Partida Rol por web

Volveis a recorrer la sala con la mirada, un templo de estilo griego formado de piedra y mármol detallada en oro con nueve columnas en las que se han tallado las 9 musas de las artes. Conforme se atraviesan las columnas de madera que conforman el pequeño templo, un aura azul sumamente fresca y de sabor mentolado recorre la zona. Las esquinas del templo están llenas de vasijas de diferentes formas, colores y tamaños, con algunas ahora rotas por la aparición de vuestros compañeros.

Parece un templo muy largo, por lo que estais seguros de que quien investigue el fondo no oirá nada de lo que pase en la zona de "entrada", pero, igualmente, Duke y Erik se lanzan a investigar, seguidos por la mirada de Átropos, que se gira a Burnell un instante, como decidiendo cuál de los dos es mejor que les acompañe.

Aisha le respondió Ephi a Kiran con un ápice de aquella voz dual. Debería de decirte que lo siento, porqué en parte es así, pero hay muchas más cosas que no sabría explicar... Espero que no perdamos y que te veas en la tesitud de ponerte a matar inocentes y de entender todo aquello que no se decirte. Ephi siguió hablando con aquella voz, aunque la poca reverberación iba desapareciendo rápidamente, ahora le habló a Ink. Gracias por el ofrecimiento, pero irme yo que he propiciado esto y dejaros a vosotros... No es si quiera una opción. Además, en caso de volver, mi único sueño era buscaros a vosotros a través del tiempo. Pero estáis aquí. Mi otra opción, que durante un breve lapso de tiempo bailó, alocada, en mi cabeza. Fue volver para matar a mi padre y a sus amigos, cortar sus putas cabezas y dejarlas ardiendo como una pira, y luego colgarme yo. Pero para morir prefiero morir por algo. Y ese final sí sería destructivo. Observó a Átropos y a Burnell. Átropos llevas muchísimo aquí, y entiendo tu punto de vista, pero también veo que la eternidad que llevas aquí y el hecho de que sea tu hermano no te permiten ver las cosas con la claridad objetiva que nosotros tenemos. Nos llamas destructivos por intentar combatir a aquello que viene a destruirnos a nosotros y a miles ¿Millones? de almas más. Combatir la destrucción no es ser destructivo, es prevalecer. Puede que no sea si quiera el hecho de sea tu hermano, puede que el anfitrión te crease así. Un hermano que frena, que dice qué no puede, y otro que lo hace. Puede que en tu propia naturaleza esté el hecho de que veas imposible acabar con tu hermano, y no en su propio poder. La pura lógica nos dice que un elemento creado nunca puede ser más poderoso que el elemento creador. Ahora se dirigió a Burnell.

Has seguido los pasos que te ha dictado Átropos como un credo, cómo un dogma. Pero quizás para llegar a ser un Anfitrión pleno debas decidir tu. Ni seguir el afán destructivo de Laquesis ni los consejos bienintencionados y defensivos de Átropos. Si no un punto medio. Así que te ofrezco un plan. Uno por si los demás fallan, uno que no está basado en la "destrucción" si no en la reconstrucción. Un plan que seguramente solo Átropos llegará a poder concluir. Ephi levantó la guadaña Transfiere lo poco que queda de conciencia de Aisha a esta guadaña. Ahora la dualidad se hizo levemente patente en su voz, y en sus ojos, que se quedaron en blanco Si nos enfrentamos a él y conseguimos aunque sea solo infligirle una herida, o que él coja esta guadaña, yo me transferiré a la psique de Laquesis. Jamás he sido tan ínfima cómo ahora que estoy a punto de fusionarme con Ephi, y son siglos de esconderme en los subconscientes de las víctimas en las que me alojaba. Además, donde Átropos está seguro de que perderá, Laquesis está seguro de que ganará. No se dará cuenta de que estoy en él, de la misma manera que un elefante no notaría si tiene una hormiga caminando por su espalda. Desde dentro, poco a poco, con la precisión con que una araña teje sus redes y con la lentitud en que el mar y el viento erosionan la roca, pero con la misma fuerza que se mueven las placas tectónicas. Iré mermando en él su seguridad y su maldad. Sé que veré cosas horribles, y que muchas me las habrá hecho a mi o se las hará a Ephi, pero prevaleceré, hasta crear una brizna de duda en él, la semilla de la semilla de el arrepentimiento. Cuando eso ocurra le haré decir "Hecho de menos a Aisha". Puede que cuando esto suceda, Átropos, siquiera recuerdes que una vez me introducí en él. Pero en ese momento sabrás que tu hermano habrá revertido a la versión que creó el Anfitrión más original. Ni más fuerte ni más malvado. Y entonces el Anfitrión de ese momento, las sombras que tengas a tu lado, y sobre todo tu, Átropos, decidiréis qué hacer. Si sigue siendo Burnell será un Anfitrión mucho más poderoso porqué habrá pasado mucho tiempo, y tendrá muchas más opciones. Ahora por ahora, y independientemente de qué nos depare a los que quedamos, por favor, danos esta oportunidad.

Ephi levantó su mirada hacia su guadaña, que también permanecía en alto, esperando la respuesta. Con todas las cosas que habían visto, sabía que aquello que pedía era posible, que no perdían nada en intentarlo y que podían ganar muchísimo: esperanza.

La mirada confundida de Átropos se mantiene fija en Ephi mientras esta habla y habla y habla de Aisha, Láquesis y Burnell pero no la interrumpe, la deja hablar, terminar y mirar su guadaña... como si algo de lo que ha dicho tuviera lógica. Es muy fácil notar la electricidad del ambiente chasquear cada vez que Ephi menciona a Aisha y, aún más, crecer cuando insinua que Láquesis dirá que la echa de menos.
-Creo que no lo has entendido, residuo de alma -Su voz suena terriblemente fría, mucho más que en cualquier otro momento de los que ha hablado -, Aisha es mia y ni tú ni nadie puede tocarla, mucho menos Láquesis -Todo el cariño o acercamiento que la criatura tenía hacia Ephi por su mínimo parecido con la chica mencionada se ha desvanecido por completo -No podéis tomar nada de lo que hay fuera de esta dimensión y no sois nada comparado con nosotros, simples trozos de carne con consciencia que piensan que por tener un trozo de metal afilado son más poderosos que los semidioses que cuidan este lugar -Resopla, acercándose a ella y agarra la guadaña del filo, apretando la mano, pero nada en ella le hiere, ni aunque la agarre con la máxima fuerza que puede sin doblarla.
-Vuestras armas son partes de vuestra alma, son personificaciones de vuestro ser y esta, como el alma de 5, no tiene poder para dañarnos -Aclara, mirando a Ephi a los ojos -Láquesis puede pasar a vuestra dimensión pero yo no, estoy anclado aquí dentro para siempre y no hay ninguna razón para que intente ayudar a nadie, dentro o fuera por que, igual que el Anfitrión, mi existencia está vinculada a este lugar -Tira de la guadaña para atraer a Ephi delante suyo, que es la mitad de alta que él a esa distancia tan corta.
-Si le ataco, encontrará la forma de ir a por Aisha donde no puedo protegerla, así que no voy a permitir que le toqueis ni un pelo por que si alguien acaba alguna vez con él, seré yo, ¿ha quedado claro? Podeis intentar pagar el precio para salir los cinco de aquí o podeis volver con la abominación de sombras para formar parte de los irrecuperables, pero son vuestras únicas opciones. No hay más salidas, ni más caminos.

Ephi observó cómo era Átropos quien respondía y no Burnell. Su respuesta fue la que se esperaba de él, y le era difícil no pensar en Burnell y Átropos cómo en preso y guardián, aunque curiosamente seguramente ellos no lo veían así, o tal vez sí. Si aquellas eran las opciones que tenían, lo tuvo claro.

Si hay una opción de que salgamos todos, pelearemos por ella. Luego suspiró, mirando a Átropos y Burnell; Cuanto poder desaprovechado.

Veo cómo Red se marcha después de Lyria, a quien contesto con una sentamiento y una tímida sonrisa a su "todo saldado". Me equivoqué con ella y no resultó ser la culpable del asesinato de Lian. Espero que el hecho de haber ayudado a ganar y haberla traído de vuelta sea suficiente para que algún día pueda olvidar aquello. Me despido de nuestro compañero pelirrojo alzando la mano derecha.

El líquido del vial no tarda en hacerme efecto. Segundos después, la imagen de mi brazo izquierdo volviendo a crearse a una velocidad de espanto me hace sentir vértigo. Es extraño cómo puedo sentir de nuevo la brisa en cada centímetro de mi piel que de nuevo. Ya no hay dolor, ni siento fiebre o debilidad por la herida. Ya no me cuesta respirar, tampoco tengo la necesidad de fruncir el ceño al mover el muñón por las punzadas de daño. Abro y cierro la mano sin apartar la mirada de mi palma. Está ahí, mi mano vuelve a estar ahí.

Alzo la mirada para mirar a mis compañeros y llevo mi mano derecha para tocar mi brazo izquierdo. Sí, el tacto se siente igual que antes, aunque juraría que ahora el roce provoca un cosquilleo más directo, como si la capacidad de sentir en mi nueva extremidad se hubiese multiplicado por cien.

La voz de Kiran me hace mirarle y me tomo unos segundos para contestar a su pregunta mientras camino hacia él. Pienso en los momentos en los que esa figura paterna me acompañó; esa persona que hasta hace nada había estado en mi vida pero que no me había marcado en absoluto. ¿O sí? Poco a poco, lo que parecía en mi mente un rostro borroso comienza a tomar una forma diferente. Sus rasgos se van definiendo hasta que, cuando termina, reconozco a la perfección quién es. 

—Creo... creo que sí —respondo esbozando una sonrisa de emoción, dándome cuenta de que la nueva estatua que dejamos atrás en al sala de las joyas, no era otra sino mi padre.

La voz de Duke y su ofrecimiento para quedarse también allí, me reconforta en cierta forma, pero no quiero que nadie más se tenga que sacrificar si con mi sacrificio ya es suficiente para salvar a Ephi. Erik pronto se une a su idea; estoy a punto de decir algo cuando el vórtice se cierra y, con él, mi esperanza de que el resto de mis compañeros vuelvan a sus vidas.

Sé que ellos son tenaces y valientes, mucho más que yo, por lo que decido confiar en su idea sobre que tiene que haber otra forma de la que salgamos todos vivos de allí sin dejar a nadie atrás. Cuando Duke y Erik se lanzan a investigar la parte delantera de la sala, agarro la mano de Kiran y tiro de él con suavidad para acercarnos a Ephi, al Anfitrión y al tipo de los ojos encendidos.

—Vamos, esta vez también lo conseguiremos.

La idea de Ephi hace que me explote la cabeza por un momento. Parece que ha visto mil posibilidades y ha elegido la más conveniente, aunque la respuesta de Átropos baja hasta el suelo mi propia ilusión.

—Lo haremos juntos —contesto a Ephi tras su frase. 

Veo el brillo del recuerdo volver a los ojos de Ink, rellenando los desagradables e inapropiados vacíos de su memoria con un necesario torrente agridulce. Me esfuerzo en sonreírle. El portal se ha cerrado.

-Brazos, recuerdos y compañeros -repito-. Ya hemos recuperado dos de tres. No es mal ratio para acabar de empezar.  Ahora, a por el billete de vuelta de Ephi.

Aunque sigo sin entender por qué ganaremos de nuevo nuestros pases y el de ella por llegar a la sala de inicio. No importa, en realidad: es evidente que el tiempo apremia, así que, de momento al menos, no tengo que entenderlo, solo hacerlo. Lo que si me ha quedado claro es que vamos a perder cosas en el camino.

Espero que no sean más brazos. 

Aprieto la honda en mi bolsillo y, cuando ya me estoy dirigiendo tras Duke y Eric a inspeccionar la vasijas que no se han roto con el fin de tratar de averiguar cual es el acertijo que debemos resolver para salir de allí, un suave tirón me detiene. Ink me toma de la mano, obligándome a volverme. Miro esa mano como un pasmarote: es cálida, suave, curiosamente pequeña sobre mis largos dedos de gibón.  Por un absurdo momento me pregunto si es la mano "nueva" o la "vieja", mientras siento como me ruborizo un poco como un completo idiota, pero por algún ridículo motivo la sensación me resulta agradable y reconfortante, lo suficiente como para pavimentar la vergüenza hasta convertirla en un camino hacia otra cosa.

Me dejo llevar de vuelta hacia Ephi, Burnell y Átropos (¿como un corderito... sobredimensionado?), cuando por fin lo que sea que hay dentro de Ephi se digna a responderme.

Aisha.

No puedo evitar apretar los labios con rencor, pero me estremezco solo de pensar en la posibilidad de enfrentarme de nuevo a este... juego: esta vez, como ella dice, como uno de los "jinetes" del Anfitrión. Tener que intentar matar cada noche a alguien con mis propias manos (probablemente ni siquiera serían las mías, visto el motivo por el que les llaman "jinetes"), verme obligado a sembrar la cizaña para medrar en medio del caos como una mala hierba. De ser forzado a ello, y a saber en cuántas ocasiones, probablemente a mí también se me ocurrirían planes suicidas como el que ella propone, en los que me vería a mí mismo como un cáncer oculto dispuesto a mutar a su propio hospedador desde dentro, como una especie de germen infecto capaz de envenenar a una criatura que al parecer está hecha de pura oscuridad impía.

Y, sin embargo, el plan tiene una siniestra y elegante coherencia: insertar un virus en un código informático para dar al traste con todo el sistema. Pero no parece ser de la satisfacción del Djin. Al menos esta vez no se ha puesto a soltar rayos y truenos (literalmente), aunque parece a punto de hacerlo. Es terriblemente inquietante verlo cabreado. Vuelve a dejar claro que lo único que podemos ganar con este "doble o nada" que nos hemos marcado es la libertad de Ephi.

Me vale, supongo.

Tendrá que valerme, en realidad. No hay otra.

-Pues para no querer quedarte sin hermano, sí que le tienes ganas... -comento como un estúpido imprudente, y después de hacerlo solo puedo esperar con escaso optimismo que el siguiente rayo no vaya derecho hacia mí.

La mano de Ink sigue en la mía, y no he hecho ningún amago de soltarla.

La frase de Kiran no pasa desapercibida para Átropos, aunque no reacciona como con Ephi, que claramente se ha ganado la animadversión de la moira.
-Me arrancó un brazo y trató de matarme -Aclara, mirando al chico -, intentó usar a mi juguete y quiso hacerse con el asiento del Anfitrión en cuanto vio que tenía oportunidad -Añade, estrechando los ojos, molesto por recordarlo -Si os enfrentais a él, morireis y os torturará como lleva haciendo con 5 desde que entró al castillo -Se acerca a Kiran, mirandolo a los ojos sin despegarlos en ningún momento de los suyos, aprovechando que no hay tanta diferencia con él de altura como con Ephi -Os usará de todas y cada una de las formas que se le ocurran, vuestra mente, vuestro cuerpo y hasta vuestra alma quedará hecha pedazos contra él. Si estuvieras en una posición donde ella -Hace un gesto con los ojos hacia Ink -, esta a salvo de todo eso por el simple hecho de que tú no te metas en su camino, ¿estarías dispuesto a oir como la usa hasta ver que ha quedado reducida a una cascara vacía donde el sufrimiento ha arrastrado todo lo que había dentro? -Y de repente... es evidente para todos. La pregunta va totalmente en serio, Átropos no está amenazando a Kiran, sino que está preguntando genuinamente si él haría eso.

- La puerta.

Burnell lo dejó claro, sin rodeos, como siempre.

- Tienen que encontrarla.

Colocó la mano en el hombro de Átropos, un gesto tan frío como la propia muerte que ahora definía su existencia. No estaba seguro de si era un intento de tranquilizarlo o simplemente un modo de aferrarse a lo poco que aún quedaba de control en ese lugar. Algo le decía que había mucho más detrás de estos juegos, pero por el momento se le escapaba como arena entre los dedos.

- Los hermanos se pelean.

Era un hecho irrefutable. La batalla eterna entre las entidades que se cruzaban en su castillo estaba más allá de su comprensión. Miró alrededor, evaluando cada rincón con una frialdad inhumana.

- Podemos ocultar vuestra presencia, pero eso no evitará que os persigan. No queréis ser sus juguetes.

Las palabras salieron con una fuerza impersonal, como si ya no le quedara nada de su antigua humanidad. Al final, solo quedaba un ser atrapado en las reglas del juego, buscando una salida que no parecía existir.

Átropos asiente a Burnell y suspira, mirando a otro lado y procediendo a ignorar todo lo que los jugadores digan.

Sonrío a Kiran. Sí, ya hemos conseguido dos de tres objetivos y además logramos ganar la partida. Por lo que parece, no somos tan mal grupo de humanos y quizá nos salgamos con la nuestra. Solo falta un poco más, un poquito más de esfuerzo y podremos salir de allí todos juntos. Y vivos, que es lo importante.

En cuanto Átropos nombra lo de su brazo, mis ojos van a parar al mío que hasta hace nada no existía tras ser arrancado por ese bicho de las escaleras y, de manera inconsciente, mi mano aprieta ligeramente la de Kiran. En cierta manera y, aunque sea imposible, todavía puedo sentir el dolor y escuchar el sonido de mi hueso partirse por la mitad.

—Encontraremos la puerta. —Miro a Burnell con decisión—. ¿El mapa que encontré nos puede seguir siendo de ayuda? —pregunto. Si es así, estaré más pendiente de él que antes para encontrar lo que quiera que aparezca en su radar.

La urgencia en las palabras de ambos aceleran mis pulsaciones. Quizá Duke y Erik hayan encontrado algo o podamos ayudar a encontrarlo nosotros.

—Creo que es hora de ponernos en macha, ¿vamos con Duke y Erik? —pregunto a Kiran y Ephi.

De nuevo, vuelvo a ver... emoción en el Djin. Sentimiento. O algo parecido. Sea lo que sea, es algo que despierta empatía, aún por encima del miedo que inspira.

"Los hermanos se pelean" me parece un eufemismo demasiado gordo. Mi hermana nunca me ha arrancado un brazo, y tal. 

Ink me aprieta la mano al escucharle mencionar la pérdida de su brazo. No puedo ni imaginar que se siente al sufrir algo así, pero está claro que Ink lo recordará siempre. He oído hablar del "síndrome del miembro fantasma": seguramente, ella lo llevará a otro nivel con el "síndrome de la amputación fantasma".

Trago saliva, con las tripas revueltas, al escuchar al Djin exponer con cruda naturalidad lo que podría llegar a ocurrir si nos pillan. Todo mi rencor hacia Aisha se desvanece de pronto, miro de reojo a Ephi con preocupación (¿cuanto de lo sufrido por su jinete habrá llegado a afectarla a ella?) y es entonces mi turno de apretar la mano de Ink con la incongruente y angustiante preocupación de que, si la suelto, Láquesis se la llevará en ese mismo momento.

-Yo... Estaba yendo a mirar las vasijas -le respondo, contenido-. Las que siguen enteras. Es el único elemento agregado en la sala. Que no sea arquitectónico y de piedra, me refiero -añado señalando a las columnas.

Justo después de decirlo me siento ridículo, como si estuviera pidiendo permiso para alejarme. Como si no pudiera soltar su mano y hacerlo sin más, como si estuviéramos esposados por una cadena invisible.

Pero es que no quiero soltarla. Sencillamente.

Al mirar en la distancia, podéis ver a Dike y a Erik mirando un grupo de vasijas alineadas al fondo del templo e, incluso si no llegais a escuchar nada, es evidente que celebran algo antes de volver a mirar lo que sea que tienen en las manos.

—Tienes razón —contesto a Kiran—. Es posible que ahí haya algo. Veo entonces cómo Duke y Erik celebran y algo de la emoción que expresan se me contagia aún en la lejanía—. Creo que ese es el aviso para que vayamos —digo sin apartar la mirada de los dos compañeros—. Vamos, Ephi, vamos juntos.

Suelto de manera delicada la mano de Kiran mientras le miro con una sonrisa dibujada en los labios, y saco de mi bolsillo el mapa que encontré en la sala de las joyas y las monedas. Quizá pueda encontrar algo allí que no veamos de camino a donde están nuestros compañeros.

Ephi sigue a Ink y a Kiran a buscar a sus compañeros. Mira hacia atrás, con tristeza, observando a Átropos y Burnell, dos Peter Pans atrapados en su propio País de Nunca Jamás. Suspiró, resignada, y luego se centró en su futuro. Al menos les habían dado una oportunidad a sus Niños Perdidos de escapar de allí, y no la pensaba desaprovechar.

Vamos, entre todos conseguiremos salir de aquí.