Partida Rol por web

La mujer sonríe divertida.

-No funciona así, chiquillo. Las runas son caprichosas, muestran solo lo que quieren, y leerlas es ardua tarea. Incluso yo puedo cometer mis fallos.

Se gira hacia las dos niñas, que han vuelto a centrarse en la pared.

-Vosotras, dejad de gandulear. Conseguid un skokkr, vamos.

Las dos se dirigen a la salida, no sin antes detenerse una última vez a tu lado.

-Guardas pureza en tu interior.

-Pero está cubierta de sangre.

Acto seguido salen por la puerta, sin abrir los ojos aún. Parece que saben perfectamente por donde van, porque en ningún momento percibes la duda en sus movimientos. La völva suelta un gruñido.

-Malditas mocosas. No les hagas caso, Thorir. Ven, siéntate.

Thorir volvió a mirar con cierto temor a aquellas niñas, para acto seguido sentarse con la völva.

-¿Quieres algo de comer? Tienes pinta de estar hambriento. He de reconocer que mi salsa sigue siendo algo fuerte, pero ha mejorado desde la última vez.

La mujer te muestra una sonrisa amable.

Thorir asiente y le devuelve la sonrisa, -Será un placer volver a probar tu salsa- 

-Tengo una marmita preparada. El estofado está un poco seco, pero aquí lo que importa es esto.

Extrae un tarro de una de sus estanterías y lo mira con cierta nostalgia. Incluso a esa distancia, puede notar de pasada el olor. Tras un minuto, vuelve con un par de platos llenos y se sienta de nuevo, ofreciéndote uno.

-Y bien, Thorir. Cuéntame, ¿Cómo te ha tratado la vida? -Te repasa de arriba a abajo con la mirada-. Por lo que veo, te has convertido en todo un hombre. Un guerrero capaz, no hace falta más que mirarte para saberlo.

Thorir alcanzó el plato que le ofrecía con una sonrisa, hacía unos cuantos días que no comía algo caliente, aquella comida, después de todo parecía apetecible. Fijó sus ojos en la mujer y y asintió levemente con la cabeza, -Sí, he cambiado mucho desde nuestro último encuentro- hizo una pausa, -Mi padre me ha reconocido como hijo legítimo, ya no soy sólo el bastardo, y parece que en el Clan empiezan a mirarme con otros ojos, a excepción de mi hermano y sus amigos claro- miró hacia el plato y metió la cuchara dentro de él, -Me odia, no se como terminará todo esto- los ojos de Thorir se fijaron en los de aquella mujer, como buscando una respuesta. 

-... ¿Querrías saberlo?

Thorir negó con la cabeza, -No, eso sería lo fácil, es como saltarse el libro e ir al final, y sabiendo el final no disfrutas la historia-, una sonrisa pícara se dibujó en el rostro de Thorir, -Que sea lo que quieran los Dioses- 

La völva ensancha la sonrisa.

-Eres un hombre inteligente, Thorir. Mucho más de lo que crees. Muchos hombres han condicionado sus vidas por culpa del futuro que les fue augurado. Pocos héroes han escuchado las profecías que les augura el destino sin pervertirlas luego.

El estofado huele fuerte, pero está sorprendentemente rico. Parece que esa salsa ha mejorado con los años.

-Aun así... Me alegro de que no quieras indagar en el futuro, pero no creas que estoy ciega. Veo algo en tus ojos, algo que te atormenta...

Te mira y alza las cejas.

-No es que sea asunto de mi incumbencia, por otro lado.

Thorir se comía el estofado con apetito, estaba bueno y la calidez de aquella comida le sentaba bien. 

Miró a la volvä, y negó con desdén, -No es nada, sólo cansancio, hoy fue mi primera batalla de verdad, ahora viajo a mi comunicar al Clan nuestra victoria- 

La völva asiente, con expresión seria.

-La primera batalla de un hombre no es algo que tomar a la ligera. Muchos se han perdido a sí mismos en el transcurso de la guerra, y contemplarla por primera vez no es tarea fácil. Pero no solo veo tormento en tus ojos, también veo fortaleza. Eres un buen hombre.

Sonríe con picardía.

-Solo un buen hombre fingiría que mi sopa no sabe a rayos.

Entonces la puerta se abre, antes de que puedas responder. Las dos niñas entran de nuevo, una de ellas sujetando algo en la mano. Al acercarse a la mesa, puedes ver lo que es: Un cuervo negro, muerto.

-Aquí está, amma.

-Lo hemos cazado nosotras.

La völva suelta otro bufido.

-Bah, callaos. Te lo advierto, Thorir, no creas una palabra de lo que dicen estas dos, mienten más que hablan. Lo habrán encontrado por ahí, muerto en el suelo o algo así.

Las dos niñas se giran hacia ti y te sonríen. Siguen sin abrir los ojos. ¿Quizás son ciegas? Pero se mueven con tanta seguridad...

Thorir mirba a las niñas con extrañeza, eran cuanto menos curiosas, -Vaya, hay que tener cierta habilidad para cazar a un cuervo- dijo Thorir con voz amable, como solía hablar a los niños del Clan, aunque sabía que aquellas niñas no eran como los demás críos que corrían jugando a ser guerreros o las niñas con sus muñecas. Al rato se volvió a la volvä, -¿Son tu hijas?- preguntó con gran delicadeza. 

-¿Estás? ¡Oh, no, los dioses me libren de esa carga! Son unas parásitas, eso es lo que son.

Las dos niñas te rodean, sin perder la sonrisa.

-Lo traemos para ti, Thorir.

-Es el skokkr.

La völva pone los ojos en blanco.

-¿Es que no os vais a callar nunca?

Los dos rostros infantiles se giran al mismo tiempo, centrándose en la mujer.

-Nunca podemos divertirnos, amma.

-Él no es como los otros, amma.

La mujer suspira.

-Está bien, quedaos ahí en el rincón. Pero estaos bien calladitas.

Las dos niñas sonríen, y luego obedecen sin rechistar. La völva las sigue con la mirada, asegurándose de que no vuelven a hacer de las suyas, y luego se centra de nuevo en ti.

-¿Quieres que te confiese una cosa, Thorir? -Sin esperar respuesta, agarra el cuervo y lo atrae hacia ella, empezando a desplumarlo sin mirarlo, con movimientos mecánicos, por el vientre-. Tu visita me tiene intrigada. Como te dije antes, no te esperaba todavía, así que no tengo claro por qué estás aquí. Pero aquí estás, y yo no creo en las coincidencias...

Thorir miró a la volvä extrañado, no entendía nada de lo que allí se decía, -Señora, no entiendo nada, yo sólo soy un hombre, no entiendo en que puedo ser especial- dijo mirando a las niñas,  -Ni porque me esperabas, como dije, me dirijo a comunicar las nuevas a mi Clan- continuó volviendo a mirar a los ojos de la mujer. 

-Pero...- dijo tras unos segundos, -Ya que estoy aquí dime, ¿Para que querías que viniera?- 

-No, no quería yo, aunque no negaré que disfruto de tu presencia. Lo leí en las señales. También leí que cruzarías por esa puerta.

No hace falta que se gire para saber a qué puerta se refiere. Tus ojos vagan inconscientemente hacia el marco, tras el cual yace, escondida a vuestros ojos, aquella luz misteriosa...

-Sin embargo, no mencionaban este momento. Pero ya te lo dije hace años: Las señales son vagas y difíciles de descifrar, y yo ya estoy vieja. He podido equivocarme. Lo único que sé con certeza es que en algún momento de tu vida cruzas esa puerta. Así que la duda que lleva asaltándome, desde que te he visto al entrar en la casa, es... ¿Será hoy ese día?

Thorir frunció el ceño, como intentando ver que había más allá de todo eso, pero era un misterio que se le escapaba, se volvió más serio y miró a los ojos de la volvä, -¿Qué hay en esa puerta?-

La völva te sostiene la mirada durante unos segundos, hasta el punto de resultar incómodo. Parece divertirle tu pregunta.

-Eso... -dice al final, pronunciando cada sílaba con lentitud- No puedo decírtelo. Pero sí puedo darte una advertencia: No todos los que entran salen.

Sin dejar de mirar a los ojos a la volvä, Thorir asiente con lentitud, -No se que clase de brujería es esto, pero...- se levantó del asiento -Si los Dioses así lo dijeron, entraré-

La völva asiente, satisfecha con tu respuesta.

-Eres valiente. O estúpido, según se vea. Muchas veces esas dos cualidades van a la par. Sin embargo, aguarda un momento. Antes quiero hacer algo.

Parece que ha acabado de desplumar al cuervo, porque lo deja sobre la mesa y mete la mano en un bolsillo oculto... Del que extrae un herrumbroso cuchillo curvo.

-Esto es un poco desagradable, pero así son las cosas. Mira para otro lado si quieres.

Acto seguido abre en canal al cuervo, dejando que la sangre negra se esparza por la mesa. Indiferente a tu reacción, inclina la cabeza y coloca el rostro a apenas unos centímetros del vientre abierto, contemplando las vísceras con detenimiento.

-Mmmm... Ya veo. Eh, vosotras. Vamos a ver si sois tan listillas. Venid, decidme que veis.

Las dos niñas ensanchan la sonrisa, y acto seguido se acercan con presteza a la mesa. Rápidamente colocan las manos sobre el animal muerto, y empiezan a hurgar dentro sin ningún tipo de reparo. La völva se echa hacia atrás, contemplando a las dos niñas con una extraña e inesperada satisfacción en el rostro. Las tres tienen las manos manchadas por sangre y vísceras, dando a la escena un toque especialmente grotesco.

-Hay señales escondidas.

-Mensajes que podemos leer.

La völva asiente, impaciente.

-Sí, sí, ya lo sé. Venga, como os he enseñado -Se gira hacia ti y te mira con seriedad-. Escucha, Thorir, tu futuro está a salvo conmigo. Eres astuto, y has resistido bien la tentación de mirar más allá. Muchos se han perdido en enigmas que nunca deberían haber escuchado. Pero permite que haga un poco de trampas y te ofrezca tres consejos relativamente inofensivos. No te volverán loco, ni se convertirán en una obsesión, pero si los recuerdas quizás evites algunas de las trampas que el destino ha trazado para ti. No hay otra cara de la moneda, ni segundas intenciones. Tómalo como un desvarío de una vieja chiflada, o como un regalo de una vieja amiga que te conoce más de lo que debería. ¿Qué te parece?

Thorir miraba todo aquello, como metían las manos en aquel cuervo, sus gestos, sus miradas, todo, no entendía nada, pero lo observaba con atención. Ante la pregunta de la volvä Thorir la miró a los ojos y esbozó media sonrisa, -Está bien, los consejos de una amiga siempre son valiosos-