Partida Rol por web

La placa que Ink coloca se mantiene un instante en el sitio pero no tarda en volver a caer cuando la suelta.

Toco las vasijas que brillan y se mueven como una película antigua, y es cierto: están ligeramente calientes. 

-No creo que no se pueda seguir. Probablemente será... ¿una especie de temporizador? Y si no se colocan todos los nombres en el tiempo adecuado, simplemente haya que volver a empezar -miró a Duke y Erik, dubitativo-. O eso espero, porque si no la habremos cagado nada más empezar. 

Observo como Ink coge la placa con el nombre de Talía. Justo la que iba a coger yo. Lamentablemente, es la única que me sé. Sin embargo, veo que la pone en el dibujo de la mujer con la lira... Y la placa cae, inactiva.

-Casi, pero no -me acerco a Ink y recojo del suelo la placa que acaba de caer-. Estoy casi seguro de que será... -coloco el nombre de Talía en la musa con la máscara trágica-. Es la de las artes escénicas. Esa máscara... Bueno, si no es esa imagen, no se me ocurre cuál puede ser -me encojo de hombros y añado, casi justificándose-. Estaba en el grupo de teatro del instituto. No recuerdo cuándo ni por qué nos contaron ese tipo de cosas.

Suelto la placa para comprobar si vuelve a caer. Espero haber acertado, porque hasta ahí llega mi aportación... También habría puesto a Urania en la de de las estrellas y el globo terráqueo (solo por eso de tener nombre de planeta), pero de las demás no tengo ni idea.

La placa que Kiran coloca hace el mismo efecto que las activadas y comienza a desprender calor y su imagen se pone en movimiento.

Erik observó con atención los intentos de Ink y Kiran. La sinceridad de Ink sobre su falta de conocimiento era palpable, pero su disposición a intentarlo era admirable, no es como si Erik pudiera decir que tenía mucha más idea de lo que estaba haciendo. Vio cómo la placa de Talía caía y luego cómo Kiran, con una sorprendente certeza basada en su experiencia teatral, la colocaba en la musa de la máscara trágica, activándola con éxito.

¡Eso es! - exclamó Erik, dándole una palmada en el hombro. - Parece que tus días en el teatro del instituto sí sirvieron para algo... Aunque es curioso que os hablen de musas, debo admitir. - La teoría de Kiran sobre el temporizador le dio un respiro momentáneo a su creciente ansiedad. La idea de tener que empezar de nuevo si fallaban era desalentadora.

Ahora, con cinco musas identificadas, quedaban cuatro, Clío, Erato, Melpómene y Polimnia y cuatro vasijas por asociar. Su mente estaba en blanco. Los vagos recuerdos de la mitología griega se habían evaporado bajo la presión del momento. Decidió probar suerte, basándose en asociaciones débiles y puramente aleatorias.

Tomó la placa con el nombre de Clío. - Clío... suena un poco... ¿intelectual? - murmuró, sin mucha convicción. - Que va, me suena a modelo de coche. - Miró la vasija de la mujer sentada con la corona de laureles, el libro y la trompeta, donde Calíope no había encajado. - Quizás... va aquí, porque es muy lista, supongo. - Colocó la placa de Clío en el hueco de esa vasija.

Pese a que la lógica de Erik no es del todo buena, la placa se queda en la vasija y esta reacciona como todas las anteriores, destelleando luz y, como si notasen que estan por completarse, el aire empieza a oler a lavanda.

Veo como a base de ir probando y deducciones algo cogidas por los pelos vamos avanzando en la resolución del puzzle. Sonrío cuando veo que Clío encaja en la vasija con la que la había asociado Erik. Recojo la pieza de Melpómene del suelo e intento decidir en qué vasija probar la siguiente.

—Quedan pocas, podemos hacerlo. —Digo, intentando quitarle importancia al hecho de que las vasijas se estén enfriando. Después hago lo que puedo por continuar con el razonamiento de Erik.— Melpómene... Si era muy inteligente seguro que llevaría algo en la cabeza, para demostrar lo inteligente que era. 

Me detengo en la vasija de la musa que lleva una corona de rosas.

—La verdad es que desde que estuvimos en el Jardín al comienzo las rosas ya no me parecen tan inofensivas. Crucemos los dedos.

E intento probar suerte con la pieza que pone Melpómene.

La placa de Melpómene cae de nuevo al suelo, haciendo ruido metálico, tras unos segundos quieta en la posición.

Escucho con atención a Kiran y su experiencia en el club de teatro. Aquello me suena a las series y películas americanas que he visto tantas veces por televisión. Estoy segura de que mis ojos han centelleado con ilusión, porque siempre me imaginé perteneciendo a clubs extraescolares como el de teatro, canto —aunque no tenga ni idea de cantar—, o incluso al de exploradores.

Con destreza, Kiran coloca la ficha en su sitio y después es Erik el que lo hace usando otra. Ambas parece que han encajado en su lugar correspondiente y las imágenes cobran vida. 

Me siento un poco mal por no poder ayudar tanto como quisiera, aunque después del fallo de Duke no me doy por vencida y vuelvo a lanzarme. Al fin y al cabo, sabiendo dónde no encajan podemos averiguar dónde sí.

—Melpómene... suena como a melodía —murmuro más para mí que para otros, siguiendo la lógica de Duke sin saber yo nada de eso. Recojo la ficha que ha caído y la coloco en el lugar en donde sale la mujer con botas de cuero y un cuchillo.

El nombre de Melpómene encaja perfectamente en el hueco y la musa de la vasija cobra vida mientras las demás responden a la cercanía de sus hermanas. Las imágenes se mueven ligeramente más rápido, a una velocidad casi normal para un video.

Ephi apenas tenía idea de nada pues casi no había sido escolarizada, pero quedaban dos nombres para dos huecos así que fue provando hasta que encajaron.

Ephi debe probar un par de veces antes de que todas las musas etén en sus respectivos lugares, siendo Erato la que tenía la corona de rosas en la cabeza. El grupo de vasijas comienza a brillar como si el sol solo se centrase en ellas, las escenas cobran vida y las musas comienzan a moverse de unas a otras, bailando juntas, riéndose entre hermanas y, cuando todas se juntan en la misma vasija, las otras ocho se apagan y esa comienza a refulgir.

La vasija se tumba y, en la aprte superior, se ve la puerta de salida, que se mantiene cerrada incluso si intentáis abrirla, momento que Átropos suspira.

-Teneis que pagar por salir -Os recuerda sin moverse o hacer nada por ayudar.

Miro la vasija iluminada con una sonrisa de oreja a oreja. Después de varios intentos hemos conseguido resolver el puzzle, y la puerta para pasar a la siguiente sala aparece por fin. Voy a intentar a abrirla, pero hay algo que no encaja… hay algo que falta.

Es Átropos quien nos recuerda con voz átona que debemos sacrificar algo para pasar a la siguiente sala.

Me agacho para alcanzar el bolsillo de mi pantalón, ese que está a la altura de la rodilla, y meto la mano. Antes de que nadie pueda dar un paso adelante, saco la baraja de cartas del Tarot. Ya han servido su propósito aquí, pero están conectadas a mi alma, a mis recuerdos. Las voy pasando entre mis dedos mirándolas por última vez: La Luna, La Emperatriz, el Carro. Me sé cada trazo de cada dibujo de cada arcano de memoria. La Templanza, el Colgado, la Rueda. ¿Si las sacrifico perderé esos recuerdos? El Mundo, el Ermita, el Emperador. ¿Olvidaré que fue tía Viv quien me las dio? La Fuerza ¿Que me enseñó a leerlas? La Muerte.

Suspiro y doy paso adelante. Abro la vasija iluminada y dejo caer las cartas dentro.

Erik observó con creciente alivio cómo las vasijas iban cobrando vida, una tras otra. El torbellino de nombres y representaciones finalmente comenzaba a ordenarse gracias a los esfuerzos combinados del grupo. Sonrió al ver el entusiasmo de Duke y la inesperada perspicacia de Kiran. Incluso Ink, a pesar de su desconocimiento inicial, había contribuido con su lógica deductiva. Y finalmente, Ephi, guiada por la necesidad, había logrado encajar las últimas piezas.

Cuando la última musa encontró su lugar y la vasija final refulgió, tumbándose para revelar la puerta, Erik sintió una oleada de satisfacción mezclada con cautela. Lo habían hecho, pero la intervención de Átropos, recordándoles el pago necesario, enfrió su entusiasmo. Vio a Duke sacar su baraja de Tarot, acariciándolas con una melancolía palpable. El sacrificio de sus cartas, el vínculo con su pasado, era un acto significativo. Erik sintió una punzada de comprensión por la pérdida que representaba.

Mientras Duke depositaba las cartas en la vasija, Erik observó las imágenes de las musas danzando juntas. - Las musas... - murmuró, pensativo. - Representan las artes, la ciencia... la inspiración, la memoria... - Su mirada se dirigió a la vasija refulgente que ahora contenía las cartas de Duke y era la puerta. - ¿Y si el pago... tiene que ver con eso? Con nuestra inspiración, nuestros recuerdos, con alguna de nuestras habilidades.

Se cruzó de brazos, analizando la escena. - Duke está sacrificando algo personal, conectado a su memoria y su arte de leer el Tarot. ¿Las musas... no son las guardianas de esas cosas? ¿Quizás la puerta se abre a través de un intercambio simbólico? Damos algo de lo que ellas representan para poder avanzar.

Su mirada recorrió las vasijas iluminadas. - Cada una representa un aspecto diferente del conocimiento y la creatividad. ¿Será que el castillo nos pide una parte de eso para seguir adelante? Algo que resuene con la esencia de las musas que hemos despertado.

No pasa mucho tiempo despues de que Duke introduzca las cartas para que sea evidente que el sacrificio ha sido aceptado. Hilos de luz del sol recorren cada una de las vetas que conforman la madera de la puerta, de abajo a arriba, y una vez desaparecen, el pomo gira solo y se abre. Se abre no a otra habitación sino a un pasillo o lo que parece ser la conexión entre salas.

Un espacio estrecho y largo, que gira, con una pared extraña, que da la sensación de estar y no a la vez, que se desdibuja cuanto más la mirais y que os guía hasta las salas 14, 6 y 1. Solo queda decidir a cuál entrar.

Ephi termina de colocar todo y aquello se pone en marcha como si fuese un vídeo. Admito que esa imagen de las musas es bonita y por un momento me olvido del horror que hemos vivido los días anteriores.

Veo a Duke despedirse de su baraja de cartas y llevo mi mano hasta el collar del sol de Filipinas que cuelga en mi cuello. Quizá, más pronto que tarde, tenga que despedirme de él para poder seguir avanzando juntos hasta encontrar la salida que nos permita a todos huir de allí. El sacrificio hace su efecto y la puerta se abre, dejándonos ver varias puertas más con números grabados en su madera.

—¿Tenemos que elegir? —pregunto, aunque es evidente que la respuesta es que sí. Podría opinar que debíamos entrar primero a la 14, por aquello de que 1+4 es 5, que resulta ser el número de jugadores que nos hemos quedado para ayudar al resto de almas atrapadas. O quizá inclinarme sobre la 6, simplemente por ser un número par y que sea el más cercano al 7, mi número favorito. Finalmente opto por la 1, porque a veces soy demasiado perfeccionista como para no preferir ir en orden—. ¿Y si entramos en orden? Seguramente tengamos que pasar por todas y será más fácil para no dejarnos ninguna sin investigar.

Aspiro el aire en un respingo sorprendido al ver a Duke arrojar sus cartas dentro de la vasija. No solo porque habían demostrado ser útiles, sino porque eran importantes para él. Se las guardé mientras estaba muerto. Era un milagro que hubiera podido devolvérselas, teniendo en cuenta que... bueno, que yo también morí. Un ratito. Perderlas así me daba rabia. 

-A lo mejor... A lo mejor había valido con cantar una canción. O recitar un poema. O... Hacer un grafiti -encojo un hombro hacia Duke-. Algo así.

La puerta empieza a brillar, como al otro lado se encendiera una luz radiante. 

Un pasillo.

Tres puertas. Numeradas.

-No creo que sea necesario ir en orden. Ink, ese plano... ¿No tendrá por casualidad números o alguna otra forma de identificar las salas, verdad...? Si no... -sacudo la cabeza-... Habrá que hacerlo al pito pito, gorgorito.

Átropos recorre el pasillo con la mirada, atento a algo en la distancia, que incluso parece ver a través de las paredes y se tensa un poco.
-La 1 -Insta, sin molestarse en ser sutil -, es el camino más rápido a la sala del Anfitrión -Dice completamente convencido pero sin apartar la vista de lo que sea que está viendo.

En la distancia, la pequeña aura de Láquesis se mueve inquieto por el hormiguero. Cloto se ha ido con el resto de hormigas a mover la prole a otro lugar más fresco del hormiguero y la Moira, al perder el hilo de la conversación, ha decidido salir de la sala para volver a su espacio personal.

No tardará mucho en descubrir la ausencia de Ephi.

Erik observó con una mezcla de asombro y ligera inquietud cómo la puerta se abría, no a otra sala, sino a un pasillo extraño, casi onírico, que parecía desafiar la lógica. La pared desdibujada le producía una sensación de vértigo y aún tenía muy reciente la caída como para andar con vértigos.

Resopló para calmarse y escuchó las reflexiones de Ink sobre el orden y la numerología con una ceja alzada. - En orden... suena lógico, Ink. Pero en este lugar, la lógica a menudo se va de vacaciones. - El comentario de Kiran sobre alternativas al sacrificio de Duke le hizo reflexionar. - ¿Cantar? ¿Recitar? Tal vez... Si tengo que sacrificar algo, cantaré alguna canción, así sacrifico mis cuerdas vocales o vuestros oídos. - bromeó. - Pero Duke ofreció algo personal, algo con historia para él, así que dudo que funcione.

La repentina y tajante preferencia de Átropos por la puerta número uno lo tomó por sorpresa. Su tensión y la forma en que parecía mirar a través de las paredes generaron una punzada de alarma en Erik. - Aún no me generas absoluta confianza, pero tampoco creo que tengas motivos para mentirnos. - asintió Erik, mirando la puerta número uno con renovada atención, aunque su instinto le decía que la insistencia del Djin ocultaba algo. La elección de la puerta ya no parecía tan sencilla.

Al desprenderme de las cartas noto como algo de mí se queda en esa ánfora. Las musas lo reciben de buen grado y abren la puerta para nosotros. Miro atrás una última vez sabiendo que dejo atrás algo mío… Siento como un peso en el pecho que hace que me cueste respirar, pero se que he hecho lo necesario. Estamos pagando no solo por nuestra libertad, sino por la de Ephi.

Al llegar al pasillo me siento un poco aturdido, no sé si por lo que acabo de perder o por la naturaleza no-euclidiana de la pared.

—Demonios, este muro…  Me está dando dolor de cabeza. —digo, pensando en lo difícil que habría sido pintar un grafiti en él.

Llega el momento de decidir qué puerta atravesaremos. La opción de Ink me parece tan buena como cualquier otra, y a Átropos parece importarle mucho que vayamos por la 1. Cruzo la mirada con Erik, parece que estamos pensando lo mismo.

—Vayamos por la 1. Pero no bajéis la guardia… no sabemos lo que puede haber al otro lado. Hasta ahora hemos tenido suerte, pero creo que hay trampas en todas las salas, por no hablar de Láquesis y la Amalgama. —Me doy cuenta de que estoy siendo más frío y seco que de costumbre. Todavía estoy enfadado, frustrado por haberme tenido que deshacerme de las cartas, pero me repito que era un pago necesario.

Saco las garras retráctiles de las tekko-kagi y cruzo la puerta el primero, esperando que los demás me sigan.