Partida Rol por web

Tras unos diez minutos, Will vuelve con Ashe. Esta última te dirige una mirada preocupada al llegar a tu lado.

-¿Qué ocurre?

A pesar de que ella misma permaneció inmóvil con cierta rectitud, los ojos clavados en Ashe, sus dedos se movieron con nerviosismo, frotando las yemas contra el pulgar intentando dar con algo que se escapaba hacia la lejanía.

No preguntó por Bedelia, aunque quería.

-Sé que hemos tenido nuestras diferencias, pero necesito que me creas sin preguntar demasiado. Alguien estuvo aquí a noche, de madrugada. Vino a esta casa. Tiene relación con la bestia un... aura. -Apretó los labios. Sonaba ridículo pero no era algo a lo que estuviese poco acostumbrada-. No sé si sigue ahí o si... Hay algo al otro lado de esta puerta. Pero creo que debes estar presente.

Parece que Ashe ya esperaba algo así, porque encaja tus palabras con sorprendente tranquilidad.

-La última vez dudé de ti, y mira dónde estamos -se gira hacia la puerta, y acto seguido mete la mano entre uno de los pliegues de su vestido. Momentos después, la saca con un cuchillo-. Vamos.

Asintió, se hizo con su propio cuchillo y, tras mirar brevemente a Will en busca de un gesto o signo que dijese "Preparada", se adentró en la casa.

La puerta se abre con un crujido.

Vacía. Ninguna sombra encorvada, acechando, esperándote. Ningún cadáver, ningún rastro de sangre. Ningún mueble destrozado, ninguna marca en las paredes.

Y, sin embargo, nada más cruzar el umbral lo sientes.

El frío... Más intenso, más cercano... Más peligroso. Su seña de identidad. Su rastro. Pero... ¿Cómo es posible? ¿Es que acaso ha estado allí sin que nadie le viera? ¿Es que es capaz de mezclarse entre vosotros, sin más? ¿Con qué propósito? No ha atacado a nadie... Algo no encaja.

Distingues, a tus pies, un trozo de suelo que está cubierto de aquella escarcha que solo tú puedes ver. Como una pisada, te indica el rastro a seguir. Movida por la intuición, avanzas hasta encontrar otra marca, inconfundible, que ocupa el lateral de una de las vigas de madera. A tu derecha, el frío parece más intenso, y al girar descubres que la mesa cercana está casi completamente cubierta por aquel fino manto helado. Ashe y Will te siguen de cerca, la una con el estoque, la otra con el cuchillo. Miran a su alrededor, preocupadas, alerta, pues si bien no pueden sentir lo que tu sientes, hay algo que cualquiera podría percibir en aquella sala... Algo que no funciona, algo que está mal.

El aliento del invierno.

A pesar de que hace poco menos de dos días ahí vivía una familia, la sensación general es la de que aquel lugar llevara abandonado varios años. La nieve, sin el calor de los vivos para mantener a raya la ventisca, ha empezado a filtrarse por las diminutas aberturas de los tablones. La poca luz que hay fuera parece mostrarse reticente a entrar, y el lugar está en completa penumbra... A excepción de aquellas señales sobrenaturales, que emiten un extraño brillo sombrío.

El rastro de migas te lleva hasta una caja de madera. El frío parece más intenso allí, y el borde aparece cubierto por más escarcha. El vello se te eriza, y tu mano se detiene antes de abrirlo. La incertidumbre se cierne sobre ti como un ave negra que extiende sus alas, cubriéndote con la sombra del temor. Dentro podría haber cualquier cosa...

Pero no has llegado aquí para echarte atrás en el último momento. Will, a tu lado, te mira y asiente. La manera firme y decidida en la que empuña su estoque te da cierta confianza. Sin pensarlo más, llevas la mano al la tapa y tiras hacia arriba...

Para encontrar un cajón vacío.

Oyes como Will suelta el aire, aliviada. Entonces notas como una presencia, a solo unos pasos a tu derecha, se acerca a ti... Y el frío aumenta.

Se adentró en guardia como quien se sabe en peligro mortal, y en verdad lo estaba pues frente a lo que no se ve, prácticamente nada se puede hacer. La presencia de Ashe y Will, ambas empuñando acero, resultaba aun así tranquilizadora, aunque a penas se hacía notar frente a las extrañas circunstancias.

El lugar estaba vacío, oscuro, y sólo el leve resplandor del frío hacía de guía ante la incertidumbre y el desconocimiento. Recorrió el lugar, más con la mirada que con los pies, capturando detalles con la esperanza de que algo, por ínfimo que fuese, hiciese de llave para abrir por fin la caja que todos los misterios escondía.

Y encontró una caja, en efecto. Una real e irreal, empañada por escarcha y frío y a saber qué más. Pero la esperanza se desvaneció tan pronto como vino, y Saga dejó caer los hombros un instante cansada de dar con callejones sin salida. Al instante siguiente, no obstante, una mano helada arañó su columna desde la parte baja de la espalda hasta la nuca, haciendo que se irguiese de en un sobresalto.

-S-S-Saga...

Tu hermano presenta un aspecto lamentable. Partes de su piel, o lo su proyección fantasmal proyecta como piel, están completamente arrancadas, mostrando pedazos de carne podrida. Decenas de marcas heladas recorren su cuerpo, rodeando las heridas, e incluso su rostro parece algo más oscuro que de costumbre. No deja de temblar.

Will nota tu turbación, y acto seguido se planta a tu lado con el estoque preparado, mirando en la dirección de tu hermano, sin ver lo que ocurre pero consciente del peligro.

Ashe, a unos pasos de distancia, se gira y os mira, confusa.

La realidad le cayó como un mazazo demasiado duro como para encajarlo de forma razonable. O para encajarlo, sin más. Se llevó las manos al rostro y para cuando volvió a mirar las lágrimas caían a mares.

-Andrel... N-no... Andrel...

Hizo ademán de ir a abrazarlo, cuidarlo, tratarlo... Pero recordó a mitad del gesto que era imposible, que no podía, y se quedó con los brazos levantados sin saber qué hacer, gesticulando erráticamente con la voz desvanecida, rota por la terrible visión de su hermano, hasta que en un estallido de rabia se volvió hacia la mesa golpeándola con los puños cerrados. Y gritó. Y golpeó de nuevo la madera haciéndose más daño ella que al robusto mueble. Y pateó lo que encontró hasta que se sintió sin fuerzas ni de llorar, ni de gritar, ni de nada.

Todo lo que habría aprendido en aquella vida no le servía en absoluto para ayudarle.

Ashe se aparta, contemplando tu reacción con sorpresa.

-¿¡Qué...!? ¿Qué ocurre...?

Will, que al escuchar el nombre de tu hermano parece haber entendido lo que está ocurriendo, se gira hacia ella con un gesto autoritario.

-Será mejor que esperes fuera, Ashe. No... Salgo en un momento.

La norteña le mira sin comprender, dispuesta a replicar... Pero en el último momento, un nuevo golpe por tu parte parece hacerle cambiar de opinión, y rápidamente desaparece por el umbral huyendo del pandemonium que has desatado. Will espera a que te calmes un poco, y luego se acerca a ti y te abraza con determinación.

-Escucha, Saga -habla en voz baja, pero firme-. Podemos con esto. ¿Qué ves?

Mientras, tu hermano no ha dicho nada. Parece haberse detenido ante tu rabieta, quizás un deje que aún le resta de cuando estaba vivo, al creer que puedes dañarle con uno de tus golpes. Te observa, en silencio, sin dejar de temblar. Agazapado, asustado... Herido.

El firme abrazo de Will logró contener la impotencia y las ganas de tirar la toalla, al menos mientras duró el gesto. Fue capaz de volver a mirar a su hermano, o lo que quedaba de los retazos de él, y descubrió tras varios segundos que por mucho que cerrase los ojos con fuerza, seguía estando allí y en el mismo estado.

-Está... H-herido. A-a-sustado. -Apretó los labios, tratando de contener los sollozos y espasmos para hablar sin torpeces-. Está cubierto por... el frío. Desgarrado.

Y en un haz de valentía, si se podía llamar así, extendió la mano queriendo alcanzarle y deshaciéndose del abrazo de Will para llegar a él. No podía ignorarlo. No podía dejarlo así.

-A-andrel... Lo siento tanto...

El Frío. Allí está, de nuevo, intentando colarse por debajo de tu piel, como una miríada de insectos de ultratumba que quisieran alimentarse de tu calor corporal.

Andrel debe de haber observado tu reacción, pues rápidamente se aparta, aún tiritando.

-N-no...

Su reacción te pilla por sorpresa. Los espíritus acaban desconectados de todo lo que les rodea, y los seres vivos no son una excepción. Tu hermano ha ido empeorando con los años, y el hecho de que vuestra relación no fuera la mejor en vida no ayudaba a que dicha apatía fuera mitigada por los sentimientos que os unían. Había veces que incluso dudabas que recordara quién eras tú, y que hubieras acabado por convertirte en una extraña a la que seguía por razones que no entendía, o que no le importaban. Otras veces, sin embargo, te daría alguna sorpresa que te hiciera replantearte, de nuevo, cuanto desconocías del mundo sobrenatural. El identificar en tus facciones, las de algo tan ajeno a él como un ser vivo, la sorpresa y el rechazo al frío, ya es suficientemente sorprendente. El que haya asociado eso a su cercanía y, preocupado por ti, haya decidido apartarse, es inaudito. El que haya hecho estas cosas en el estado en el que se encuentra... Bueno, si hubieras apostado, desde luego habrías perdido con todas las de la ley.

Will os observa, pensativa, mordiéndose el labio inferior en un gesto que la caracteriza cuanto está preocupada. Tras unos segundos, recorre la vista por la habitación y, cuando encuentra lo que busca, se levanta y camina hacia un rincón con determinación.

-Ven -dice con voz amable, mientras empieza a recoger leña de un montón que hay en la esquina-. Ayúdame.

Sollozó en silencio sin siquiera darse cuenta del hueco que había dejado Will a su lado, o de la falta de Ashe. Parecía tener ojos únicamente para aquel... ser que ni siquiera estaba en esa misma habitación y que nunca le había parecido tan lejano.

Tardó varios segundos en procesar el llamado de Will, volviendo el rostro hacia ella con desgana. Y varios más en decidir que el fuego era un intento fútil de lo que fuese que estuviera intentando hacer.

-Está muerto, Will -sentenció en tono fúnebre-. No va a hacer nada.

-Puede -responde Will, sin dejar de amontonar leña-. Pero hubo un tiempo en el que estuvo vivo. En cualquier caso, no empeorará el asunto.

Saga ignoró su comentario deliberadamente, al menos durante las primar idas y venidas de Will. Después, por la propia naturaleza curiosa del ser humano, sus ojos se deslizaron sin pensarlo, siguiendo sus pasos y finalmente arrastrándola sin querer para ayudar a prender fuego. Siempre sin dejar de lado a Andrel, que continuaba agazapado en un rincón.

Tardáis unos minutos en amontonar unos cuantos leños y palitos que sirvan para el fuego, y encontrar el pedernal, escondido en una cesta cerca de la chimenea. Will consigue una pequeña llama tras unos intentos, y pronto un cálido fuego os calienta el rostro. Durante el proceso, Will se mantiene en silencio, pensativa, dirigiéndote miradas furtivas cuando cree que no estás pendiente. 

Andrel se acerca al fuego, avanzando a trompicones por la habitación y dejando marcas de escarcha allá donde toca. Su figura se desdibuja a ratos, como si fuera la creación de un pintor perezoso que hubiera olvidado acabar su obra. Una vez está cerca de las llamas, sin embargo, su comportamiento cambia sutilmente. Se detiene, y deja de temblar.

Los muertos están repletos de contradicciones. Aunque a estas alturas ya sabes que carecen del sentido del tacto, y de que los cambios térmicos no les afectan, el hecho de que tu hermano haya mostrado algún tipo de respuesta implica que, aunque sea a otro nivel, si pueden verse afectados de alguna manera por el mundo de los vivos. Tu hermano, que tantas veces esperó la noche fuera, en la calle, en medio del invierno. Tu hermano, al que has visto traspasar un horno encendido con su cuerpo.

De inmediato, tu parte racional intenta buscar una explicación. Puede que no sea más que un eco, un rastro psicológico de su humanidad que aún perdura a pesar del tiempo transcurrido. No en vano, en su momento estuvo tan vivo como tú, con sus sueños y miedos, virtudes y defectos. Recuerdas como una fría noche de otoño te apartó bruscamente de la chimenea para quitarte el sitio, alegando que la primera fila era para los mayores. ¿Lo hizo para fastidiarte, como era habitual, o quizás buscaba sinceramente el calor del hogar? Es indudable que, al igual que todos los demás, hubo una época en la que la simple visión de las llamas era suficiente para evocar en él sentimientos de paz y seguridad. ¿Tan alocado es pensar, entonces, que a pesar de su condición haya podido quedar algo de aquellas experiencias? No en vano, los espíritus son entes de pura emoción, dominados por aquellos sentimientos que les inundaron en vida.

O puede que todo tenga que ver con la naturaleza de aquella escarcha. Al fin y al cabo, a estas alturas está claro que la criatura no es esencialmente natural. Aquel frío es claramente una marca de algo oscuro, una magia antigua e incomprensible que nunca debió haber existido. El simple hecho de haber entrado en contacto con ella por segunda vez serviría para confirmar la teoría, pero que haya afectado a la mismísima esencia de alguien fallecido la convierte en una obviedad. Aquella cosa no pertenece a tu mundo, pero tampoco al de los muertos. Es una entidad vagabunda, que camina en la fina línea que separa las realidades, pudiendo afectar a cualquiera de ellas a voluntad... Lo que implica que también puede ser afectada. Y si bien tu hermano nunca podrá volver a notar el calor de un fuego bien hecho en una fría noche invernal, aquel frío podrido y sacrílego bien puede derretirse usando métodos convencionales. Aunque la escarcha sigue ahí, el hecho de que Andrel haya dejado de temblar te infunde cierta esperanza al respecto.

Se te ocurre una última y alocada teoría, que casi te entran ganas de desechar de inmediato. Pero es cierto que los espíritus se guían por reglas muy distintas a las que rigen el mundo de los vivos, y también que se nutren, en gran medida, de sus emociones, intensificadas hasta resultar casi desbordantes. ¿Y si esto es solo la punta del iceberg? ¿Y si no sólo responden a sus propios sentimientos, sino que también son capaces de percibir y reaccionar, de forma inconsciente, ante los de otros seres? ¿Y si Will, con su creencia de que el fuego ayudaría a Andrel, ha hecho que esto sea así? Es, sin duda, una idea peligrosa: El mundo es cruel e implacable, y aquellos que piensan que con sólo tener fe podrán conseguir todos sus objetivos están condenados a una larga serie de decepciones. Además, perfilar a las almas en penas como poco más que entidades de emoción es simplificar las cosas en extremo: No en vano, el alma de las personas que una vez fueron sigue latiendo en su interior. Esto los diferencia de otras entidades del "otro lado", formadas a veces por los ecos que los vivos dejan en la tierra pero carentes de esencia, como cascarones vacíos, no más que reflejos de lo que una vez fueron aquellos que los originaron. Un fantasma es algo más: En este caso, tu hermano mayor, Andrel. Pero el terreno de lo oculto y lo sobrenatural es abrupto y pobremente cartografiado. ¿Quién sabe? Puede que, a veces, lo único que se necesite para cruzar ciertas líneas sea una creencia sincera y una voluntad firme.

Sea como sea, Andrel sigue en un estado lamentable. Si el fuego tiene, en realidad, algún efecto sobre el mal que le aqueja por encima del puramente psicológico, habrá que esperar unas horas para comprobarlo. Aun así, es mejor que nada.

Saga permaneció en silencio; perdida. Observaba, a veces de forma cautelosa y otras al descuido, el lugar donde se encontraba su hermano. Y tardó en recomponerse, si era eso lo que hacía, o en dar sentido a algo que carecía de ello.

-Ve con Ashe -pidió cuando por fin recordó cómo se hablaba. Después, en apenas un susurro audible, volvió a llamar su nombre-: Andrel.