Una acogedora habitación da la bienvenida a los dos inquietos chicos, alumbrada por una lámpara de luz cálida y con grandes ventanales al exterior que dejan en claro que sería un lugar perfecto para un fin de semana reparador... si no hubiera una criatura agresiva dando vueltas por el exterior. La sombra del Wendigo pasa por una de las ventanas a gran velocidad cayendo y poco después un gruñido y el golpe en la puerta deja claro que las intenciones del ser son entrar.
*Imagen orientativa
Al entrar en la habitación junto a Paco, Erik sintió la imperiosa necesidad de encontrar un arma. Una ola de odio visceral hacia Ink lo invadió, una furia que nunca antes había experimentado. La imagen de Ink, su voz, su mera existencia, se volvieron insoportables para él.
¡Maldita sea! - gruñó Erik, lanzando un cajón contra la pared, haciéndolo abollándolo. - ¡No encuentro nada aquí! - Paco seguramente lo miraría con extrañeza, pero Erik no le prestó atención. Con un rugido de frustración, sacó otro cajón de la cómoda y lo arrojó al suelo, esparciendo su contenido por la habitación. Luego, se dirigió a la cama y, con un movimiento brusco, deshizo las sábanas y lanzó las almohadas por el aire. - ¡¿Dónde está?! - gritó Erik, revolviendo los objetos con furia. - ¡Necesito algo afilado!
Después de unos minutos de búsqueda frenética, Erik se detuvo, jadeando. - Estoy perdiendo el tiempo aquí - dijo en voz alta, con la mandíbula apretada. - Donde hay algo afilado es en la cocina. Justo donde está Ink. Y allí es donde voy a ir. Voy a ir a buscarla y voy a... - Erik se interrumpió, incapaz de expresar con palabras la violencia que sentía.
Una sonrisa se dibujó en su rostro al imaginar el momento en que se enfrentaría a ella. Visualizó cada detalle: el filo del cuchillo, la sangre, el terror en los ojos de Ink. La idea lo llenó de una excitación oscura, una sed de violencia que lo impulsaba a actuar. No quería perder más tiempo allí, iba a ir a la cocina, donde estaba Ink.
La frenética y repentina búsqueda airada de Erik hace resonar la madera del suelo cuando se lanza a desmontar la cómoda, chirriando de nuevo en su intento por encontrar algo en la cama. Las almohadas caen a los lados haciendo un suave sonido, comparado con el de los cajones al estamparse contra paredes y suelo.
Con el mismo ánimo con el que inspeccionaba la habitación, Erik, totalmente furioso, abandona la habitación.
Erik sale de escena y se va a otra xD
Paco entró en la habitación tras Erik y, de repente, su compañero se volvió loco.
Comenzó a gritar, a rebuscar por entre los cajones, la cama.... decía que quería algo afilado y que tenía que ir a la cocina... También nombró a Ink....
- EH TÍO...!!!!.. QUÉ COJONES TE PASA!!!!... QUIERES CALMARTE.????...
Parecía que Erik no atendía a nada ni a nadie. Después de 1 minuto de frenética búsqueda, Erik se fue de la habitación. Seguramente a la cocina.
Seguramente a matar a Ink.
Esto tenía que ser otra de las sucias tretas del Anfitrión.
Corriendo fue tras él. Ya volvería a la habitación más adelante. Ahora tenía que salvar a Ink como fuera....
Las mayúsculas es porque le grito.XDDDD
Una acogedora habitación da la bienvenida al inquieto chico, alumbrada por una lámpara de luz cálida y con grandes ventanales al exterior que dejan en claro que sería un lugar perfecto para un fin de semana reparador... si no hubiera una criatura agresiva intentando entrar a mataros.
*Imagen orientativa. No hay chimenea.
Al mirar un poco más de cerca, parece que haya habido una pelea, los cajones están tirados, la cama ligeramente deshecha y cualquier que lo viera diría que recogieron a toda prisa o alguien buscaba algo muy concreto. Al caminar por la habitación, las maderas junto a la cama chirrian bajo el peso de Bastian, casi todas cerca de las patas traseras, aunque las hay en prácticamente toda la habitación.
Un empujoncito, que mañana terminamos sala...
Rápidamente apartó la cama para ver qué había bajo aquellos tablones. ¿Sería tan turbio como se imaginaba?
Bastian pone todo su empeño en mover la cama pero esta solo se mueve un poco por lo pesada que es. Una de las patas se encaja en el hueco entre dos lascas del suelo y, con un crujido, una de las maderas cede, dejando ver un hueco debajo de esta.
Suspiró... de algún modo parecía haber funcionado. Se agachó para ver qué había pero en vez de meter la mano, metió la punta del arco. Por algún motivo se imaginaba una zarpa saliendo de la nada y desgarrándolo y no le gustaba.
La punta del arco entra en el hueco y golpea algo que se mueve ligeramente antes de tocar el fondo del pequeño escondite. Bastian aparta la tabla de un puntapie y, bajo esta, encuentra una escopeta con la punta ligeramente ennegrecida.
Estiró la mano para coger la escopeta... ¿podría salvarle de esas criaturas? ¿O quizá... serviría para su auténtico propósito?
Al cogerla, Bastian, con su nimio conocimiento de armas, nota que la parte trasera de los tubos, donde debería estar la carga explosiva, está vacía. El arma no está cargada, aunque lo estuvo y se utilizó.
Desde la cocina, llega el ruido de una cerámica rompiendose contra una pared.
¡Claro!
Eran dos partes. ¿No? Eso tenía sentido.
Salió corriendo, trastabilleando consigo mismo... era el momento de ir a la cocina. Quizá eso despejaría las dudas sobre sí mimo.