Partida Rol por web

A lo que te has referido es a la supuesta facilidad de acabar conmigo y con Kiran, ahora, sin dejarnos votar, y a eso te digo: no sucederá. Ya lo defendí una vez y lo volveré a hacer si me obligáis. Ya dije que votaría a Ink y mis razones, que son las razones por las que ambos no paráis de atacarme. Sólo cambiaré mi voto, cómo ya dije, si Kiran me lo pide. Tras decir aquello siguió observando las crías jugar entre ellas al amparo de su madre, y aquello la conmovió. 
¿Puedo acariciarlas? Le preguntó a la madre desde donde se encontraba.

Apenas he dado un paso hacia el nido cuando mi voz sale de la mamá de las crías como si fuese de ultratumba, con un aviso que me pone los pelos de punta. Detengo mi aproximación y doy un paso hacia atrás, manteniéndome cerca del resto de mis compañeros para que no sienta que mi presencia pone en peligro a las crías.

—Podemos intentarlo, pero no creo que funcione. Solo he notado esa sensación justo después del asesinato, a la mañana siguiente, cuando me he acercado al primer grupo de personas... siempre habiendo más de una. —Ojalá pudiese tener la respuesta tan fácil, porque eso significaría que sabría quiénes son los culpables desde la primera noche, pero lo sencillo en aquel juego endiablado no existía.

Miro a mis compañeros y observo a Fran, tan perdida en sus propios pensamientos. Quizá ella sea la más feliz ahora mismo, porque tiene un nivel de disociación que le hace no enterarse absolutamente de nada; o quizá sea simplemente un cascarón vacío y su espíritu está a años luz de allí, en un sitio donde el peligro no acecha en cada rincón ni hay mutantes con hambre insaciable.

—No puedo votar a Fran porque es imposible que ella sea la culpable del asesinato de Red. Está en shock, no se mueve, apenas puede dar un paso sin que tengamos que guiarla y sus ojos parecen estar vacíos, sin vida. —Centro la mirada en Kiran—. Tampoco voy a votarte. Confío en ti desde el principio, nunca me has dado motivos para pensar lo contrario y, desde tu asesinato, tu inocencia está más que probada. —Miro entonces a Erik—. Contigo me ocurre como con Kiran. Confío en ti. Desde que entramos aquí has estado acompañándome en cada una de las guardias y, a pesar de lo que nos ocurrió en esa cabaña y del odio que se adueñó de mí, en el fondo sabía que tú no eras ninguno de esos espías. No te quería delante mía, solo tu olor me perturbaba y quería que desaparecieras de mi vista; todo lo que hacías me molestaba y me parecía egoísta... Pero ese odio irracional no tenía que ver con que pensase que eras uno de los secuaces del Anfitrión. —Paso la mirada a Ephi—. La única que me quedas eres tú. Y me da pena, porque no te veía capaz de hacer algo así. Siempre te sentí demasiado lanzada, incluso desde los rosales, tirándote a cortar las rosas o al laberinto sin medir las consecuencias y cambiando de postura según te convenía, acusando a unos u a otros, diciendo que hoy confías en una persona y mañana de repente no lo hacías si eso servía para desviar la atención. Al principio pensé que era por tu juventud, porque a pesar de ser la mayor en realidad eres la mas pequeña, pero llegados a este punto... creo que todo eso no es por tu edad o madurez, sino porque no es necesario que midas ninguna consecuencia si esas consecuencias no te van a afectar, ya que estás de parte del Anfitrión.

Erik asintió ante las palabras de Ink, ambos estaban en la misma situación, sin conocer la verdad absoluta, pero habían llegado a la misma conclusión. El tiempo se deslizaba inexorablemente hacia el momento de la verdad y Erik sintió un nudo en la garganta, por lo que decidió dar unas últimas palabras.

Compañeros, - dijo Erik, su voz resonando en la quietud. - quiero agradeceros a todos, a los tres, por vuestra compañía y ayuda durante este macabro secuestro. Hemos compartido momentos de miedo, dolor y desesperación, pero también de valentía, sacrificio y esperanza.

Erik hizo una pausa, su mirada recorriendo los rostros de sus tres compañeros. - Espero de corazón no equivocarme al confiar en Ink - continuó Erik, con un tono de sinceridad. - Hemos pasado por mucho juntos, tanto individualmente como en ese extraño episodio de odio mutuo. Siento en lo más profundo de mi ser que ella no es la traidora.

Erik sonrió levemente, con una mezcla de admiración y tristeza. - Pero si me equivoco, si Ink resulta ser la espía, debo admitir que se merece la victoria. - dijo Erik, con un tono de respeto. - Sus jugadas han sido magistrales, creo que su lealtad hacia el grupo nunca se ha puesto en tela de juicio hasta ahora y eso ya dice mucho, además de su valentía y sus sacrificios, que han sido dignos de admiración.

Erik suspiró, dejando escapar la tensión acumulada. - No me arrepiento de nada de lo que he hecho voluntariamente. - dijo Erik, con convicción. - Y menos aún de esta última decisión. Confío en mi intuición, en mi corazón y en mis razonamientos. Pase lo que pase, sé que he hecho lo que creía correcto.

Erik cerró los ojos por un instante, sintiendo el peso del destino sobre sus hombros. - Que la suerte esté de nuestro lado. - soltó finalmente Erik. - Y que la verdad prevalezca.

Yo solo me arrepiento de no haber sido suficientemente inteligente para encontrar las palabras que demostrasen mi inocencia. Porqué aquí al final no sirve de nada ser inocente si no puedes demotrarlo. Quizá debí pasar más tiempo asegurando mi imagen de inocente en vez de intentar buscar a los traidores. Ahora mismo Ink, estás a mi lado, junto a estas pequeñas y esa madre, y anoche hubo un asesinato. ¿Qué dice tu collar?

Seguramente no respondería, cómo ho había respondido a su pregunta anterior de si era una traidora ¿Porqué enfrentarse a un supuesto compañero para salvar a un enemigo? Suspiró, estaba claro que todo estaba contra ella y que acabaría adornando la siguiente puerta. Tenía que hacerse a la idea.

Si lanzarse la primera a cada combate me combierte en culpable, a tus ojos, no me importa. Si volviese al pasado volvería a hacerlo. Y si este ser que tenemos delante nos atacase, lo volvería a hacer. Porqué es lo único que se me da bien. 

Poco más tenía que decir, así que se preparó mentalmente para morir. Al fin y al cabo, sería una liberación. Ellos ya cargarían con el peso de sus elecciones.

Asiento a las palabras de Erik. Ha sido una aventura y de la elección de hoy depende todo nuestro futuro. Ha sido un viaje largo, pero ojalá podamos volver a revivir a todos los inocentes que nos han dejado. Sería bonito verles de nuevo y también salir de este sitio infernal. Desde luego, a partir de ahora valoraré mucho más mi isla y lo que me ofrece, aunque sea poco.

—Yo tampoco me arrepiento, ni de lo que he dicho ni tampoco de lo que hice. Sé que en todo momento me guie por lo que me pareció más correcto y sensato con la información que sabíamos. Espero que todo lo que hemos hecho todos, porque el camino recorrido ha sido mano a mano, haya servido para salir de aquí y que vuelvan los que nos dejaron a manos de los secuaces del Anfitrión. 

Las palabras de Ephi me hacen mirarla y llama mi atención que diga que debió emplear más tiempo asegurando su imagen de inocente. Siento que su lado espía ha hablado sin que ella haya podido evitarlo, porque lo de "su imagen de inocente" deja entrever que lo de inocente en ella es una mera imagen, una fachada.

—Ahora no me dice nada porque ya me lo ha dicho antes. No sé por qué funciona así, solo sé que cuando pasa algo malo, me manda un mensaje de precaución si estoy junto a alguien con malas intenciones... Pero me lo manda una vez. Ojalá me lo mandase siempre, porque no habría hecho falta que muriese nadie en este macabro juego para descubrir a los espías.

Erik tenía razón en una cosa. 

Sin Ink resultaba ser una impostora, se había ganado la victoria. Pero... ¿A costa de las vidas de todos los demás? Nunca me había considerado una persona de mal perder, pero... Era una victoria demasiado cara. No volvería a ver a mis padres. No volvería a ver a mi hermana. Me buscarían, sin saber jamás lo que me había pasado, sin alcanzar la paz de saber que había muerto. ¿Cuantas madres, cuantos padres, cuántas hermanas pasarían por lo mismo...? No era justo. Por muy merecido que fuese.

¿Y si era Erik quien estaba haciendo la jugada magistral? ¿Y si salió del abismo convertido en... otra cosa, porque, como dijo la jackalope, "el Anfitrión nunca se había comunicado por el reloj... con un inocente"?

De todas formas, hiciera lo que hiciera, la decisión estaba tomada. Eran mayoría. 

Miré a Ephi, aterrado. Como Danilo, se sentó a esperar su fin. No quería verlo. Aún tenía la cabeza inerte de Red en las rodillas. Estabamos rodeados de muerte.

Afortunadamente, para bien o para mal, todo terminaría pronto. Quedábamos tan pocos...

¿Había algo que se me escapaba? Tenía la impresión de estarlo pasando por alto. ¿Por qué mis habilidades habían resultado ser tan inútiles? Al parecer, todos teníamos alguna. Muchos apenas tuvieron tiempo de utilizarlas. 

Si al menos tuviéramos una noche más...

-Ay, Red. No sé si podremos traerte de vuelta -dije con tierna tristeza al cadáver.