Ephi ahogó un grito al ver el acto de generosidad y valentía de Ink. Aunque eran muy diferentes con aquel acto se había ganado la admiración de la jovencita. Ella se acercó titubeante, con la intención de abrazarla pero luego de detuvo. Apenas se había relacionado con nadie y no podía saber si más que confortarla Ink lo consideraría una invasión de su espacio. Así pués le dió las gracias, de todo corazón. Puede que una única palabra no pudiese explicar todo lo que sentía, pero era cuanto podía dar.
Ella con gusto hubiese borrado de su mente a su padre t todo lo relacionado con él. Pero nunca hubiese podido sacrificar los breves recuerdos que conservaba de su madre. Si bien su tía la había criado ya era una mujer triste y casi demente. Los únicos actos de afecto, las únicas pruebas de amor que había recibido en su vida habían procedido de su madre.
Solo esperó que aquel acto de valentía hubiese valido la pena.
La respiración de la mujer que ha caído de la estatua es pesada y dolorosa. Lo que queda de su piel está quemada como si le hubieran arrojado el propio oro fundido encima y la sangre que brota de sus ojos se mezcla con la carne que asoma bajo esta. Pero cuando Ink se acerca, la chica sonríe un poco, mirandola con sus ojos verdes como esmeraldas y toma aire pesadamente.
-Por fin... gracias... -El aire se escapa lentamente entre sus labios y cierra los ojos, sin volver a moverse, más allá de una muy suave respiración que eleva su pecho de forma regular, aunque peligrosamente despacio.
Aunque echas un vistazo al interior del mapa, dentro no hay anda escrito o dibujado. El material está frío y en el centro del mapa hay unas ondas similares a una pulsación que aparecen cuando miras. No vuelve a aparecer de nuevo.
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Asiento al agradecimiento de Ephi con una escueta sonrisa. Mi mirada se cruza con la de la muchacha tumbada en el suelo; su estado no tiene buena pinta y se me encoge el corazón pensando que hemos llegado demasiado tarde. De repente, la pregunta de Duke me hace bajar la mirada hasta el pergamino de que llevo en mi mano.
—Parece muy antiguo y estamos en una sala llena de riqueza y joyas. Sí, puede que sea algún tipo de mapa del tesoro, o un texto para ayudarla a vivir. —Vuelvo a mirar la respiración irregular y quito el cordel apresuradamente del pergamino para descubrir lo que hay en su interior. Si es algo que pueda curarla, hay que hacerlo antes de que deje de respirar.
Cuando logro quitarlo, desenrrollo el pergamino con la esperanza de encontrar una solución, pero no es así. En su interior no hay nada escrito ni dibujado, aunque juraría que la primera vez que lo he mirado en el centro del mismo he visto algo ondear, como una pulsación o palpitación, pero ya no está.
Lian no dijo nada. Observo. Nunca creyó que lograsen desentrañar ese misterio. ¿Qué tenía de divertido? El Anfitrión, enfermo, retorcido, debía estar disfrutando. Ink había encontrado la manera de salvar a la chica atrapada en la estatua. Ese pensamiento golpeó contra la parte interior de su cráneo como una bola de demolición. Era irreal, pero contundente. Ahora pensaba a ese nivel de realidad.
Ink se había sacrificado por una desconocida. Lian iba haciendo sus cábalas. Uno más uno era dos. Conceptos y comportamientos, también silencios, bailaban alrededor de su cabeza. Sus ideas, como un cazamariposas, trataban de cazarlos a todos. Luego podría estudiarlos. Había cosas que se le escapaban, cosas que aún no comprendía. Dejó las mochilas. Ya no tenía sentido. Alguien las había dejado atrás. Suponía que ahora el recuerdo del padre de Ink estaría en alguna parte, entre dos mundos, atado a ese limbo que podía percibirse, pero no tocarse. Era cruel, pero no tanto como lo que le habían hecho a esa chica.
Su cuerpo estaba quemado, desfigurado. La vida se escapaba junto con su débil aliento. Su respiración estaba rota, quebrada. Lian intentó adivinar por el calvario que habría pasado aquella muchacha. Horrible. O quizás, se lo había buscado.
Tímidamente, se había acercado. Dos pasos por detrás de Ink, sin decir nada. Y así habría seguido si hubiera sido la vieja Lian, con sus parcas palabras, su vergüenza y su falta de carisma social. Tras lo que había visto y vivido en veinticuatro horas todas esas trabas, irrisorias ahora, se habían desvanecido. Bueno, quizás habían sido irrisorias siempre y no lo había sabido ver.
—Buscaremos ese recuerdo cuando salgamos de aquí, Ink. Puede que tú lo hayas perdido, pero esa memoria estará en mente de otros. No lo has perdido, no del todo.
Claro que no sabía si eso era verdad, pero quería insuflarle algo de ánimo. Valor ya tenía.
Se acercó a la muchacha herida. No podían hacer nada. Quizás, si hubiera algo de agua, pudieran humedecer sus labios, o sus heridas. ¿Serviría? Las lágrimas volvieron a acudir a sus ojos. No sabía que hacer. Podía ser una víctima. O una infiltrada condenada por un grupo anterior. La sombra de la muerte volvió a atar sus palabras a la realidad.
—Cuando votemos, condenaremos a uno de nosotros a un destino tan dorado como el suyo…
Sigo pensando absurdamente que los recuerdos no pesan.
Ha sido doloroso contemplar el sacrificio de Ink, física y emocionalmente. Puede que ahora ella solo sienta la piel del brazo quemada por las filigranas de oro, pero todos la hemos oído ofrecer el recuerdo de su padre a cambio de la liberación de la desconocida.
-Lo que has hecho ha sido... Increíblemente valiente. Y altruista -le digo, acercándome por si necesita apoyarse en algo hasta recuperarse del shock y de su herida; ni siquiera recuerda lo que ha perdido, y eso lo hace todo aún más triste-. Espero que haya servido para algo -añado mirando a la joven de la piel quemada-. Parece que está muy mal, y no tenemos ningún modo de ayudarla. Ni siquiera agua fresca para sus heridas...
Lian también parece conmovida por el gesto de Ink, y me alegro de que algo vuelva a hacerla recuperar un poco de ánimo y esperanza después de su terrible experiencia. El sacrificio de Ink no sólo ha devuelto la libertad a quien se encontraba encerrada en la estatua: también ha devuelto algo a Lian, al menos en parte. Su promesa de buscar el recuerdo me parece difícil de cumplir. Tampoco tengo claro que si "ganamos" se lo devuelvan sin más, igual que la vida a los caídos en el proceso. Parece más ese tipo de ofertas vinculantes que, una vez hechas, no tienen marcha atrás, pero aún así escuchar sus palabras es balsámico.
Me arrodillo junto a la chica herida, pero no se me ocurre que hacer. Solo puedo pensar ansiosamente que ni siquiera hemos llegado a saber su nombre.
-¿Cómo te llamas...? -le susurro con calma: si va a morir a causa de sus quemaduras, que ya no sea un recuerdo enterrado bajo el oro abrasador, nosotros la recordaremos, yo la recordaré-. Estás fuera. Ya estás fuera -me parece importante recordárselo, porque al menos no agoniza sola y aislada en una terrible agonía, sino libre y rodeada de gente que ha querido ayudarla.
Ink dice que no hay nada en el pergamino que cae al crearse la estatua de su padre. No necesito comprobarlo: estoy seguro de que así es.
-Un pergamino con una historia que no se puede leer. Como la caja de canicas sin canicas, o las fotos que no se pueden ver, o la música que no se puede oír. Un objeto más de la colección de los recuerdos olvidados -digo con tristeza, casi pensando en voz alta.
O un tatuaje, ahora impreso de forma invisible en un papel.
Hay una cosa que me preocupa desde que Ink manifestó sus intenciones, pero no tuve siquiera tiempo de expresar. Ahora puedo comprobarlo. Me acerco temeroso a la nueva estatua, extiendo una mano y la toco con suavidad. Incluso apoyo una oreja contra ella, deseando no escuchar absolutamente nada dentro. Porque la prisionera liberada por el oro no parece un recuerdo. Los recuerdos no pesan. Parece muy real. Si es un recuerdo, está muy logrado, y su sufrimiento es tan verosímil que se clava en las tripas. Y si no lo es... ¿Esto ha metido al padre de Ink de la estatua, y ahora está condenado a sufrir él sus tormentos? Espero que no. Demasiados pensamientos lúgubres llenan mi cabeza. Prefiero no detenerme demasiado en ese que grita enloquecido en el fondo de mi cabeza que uno de nosotros terminará del mismo modo antes de que acabe el día.
Y aún así, no he podido evitar darme cuenta del prosaico detalle de que, desde que empezó el día, Lyria y Red parecen dos tortolitos. Cualquiera diría que Cupido les ha clavado una de sus flechas a ambos en el trasero mientras dormían.
No se escucha nada ni nadie dentro de la escultura de oro, pero el metal todavía está caliente, no tanto para quemar, pero sí para suponer de dónde vienen las quemaduras de la chica si fue directamente utilizada como sacrificio.
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Ephi se arrodilló al lado de la chica herida y le cogió la mano, no se le ocurrió nada más que hacer que demostrarle que no estaba sola. Desde el suelo se giró hacia Kiran y Ink ¿Se… Pero dejó la pregunta en el aire, sin acabar …va a morir? Los ojos de miedo con los que había lanzado la pregunta hacía fácil completarla. Pero Ephi no quiso hablar de la muerte, cómo si preguntar por ella fuese a traerla.
Luego siguió arrodillada junto a ella en silencio, intentando darle fuerzas con su contacto, con su presencia.
-¡Mu! -escucha Lyria detrás de ella y pues... ¿De quién más se puede tratar? -Lo encontré. Después de buscar entre pilas de objetos y armarme unos dos o tres oufits, muy matadores por cierto, por fin di con el sombrero. Fue una labor muy titánica pero se logró. Ven conmigo -me la llevo aparte y detrás de una pila de monedas de oro saco un elegante sombrero con plumas... falsas desde luego- ¡Qué bonito! ¿no te parece? Lo bueno es que ningún ave resultó dañada en su elaboración ¿Te gusta el azul?
Me había llevado algunos minutos encontrar el sombrero. Desde que Lyria me lo había pedido me tomé esa búsqueda de forma muy personal. Entre tanto lujo y opulencia debía haber algo. ¡Oh, mi madre debe estar preocupada! pienso mientras revoloteo todo. Recuerdo la última vez que la vi. Iba a salir de casa cuando me dio indicaciones para la misa "usa el maquillaje que dejé en tu mesita y lleva guantes puestos. Mira que la gente ya comienza a hablar. No se te ocurra fumar, ponte algo que disimule tu delgadez y cuando pases enfrente pellízcate o pínchate un dedo, no quiero que leas sin emoción". Luego yo, evadiendo sus comentarios pasivo-agresivos, le hablé del coro y de como una de las niñas más chicas, a pesar de su falta de experiencia, lograba robarnos el corazón con su sola presencia a lo que me dijo que conmigo pasaba lo mismo pero a la inversa "Nomás empiezas a cantar y la gente deja de fijarse en tu cuerpo y en tus ojeras". El padre Sixto y ella deben estar muy enojados porque no llegué a la lectura.
Mientras le muestro el sombrero a Lyria me pregunto si a ella le molestaran mis ojeras, mi delgadez (que no es extrema, el problema era para las personas que me conocían de tiempo atrás ya que llegaron a notar que últimamente estaba más flaco), las machas del vicio en mi mano ¡Oh no! necesito un cigarro para procesar tanta información. ¿Cómo se me ocurre poner los ojos... Un momento "poner los ojos" ¿Cuánto llevo conociéndola? ¿Dos días? dos días y ya ando preocupado por mi físico e imagen por alguien. A mi favor tengo que estas horas se han sentido como más de veinte días y ella ha sido un verdadero ángel para mi pero..
-¡Ay San Miguel arcángel, santón, no me dejes caer en la tentación! achica mi cama, encoge el colchón...
Aunque lo que sentía, ¡Oh el pánico! "Sentía" me da miedo esa palabra, por ella no era de colchón. "Oui, ¡Ricardo 1, lujuria 0!" era algo que recién brotaba, pero.... siempre pero.... esos dos días me inquietan, me asustan ¿Tan rápido? ¿De un día para otro? Otra cosa que puedo decir a mi favor, ¿Por qué lo estoy tratando de justificar tanto?, es que ha sido la única luz en este infierno para mi y que ha logrado despejar mi mente de tanto caos. Y ya no se que más argumentar ¿La quimica? o lo que sea esa cosa haciendo lo suyo, supongo.
Me portaré bien ya que siempre le prometí al señor Cázares que cuando saliera de viaje o excursión siempre me portaría bien y "no hagas nada malo que no hiciera yo". Pero esto no es una excursión y aparte viene a mi memoria que, el mismo día que me lo dijo, lo vi hablando con una mujer en el puerto.
-¡Ayyyy! ¡Mu!- me muerdo el labio y le digo- Ma petite, ¿Sabías que muchas veces cuando te venden un helado o una malteada no hay mucha diferencia entre entre los tamaños chico, mediano y grande? ¿o a veces entre mediano y grande? ¿Qué bodrio, verdad?
Me cago en mi puta calavera...
Paco se había quedado alejado de la acción de la estatua, la chica encerrada y el resto que intentaban rescatarla y actuaba como mero espectador.
Conforme se fueron desarrollando los actos y, llegado al sacrificio final de Ink, sólo pudo más que sorprenderse de la capacidad altruista del ser humano.
Siempre solía haber alguien que, sin pedírselo, daba su vida a cambio si hiciera falta. Paco no era uno de esos.
Cuando finalmente apareció la chica, moribunda, no pudo más que acercarse. No es que fuera a medirle el pulso ni nada parecido (básicamente porque no tenía la más mínima puta idea....), pero quería verla más de cerca, y sobre todo hablar con Ink.
- Joder Ink, ¿por qué lo has hecho?. No la conocías de nada, ningún vínculo afectivo. Ni tan siquiera sabes si esta chica que está ahora tirada en el suelo era uno de los espías del Anfitrión y que los anteriores concursantes descubrieron y la dejaron encerrada. Flipo en colores por tu sacrificio, la verdad...
Cuando la mano de Lian toca a la chica, un gesto de dolor recorre su rostro y las lágrimas comienzan a correr por sus ojos, haciendo que tome aire con pesadez. Vuelve a abrir los ojos muy ligeramente y mira quién la está tocando.
-Duele -Murmura apartando la mano con gentileza pero manteniendose apartada de todo contacto, incluido consigo misma, sin moverse apenas de la posición en la que está. Su mirada se fija en Paco con cierta dificultad y una sonrisa ligera aparece en la comisura de su labio.
-Lo era -Admite, soltando aire y volviendo a cogerlo con complicación -, pero no... por que yo... quisiera -Añade, respirando aún más pesadamente -Solo somos... -Murmura algo más pero su voz está tan dañada y habla tan bajo que apenas entendeis que murmura algo hasta que un suspiro más largo escapa de sus labios, desinflando su pecho. Los ojos que segundos antes miraban a alguna parte, ahora están fijos en el vacío. Sus pulmones no vuelven a tomar aire y una última lágrima cae de sus ojos, perdiendose entre el metal del suelo.
Las últimas palabras de la chica que estaba encerrada en la estatua me golpean mientras veo como exhala por última vez. Alargo la mano y le cierro los ojos con tristeza.
—Ahora se ha terminado tu dolor, por fin podrás descansar. —Luego miro a los otros, cambiando de uno a otro intentando que todos recuerden mis palabras. —Fuese quien fuese ha estado sufriendo durante quién sabe cuánto tiempo. Si alguno de vosotros es uno de sus espías, miradla bien. Murió sin que el Anfitrión moviese un dedo por ella, sufrió durante quién sabe cuánto tiempo encerrada en esa escultura sin que él hiciese nada por evitarlo. Al Anfitrión no le importáis. Así que sea lo que sea lo que os haya prometido no vale nada. Deberíais pensar si os vale la pena seguir con este juego.
Asiento a la promesa de Lian. Por cómo reaccionan mis compañeros ante lo sucedido, entiendo que lo que he sacrificado significaba mucho para mí y que, en mi lugar, ellos quizá no hubiesen tomado la decisión. Para mí ahora mismo es raro, porque sé que tenía un padre, pero no lo siento como una figura trascendental en mi vida; ni siquiera recuerdo su rostro o su voz.
—Yo también —contesto a Kiran sin apartar la mirada de la chica tirada en el suelo. Porque sé que aquello de lo que me he desprendido, aunque en estos momentos no lo sea, después de lo sucedido sé que era muy importante para mí.
Parece estar muy débil, dando casi sus últimos alientos de vida. Me inunda la tristeza sabiendo que aquí acaba su camino, pero me consuela el hecho de que ha vuelto a sentirse libre los últimos minutos de su existencia.
Tras las palabras de Paco, la chica logra decir las últimas palabras antes de que su alma abandone su cuerpo. Sus ojos miran al vacío; ahora solo le queda volar en libertad sin ninguna estatua que la aprisione durante toda la eternidad.
No puedo estar más de acuerdo con las palabras de Duke. El Anfitrión se divierte haciendo sufrir a los demás, es un psicópata de manual y nadie debería confiar en su palabra o promesas.
—Lo hice porque creo que nadie se merece terminar así. —Alzo la mirada cuando me dirijo a Paco contestando su pregunta. —Y porque debemos ayudarnos los unos a los otros. Si tú hubieses estado en su lugar, ¿no hubieses agradecido que alguien rompiese la prisión y acabase con tu dolor? —Miro al resto de mis compañeros. —Chicos, no sé quiénes de vosotros seáis aliados del Anfitrión, pero tenéis que hacer caso a lo que dice Duke; no le importáis, lo único que le importa es divertirse viéndonos morir. Aún estáis a tiempo de no seguir sus directrices.
Lo que hizo Ink rompió los esquemas de Bastian. No se esperaba un sacrifico así, no terminaba de entenderlo... pero también le transmitía cierta confianza. Miró a unos y a otros.
Has sacrificado el recuerdo de tu padre para darle reposo a una desconocida...
Reflexionó en voz alta. Destensó su arco y se acercó un poco al grupo, pero no dijo nada, seguía observando alerta.
¿Qué clase de brujería puede arrancarte recuerdos o mantenerte encerrado en oro?
No pudo evitar preguntarse, era algo más digno de leyendas e historias sobre dioses que algo para gente normal. Le zumbaban un poco los oídos, se sentía abrumado.
Aprieto los labios y trago saliva para pasar el nudo que tengo en la garganta.
Al menos dejó de sufrir, quiero decir, pero no puedo. Al menos no continuó agonizando encerrada en la oscuridad, y pudo verse fuera de su encierro y respirar por última vez.
Entiendo perfectamente a Ink: creo (o al menos quiero creer) que yo también habría hecho lo mismo de habérseme ocurrido antes, y de haber tenido algo donde se albergara el recuerdo, algo físico y tangible que poner en el pedestal donde y que no fuera mi propia cabeza.
Lo cierto es que ni siquiera me importa si era una infiltrada de un juego anterior del Anfitrión. Nadie se merecía acabar así. No creo que los espías tengan elección; en realidad están tan metidos en la misma mierda como lo estamos nosotros. Y esto debe ser un duro recordatorio para ellos. Ninguno somos más que carne para la picadora. Nadie está a salvo. Ojalá se revelaran contra el psicópata que nos ha metido a todos aquí.
No hemos podido llegar a saber cómo se llamaba...
Ahora sí que se ha convertido en un recuerdo. Aunque sea uno sin nombre.
Duke le cierra los ojos con delicadeza, y me quedo allí sentado en el suelo junto al cuerpo sin mirar a nadie, sintiendo como la visión se me distorsiona por las lágrimas y luchando por evitar que se derrame ninguna.
Directora: Lo siento, me he olvidado de prohibiros escribir, pasalo a la otra sala, por favor