Partida Rol por web

El hombre escucha tus descripciones con una sonrisa afable. Cuando terminas, inclina la cabeza, pensativo.

-Bailes... Me gustaría saber qué tipo de bailes. Imagino que no tendrán nada que ver con los de aquí. Pero has respondido ya más de lo indispensable para granjearte otra nueva respuesta.

Desvía la mirada, y la clava en un punto indefinido entre los árboles.

-Supongo que la razón por la que no puedo explicarte más sobre la bestia es la misma que me impide explicarte esa misma razón. Si es que acaso eso tiene algún sentido para ti. Digamos que hay... Reglas. Que no debo incumplir. Si lo hiciera, el círculo se rompería.

Bedelia se rascó distraídamente la muñeca en actitud reflexiva. Reglas...y un círculo. ¿Metafórico o literal? Se moría de ganas por seguir indagando, pero consiguió reprimirlas un poco más. Su sonrisa afable se le contagió.

-Sigues estando en minoría de preguntas, me toca responder por lo menos otra.

Le hizo un gesto, animándole, mientras se giraba para comprobar que seguían solos. Era extraño estar hablando allí tan tranquilamente, en el lugar donde tan sólo unas horas antes habían sido atacados por algo más allá de su comprensión. Pero él parecía tranquilo, y desde luego sabía muchas más cosas que ella. Tal vez su amabilidad no se tratase más que una fachada y no fuese alguien de fiar, pero tenía los mismos motivos para confiar que para no hacerlo, así que optó por la primera opción, al menos de momento.

El hombre asiente, conforme con tu descripción de la situación.

-Me interesan vuestros ritos. Cuando perdéis a un ser querido, por ejemplo. ¿Qué hacéis para lidiar con ello?

La sonrisa de Bedelia se difuminó con lentitud mientras los día sucesivos a su muerte se agolpaban en recuerdos que luchaban por mostrarse, como una jauría de perros salvajes abalanzándose sobre un chuletón. La sangre, el silencio, la soledad, el frío...y la nada. Como cada vez que volvía a visitar aquella época, tuvo que hacer un gran esfuerzo por no dejarse arrastrar junto al torrente.

-Oficialmente se celebra un funeral. Si se puede, el cuerpo se adecenta para ser mostrado, pues lo normal es que amigos y familiares visiten a los compañeros del fallecido para darle el pésame y ofrecer sus respetos al difunto. Se apoyan entre ellos, lloran y, al final, se entierra el cadáver. Creo que al principio empezó a hacerse por higiene, para no contagiar los problemas del muerto, pero ahora es un rito como cualquier otro.

Hizo una pequeña pausa.

-Luego cada uno enfrenta el dolor como puede o sabe. Beben, viajan, se mudan...en el sur el concepto de honor no está tan arraigado como aquí, así que el suicidio puede llegar a ser comprensible, a pesar de no ser la mejor de las opciones.

El hombre inclina la cabeza levemente, en un gesto que no sabes si catalogar como una muestra de conformidad con tus palabras o una consecuencia de su hilo de pensamientos.

-Puede que sea nuestra cultura, como afirmas, pero estas tierras no permiten demasiados lujos. Y el suicidio es uno de ellos. No hay tiempo para llorar a los muertos cuando el invierno y el sonido del metal llaman a tu puerta.

Recupera su sonrisa.

-Discúlpame, no quiero alargarme. Gracias por una respuesta tan sincera.

Bedelia sonrió. Incluso después de llevar hablando un rato, la situación no resultaba menos misteriosa sino todo lo contrario. Decidió plantear su siguiente pregunta con cuidado.

-¿Podrías hablarme del círculo?

-Me temo que no.

-Me lo imaginaba...Te toca.

El hombre ríe.

-¿Y qué clase de persona sería yo si me apuntara eso como una respuesta válida? No, no caeré tan bajo. A menos, claro, que ya hayas terminado.

Bedelia soltó una carcajada.

-La verdad es que estoy tan perdida que podría pasarme el día haciendo preguntas.

Reflexionó unos segundos.

-¿Hay algún sitio en éste bosque que pueda ayudarme a entender mejor lo que está pasando?

El hombre niega con la cabeza.

-De nuevo, no puedo responder a eso. Puede que sean las respuestas que quieres oír, pero soy incapaz de ofrecerte las respuestas.

Parece ocurrírsele una idea.

-Mira, te propongo un trato. Realiza cinco -alza la mano, mostrando sus dedos- preguntas que correspondan a cinco temas distintos. Responderé a una, pero no especificaré a cuál. De esa manera, yo no romperé la ley, pero tú podrás llevarte algo útil. ¿Qué te parece? Con la condición, claro está, de que luego respondas a una última pregunta por mi parte.

-A una última...Entonces nuestra conversación va a acabarse mucho antes de lo que me gustaría.

Bedelia se mordió una uña, distraída.

-De todas formas, me queda más de una pregunta por contestar, porque todavía te debo cuatro si queremos que ésto sea justo.-le sonrió-Siéntete libre.

El hombre hace un gesto con la mano, restándole importancia.

-No todas las respuestas valen igual, y me considero pagado con las tuyas. Y, espero perdones mi sentido del dramatismo, prefiero reservar mi pregunta para el final.

-De acuerdo.

Permaneció callada un minuto entero, con la mirada perdida y reflexionando. Parecía improbable que fuera a obtener una respuesta directa, así que sus esfuerzos se centrarían en conseguir más pistas para seguir investigando. Además, tampoco tenía claro cuánto sabía aquel hombre y cuánto ignoraba, lo que tal vez llegara a ser una ventaja. No podía haber llegado tan lejos para volver con las manos vacías.

-Creo que las tengo-dijo, pero aún permaneció en silencio unos segundos más-si. Allá van. Dentro del círculo, ¿Quién está más cerca de la verdad?; ¿en qué dirección exacta debería caminar desde el pueblo si quisiera encontrar respuestas en el bosque?; de tener alguna, ¿cuál es la debilidad de la bestia?; ¿cuál es el primer paso para deshacer el círculo?; ¿qué hemos pasado por alto?

Contuvo sin saberlo el aliento, esperando que aquellas preguntas arrojaran luz.

El hombre asiente, satisfecho.

-Unas preguntas muy bien elegidas, sí. Cada una de ellas merecería una respuesta individual, desde luego. Difícil tarea...

Esta vez es a él a quien le toca ponerse a pensar durante casi un minuto, hasta que queda satisfecho con la respuesta.

-Tu compatriota.

Bedelías sonrió, divertida con aquel juego. Atesoró aquella respuesta pero no la desgajó todavía, era su turno.

-Gracias por contestar. Ahora es mi turno.

El hombre asiente, y tras unos segundos su sonrisa desaparece de forma progresiva.

-Te pediré el favor de que pienses detenidamente en está última pregunta, Bedelia, antes de contestar. Tanto las palabras que la componen como el orden en el que aparecen no son fortuitos, y aunque hay muchas respuestas posibles, ninguna es mejor que las demás. Tus pensamientos al respecto me interesan especialmente, por motivos personales. Dicho esto...

Te mira fijamente a los ojos, como si estuviera leyendo tus pensamientos a través de ellos.

-¿Cuál crees que es tu deber?

-Vaya, es una pregunta curiosa y difícil de responder. Como te interesan mis pensamientos al respecto pensaré en voz alta, ¿de acuerdo?

Carraspeó y se tomó un segundo para determinar por dónde empezar.

-Creo que es una pregunta difícil porque no considero que tenga un único deber. Estimo que el deber para conmigo misma es aprender, crecer, vivir y disfrutar el camino que voy andando. Respetarme a mi misma y respetar a los demás, buscar un equilibrio entre yo y el mundo y corregir conductas tóxicas que están demasiado arraigadas...También tengo deberes respecto a la gente que quiero, mis padres, mis amigos, mi marido. Creo que merecen todo lo bueno que pueda darles, sin excepciones.

Ladeó la cabeza, y su expresión se volvió algo más triste.

-Además, incluso llevando aquí sólo tres días, incluso en una tierra que no es la mía y poniendo en peligro mi propia supervivencia, creo que es mi deber evitar que nadie más muera por culpa de la bestia. He visto el dolor de familias rotas, he visto las lágrimas vertidas por los amigos perdidos y la desolación en la cara de los niños. No se hasta donde podré llegar, pero haré todo lo que está en mi mano por evitar que se derrame más sangre.

Levantó la vista lentamente hacia el hombre.

-Pero has preguntado por lo que creo que es mi deber. Justo antes de venir y encontrarme contigo he sentido el mosaico que ha formado el destino para traerme hasta aquí. Tal vez incluso me haya reunido contigo-Sonrió con amargura-pero me he intentado rebelar contra él. Mis motivos son extensos, pero no me gusta esa idea, esa falta de libertad. Creo que mi deber son todas esas cosas y muchas más, pero tal vez el destino tenga preparado algo distinto para mi. Si eso ocurre...si mis deseos personales deben supeditarse a un bien común, creo que mi deber es darme cuenta a tiempo y actuar en consecuencia. Y espero tener la sabiduría suficiente para hacerlo.

El hombre parece genuinamente sorprendido ante tu respuesta.

-... Interesante. Ya que dudo volvamos a encontrarnos en el futuro, diré esto: Ha sido un verdadero placer, y toda una sorpresa, el haber podido mantener esta conversación contigo. Si hay una prueba viviente de que hay un mundo fascinante más allá de estos páramos, bosques y montañas que componen nuestro hogar, eres tú. Y espero que me creas cuando te deseo suerte de todo corazón en la ardua tarea que te espera.

Bedelia sintió el rubor subiendo por su cuello e instalándose en sus mejillas junto a una oleada de gratitud hacia aquel extraño. Dudó visiblemente antes de hablar.

-Se que hemos acordado no preguntar más, y he aceptado ese punto, pero mi curiosidad me está pidiendo a gritos que lo haga-miró al hombre con intensidad-¿Quién eres?