Partida Rol por web

Zoë respondió con una teoría sobre el aburrimiento del Anfitrión y su necesidad de jugar con ellos. Erik asintió pensativo. - ¿Y un ente divino o demoníaco no tiene nada mejor que hacer? - pensó - Con la de posibilidades que daría tanto poder...

La voz de Paco resonó a lo lejos, llegando hasta ellos como un eco distorsionado. Erik frunció el ceño, tratando de entender lo que decía, pero las palabras se perdían entre el follaje. - Parece que alguien está en problemas - murmuró Erik - pero no logro entender qué dice.

Al ver correr a las chicas, Erik se puso en alerta, no dudaron en correr hacia esa voz, aunque un pensamiento corrió la mente de Erik ¿y si era una trampa del Anfitrión? Si es capaz de tantas cosas, bien sería capaz de poder imitar la voz de alguno de los presentes.

Erik las siguió de cerca - Tened cuidado, sea lo que sea, seguro que no es nada bueno. - Mientras corrían, Erik no podía evitar pensar en la extraña sensación que había experimentado momentos antes, cuando llegaron a aquél lugar.

—Ephi, Erik... Las flores... 

Con el aviso de Zöe y la consciencia de que algo pasa con las flores, el grupo entero es consciente de que estas, que al inicio eran de un blanco puro, ahora tienen una tonalidad rosada. Conforme más avanzais, más oscuras se vuelven hasta que la espesura se aparta y llegais al cenador, vacío y rodeado de rosales de rosas rojas como la sangre. No hay nadie más de vuestros compañeros.

Las palabras de Zoë resonaron en el aire, una advertencia que heló la sangre de Erik. Las flores... Erik las revisó y sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Las flores, que antes eran de un blanco puro, ahora tenían un tono rosado, un color que se intensificaba a medida que avanzaban por el laberinto.

Al doblar una curva, el laberinto se abrió de repente y los rosales dieron paso a un claro donde se alzaba un cenador de hierro forjado. Pero lo que más llamó la atención de Erik fueron las rosas que rodeaban el cenador, eran de un rojo intenso, un rojo sangre que parecía advertirles de algo terrible.

A pesar de lo hermoso del espectáculo, no tardó en asociar aquél color con la sangre ¿se estarían tiñendo tras la muerte de alguien? Su corazón latía con fuerza, pero decidió calmarse, pensando que quizá, estaba exagerando en su mente el significado de todo aquello.

La impotencia lo invadió al darse cuenta de que no podía hacer nada más que esperar, bien fuera a cualquier otra reacción del entorno o a la llegada de los demás. Cruzó los brazos sobre el pecho, con la mirada fija en el cenador, lleno de frustración.

¿Dónde estarán los demás? - preguntó Erik, con preocupación. La respuesta a esa pregunta era una incógnita que lo atormentaba mientras aguardaba el siguiente movimiento del Anfitrión.

El interior de lo que pensabais que era un laberinto es, en realidad, un entramado de rosales plantados sin lo que parece una estructura clara. Quizás una espiral o tan solo las zarzas que han crecido como han querido sin cuidado, el camino de adoquines, tras unos metros, ya no está tan despejado como esperabas, aunque sigue siendo claramente visible y marcado.

Una rama aquí, una rosa allí, algunas cosas sobresalen de los límites de este pero nada que te impida avanzar. Las plantas, tan hermosas y fragantes como en la entrada, no dificultan tu paso pero sí aíslan bastante bien del sonido de tus compañeros, que llega ligeramente amortiguado... pero los compañeros que han entrado se han adelantado tanto que no eres capaz de verlos

Se había quedado sola. Atrás. Los números eran más fáciles que las personas. Una vez entendías como podías relacionar unos con otros, el resultado siempre era el mismo. No fallaban. Le daban...seguridad. Con las personas no era tan fácil. Mismas acciones en mismas situaciones podían desencadenar diferentes resultados. Ella era la variable, porque no comprendía las fuerzas que relacionaban a las personas, de tal forma que aplicase la cuenta que aplicase, siempre fallaba en el resultado. Habían dicho de mantenernos juntos, pero me han dejado atrás. Contempló el lugar, desamparada. No, tú te has quedado atrás, como siempre. No es culpa de ellos, sino tuya.

Si sintió asustada. Las rosas invadían con mayor intensidad el camino. Y aunque su parte más racional le decía que no debía temer a unas flores, una parte de ella, emocional y reprimida, le decía que aquello no tenía nada de normal, y que el peligro podía provenir perfectamente de ese entorno natural que amenazaba con cerrarse sobre el camino. ¿Y si se cierra hasta que ya no podamos ver el camino?

Deseó no haberse quedado atrás. Se asustó un poco. Escuchaba voces, pero distantes. Amortiguadas. Aceleró el paso. Vio a alguien en la distancia. Contuvo la respiración. Soltó aire al ver que no era el chico pelirrojo. Pero podría ser uno de los espías. ¿Cómo se llamaba? Bastian. Un solitario, no confiaba en nadie. ¿No había dicho algo así? Se detuvo a unos pasos de él. En medio de aquel jardín todo parecía una novela rosa. Pero allí no había príncipes, ¿Verdad? Tampoco en su vida anterior.

—Hola. Creo que me he quedado muy atrás —dijo, voz baja, mirando al suelo —. Soy Lian.

Bastian alcanzó a ver la silueta de una chica, por la forma de sus gestos parecía estar un poco asustada y más cuando vio que me acercaba.

Creo que se habrá quedado rezagada, lo cuál no entendía si era por algún problema que había tenido o por si quería estar separada del resto por algún motivo, pensé que podría no ser una amenaza así que decidí ir a su lado y ella se presentó.

-Hola Lian, soy Bastian como dije en la anterior sala, no te asustes, creo que nos hemos rezagado aunque mi intención era estar un poco separado del resto y observar si eran de confianza.

Bastian examinó sus gestos en la cara, denotaba sinceridad y su intuición le dijo que podría ser una buena compañera, parecía en cierta forma aliviada de no estar sola y expuesta a cualquier peligro.

-Creo que si hay alguna trampa el grupo que va en cabeza podría activarla antes así que sería buena idea ir con cautela y esperar a ver que hacen los otros, si hay que seguir alguna estrategia para sobrevivir es mejor esperar cuales serán los siguientes movimientos, pero habrá que movernos antes de que esta sala pueda cerrarse y se selle como en la anterior, no quiero quedarme aquí encerrado para siempre.

A vuestra espalda, los rosales se cierran cuando os alejais unos metros de la entrada, dejandoos sin forma de dar la vuelta. Ya solo os queda avanzar.

Lian avanzó tímidamente sin acercarse del todo a Bastian. No era recelo, sino timidez. Miró atrás, viendo como los rosales se cerraban tras su paso. Ya no había vuelta atrás. Otra incongruencia más de aquel mundo. No lo comprendía, pero debía aceptarlo.

—Me acuerdo de tu nombre, Bastian.

No le miró a los ojos, así que tuvo que contemplar aquellas plantas que parecían querer cerrarse sobre ellos. No le gustaban sus espinas pero su aroma perfumado le resultaba agradable.

No le gustó lo que dijo. ¿Quería usar a los demás como cebo para activar las trampas? Ella no era así. Algunas personas del grupo le habían parecido buena gente. De hecho, seguramente todos ellos lo eran. Solo eran jóvenes de diferentes partes del mundo y del tiempo. Se preguntó si Bastian lo era también, o sí aquella forma tan disruptiva de obrar era porque era uno de los espías.

—Estoy de acuerdo, avancemos.

unque hay algo en el lugar que llama ligeramente la atención, por más que mirais no sois capaces de decidir qué es. Quizás solo es la inquietud de adentraros en un lugar desconocido...

Repentinamente un estremecimiento recorre todas y cada unas de las hojas que os rodean y las flores se giran hacia un punto en la lejanía, emitiendo un chillido indescritible desde unas bocas de infinitos dientes. Tras eso, los tallos comienzan a moverse y, el camino que veíais tan claro, se empieza a desdibujar.

El tiempo corre y cada vez es más dificil pasar.

En tu frenética huida eres capaz de darte cuenta que las flores estan variando de color, siendo de un blanco puro en la zona por la que habéis entrado y volviendose cada vez más rosadas y oscureciendose

Después de unos momentos de duda por qué dirección tomar y cuando parecía que el camino no estaba muy claro y sin posibilidad de dar marcha atras, en un acto de fe Bastian decide avanzar con paso firme.

-Vamos Lian, no podemos demorarnos más, sigamos adelante o nos quedaremos perdidos aquí.

Quizás el grupo que iba en cabeza podría haber encontrado la salida de este laberinto, no sabíamos si estaban bien o estaban atrapados o habrían caído en alguna trampa, eso me tenía intrigado, si bien pensaba que eso significaría que ya no caería en las misma trampa, o eso esperaba, también querría acercarse a ellos para averiguar si alguno de ellos estaba de parte del psicópata que los encerró aquí, y si lo descubría le haría sufrir hasta que me dijera de qué trataba todo esto.

Al avanzar repentinamente parece que las flores van cambiando de color, es algún tipo de cuenta atrás?

-Tenemos que salir de aquí Lian deprisa antes de que desaparezca el camino del todo, adelante.

No era un jardín normal. Cuánto mas se adentraban en él, más parecía cerrarse sobre ellos. Se sentía en la bodega de carga de un navío que hiciera aguas. Solo que las aguas eran esas flores tan extrañas. Algo se le escapaba en su belleza, en su dinamismo. ¿No se estaban moviendo más rápido? El camino empezaba a desaparecer ante sus ojos. Y luego ¿Qué? El camino no era garantía de nada, pero no sentía ganas de perderse en mitad de la nada sin saber a dónde iba.
Ojalá tuviera una brújula.
Escuchó el chillido, se quedó helada, paralizada una vez más. Las flores no gritaban. Ergo, no eran flores. Eran otra suerte de criaturas. Con bocas, dientes. Escuchó a Bastian decirle que se diera prisa. No tendría que decírselo dos veces. Se puso en marcha. No quería quedarse sola allí, le cogió de la mano, atrevida. Si se separaban, estaban perdidos. Juntos tenían una oportunidad.

Las ramas de los rosales que devoran el camino al inicio parecen solo cerrarlo pero no tardáis en daros cuenta de que están intentando atraparos. Algunas de sus espinas os arañan la piel cuando se lanzan a por vosotros en un claro intento de heriros, pero, en su mayoría, esquivais sin prácticamente ningún problema. Por desgracia, uno de loa látigos de espinas golpea a Bastian en la pierna, tirandolo al suelo al salir repentinamente cuando el chico todavía estaba esquivando uno anterior.

De una patada, aparta el tallo y se levanta, siguiendo de cerca a Lian, que es la primera en alcanzar el cenador, donde el resto del grupo está en guardia, ya luchando contra las plantas que, parece, han herido a Ephi.