Veo que no me están prestando demasiada atención, así que decido avanzar hacia el laberinto con quien quiera acompañarme.
-Vamos allá, que me siga el que se atreva. -digo, quizás para Ink o alguno más de los que estuvieran decidido a entrar en grupo.
Se adentran varios más y pongo los ojos en blanco. Definitivamente, no han aprendido nada de las películas y series de televisión. Miro a Kiran y le hago un gesto para que nos acompañe; me cae bien y parece inteligente, no quiero que se quede atrás. Después, sigo los pasos de Duke no demasiado rápido para que a los que se animen a ir con nosotros les de tiempo a alcanzarnos por el camino.
De nuevo, salvo el viento que mueve las flores al pasar Duke e Ink por el hueco entre las plantas, no hay cambios en la vegetación. Las flores siguen siendo blancas, las espinas pequeñas y se mantienen sin moverse del lugar donde están.
Ink y Duke pasan a otra escena.
— Vamos Red, entraremos juntos— dijo al mantener la mano extendida, ya fueron cruzando varios—. Puedo acompañarte, juntos será más fácil.
La voz de Duke se tornó seria, una de las chicas había cruzado sola y el algunos comenzaron a seguirla. Esto provocó una reacción en cadena, pero Lyria se mantuvo firme. No dejaría a nadie atrás, algunos se estaban ocupando de su compañera y ella intentaría ayudar al chico.
Con una mirada rápida, todos notan que Bastian y Paco todavía no han atravesado la puerta, no solo ellos, sino que Lian, una chica que no se ha presentado y un chaval que no se ha movido, también siguen en la sala de paredes blancas.
Aunque el grupo intente volver, un muro invisible les fuerza a quedarse en la sala que se encuentran y no parece que sus voces alcancen a los que se han quedado atrás. Puede que pase algo si se quedan, pero no hay forma de cruzar para rescatarlos.
Como he dicho, ni Bastian, ni Paco ni Lian han posteado en esta escena por lo que se considera que no han cruzado.
Hay dos personas más que todavía ni han movido a los personajes por lo que, si esta semana no postean, serán borradas de la partida.
Danilo, Duke, Erik, Ephi, Ink y Zöe y han cambiado de escena.
Todo aquello era una puta locura.
Paco era muy pragmático y se hacía pronto a las nuevas situaciones pero, desde luego que esta en la que se encontraba ahora mismo, era la más bizarra que había tenido en sus 20 primaveras.
Lo de su ataque al corazón frustrado le había dejado descolocado. Tanto, que él que suele ser el primero en todo (ya sabes, quien golpea primero, golpea dos veces....) se quedó de los últimos en pasar a la siguiente sala.
Cuando vió el número 15 en la puerta, su corazón volvió a galopar al trote...
El Anfitrión había dicho que yo era el número 15, verdad?. ¿Tendría esta sala algo preparado para mi muerte o... algo peor?.
El reloj de su muñeca vibró y allí también apareció el número 15. Joder, que ganas tenía que cambiara ese puto número por otro. El que fuera... No quería volver a ver ese número en su puta vida. Joder....
Cuando entraron a la sala lo que más le llamó la atención fue el olor. Era un olor dulzón, intenso.... demasiado intenso. Después de lo vivido no se fiaba de nada. En su vida anterior hubiera acercado el napio a cualquier rosa para comprobar si el olor era real o otro de los engaños del Anfitrión, pero no quiso arriesgarse...
Deja, deja, que acerco la nariz y me escupe unas esporas venenosas que me dejan ciego y se me derrite la piel....
De pronto, aquel grupo se empezó a desmoronar. Cada cual iba por donde le daba la gana. Entraron Ephi, seguida por Duke y luego 4 más... Luego habían otros que se daban la mano para entrar en una cadena... ¿Allí atrás muchos decían de que tendríamos que juegar en equipo???. Equipo mis cojones....
Paco paso de largo y entró decidido en el laberinto con los nunchakus preparados y fijándose en cada detalle, por insignificante que fuera. Ya habían visto en la anterior sala unos paneles traslucidos que emitían unas imágenes como si fuera el exterior (obviamente una ilusión....). Estaba convencido que en cada sala habrían secretos ocultos.
Esto es un juego. ¿Quieres que juegue, Anfitrión?... Vamos allá....
Red tiene otra de sus... crisis. Bueno, es que al parecer el chaval vive en una especie de crisis perpetua. No le envidio la papeleta.
Regreso sobre mis escasos pasos hacia la puerta, pero cuando llego ya está abrazando el tridente, porque al parecer cree que es su oso de peluche. En realidad, supongo que es bueno para él tener aquí una especie de representación de su objeto de apego. Seguro que eso le ayudará a estar más calmado. O eso espero.
Miro a Lyria, extiendo las manos y me encojo de hombros en un gesto de impotente confusión. No tengo ni idea de si Red todavía necesita ayuda o ha reunido bastantes fuerzas como para cruzar, además de la puerta, la entrada del laberinto.
La voz de alarma de Ink me hace girarme, y no veo a Ephi por ninguna parte. La más joven y la mas vieja, como la diosa griega Estia. Y, al parecer, igual de... impulsiva e independiente. Es interesante esa analogía con los dioses. Bien podríamos estar todos en el vientre de Chronos. Supongo que Red, con ese tridente, sería Poseidón.
Erik se adelanta para seguirla y no dejarla sola, pero... Duke tiene toda la razón. Ir por parejas puede que no sea precisamente la mejor de las ideas, teniendo en cuenta la advertencia del anfitrión sobre los infiltrados. ¿Y si uno de los dos lo es, y aprovecha para cargarse al otro? Mejor ir todos juntos. Más ojos, más seguridad.
Sin embargo, lejos de intuirse siquiera algo de organización al respecto, Zoë pasa corriendo junto a mí y se adentra en el laberinto con incomprensible entusiasmo, llamando a Ephi a gritos.
-¿Pero qué...? -pregunto al aire con frustrada incredulidad: aquí la peña se lanza a lo loco, que no les voy a negar el buen par que le echan, pero si un poco el sentido común-. Espera, espera -me sujeto por un momento el puente de la nariz, intentando calmarme: ¿soy el único que ha notado esa extraña perturbación en el aire cada vez que alguien se adentra en el laberinto?-. ¿Y si...? ¿Y si al entrar en el laberinto de uno en uno, nos está dejando ahí dentro en un punto al azar? Como el respawn de un videojuego... Ink y Duke no solo tienen razón en que no deberíamos separarnos. Quizás, solo quizás y solo por si acaso... quizás deberíamos entrar todos a la vez. Al menos, los que podamos -busco con la mirada-. ¿Donde está... Bast? -pregunto girando el cuello; puede que ese jovencito asustado y algo salvaje necesite un poco de ayuda-. ¿Y Paco? ¡...Lian!
Mierda, aún siguen en el otro lado, junto con dos personas más que ni siquiera han llegado a abrir la boca.
Voy a volver a entrar a por ellos, pero me doy de morros con una especie de muro invisible y retrocedo, inclinándome hacia delante y frotándome la nariz.
-Aaaau... -gruño, y vuelvo a incorporarme sacudiendo la cabeza-. ¿Lian...? ¡Lian! -no estoy seguro de si me oye, pero algo dentro de mí se resiste a dejarla atrás.
Apoyo una mano en esa especie de campo de fuerza transparente. Chasqueo la lengua con frustración y le hago gestos para animarla a pasar a nuestro lado. Espero que no se haya quedado bloqueada o algo por el estilo.
Paco pasa dedido, casi parece cabreado, y se va derecho al laberinto sin cruzar palabra con nadie.
Finalmente, suspiro y, de dos largas zancadas decididas, cojo de la mano a Red y ofrezco la otra a la que aún le tiende Lyria con una sonrisa nerviosa.
-Venga, como los parvularios de excursión -intento bromear con timidez-. ¿Adentro...?
Directora: Pre-mensaje borrado.
La entrada al laberinto continúa abierta y no parece que nada cambie este hecho. Ni el tiempo entre personas ni que Paco atraviese la misma con su arma en ristre dispuesto a atacar cualquier flor mínimamente rebelde.
Buena invocación XD Paco pasa a otra escena.
En esta quedais Kiran, Lyria y Ricardo. (Necesito su consentimiento para que entréis al campo de flores.)
En la anterior, Francesca, Marcelo (que no han posteado), Lian y Bastian. Lo digo por que sé el lío que os supone gente entrando y saliendo sin ver destinatarios.
Muy preocupada por Red que parece estar paralizado, no habla, no reacciona. Desvío la mirada hacia el chico que se dirigió a ella y le tendió la mano. Tenía muchísimo miedo, comprendía las razones de sus compañeros, pero dejar a alguien detrás tampoco estaba bien. Por ello, aceptó con una sonrisa aún más nerviosa la mano de Kiran, dispuesta a cruzar con él y Ricardo aquella puerta.
—Cuando lo decidas, entramos los tres.
Eso dijo a Kiran, dispuesta a ello. Agradecida por el gesto, parecía una buena persona y el hecho de que se preocupe por su compañero y por ella, decía mucho de él.
Entro en cuanto muevan, si se retrasa mucho, entraré de todas maneras.
Francesca se había quedado atónita, en silencio y agachada. Tanto así que nadie la había notado.
Esto es una pesadilla, no puede estar pasando esto. Quienes son todos estos, quien es ese que habla.
Cuando el que se llamaba anfitrión dejo de hablar y una ventana se convirtió en puerta uno a uno todos se fue. Cuando Francesca quedo sola, se puso nerviosa, en eso noto que había 3 personas más en la sala. Su instinto de supervivencia se activó.
Tu eres una guerrera, siempre lo has sido, esto es una prueba más.
Se paro y camino a donde estaban las armas cogió una y esa se convirtió en una espada, -Es más grande que la de esgrima, pero el peso es igual-, comento y acto seguido se acercó a la puerta.
En ese instante miro a la sala para ver si había alguien más, que, como ella, se hubiera quedado paralizada y noto 3 personas más. Se acerco a ellas e intento llamar su atención para que cruzaran con ella, pero no se movían, ni reaccionaban. Tenía miedo de dejarlas. No había escuchado nada de lo que hubieran conversado, pero dos de ellas estaban paradas. Y uno que como había estado ella seguía inmóvil. Les extendió la mano para que se cogieran de la mano y cruzaran juntas y espero un momento. y luego traspaso la puerta.
Al traspasar la puerta, noto que el reloj vibraba, viendo que apareció la hora, su nombre y el número 14.
Una sonrisa alumbra la cara de Francesca, los rosales se veían hermosos y olían maravillosamente bien. Noto que había 3 personas en la sala, atinando a decir -que paso con el resto- casi involuntariamente.
-Perdón-, volvió a decir, pensando que pudo asustar a los que estaban ahí. -Me llamo Francesca, que paso con el resto de los que estábamos, me quede petrificada de miedo y reaccione cuando ya no había casi nadie y cogí mi arma, intente ayudar a los 3 que estaban ahí, pero no reaccionaban y por eso cruce y ahora que ha pasado que hay que hacer-
No se si se permita "jalar" a esta sala.
Una chica rubia traspasó el muro invisible, y me giré hacia ella, nervioso.
Francesca. En mi cabeza, ya era Fran.
-Kiran -dije escuetamente, sin soltar las manos de mis compañeros y dando unos inconscientes saltitos por la urgencia que sentía, casi como si me estuviera meando-. Lyra. Y Ricardo. Pero puedes llamarle Red -añadí, señalándolos con la barbilla, y me revolví inquieto en el sitio porque cada minuto que pasaba era un minuto más lejos que los demás podrían estar de nosotros, y eso era algo chungo en un laberinto si lo que pretendíamos era ir todos juntos-. No podemos esperar mucho más... ¿Te enganchas a la cadenita del parvulario? -bromeé, aunque sentía que las orejas se me ponían algo coloradas por la vergüenza al hacerlo-. Red, colega... ¿Vamos?
Volví a mirar a mi espalda, aún con la esperanza de que Lian cruzara aquella puerta en el último momento y se uniera a nosotros.
En cuanto Ricky de luz verde.
-Hola, mucho gusto- contesto un poco sonrojada, ante la presentacion. -Tenemos que ir por ahi, pues me uno. Muchas gracias- luego noto su mirada -No se movian, los intente jalar, no los quise dejar a ninguno de los 3 pero no se movían, por lo menos dos estan parados, pero me dio miedo que se cerrara o algo, así que cruce por eso-.
Luego, con pasos lentos me acerco hacia ellos y me pongo al costado de Kyran y extiendo mi mano, invitandolo a darme la mano.
En todo el tiempo que ha transcurrido desde que tomé el arma en la hermosa sala blanca no me había percatado de su forma. Lo que en un principio era un imponente tridente dorado se convirtió, sin yo haberlo notado por andar en plena crisis, en un tridente largo, negro, ancho en la parte de arriba, con tres dientes imponentes y ¡con incrustaciones de esmeraldas! ¡Claro, después del vaso de leche seguía la esmeralda! El bucle se repetía una vez más. A mi mente vino aquel incidente de la esmeralda en el que me vi involucrado de niño, el que lo detonó todo. No, el blanco no era el principio y el fin como si lo eran aquellas piedras verdes. Mi mente queda absorta unos segundos mientras dialogo conmigo mismo Diógenes ¿Por qué la esmeralda?
A pesar de que tomo a Diógenes (con su decoración que imitaba a la esmeralda del señor Cázares) y me adelanto algunos pasos, volteo hacia atrás y veo que Lyria y Kiran han quedado un poco atrás. Me percato de que ella me mira tendiendo su mano hacia mí y Kiran también acudió en mi ayuda. Ella se veía una chica guapa demasiado amable y compasiva y el un buen tipo, preocupado y decidido, y con orígenes que se remontan a la tierra donde la Madre Teresa había hecho su honorable ministerio, lo cual me da confianza.
Vuelvo sobre mis pasos y los miro sonriendo de forma leve y tomándolos del brazo a ambos:
-Vamos, no se queden rezagados –rio ante mi ocurrencia y añado- mientras estemos al amparo de la Madre Teresa de Calcuta y Santa Rita de Casia, la patrona de los imposibles, o algo así leí en el librito que nos dio el padre Sixto el otro día al salir de la iglesia, estaremos bien... eso espero.
-Gracias por tu preocupación- le digo a Lyria con algo de sonrojo, aún más.- y perdón por no atender antes, me encontré en un éxtasis.
Al ver que Kiran se desespera al ver que algunos se han quedado atrás volteo en dirección a la habitación blanca que acabamos de dejar y me sorprendo al ver salir a una muchacha que no había visto hasta ahora
-¡Oh, Santa Rita!- exclamó sorprendido, sin embargo la chica se presenta y le digo- Un placer Rita, digo Francesca, soy Ricardo. Me dicen El Barón Rojo y se por qué pero por tratarse de un apodo largo y con tufo burgués aquí decidieron llamarme Red. Francesca se nos une y le digo a kiran al oído:
-Pura guapa se trajo nuestro captor ¿Verdad? –dicho lo cual me detengo y añado- pero yo mejor no digo nada porque luego pueden ser mis hijas o nietas, y no. Será mejor que avancemos y no nos encontremos con los demás… supongo… que ya los he ido perdiendo de vista –aunque por fuera más tranquilo y confiado por dentro seguía siendo una musaraña asustada. Por fin avanzo junto a ellos.
—Hola Fran, soy Lyria— dijo a modo de presentación, contenta por ver qué se unía —.Gracias por acompañarnos.
Estábamos juntos, notó como Red salió de su trance y le cogió el brazo. Ella amplió su sonrisa, dándole una caricia en la mano al chico. Le parecía atractivo, solo que en este lugar, todo podía resultar muy tétrico. Aún así, asintió ante su palabras.
—Nada que agradecer, sentí que debía acompañarte. Nadie debe cruzar solo, ni quedarse detrás. Además Kiran también pensó lo mismo, como Fran.
Aliviada, ya los cuatro unidos. Lyria entre ambos chicos, decidida avanzó junto a ellos. Era momento de cruzar.
Aunque hubiera algún cambio en el jardín, nadie lo notaría, pues los cuatro ocupantes de la sala entran en el laberinto, siguiendo a Bastian en un intento de alcanzar al resto del grupo.
Todavía en la primera sala, tres personas que mantienen acongojadas, inconscientes de que si no atraviesan la puerta a tiempo, para cuando se abra la siguiente, serán absorbidos por el castillo. Las puertas no se mantienen abiertas para siempre.
Los cuatro pasais a otra escena
La característica desconfianza de Bastian le hace reticente a unirse inicialmente al grupo que atraviesa la misteriosa puerta, quizás fuera una trampa y él siempre había evitado ser la presa, prefería ser el cazador.
No acaba de fiarse sobretodo de la gente de ciudad y se mantuvo cauto en sus movimientos, ya había visto en innumerables ocasiones como la temeridad y atrevimiento eran las causas de ser víctima de algún terrible accidente como cuando de pequeño junto con su primo mayor fueron como era habitual a bañarse al río de al lado de su aldea que ese día llevaba mas fuerza por la lluvias de días atrás, este se alejó de la orilla y fué arrastrado por la corriente aguas abajo y desapareció para siempre, fué un duro palo para la gente del pueblo y para Bastian que perdió a su compañero de aventuras.
No obstante pensó que si quería sobrevivir tendría que enfrentarse aún a su manera a las pruebas que tuviera por delante, con cautela, arco en mano y en guardia cruzó esa primera puerta con el número 15.
Parece que algo cambió en su relog , y el número 14 que apareció podría indicar que quedaba una sala menos para llegar al final y eso hizo que se alegrara ya que entendió que si llegaba a la última quizas se encontraría con el responsable de todo esto y tendría la ocasión de devolverle el favor.
El grupo que ya había pasado se reúne en lo que parece un jardín de flores sobre qué decisión tomar. Miro alrededor y no consigo ver nada más que vegetación y un camino que conduce a alguna especie de laberinto y parece que alguno quiere seguir adelante y entrar en él.
La sensación de estar en un espacio más abierto fué como algo revitalizante, me sentía mucho mejor, más seguro y eso me animó bastante a continuar y afrontar el reto del laberinto, además mi gran sentido de la orientación sería una ventaja en estas circunstancias.
Podría echarle un cable a estos chicos de la gran ciudad y así de paso ir averiguando quien era el espía o infiltrado de el psicópata que nos había metido aquí y poder tener más información sobre él.
Me cuelgo el arco en la espalda , una mueca de sonrisa asoma en mi cara, miro al frente y con paso firme camino hacia la entrada del laberinto.
Los cambios vuelven a quedar ocultos de la vista cuando Bastian entra en el laberinto de rosales.
Bastian cambia de escena.
Aquello había sido demasiado para ella. No se había atrevido a tomar la mano del chico, ni siquiera cuando se la había tendido. Vergüenza, supuso. Miedo, tal vez. O el síndrome de Stendhal. Aquel sitio le fascinaba. Era tal su complejidad que su mente lógica y analítica había tratado de descifrarlo todo. Y entonces se había perdido. Antes incluso de haber entrado al laberinto.
Y se había quedado sola. O casi. El viento no soplaba pero tenía la sensación de que aquel sitio era un lugar hueco, entre mundos. Cuando volvió en sí, decidió seguir a los demás sin decir nada.