Partida Rol por web

Saga lidera la comitiva, atravesando el bosque con cierta seguridad a pesar de que sus recuerdos no son los más fiables, ya que por el día el bosque adquiere un tono completamente distinto. Sin embargo, su descripción del lugar parece sonarle a Sigbjörn, que parece creer que estáis yendo en la dirección correcta.

-Menos mal que esa bestia no ha venido con nosotros -dice Godwin, al rato de partir-. Es cuestión de tiempo que haga alguna locura. Eskol debería haberle ejecutado.

Caminaba junto al resto, cubriendo la retaguardia, atento a todo sonido y movimiento que pudiera surgir de la maleza, si la bestia se había acercado al pueblo era posible que andase cerca. Por si acaso llevaba la maza en la mano izquierda para no verme sorprendido en una emboscada, además de emplearla para apartar ramas y arbustos molestos.

Esperaba que fuésemos más, la intervención de Drunfo nos hizo perder al bastardo de Thorir, que aunque no pudiera luchar siempre podría servir de cebo. Pero ahora no estábamos preparados para luchar, un combate con la bestia no sería aconsejable, aunque estoy deseando meterle los cuernos por el culo. 

Maldito perro bastardo, ya decía yo, tiene valor de boquilla, pero en cuanto a podido se a rajado y encima el gigante carapolla no ha venido para sustituirle. Menudos cobardes... Yormef tenían que ser...

El camino se hace largo y aburrido hasta que Godwin por fin habla, y sin alzar mucho la voz para no llamar la atención contesto para amenizar el viaje, aunque ese tío no me cae especialmente bien...

- No te falta razón compañero jejeje, ambos eran delincuentes antes de llegar al pueblo, pero por desgracia los necesitábamos, aunque ni siquiera han venido, para una cosa que tenian que hacer... pero que se puede esperar un par de yormef...

Saga lideraba con paso resuelto, demasiado atenta a sus alrededores como para prestar atención a la conversación o bien, ignorándola deliberadamente.

-Si tu lo dices... -refunfuña Godwin, no muy convencido sobre la necesidad de contar con la ayuda de los Yormef.

La conversación muere rápidamente. Saga, Sigbjörn y Will se muestran poco comunicativos, cada uno perdido en sus pensamientos, y Godwin parece de un humor de perros. Resmit desiste tras un par de comentarios más: Está claro que Godwin no quiere charlar, o al menos, no quiere charlar con él en particular.

Tres cuartos de hora después de salir del pueblo, atisbáis la inconfundible silueta de una carreta volcada, situada en el fondo de una depresión de terreno. Aunque cubierta parcialmente por la nieve, los radios de una rueda asoman por entre las ramas, despejando todo rastro de duda en cuanto a que habéis llegado a vuestro destino.

-Por fin -musitó Saga cuando sus ojos reconocieron la estructura, que no el lugar.

Si había estado allí la noche anterior, no habría podido jurarlo, pero con la ayuda de Sigbjörn lo habían logrado. Ahora era cuestión de dar con algo, y no estaba segura de el qué. Andrel no estaba allí para obrar sus trucos del más allá -ni lo esperaba con ganas, en verdad-, lo que dejaba el asunto a la suerte y su capacidad de deducción.

Se volvió hacia el resto, tomándose un instante para sentir el frío y el frío.

-Este es el lugar. No tengo muy claro exactamente qué buscamos, pero cualquier cosa que indique de dónde venían, quienes eran, por qué aquí o qué pasó con ellos, será útil. Y, por favor, estad alerta en todo momento y no nos alejemos los unos de los otros. Y recordad el frío.

Por fin llegábamos la carreta de la que tanto hablaban y que tantas esperanzas nos aportaba ¿Habría sido nuestro viaje en vano?

- Que buena Sigbjörn, las matas callando jeje, eres un la leche, lo encontramos a la primera. - digo mientras nos terminamos de acercar.

Los restos estaban sepultados por la nieve, llevaban ahí bastante tiempo, pero aún podríamos encontrar algún cadáver y sacar alguna pista, incluso algún objeto o manuscrito de compraventa que nos indicara a donde iban o de donde venían. Me planto delante del montículo de nieve y comienzo a apartar nieve con las manos y la maza. Lo mejor era tenerla en la mano po si las cosas se torcieran.

- Espero que encontremos algo, - digo mientras remuevo la nieve para vislumbrar mejor el carromato. Restos de sangre, un rastro, algún objeto que nos diera una pista o incluso el cuerpo del hombre que aquí murió si la bestia no se lo comió ya.- que uno vigile. 

Después de unos segundos:

- Oye Saga, tu hermano... ¿no podría ayudarnos ahora? Nunca e visto un... fantasma, dicen las historia que dan miedo.

Will dirige una mirada asesina a Resmit.

-¿¡Pero es que...!?

Al notar como todas las miradas se fijan en ella, su rostro adquiere una tonalidad rojiza, diferente a la habitual debido a la ventisca.

-No... No creo que este sea... El momento.

-Lo que quiere decir la sureña -añade Godwin con tono aburrido, mientras aparta un trozo de madera de una patada-, Resmit, es que cierres la puta boca y te centres en la tarea.

Miro a ambos fijamente y paro un segundo para mirar atrás, al bosque, entre la oscuridad del follaje blanquecino.

No parece que haya nada.- Luego me volteo y continuo sin siquiera mirarlos y mientras aparto una gran oleada de nieve digo a regañadientes:

- Joder, que irascibles ¿No sabéis hacer dos cosas a la vez...? 

Enterrado bajo la nieve, a unos pocos metros de la carreta, distingues los restos de lo que debió ser un cuerpo humano. Apenas si quedan los huesos y algún que otro cartílago o tejido podrido adherido a su amarillenta superficie. Parece obvio que esto no se debe a la descomposición natural: El cadáver ha sido devorado, lo que confirma tus sospechas.

Hay una parte de la carreta que te llama la atención: Lo que sería la parte superior derecha, que al estar volcada reposa sobre el suelo, está destrozada por la mitad, como si una gran fuerza hubiera reventado la madera. Al mirar más de cerca, descubres restos de sangre reseca, apenas ya visibles por la intervención de la nieve... Y algo más. Allí, debajo de la carreta, parece haber algo colgando. Fijado en el suelo de madera, que ahora está boca abajo, parece ser algo de tela o tejido... Aunque hay algo raro, no sabrías decir el qué. Desde tu posición actual, sin embargo, no distingues bien. Para verlo más de cerca tendrías que arrastrarte bajo la madera.

Saga se había parado en seco en un punto determinado, sin mirar a nadie. Podría haber dicho muchas cosas; demasiadas. Pero después del estallido de Will y la elocuencia de Godwin, decidió seguir a lo suyo. No había gloria ni satisfacción tal como la de lograr que se callara.

Fue momentos después, tras volver a la búsqueda, cuando pareció dar con algo.

-Huesos -pronunció en voz alta y tono sombrío-. Devorados.

No los conocía, ni sus nombres ni su procedencia ni absolutamente nada más allá de que habían sufrido un terrible destino. Pero hubo algo que poco a poco se fue asentando en el fondo de su estómago y era la irremediable certeza de que si ella hubiese sido la bestia, aquellos huesos bien podrían haber pertenecido a Will. O viceversa.

Quizá, entre los arbustos, acechaba un destino cruel y despiadado donde sin un ápice de cordura restante, la sangre se preparaba para cazar su propia sangre. Y no parecía haber nada que pudiesen hacer para evitarlo salvo enarbolar la muerte y la suerte en el mismo filo, y rezar para que los dioses mirasen.

¿Y qué iban a conseguir con ello? No es como si les importara, de todos modos. Eran dioses ausentes y ególatras a los que se les pagaba en sangre y batalla y sacrificio, a los que se les dedicaban odas y sagas e infinidad de vidas. Dioses de los que se contaban grandes gestas y terribles traiciones. Dioses que se encontraban sentados y ausentes a la espera del Ragnarok sin darse cuenta de que aquello mismo que temían asolaba todo lo que habían creado, amenazando con destruirlo.

¿Y a quién le importaba ya, después de todo?

A Saga le importaba.

Visto que el resto no tenía intención de abrir la boca me dedico a buscar pistas. Mientras cabo en la nieve desvelo la parte superior derecha, que al estar volcada reposa sobre el suelo, está destrozada por la mitad, como si una gran fuerza hubiera reventado la madera. Al acercarme veo resto de sangre en el borde, ya casi desaparecidos por el paso del tiempo y la nieve.

Es como si la hubiesen reventado desde dentro... -miro a mi alrededor por si hubieses re

Por alguna razón, algo llama mi atención bajo la carreta. Me levanto lentamente mirando el lugar que llamó mi atención y guardo mi maza, era evidente que necesitaría luz para mirar lo que había. Agito el  brazo derecho, no muy fuerte en dirección al suelo para sacar mi maza de energía, cubierta por una envoltura de rayos que no se alejan en exceso para no quemar los pocos restos que quedan. Los pequeños relámpagos trepan como tentáculos por mi brazo hasta casi llegar al hombro haciendo que  el arma parezca una prolongación de mi brazo, amarrándolo como si de una enredadera se tratase, simulando a los antiguos héroes de las legendas. Incluso yo mismo quedé sorprendido de la perfección de ese arma, esa forma solo se dio lugar en ciertas ocasiones en las que estaba lleno de ira y que estaba luchando al limite.

¿¡Esto quiere decir que vamos a luchar inminentemente...!? - Pienso mientras observo la majestuosidad de la luz que emite.

- Voy a entrar, estad atentos.

Vuelvo a agacharme e iluminando con la maza me introduzco debajo de la carreta e intento coger lo que llamó mi atención. Ya que estoy ahí miro en el interior por si viese algo más.

Will desenvaina el estoque inmediatamente al ver como Resmit es rodeado por aquella masa de electricidad, mientras da un paso hacia atrás con los ojos abiertos como platos. Godwin sonríe, divertido.

-Ah, sí, bueno. Resulta que puede hacer eso, imagino que nadie te lo ha contado. Pero son los fantasmas los que dan miedo.

Incluso a pesar del frío y la tierra, el olor a descomposición se hace evidente allí dentro. Al acercar la tenue luz distingues mejor la forma de la tela...

No es una tela.

No te cuesta separar el clavo que mantiene los trozos piel humana sujetos a la madera. Está claro que alguien los has puesto ahí a propósito, hecho que queda confirmado al acercar el trozo más grande a la luz de fuera: A lo largo de toda la superficie hay escritas palabras y signos, apenas visibles debido a la corrupción de la carne pero todavía legibles.

-Ten cuidado con lo que tocas, por favor -le dijo a Resmit con preocupación, después de su espectáculo de luces.

Introduzco suavemente la maza por el agujero para iluminar su interior, doy un paso de cuclillas a dentro con la vista en el clavo. Sin embargo recibo una boteda en la nariz al entrar.

- Eeaaargg, DIOS!!! - llevo el antebrazo a mi nariz. - Joder, aquí huele a muerto...

El poema de mi cara solo puede describirse con asco, sin embargo avanzo con la nariz tapada hacia el objeto que llamó mi atención. Al verlo de cerca y más iluminado, lo que pensaba que pensaba que era un trapo clavado en la madera resulta que es...

¡¡¡ Piel humana... aaaaggg !!!

Alzo la maza para iluminar el habitáculo del carromato y echo un vistazo rápido. Al mirar las pieles con más detenimiento, parece claro que las clavaron ahí a posta, y más cuando acerco la piel a la luz del exterior y veo signos y palabras. Intento leerlos y descifrarlo, ya que apenas se ven por el deterioro.

Tras un tiempo intentándolo, si no lo consigo, los saco por el agujero y sujetándolos a la espera de que la hedense los coja:

- Saga, encontré esto... ¿Puedes leerlo? - mientras sigo inspeccionando el interior con la maza eléctrica en alto iluminan la instancia.

Tiene que haber algo más...

El rostro de Saga se contrajo en una mueca crispada ante el quejido. Entre el griterío y la luz, medio bosque debía saber que estaban allí, por lo que mejor mantener la guardia alta. Le hizo un gesto a Will antes de acercarse donde se encontraba Resmit para coger lo que fuera que estaba sacando. Cuando lo hizo y dedujo lo que era...

-Por todos los dioses... -masculló, reprimiendo las ganas de hacer de aquello un drama.

Era lo que era, y se repitió a sí misma que en aquellos dos días había cosido demasiadas tripas y músculos y piel como para espantarse por eso. Se cubrió el rostro con con la esclavina, evitando el olor, e intentó leer.