Partida Rol por web

Se produce un intercambio de miradas incómodas: aunque todos coinciden en la necesidad de la misión, salir ahí fuera implica un riesgo alto. Al final, Sigbjörn da un paso al frente.

-No tengo mujer ni hijos por los que velar. Os acompañaré.

Godwin suelta un bufido.

-Joder, Sigbjörn, ya podrías haberte callado -esboza una sonrisa resignada-. A ver con que excusa salgo yo ahora.

Suspira y baja la mirada.

-Supongo que, a estas alturas, no sirve de nada creer que Brunhi volverá. Así que estoy solo, también. Supongo que eso implica que me toca.

Thorir suelta un largo suspiro, -Que no se diga que un Yormef se quedó atrás- esboza media sonrisa, -Os acompañaré- 

-Bien, pues manos a la obra. Voy a organizar nuestras provisiones, luego empezaremos a coordinar la construcción de la empalizada.

Dando la conversación por finalizada, mira a las seis personas que forman la comitiva.

-Suerte.

Saga puso una mano en el antebrazo de Will cuenta esta respondió, esbozando una sonrisa.

-Gracias. A todos -añadió, aunque su mirada se quedó en Thorir, dubitativa-. Thorir, eres un hombre libre y estás aquí por voluntad propia. No voy a tomar decisiones por ti pero creo que deberías descansar. Podría no pasar nada, o podríamos tener que salir corriendo. Sólo quiero que seas consciente de ello. -Le miró de forma significativa y después prosiguió-. Voy a por mis cosas y a cambiarme. Haced lo propio. Nos vemos en breve en la sala común.

Thorir miró a Saga y tras unos segundos se dirigió hacia Ashe.

-¿Hay algo en lo que pueda resultarte útil?, podría instruir a la gente, o ayudar en la construcción de la empalizada- sonrió, -Tengo cierta experiencia, me gustaría ir, pero en mi estado puede que les entorpezca-  

Antes de irte, das un repaso al círculo, intentando ordenar tus pensamientos. Y de nuevo, esa sensación extraña, como si pudieras ver a través de sus rostros, leyendo lo que hay dentro como un libro borroso escrito en sus pupilas. Parte de ello se debe a tu propia experiencia: Sus tics, comentarios, posturas... Todo el lenguaje verbal, y no verbal, que cuenta una historia que, con los años, has aprendido a leer. La gente dice mucho más de lo que pretende, aun cuando está callada. Pero hay... Algo más. Hay una parte inexplicable, una misteriosa certeza, un sexto sentido que no podrías describir con palabras. Complementando a los otros cinco, rellenando las lagunas de tu infinita ignorancia respecto a los cientos de hilos que se tejen a tu alrededor.

Y cuando las dos partes se unen, sus sentimientos más oscuros quedan expuestos ante tus ojos.

Ashe tuerce el gesto, dubitativa.

-No sé qué decirte, Thorir. Es cierto que aquí podrías ayudar, y un par de manos más no van a venir mal. Sin embargo, también podemos tirar de sobra sin tu ayuda. En cuanto al grupo de Saga, dudo mucho que les entorpezcas. Todavía estás recuperándote de tus heridas, pero tienes la fuerza suficiente como para empuñar un arma y seguirles el paso. Incluso en un combate podrías llegar a ser útil, si eres tan diestro con la espada como aseguraba Renmo. Al menos, más útil que alguien que no haya empuñado un arma en su vida.

Suspira.

-Así que me temo que esta decisión es tuya, y solo tuya. Porque si sales ahí fuera, existe un riesgo de que ocurra algo. Y si ocurre algo, tú tienes las de perder, en tu estado actual. Nadie en su sano juicio te acusaría de cobarde si decides quedarte aquí a recuperarte, pero tampoco te impediré que vayas con ellos.

Se gira, dando la conversación por finalizada.

Cuando Saga establece el punto de reunión no que da más discusión. Echo un vistazo a los otros cinco integrantes del grupo, examinándoles y visualizando las posibilidades de lograr nuestro objetivo.

Bueno, llevamos un medio-muerto pero Will tiene pinta de saber luchar, entre ella y yo tendremos que compensarlo.

Finalmente miro a Saga y antes de que se vaya hago un gesto de afirmación con la cabeza, para que sepa que entendí el lugar de encuentro. Pero cuando me quise dar cuenta Thorir ya estaba acercándose a Ashe y no tenía ganas de estar cerca suya, su presencia me desagrada demasiado, decido ir a hablar con Thaldein mientras y después hablar con ella.

- Ey compañerooo - Digo mientras le abrazo. - Gracias por confiar en mi de esa manera, hacía mucho que no sentía algo así. Has llegado al punto de poner tu vida en peligro, de renunciar a todo, de desobedecer a tu jarl. Me alegra que todo haya salido bien al final ¿Cómo estás? ¿Mejor? ¿Podrías luchar o era un farol?

Cerró los ojos un momento y el tiempo, en toda su extensión y gloria, pareció pausarse delicadamente en cada uno de ellos del mismo modo que cuando la adrenalina de un combate ampliaba los sentidos. Eran como susurros; susurros en su cabeza en diferentes tonadas y cuyas palabras no podía distinguir... pero su significado calaba en ella claro y cristalino como el agua.

No era un buen momento, pensó, queriendo apartarlos de sí misma. Pero hubo varias notas de aquella disfuncional melodía que se quedaron pegada a ella. Y cuando abrió los ojos, sin quererlo, alzó la mano y acarició la mejilla de Will.

-Gracias por estar siempre conmigo -dijo en su lenguaje-. Salvé a Andrel y nos voy a sacar de aquí, ¿vale?

Will te devuelve una sonrisa triste.

-Lo sé. Nunca lo he dudado.

Thaldein te devuelve el abrazo al principio, pero tras un segundo se aparta y empieza a toser. Le dejas algo de espacio para que respire. Al terminar, empieza a reírse de la situación.

-Pues ya me ves -dice, cerrando los ojos aunque sin dejar de sonreír-. Estoy hecho una pena. Aunque él no está mucho mejor... Habría sido una batalla bastante patética.

Vuelve a reírse, de buen humor.

-Aunque no habría luchado contra él. Y no por miedo, aunque te resulte extraño de oír. La que sí me da miedo es Marja.

- Jajaja, no me extraña, me acuerdo que cuando te conocí te estabas escondiendo de tu mujer jejeje. - Tras unos segundos de risas me pongo un poco más en situación. - Bueno, descansa un poco, ya habrá tiempo de luchar en unos días y nos vengaremos del "Pijinn" ese. Yo estaba con tu plan de ir a saco a por él, pero justo antes de venir aquí Saga me dijo que podía haber más de uno, por eso creo que sería muy peligroso ir directamente a por ellos. Haber si Ahmel nos cuenta lo que sabe de ese demonio. - En ese momento viene la imagen de antes, mi mano sosteniendo una piedra que golpea continuamente la cabeza del sureño, salpicando sangre con cada golpe, extrañamente era una escena placentera, que provoca una leve sonrisa macabra. - Oye, no quiero hablar con Ashe con ese bastardo cerca, -  señalo a Thorir.-  asique te lo diré a ti. No vaya a ser que me vaya sin decírselo. He pensado que cuando se construya la empalizada, se podría preparar en la entrada una zona de "combate", un perímetro donde pudiéramos separar a una de las bestias del resto, o incluso retenerla y reducir sus movimientos para hacer el ritual pagano de Ahmel. Ya que no hay un lugar donde tengamos ventaja en el bosque, al menos tenerlo aquí, en el pueblo.

-Bien.

"Mal".

Mantuvo la sonrisa lo justo para darse cuenta de que había mucho más detrás de aquello. Quería preguntarle, igual que quería abordar a Ashe sobre su pesar, pero las emociones dictaban mucho de todo lo que ella sabía hacer. Podía parecer lo mismo, pero mediar en una disputa, leer lo que uno deseaba y conocer lo que estaba dispuesto a dar a cambio no era ni remotamente parecido al dolor que allí se gestaba.

Muertes. Pérdidas. Rabia. Desesperación... Para eso no había una cura, una medicina, una planta cuyas propiedades aliviasen el dolor. No era un proceso a estudiar o reconocer de un simple vistazo. Era un laberinto de inconsistencias que uno alimentaba con oscuridad y Saga lo conocía bien y sabía lo que era dejarlo encerrado en el fondo de tus entrañas, dejándolo expandirse como una enredadera. A veces lo veía en su reflejo, en el destello de su propia mirada. Lo veía agitarse como podía verlo en Will, que la conocía tan bien, y entonces comprendió lo difícil que era ver a alguien que uno ama consumirse lentamente.

El problema es que no sabía qué hacer, y si lo sabía no había tiempo...

-Voy a pedirle disculpas a Eskol y Thaldein por el follón de antes y luego a ver si Andrel sigue en la cabaña. -Echó un vistazo a su equipación-. Si necesitas coger algo, ve. Te veo en unos minutos.

Esgrimió una sonrisa meditada, nerviosa. Después buscó a los susodichos entre el movimiento del círculo para ver que Resmit ya estaba hablando con Thaldein. No quería interrumpir, pero esperaba poder tener otra oportunidad de decírselo. Era un buen hombre.

-Eskol -llamó, acercándose.

Eskol habla con Renmo cuando te acercas. Le despide con un gesto y asiente, para indicarte que tienes su atención.

-Saga.

Thaldein medita sobre tus palabras.

-Una trampa... No, una encerrona. Arrinconarla, reducir la ventaja que le da el terreno abierto. Sí, me gusta la idea. Si pudiéramos cavar una zanja, y rodearla con tablones dentro del perímetro de la empalizada... Luego sólo tendríamos que atraer a una de ellas hacia dentro.

Se rasca la barbilla, sumido en sus cavilaciones.

-Meditaré sobre ello.

Siguió con la mirada a Renmo durante tres o cuatro pasos. Después volvió a mirar a Eskol, a los ojos, dejando caer los hombros en un gesto inconsciente.

-Quería pediros disculpas, a los dos -ladeó ligeramente la cabeza hacia donde estaba Thaldein-, por haber forzado la situación hasta este punto. En ningún momento... 

Se quedó parada, callada, buscando unas palabras que no atinaba a encontrar en su registro. Quería hablar de rencor y de lo que estaba bien y era necesario, pero al final lo único que quería era disculparse y quitarse ese peso de encima.

-Lo siento por haber tenido que llegar a este extremo.

Eskol alza una ceja.

-¿Y por qué habrías de disculparte? Lo único que has hecho ha sido enunciar la verdad. Thaldein ha sido el artífice de mi ruina, y ahora empiezo a sospechar que de forma completamente involuntaria. Pero no hablemos más de esto: Lo hecho, hecho éstá. Déjanos, Renmo.

El norteño asiente y, tras dirigirte una última breve mirada, se marcha sin decir nada. Eskol le observa mientras se aleja.

-No ha pasado página, ¿sabes? Con los Yormef. Y no le culpo, he de añadir. Si hubieras visto lo que hicieron aquella noche...