Partida Rol por web

Game Over 1.2

Sala once - Sala de cámaras [Secreta]

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29/06/2025, 08:56
Anfitrión

La confusión y sensación de peligro por la presencia de la criatura os mantienen estáticos en el cementerio durante unos minutos hasta que Burnell sale de su propia tumba, dejando en claro que lo que sea que era ese ser ha desaparecido del todo. La siguiente puerta se abre entre las lápidas y, al contrario que las otras, no conduce a un pasillo, sino a una zona oscura que parece de lejos iluminada con algo tecnológico.
Átropos es el primero en entrar, seguido por el grupo, Burnell y finalmente Sable. Lo seguís por una pequeña entrada hasta una habitación de paredes no visibles, dando una sensación de ser infinita, con una silla en el centro. Pese a la apariencia simplista de la silla, algo en ella inspira una completa y total sensación de trono o foco de poder, tan fuerte que solo la idea de acercaros os eriza el pelo del cuerpo.

Cuando todos estáis cerca, Burnell hace un simple gesto al aire y miles de pantallas flotantes se encienden a la vez, mostrando cada rincón del castillo. En ellas alcanzais a ver las salas que ya conociais y algunas que no habéis visitado, incluso criaturas que no habeis llegado a ver. Incluso, en algunas de esas pantallas, apareceis vosotros en ese instante, de pie en la sala, mirando las pantallas. Burnell, en cambio, no aparece en ninguna de ellas, incluso las que muestran vuestra posición.

A un lado, en la zona donde no hay cámaras, se abre un vórtice similar al que recordais que os tragó antes de ir al castillo.

Notas de juego

Ahora sí os informo de que estamos terminando. Solo os queda salir del castillo, pero podeis hablar un poco o curiosear las cámaras si quereis saber algo más sobre las salas desconocidas.

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29/06/2025, 23:10
Erik Foster

El pulso del Guardián resonaba aún en la mente de Erik, un eco del olvido que había presenciado. Había saltado a la fría oscuridad de su propia tumba, el miedo a ser borrado más potente que cualquier dolor. Mientras el ser invisible borraba fragmentos de la realidad y de sus recuerdos, Erik permaneció inmóvil, consciente del vacío que se creaba.

Cuando la criatura se desvaneció, arrastrando consigo la niebla densa y el rastro de su existencia, Burnell emergió de las sombras. El Anfitrión se detuvo en el lugar del "sacrificio", donde algo probablemente había sido consumido. Su voz, un murmullo gastado, resonó con una melancolía que Erik nunca le había escuchado.

Burnell se irguió y con un gesto que rozaba lo sagrado, susurró algo, un agradecimiento. Erik no necesitaba que le dijeran que Burnell se refería a lo que había desaparecido. La sensación de un vacío, la certeza de una pérdida que no podía nombrar, era más real que cualquier recuerdo. La criatura había borrado el objeto, pero no el rastro emocional de su existencia en el antiguo Anfitrión.

Luego, Burnell tocó el aire y una marca apareció, un portal. Su voz cambió, adoptando un tono reverencial y antiguo, dándoles la bienvenida a sus aposentos. En ese instante, Erik sintió que el Castillo giraba, las reglas del juego cambiando una vez más. La confusión y el peligro de la presencia de la criatura los mantuvieron estáticos hasta que Burnell los sacó de su estupor. La nueva puerta, distinta a las anteriores, no conducía a un pasillo, sino a una zona oscura con una iluminación tecnológica lejana. Átropos fue el primero en entrar, una señal clara de que el peligro del Guardián había pasado, al menos por ahora.

Erik siguió a Átropos, adentrándose en la nueva sala. Era una habitación de paredes invisibles, un espacio infinito donde una silla en el centro irradiaba una abrumadora sensación de poder. La mera idea de acercarse a ella le erizó el vello.

Burnell hizo un gesto simple, y miles de pantallas flotantes se encendieron, revelando cada rincón del Castillo. Salas conocidas y desconocidas, criaturas nunca antes vistas. Y en algunas de esas pantallas, ellos mismos, de pie, mirándolas. Pero Burnell no aparecía en ninguna. No en las pantallas que mostraban su posición, lo cual resultó un detalle inquietante que no pasó desapercibido para Erik.

A un lado, donde no había cámaras, un vórtice familiar comenzó a abrirse, similar al que los había tragado al principio, antes de llegar al Castillo, era la salida. Erik, aunque aún adolorido y con la mente luchando contra los vacíos del olvido, sintió una oleada de esperanza y temor. El Castillo era mucho más complejo de lo que habían imaginado y Burnell, el Anfitrión, el que los había guiado, se revelaba como una figura enigmática, capaz de mover los hilos de la realidad del lugar.

Habían entrado en el verdadero corazón del Castillo, en los dominios de Burnell dónde seguramente había controlado el juego inicialmente. La pregunta de si esto era un adiós para él, para su identidad, para su alma, seguía flotando en el aire. La oportunidad de escapar estaba frente a ellos. - Gracias. - Carraspeó Erik, con dolor. - A todos, por cuidarnos en esta aventura que seguramente no debería haber sucedido jamás. Me llevaré todo lo aprendido, aunque el precio por ello haya sido demasiado alto. - El peso de sus palabras, no llegaban a igualar al peso de la culpa que sentía. - Pero me ha servido para comprenderlo todo mucho mejor, este mundo merece ser protegido, aunque tenga sus cosas malas, pero siento que las cosas buenas las superan con creces.

Miró finalmente a sus compañeros, con cierta pena. - Parece que esto es un adiós, cada uno volverá a su época y su ciudad de origen, no parece que nos vayamos a volver a encontrar. - Extendió los brazos, dispuesto a un último abrazo por parte de quien quisiera dárselo. Le iba a doler por las quemaduras, pero no le importaba, su amor hacia sus amigos era superior a cualquier dolor.

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30/06/2025, 21:02
Burnell

La sala de cámaras se desplegaba ante ellos como un corazón enterrado bajo piedra y sombras: palpitante, inmenso, cubierto de pantallas y runas, de recuerdos que no les pertenecían.

Y en el centro, la silla.

Burnell caminó hasta ella con paso firme, sin prisa. No había duda en su cuerpo. Solo peso. Historia.

Se sentó. La estructura pareció adaptarse a su presencia, como si lo hubiera estado esperando desde siempre. Al alzar la mirada hacia ellos, había en sus ojos algo que no era sonrisa, pero tampoco derrota.

Era victoria. A su manera.

—No os preocupéis —dijo con voz grave, controlada, mientras su espalda se acomodaba contra la piedra viva del trono—. Habéis llegado al final del tablero.

Los observó uno por uno, con esa intensidad que no pide respuestas.

—Si queréis pedir algo… ahora es el momento.

Dejó que el silencio respirara entre ellos. Luego se inclinó hacia adelante, y su voz bajó un matiz.

—Pero no será fácil. Este portal… no es como los otros.

Extendió la mano hacia el vórtice, que parecía agitarse con una impaciencia distinta. Desde su palma brotó un zarcillo de sombra líquida, viva, que serpenteó hacia el portal. Y al tocarlo, fue absorbido. El portal pareció vibrar… y luego, abrió la boca.

Más voraz. Más hambriento.

Burnell no apartó la mirada.

—Este portal pide un sacrificio.

Su voz ya no era solo la del anfitrión. Era la de un juez. O la de un testigo.

—Uno que ni siquiera yo voy a poder restaurar. Algo... único. Irrecuperable. Uno de cada uno... para abrirle la puerta a ella.

Guardó silencio un segundo más. Como si esas últimas palabras pesaran de forma distinta.

—O eso creo.

Y entonces, se quedó quieto.

Sus ojos se entrecerraron levemente. Había algo que no cuadraba. Una sensación extraña, como cuando uno deja una puerta abierta o un nombre sin pronunciar.

—...

Frunció el ceño apenas un instante. Luego negó con suavidad, como si se deshiciera de ese pensamiento fugaz.

—Nada. No importa.

Pero sí importaba. Aunque aún no supiera por qué.

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02/07/2025, 11:31
Erik Foster

Erik observó a Burnell, imponente en el centro de la sala, sentándose en la silla que era más un trono. La victoria en los ojos del Anfitrión, aunque extraña y a su manera, era innegable. Las palabras de Burnell resonaron en el aire espeso del lugar, pero el alivio fue efímero. La oferta de pedir algo, el misterio del portal que no era como los otros y luego, la revelación. La sombra líquida que brotó de la palma de Burnell, devorada por el vórtice hambriento y la sentencia final respecto al precio a pagar.

El corazón de Erik dio un vuelco. Un sacrificio irrecuperable... ¿Qué podía ser tan valioso, tan único, que ni siquiera Burnell pudiera restaurar? La mente de Erik, a pesar del dolor y la confusión, comenzó a trabajar frenéticamente. Recordó el ser del cementerio, el que borraba cosas, recuerdos, la esencia misma. ¿Estarían a punto de perder algo así? ¿Un recuerdo irremplazable, una habilidad, una parte de quiénes eran?

Miró a sus compañeros. La alegría por el regreso de Ephi se tiñó de una nueva incertidumbre. La culpa por Cassandra, la carga de sus quemaduras, la sensación de estar en un limbo, todo se mezclaba en un cóctel de desesperación y resignación. Pero incluso en ese abismo, la voz de Burnell resonaba, aquella última frase que parecía pesar de forma distinta. "O eso creo." Una duda, una pequeña fisura en la certeza del Anfitrión.

La leve contracción del ceño de Burnell, su negación a lo que importaba, no pasó desapercibida para Erik. Siempre había habido un precio, una trampa, una condición oculta. Este no era diferente. Pero, ¿qué más podían perder? Lo habían sacrificado casi todo. Su alma estaba en juego, su cuerpo destrozado y ahora, ¿una parte irrecuperable de sí mismos para abrirle la puerta a ella?

Erik exhaló lentamente, el aire quemándole los pulmones. El silencio de Burnell lo empujó a hablar. Sabía que no había otra opción. El escape siempre había tenido un coste. Ya lo había experimentado en carne propia. - Pagaré el precio que sea necesario, por el bien y seguridad de todos los presentes, ya lo sabes, Anfitrión. - sentenció Erik, su voz ronca por el dolor y la sequedad, pero firme en su decisión.

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02/07/2025, 13:44
Átropos

Tanto la Moira como Sable se mantienen aparte del debate sobre los sacrificios para salir, puesto que ambos son parte del  castillo y no tienen forma de saber lo que hay al otro lado del vórtice, tampoco les sirve de mucho aportar tema de conversación. Mientras el enorme felino se tumba rodeando la base de la silla de su creador, Átropos se distrae mirando las imágenes de las cámaras, buscando algo durante un buen rato, hasta que se gira a Erik por su comentario sobre sacrificar "lo que haga falta".
-¿Qué esperas que te pida el vórtice? ¿Tu vida? El resto no tendrían que aportar nada -Sugiere, volviendo a girarse -, debeis ofrecerlo vosotros, sino tiene poco de sacrificio -Aclara, frunciendo ligeramente el ceño -Acércame la pantalla del hormiguero -Le pide en voz baja a Burnell, que no parece ni haberle oido, pero la pantalla mencionada baja hasta la altura de Átropos, que se entretiene mirando lo que parece una hormiga verde metálica enorme, con ciertos toques azulados.

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02/07/2025, 14:45
Erik Foster

Erik escuchó las palabras de Átropos, el reproche implícito en la pregunta sobre qué tipo de sacrificio esperaba. "La pantalla con la hormiga verde metálica descendió ante Átropos, un detalle trivial en un momento de trascendental decisión.

La mente de Erik, a pesar del dolor que corroía su cuerpo, se agudizó. La idea de un sacrificio irrecuperable flotaba en el aire y Erik sabía que no podía ser su vida entera. Había luchado demasiado, había presenciado demasiado sufrimiento y había visto a sus amigos arriesgarlo todo para llegar hasta aquí. Entregar su vida ahora sería una traición a esa lucha, una contradicción a la voluntad de sobrevivir que lo había impulsado a través de cada prueba. Tampoco sacrificaría los recuerdos de este lugar; este castillo lo había cambiado, lo había forjado de maneras que nunca imaginó y borrar esas experiencias sería borrar la persona en la que se había convertido. Y mucho menos sacrificaría su voluntad de seguir adelante, esa chispa fundamental de su personalidad que lo empujaba a luchar incluso cuando la esperanza se desvanecía.

Pero había algo más. Algo que sí podía ofrecer. Algo que, en este momento, sentía casi como una liberación. Erik miró a Burnell, luego a Átropos y finalmente a sus compañeros. Tomó una respiración profunda, ignorando el ardor en sus pulmones. - Anfitrión, Átropos. - comenzó Erik, su voz rasposa pero cargada de una nueva convicción. - No ofreceré mi vida. No borraré lo que he vivido aquí, porque este lugar, por cruel que sea, me ha transformado. Y no cederé mi voluntad de seguir luchando.

Hizo una pausa, la determinación brillando en sus ojos, a pesar del agotamiento. - Pero estoy dispuesto a entregar los recuerdos de mi vida antes de este lugar. Todo lo que fui antes de entrar al castillo. La persona que era entonces es, en comparación con lo que soy ahora, una versión mucho más pobre mentalmente. Un molde sin forma que solo ha encontrado su verdadero ser en la adversidad.

Erik se aferró a la idea, casi con un atisbo de alivio. - Mantendré lo básico, eso sí, como mi capacidad de hablar, el saber dónde vivo y dónde trabajo. Pero los rostros, los momentos, las emociones de esa vida pasada... si eso es lo que el vórtice pide como sacrificio único e irrecuperable para abrir la puerta y asegurar la libertad de todos, estoy dispuesto a pagarlo.

Su mirada se posó en sus amigos, una promesa silenciosa. Si borrar su pasado era el precio de su futuro y el de ellos, lo pagaría.

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02/07/2025, 23:56
Ephi

Ephi caminó se adentró y observó asombrada aquella sala. Incluso sin memoria estaba segura de que jamás había visto nada como aquello. Cuando el ser que regía aquel lugar les dijo que le pidiesen cualquier cosa, Ephi tuvo claro que quería recuperar la memoria. Por eso cuando les exigió un sacrificio supo que era aquel: renegar de sus memorias.

Iba a pedirte que me devolvieras la memoria pero creo que, si es lo único que me importa, es lo único que puedo ofrecer.

 Luego guardó silencio, a la espera de saber si aquel sacricio era aceptado.

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03/07/2025, 10:49
Burnell

Burnell asintió, apenas, al ver cómo Átropos observaba el hormiguero en la pantalla descendida. El gesto era mínimo, pero satisfecho. Como si, entre todas las variables, aún quedaran pequeños órdenes que se cumplían. Como si no todo estuviera fuera de control.

Su mirada se posó en Erik. Luego en Ephi.

Y suspiró.

Un suspiro largo, que no era cansancio ni exasperación. Era tiempo. Era un reloj invisible acercándose al último tic.

—Se os acaba el tiempo.

Su voz no alzó el tono, pero algo en el aire se volvió más denso al señalar el portal. Aquel vórtice hambriento seguía devorando la sombra que él mismo había ofrecido, y aún parecía insatisfecho.

—Escuchadme bien.

Se puso en pie con lentitud, como si el trono reconociera la necesidad de soltarlo solo por un instante.

—Lo que sacrifiquéis será irrecuperable… pero eso no significa que tenga que serlo todo.

Paseó la mirada por cada uno de los presentes. Su silueta, recortada por la luz enferma del portal, parecía más alta que antes.

—Puede ser algo físico. Un recuerdo. Un rasgo. El sonido de una risa, el olor del hogar, el color de vuestros ojos.

Se detuvo, un instante más, antes de proseguir.

—Sea lo que sea, os marcará. Porque lo que se entrega aquí... sangra en vuestro mundo.

Caminó un poco, sin mirar a nadie en concreto. La voz, sin embargo, no perdió ni una sola nota de gravedad.

—Quizá esa falta de mano os haga perder el trabajo que deseabais. Quizá ese recuerdo os impida reconocer a alguien que os amó. O puede que esa persona que iba a enamorarse de vosotros por la forma en que brillaban vuestros ojos... ya no lo haga.

Se giró entonces, directo, firme.

—Pensadlo bien. Sacrificadlo. Y saltad.

Una pausa. Leve. Casi como si les concediera un instante de duelo.

Luego bufó, con un gesto que era casi... humano.

—Y si no pedís nada, haré lo que me dé la gana con vuestro deseo. Como si me hubierais dado libertad.

Volvió al centro. Sable, desde la base del trono, alzó la cabeza un segundo como si entendiera que algo estaba por terminar.

Burnell no volvió a sentarse. Solo miró el vórtice.

—Cuando regreséis... recordad esto.

Sus ojos, oscuros como el umbral mismo, buscaron los suyos.

—La oscuridad del hombre no debe volver al Castillo.

Y entonces, el silencio. Uno espeso, final. Aguardando. Como la antesala de algo que, con cada segundo, se acercaba más a ser irreversible.

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03/07/2025, 11:03
Erik Foster

Erik escuchó a Ephi, su voz llena de una extraña resignación, ofrecer su memoria, lo único que ahora le importaba. El corazón de Erik se apretó. Había ofrecido su propio pasado, convencido de que era un precio justo, pero ver a Ephi, tan inocente en su amnesia, dispuesta a renunciar a la posibilidad de recordarlo todo, era desolador.

Burnell, sin embargo, no aceptó inmediatamente. Un suspiro largo y pesado escapó de él, lleno de un tiempo inmemorial. El portal, insaciable, devoraba la sombra ofrecida. No era solo un objeto, ni un recuerdo completo, podía ser algo físico, un rasgo, una sensación...

Las palabras de Burnell cayeron como piedras sobre Erik. Una mano perdida, un amor no correspondido, la imposibilidad de reconocer a alguien amado. El sacrificio se manifestaría de forma tangible, dolorosa, en la vida que dejaban atrás y a la que esperaban regresar. La "oscuridad del hombre no debe volver al Castillo", la última advertencia de Burnell, resonó en sus oídos.

El silencio final fue una antesala de lo irreversible. Erik ya había tomado su decisión, sellada por el dolor y la culpa. El recuerdo de Cassandra, la visión del Guardián devorando existencias, la renovada promesa de su propia tumba vacía, todo lo impulsaba hacia adelante. Había pagado un precio alto en este lugar y estaba dispuesto a pagar el último.

No dudó. Con el corazón latiéndole con una mezcla de terror y una extraña sensación de liberación, Erik miró una última vez a sus compañeros. Vio el miedo y la determinación en sus ojos, los ecos de su propia lucha. Se dio cuenta de que no estaban solos. Tomó una respiración profunda, ignorando el ardor en sus pulmones quemados. No había tiempo para reflexionar más.

Sin una palabra, Erik se dirigió al vórtice. Un paso, otro... Y luego, con la fuerza que le quedaba, se impulsó hacia adelante, lanzándose de cabeza al corazón vibrante de la oscuridad. Saltó hacia lo desconocido, hacia el sacrificio que lo esperaba, esperando que este fuera el último y que, al otro lado, la luz de la libertad los esperara a todos.

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03/07/2025, 11:54
Anfitrion

Los colores del vórtice te tragan sin ningún tipo de muestra de que algo haya cambiado. Desapareces en el negro interior de un abismo inquietante y, conforme caes en la nada, notas que las cosas se te van olvidando. Recuerdas una mujer que te cantaba junto a la cama mientras te encontrabas mal... pero no recuerdas la canción... o la cara de la mujer. Te cuesta concentrarte cada vez más. Paseas un perro blanco y negro que te ladra alegremente, pero no recuerdas su nombre... o de quién es esa mascota. Una niña te saluda desde el otro lado de un parque yendose de la mano de un hombre adulto. No reconoces a ninguno de los dos.

Al no haber cambiado tu sacrificio, el vórtice ha tomado la última ofrenda mencionada: Tus recuerdos.

Tras una eternidad que ha durado un segundo, abres los ojos repentinamente, notando tu garganta llena de algo que no te impide respirar, el cuerpo pesado y los ojos borrosos. Un grito de alguien junto a ti que exclama con alegría tu nombre es lo primero que te recibe mientras miras confundido el techo blanco que hay sobre ti. Buscas con los ojos para encontrar una mujer rubia con la cara cubierta de lágrimas. Te aprieta la mano y sale corriendo, llamando a un médico.
-Ey, colega, menudo susto nos has dado -Se lamenta un hombre a tu lado, apretandote el hombro, como si no se atreviera del todo a tocarte. No sabes quién es, no sabes diferenciarlo entre todas las caras sin rostro de tus borrosos recuerdos. Y lo nota.
-¿Sigues dormido, tío? Menuda pillaste para quedarte en coma -Su queja parece más una súplica y recorre tu mirada con la suya buscando algo de reconocimiento -Enseguida te quitarán el tubo, no te muevas -Añade al verte hacer un gesto y te sujeta la mano para que no te quites nada. Su roce hace que las quemaduras de tu brazo ardan bajo la tela.

El tiempo pasa lento y la explicación llega aún más lento de parte de Jordan y Ana, las dos personas que estaban contigo en el hospital. Desapareciste durante una noche y te encontraron en un callejón junto al bar a la mañana siguiente. No hay explicación para lo que te ha sucedido, tu nivel de alcohol en sangre no era tan alto pero las secuelas eran demasiado evidentes y decidieron simplemente tratarte.
Tardas un par de meses en poder moverte con normalidad y aunque tu ves las quemaduras que cubren tu cuerpo, nadie más parece ser consciente de ellas y te aseguran que solo es un efecto de tu cerebro procesando el coma. La normalidad regresa casi por completo y vuelves a ser funcional aunque es complicado moverse dando palos de ciego en algunas cosas, las habilidades básicas y conocimientos siguen en tu mente.

Jamás recuperas los recuerdos ofrecidos al vórtice... si es que eso llegó a pasar alguna vez. El tiempo asienta las heridas y lo sucedido pero, el instante en que sientes que todo fue solo un sueño, alcanzas a ver, en las noticias, una persona que te hiela la sangre.
Ahí donde las caras de nadie tienen sentido para ti, el rostro de Láquesis destaca en mitad de la multitud de un centro comercial que festeja la noche. Su ojo izquierdo está cerrado y no parece consciente de estar siendo grabado y se gira de malas formas a alguien que ha chocado con él. Unos segundos después, la cámara gira para una entrevista y la Moira desaparece de tu vista.

No fue un sueño. Eso está claro.

Notas de juego

Te dejo seguir leyendo pero ya no podrás escribir, puesto que Erik ya no está en el castillo.

Todavía puedes comunicarte por el off o conmigo por tu hilo. Y antes de que me preguntas, no, no puedes ir a matar a Láquesis xD Es la única vez que Erik va a poder verle, solo para que sepa que lo sucedido es real.

Saludos!

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03/07/2025, 12:15
Anfitrión

Con un simple movimiento, el vórtice se traga por completo a Erik, sin dejar ni rastro de él. No hay gritos, sorpresas ni aparece nada. Simplemente se ha ido.

Notas de juego

Erik pasa a no poder escribir, pero como estamos terminando, le dejo seguir leyendo.

Dejo hasta el domingo para postear y, sino, sacaré yo a los que quedan, para evitar que se quede la partida estancada estando ya en la puerta de salida.

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03/07/2025, 16:07
Ephi

Ephi escuchó aquellas palabras "La oscuridad del hombre no debe volver al castillo" y meditó sobre su significado, junto con todo aquello que había dicho. Luego vio desaparecer a Erik y no pudo evitar sonreír. Miró al resto de sus compañeros y a los seres que regían aquel lugar:

Gracias por todo, a todos.

Si había entendido bien, si no decía nada el ser que regía aquel lugar escogería el sacrificio. Le pareció justo así que eso mismo decidió. Saltaría a la aventura, hacia adelante, y se enfrentaría a lo que fuese que hubiese al otro lado.

Así que, sin dudarlo, saltó al vórtice.

Notas de juego

Son las palabras de Ephi pero son también las mías:

¡Gracias por todo!

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03/07/2025, 19:37
Anfitrión

Los colores del vórtice te tragan sin ningún tipo de muestra de que algo haya cambiado. Desapareces en el negro interior de un abismo inquietante y, conforme caes en la nada, notas que algo está cambiando. No tenías recuerdos reales, pero sí sensaciones agradables que están lentamente desapareciendo. Esa canción que te rondaba la mente se ha vuelto incapaz de tararear, y las ganas de estar en un sitio fresco que huele a cartón y algo salado* cada vez es menos evidente.

Al no haber cambiado tu sacrificio, el vórtice ha tomado la última ofrenda mencionada: Tus recuerdos residuales.

Tras una eternidad que ha durado un segundo, abres los ojos repentinamente, notando tu garganta rasposa, el cuerpo pesado y los ojos borrosos. Hay una luz sobre ti en un techo amarillento y alguien está inclinado a tu lado. Una enfermera sonrie con dulzura cuando abres los ojos y se encarga de sujetarte la mano con suavidad.
-Buenos días, señorita -Dice, sin importarle tu color de piel pese a su tono claro -, voy a avisar a los médicos, no se quite nada, por favor -Pide antes de salir prácticamente corriendo de la habitación. A tu lado, hay un hombre en soporte vital, cuyos brazos parecen haber perdido todo el músculo. Cuando te miras, descubres no solo que los tuyos están parecidos sino que tus manos son diferentes a lo que esperabas.
-Vaya, la señorita Jane Doe -Dice, alegremente, un médico de unos 30 años, de piel cobriza, pelo rizado y ojos oscuros. Comprueba tu pulso, te hace unas pocas pruebas simples y te mira, mientras apunta todo en la carpeta a los pies de tu cama -Estoy seguro de que tiene muchas preguntas y estaremos encantados de responderle, pero por ahora necesitamos que descanse. ¿Le duele algo o nota incomodidad? Le traeremos una sopa enseguida pero mantendremos el suero al menos hasta que coma sólido, es usted un milagro de la medicina ¿Recuerda cómo se llama y qué le sucedió? -Tras una simple presentación de tu nombre y dejar claro que no recuerdas nada, el hombre parece recordar algo y se asoma al pasillo. Pide algo y vuelve junto a tu cama apenas unos minutos después con algo a la espalda.
-Es posible que esto sea un shock para usted, señorita, pero... -Carraspea -, me alegra decirle que lleva 10 años en coma -Una sonrisa de disculpa se muestra en su rostro mientras enseña que tiene un espejo a su espalda -, hemos estimado que tiene unos 25 años en este momento -Con toda la suavidad posible, el hombre te tiende el espejo para que te mires. No hay rastro de la cara de niña que tenías antes y te sorprende la mujer que te devuelve la mirada en el reflejo.

Tardas mucho tiempo en recuperarte pero consigues enlazar todo poco a poco. Te encontraron inconsciente en una calle, de madrugada, una pareja de color que paseaba a su perro. Nadie nunca reclamó ser familiar o conocido tuyo ni tampoco hubo avisos de personas desaparecidas pero Gretel, la enfermera que estaba contigo al despertar, se negó a dejar que te desenchufasen por que juraba que le habías apretado la mano una vez.
Gracias a ella, el hospital te hizo hueco y cuidó de ti, incluso te ofreció un hueco en su casa cuando pudiste plantearte ser dada de alta.

Jamás recuperas los recuerdos ofrecidos al vórtice... si es que eso llegó a pasar alguna vez. El tiempo asienta las heridas y lo sucedido pero, el instante en que sientes que todo fue solo un sueño, tal como Gretel asegura, alcanzas a ver, en la distancia, una persona que te hiela la sangre.
Ahí donde las caras de nadie tienen sentido para ti, el rostro de Láquesis destaca en mitad de la multitud de un centro comercial que festeja la noche. Su ojo izquierdo está cerrado y no parece consciente de estar siendo observado. Alguien se choca contra él y Láquesis se gira hecho una furia, pero alguien te tira del brazo al confundirte con otra persona y la Moira desaparece de tu vista. Cuando te giras, Láquesis ya no está y hay un par de mujeres hablando con la que se ha chocado contra él, que está llorando.

No fue un sueño. Eso está claro.

Notas de juego

*Me refiero al videoclub, ya que es donde obtuvo dinero y libertad.

 

Te dejo seguir leyendo pero ya no podrás escribir, puesto que Ephi ya no está en el castillo.

Todavía puedes comunicarte por el off o conmigo por tu hilo. Y antes de que me preguntas, no, no puedes ir a matar a Láquesis xD Es la única vez que Ephi va a poder verle, solo para que sepa que lo sucedido es real.

Saludos!

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07/07/2025, 08:50
Anfitrión

Uno a uno, los jugadores fueron atravesando el vórtice, despidiendose fugazmente del Anfitrión y sus aliados, dejándolos solos en el interior del castillo y con la agradable sensación de haber conseguido lo que querían. Los juegos para vaciar el castillo solo acababan de comenzar, pero tener una victoria era una buen paso para comenzar.

Las puertas de la dimensión se cerraron a la espera de que otro grupo saliera por ellas cuando terminasen de luchar.

Notas de juego

Como no tengo ningún sacrificio de los tres que quedan, lo dejo así, les pondré un mensaje genérico de final y ¡ya hemos terminado!

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07/07/2025, 08:56
Anfitrión

El vórtice que tomáis con la intención de huir os hace sentiros completamente mareados. Perdéis el conocimiento en el viaje de cierta forma, aunque sois capaces de notar como si una fuerza extraña tirase de vosotros desde vuestro estómago, arrastrándoos en el tiempo y el espacio. Los gritos de los que se han quedado atrás son lo último que recordáis antes de perder del todo el rumbo y que todo vuestro mundo se quede negro.

Una voz conocida te llama con suavidad. Sea quien sea esa persona, te está despertando con mucha calma, con mucho cariño, acaricia tu mano, el brazo o quizás el pelo. Dice tu nombre como si temiera pronunciarlo y casi rompe a llorar cuando por fin abres los ojos. Buscas alrededor y te encuentras en una cama de hospital, entre un montón de máquinas y sientes una incomodidad creciente, como si te doliera todo pero tu cuerpo no fuera tuyo. El dolor de cabeza crece y necesitas medicamentos para dejar de sufrir ese calvario.

Intentas averiguar lo sucedido, pero nadie se atreve a contarte nada, los trabajadores evitan el tema, tu familia te insiste en que debes primero recuperarte y las dos siguientes semanas requieres de rehabilitación para poder ponerte en pie. Un mes después, se te permite, por fin, volver a casa bajo supervisión con visitas periódicas para recuperar por completo tu estado físico.

Y ese es el día que descubres todo.

La información llega de forma imprevista, otro conocido, emocionado por verte despierto, pregunta si has soñado algo durante el coma. La conversación es rápidamente interrumpida por esa persona que se ha propuesto para ser quien te supervise, pero un par de horas después, consigues que acepte contarte lo que sucede, a cambio de dejar el tema aparcado.

El día que desapareciste, ese que para ti fue hace poco más de una semana, encontraron tu cuerpo tirado en la calle donde te tragó el vórtice, en coma, casi sin respiración y sin un solo signo de que fueras a despertar, pese a la gran actividad que pudieron encontrar en tu cerebro. No hay ninguna explicación médica con todas las radiografías, pruebas cerebrales y demás intentos de averiguar lo sucedido. No han pasado nueve días. Ha pasado casi un año desde que te encontraron.

Con la renovada calma, la vuelta a la rutina y el cariño extra por el susto, comienzas a creer que todo ha sido una creación de tu mente, que estás a salvo y nunca ha ocurrido nada de lo que viste o hiciste. Y, tal como se fue, el miedo a lo ocurrido vuelve cuando, mientras ves un reportaje en televisión en directo sobre un incendio, el rostro de Láquesis aparece entre la múltitud, sonriendo al edificio. El cámara enfoca los rostros de personas desconocidas y el suyo está en mitad del gentío, tan llamativo como una llama en mitad de la oscuridad, pero que desaparece cuando la noticia continúa y deja de estar sobre los vecinos para pasar a las llamas del tercer piso.

Notas de juego

Final estandar para que lo tengais =D