segundos, no se oye nada más en la tienda que tus sollozos apagados. Ni Erik ni el sanador, las dos únicas personas presentes en la tienda aparte de ti, se atreven a perturbar aquel instante íntimo, mirando a un lado avergonzados por el mero hecho de encontrarse allí. Entonces tu padre coloca su mano sobre tu nuca, en un gesto paternal que nunca creíste que verías de alguien como él.

-Incluso los grandes hombres lloran.

Al mirarle, ves en sus ojos tristeza y dolor, pero también cariño y orgullo. Al igual que los tuyos, están bañados en lágrimas.

-Thorir. Hijo mío... Estoy orgulloso de ti.

Antes de que puedas responder, hace un gesto para callarte y continúa, con cierta dificultad.

-Siempre te he amado... Desde que te tuve entre mis brazos. Nunca te vi... Como a un bastardo. Porque eres mi hijo.

Hace una pausa y cierra los ojos debido al dolor, pero cuando el sanador se acerca levanta la mano para indicarle que se aparte. Luego te mira con seriedad.

-Escúchame, Thorir -se gira para mirar a tu tío, que observa la escena desde las sombras, sus ojos repletos de sufrimiento al ver a su hermano y amigo en ese estado-. Escuchadme los dos. Quiero que Thorir dirija el clan.

Tu tío, sorprendido, se gira hacia ti. El sanador abre la boca de par en par.

-Quiero que seas tú, y no Henrik. ¿Me habéis oído? Eres un hombre de honor. Eres valiente, pero también sensato. Y tienes buen corazón. Sé que sabrás hacerlo.

Un sudor frío recorrió la espalda de Thorir tras las palabras de su padre, aquella decisión le había cogido totalmente por sorpresa. Miró a su tío, y volvió a mirar a su padre, -Pero Padre...- dijo casi sin poder articular palabra, -...Henrik es el legítimo heredero..., yo, ..., no puedo, ..., habrá problemas- Thorir se tomó un momento para calmarse y tomar el control de sus palabras, -Además, estoy seguro de que saldrás de esta-, miró al suelo, -Pero Padre, si es lo que deseas así se hará, haré todo lo que sea posible para que te sientas orgulloso- apretó la mano de su padre con firmeza para transmitirle fuerza, como el mismo hacía cuando era pequeño. 

La puerta de la tienda se abre, probablemente algunos de los lugartenientes de tu padre que se detienen en la puerta, sorprendidos ante la escena, posiblemente sintiéndose poco menos que intrusos en vuestra despedida. Pero ellos no importan. El curandero no importa, y ni siquiera tu tío importa. Tu padre baja la mano.

-¿Orgulloso? -te sonríe-. Nunca he estado más orgulloso de ti que ahora, en esta tienda.

Y su sonrisa parece un luz, que ilumina aquel sombrío ocaso, en el que las siluetas de los allí presentes, proyectadas contra la tela de la tienda, no son sino sombras de otro vida, una vida que cada vez parece más lejana y extraña.

Bajo la pequeña luz del candil que iluminaba la tienda Thorir se despedía de su padre, jamás había sentido tanta pena en su corazón, aferrándose a su mano, cómo sujetándolo para que no se fuera al otro mundo. La muerte en los Yermos era algo común y todos convivían con ella, pero no es lo mismo cuando alcanza a quien más has amado. Thorir, quien para todos sólo era un bastardo sin futuro se despedía de su Padre, de su mentor, de su maestro y de su amigo. 

-Has sido el mejor padre que podía tener, espérame allí, junto a los Dioses- dijo Thorir mirando a los ojos de su padre, que poco a poco iban apagándose. 

El rostro de tu padre empieza a oscurecerse, mientras afuera, el ocaso destila sus últimos destellos rojizos sobre la Colina Dorada, ahora manchada con la sangre de tantos hombres... Con la sangre de tu padre.

"El día que el oro sea cubierto con sangre".

Una voz te saca de ensoñación.

-¿Qué hacéis...?

De repente, el sonido del acero. Sintiendo como todo tu vello se eriza, alzas la mirada. Las sombras danzan en la tienda. Los hombres que han entrado por la puerta se mueven...

"... Cuídate del intruso entre paredes de tela".

Cuando te giras, contemplas horrorizado como Gilden retuerce la daga en el pecho de tu tío, que le devuelve la mirada sin comprender, mientras su boca se llena de sangre. Sus palabras retumban en tu cabeza.

-Solo Henrik puede gobernar.

Dos sombras se ciernen sobre ti...

-¡Por todos los Dioses!- gritó Thorir mientras se zafaba de aquellas dos sombras. Cuando logró ponerse de pie cogió una de las espadas de su padre que se encontraba apoyada en el cabecero de la cama en la que yacía.

-¿¡Quienes sois!?- inquirió mientras se ponía delante del cuerpo de su padre protegiéndolo.