Partida Rol por web

-¿Yngrid? Ha salido a tomar el aire, no te preocupes. No se siente cómoda con nosotros aquí

Miró a Drunfo, imaginándose el por qué de aquella pregunta.

-Estamos a una media hora de Sultünge-comentó.

-Y nosotras deberíamos ir yendo antes de que sea de día por completo -anotó Saga.

La norne se levantó dándole el visto bueno a ambos y se retiró al otro lado del hogar, que tampoco era muy lejos, donde se sentó dándoles la espalda para deshacerse parcialmente de la parte superior de su ropa y poder examinar el estado de sus propias heridas, alojadas mayormente en el costado. Debería haber descansado más y quizá hasta haber cambiado el vendaje durante la noche, pero ni siquiera había recaído en sus propias cicatrices con todo aquel ajetreo. Igualmente, a pesar del dolor al aplicar presión, parecía estar sanando rápido y bien. Era cuestión de tiempo y algo de cuidado.

Bedelia asintió, levantándose. Se acercó hasta el macuto con comida y lo llevó hasta los norteños.

-Aquí hay sobras de la cena de anoche, deberíais comer algo-Volvió a insistir-También tenéis mantas, pomadas y las cosas de Thorir están en esa mochila. Intentaremos volver lo antes posible.

Frunció el ceño, aunque inmediatamente se giró para recoger sus cosas.

-Nos llevaremos el otro caballo, pero dejaremos el tuyo aquí, Thorir.

Todavía tenía preguntas que hacer, aunque comprobar que los norteños estaban bien le había aliviado. La gravedad de las heridas era preocupante, pero lo estaban llevando con mucha entereza. Se giró hacia la intérprete.

-Estoy lista.

-De nuevo, muchas gracias, a las dos, y que los Dioses os protejan- dijo Thorir mostrando una cara amable y serena.

Saga terminó de vendarse el costado y se aseguró de abrigarse bien y recoger todas sus pertenencias. Se arrodilló junto a Thorir, guardando con mimo en su mochila el pesado ejemplar en arkés sobre Goldar y algunos enseres que estaban repartidos alrededor. Sin embargo, le quedó algo pendiente que dirigió directamente a Thorir.

-Sólo tengo una pregunta, ¿dónde encontraste ese diario?

-Lo encontré en un campamento abandonado cuando venía hacia Sultünge- Thorir se detuvo e hizo un leve chasquido,-En realidad creo que huyeron, por como encontré todo, recogí ese diario y algunas pertenencias más, lo guardo hasta que alguien me diga que pone ya que mi latín no es muy bueno, no tengo ni idea del porque de su huida-

-¿Hm?

Bedelia se giró hacia Thorir con curiosidad. Desde un principio había creído que ese diario era suyo, no de algún desconocido.

-¿Puedo verlo?

- Por supuesto, a ver si tu entiendes lo que pone - 

-Lo leí a noche. Es una prueba contundente de que aquí pasa algo.

En cuanto al diario, parece pertenecer a un comerciante que volvía a Moth tras vender su "exótica" mercancía por las tierras de Goldar. Al parecer, viajaba acompañado por sus dos guardaespaldas, y... En realidad, poco más sacas en claro. El diario es bastante aburrido, a decir verdad. Solo las últimas entradas merecen atención.

"Hoy he terminado de tallar la figura. Creo que ha quedado bastante bien. Mi hijo estará encantado cuando se la enseñe. Les echo mucho de menos, a él y a su madre. En unas semanas podré volver a estrecharles entre mis brazos."

"Hemos partido hacia Sultünge, nuestra próxima parada. Parece un pueblucho de mala muerte, pero es el único asentamiento que nos pilla de paso, así que habrá que conformarse. El camino se ha hecho algo pesado, y mis compañeros no han dejado de quejarse en todo el viaje. Yo también tengo los pies doloridos."

"Hoy ha sido un día algo raro. Mañana llegaremos a Sultünge, pero hoy nos toca volver a dormir a la intemperie, así que estamos de mal humor. Además, hace bastante frío, y la fogata que hemos montado esta noche es bastante pobre, porque hemos apurado bastante y apenas hemos reunido leña. Además, creo que estoy algo paranoico, y no dejo de oír crujidos entre los árboles. Dicen que en este bosque hay lobos…"

"Tenía pocas expectativas puestas en Sultünge, pero aun así ha sido peor de lo que esperaba. Son cuatro casas, y la gente, aunque hospitalaria, se muestra algo taciturna. Me ha dado la sensación de que hay algún tema tabú entre ellos, algo de lo que no quieren hablar. Tampoco es que hayamos hecho muchos esfuerzos por mezclarnos con ellos: Nos han dado un techo, y nos han dejado en paz. Les hemos dado un par de chuminadas para agradecérselo, y nos hemos ido a dormir. Estábamos cansados."

"El viaje ha sido penoso, pero hemos logrado montar una buena hoguera, y hoy estamos de buen humor, así que hemos decidido dar buena cuenta de un barrilete de cerveza que compramos hace unas semanas. Ha sido una buena noche, pero no dejo de mirar por encima del hombro. Tengo la molesta sensación de que estamos siendo observados por alguien, y antes cuando he ido a mear he creído ver dos puntos blancos en la lejanía, como dos ojos mirándome. No sé, estoy harto de estas tierras."

Thorir la miró sorprendido -¿Y qué pone en él?-

Drunfo recogió un trozo de las sobras y se quedó en silencio mientras lo comía, expectante.

Saga le tendió el diario a Bedelia y después miró a los varones. Casi había terminado de empacar, pero se sentó en el suelo alternando la vista entre uno y otro.

-Si ayer fui tan insistente ante el jarl para permanecieseis entre nosotros fue porque ahí fuera, en la noche, hay algo demasiado peligroso ante lo que nadie debería estar solo. Puede que fuese lo que combatían cuando nos marchamos... O no. No sabemos exactamente qué es, pero ya ha habido desapariciones. Los mercantes narran cosas sobre su viaje, pero las últimas partes son... Inquietantes. Hablan de algo que les acecha, de un frío inhumano... No son lobos. Es algo mucho peor, mucho más oscuro y por lo que Einar y Sultünge deben entrar en razón. Y también por lo que vosotros debéis recuperar las fuerzas cuanto antes.

Bedelia miró a Saga.

-No podemos descartar que Einar ya lo sepa. Hay una entrada del diario-Dijo, señalando con el dedo la página-donde comenta que en Sultünge hay un tema tabú. Es sólo una posibilidad, pero deberíamos tenerla presente.

Se mordió una uña, pensativa.

-Si no, ¿por qué le dan tan poca importancia a las desapariciones?

-Ya he pensado en eso... Y la explicación que se me ocurre es que estén ocultando algo, algo que no quieren que nadie sepa. -Miró a Bedelia-. ¿Recuerdas su cara cuando el muchacho le mencionó que había encontrado un cadáver?... Es vital que esté de nuestra parte. Si nos ve como enemigos y tiene algo que ver con eso... No habrá mucho que podamos hacer.

-Tienes razón-Asintió-debemos ser selectivos con la información que le damos. Hay mucho que desconocemos sobre eso, y quizás pueda ser controlado de alguna forma.

Un escalofrío recorrió todo el cuerpo de la sureña. No eran más que divagaciones, pero una posibilidad así se tornaba aterradora.

-En cualquier caso, si Einar resulta más tozudo de lo esperado necesitaremos una alternativa. El campamento abandonado, ¿está muy lejos de aquí?

-No, no está muy lejos de Sultünge, a menos de un día de camino- se detuvo y miró a Sturm -A galope quizás se llegue en medio día, es un camino peligroso, hay muchos lobos y según decís solo los Dioses sabrán que más seres habrá-

Bedelia inspiró profundamente y soltó el aire con lentitud.

-Bueno, algo es algo. Y si no siempre hay un plan C, si sabemos encontrarlo.

Miró a la puerta, imaginando que Yngrid estaría empezando a desesperarse. Ella misma se estaba poniendo nerviosa imaginando lo que les esperaba.

-Deberíamos irnos ya.

-Sí.

Saga se puso en pie echándose una pesada capa de piel por encima antes de ajustar su bolsa de cuero cruzada. Después comenzó a recoger su pelo con una facilidad pasmosa, trenzándolo desde la nuca hasta la punta y después retorciéndolo hasta crear un moño que sujetó con el delgado estilete que llevaba con ella.

-Reponed fuerzas y, por favor, sed todo lo amables que podáis con Yngrid. Es una persona... poco dada a tratar con gente. Volveremos con noticias cuanto antes. Que los dioses os guarden.

Sujetó las riendas del caballo con firmeza y tras palmearle el hocico suavemente le hizo un gesto a Bedelia para que abriese la puerta.

Bedelia imitó a Saga y se echó una de las mantas que traía consigo por encima, antes de colocarse la mochila en los hombros. Abrió la puerta para dejar que el caballo saliera.

-Cuidaos mucho e intentad no coger frío-Dijo, e inmediatamente después alzó un dedo y les señaló-Y ni se os ocurra morir. Buscaremos tu espada, Drunfo.

La sureña había terminado de hablar, pero tardó un par de segundos en salir de la cabaña. Sabía lo que significaba dejar aquel lugar. Sabía que, quizás, sería la última vez que volvieran. Además, aquel era el único sitio donde podían sentirse relativamente seguras, aunque no fuera más que una ilusión. 

Cerró la puerta tras de si con cuidado y se estremeció al sentir el frío del invierno en su cuerpo. No sabía si los dioses estaban con ellas, pero rezó en silencio para que hicieran entrar en razón a Einar.