Guardó unos segundos de silencio y algo, como un susurro que no llegó a apreciarse, le hizo lanzar otra pregunta.
-¿La bestia de ojos blancos?
Yngrid se para en seco, y te mira con la boca abierta. Ves como su expresión pasa de la sorpresa a la confusión, y luego a la furia. Tras unos instantes, consigue reaccionar e, inesperadamente, se lanza contra ti, extrayendo una espada corta de su cintura. Te apartas instintivamente, esquivando su embestida, y ella se estrella contra un árbol haciendo que los copos de nieve que caen del cielo se arremolinen a su alrededor. Se recupera rápidamente, y vuelve a encararse a ti, agarrando con fuerza el pomo de la espada mientras te mira fijamente.
-¡¿Quién eres?!
Motivo: Turno Yngrid
Tirada: 1d100
Resultado: 2(+60)=62
Motivo: Turno Saga (-penalizadores por cansancio)
Tirada: 1d100
Resultado: 33(+60)=93
Motivo: Ataque Yngrid (Engatillar, Desenfundar)
Tirada: 1d100
Resultado: 5(+15)=20
Motivo: Esquiva Saga
Tirada: 1d100
Dificultad: 20+
Resultado: 67(+45)=112 (Exito)
Bingo
Tienes contra de +45, si quieres usarla contra ella
(Esto habría quedado más chulo si hubiera conseguido empotrarte contra el árbol, he de reconocer)
Había presenciado todo tipo de embustes y reacciones en su larga vida, por lo que no le costó en absoluto predecir el arranque de furia de Yngrid y evitarlo con incluso cierta gracilidad.
Probablemente debería haber desenfundado, y aunque sus sentidos se habían disparado como un resorte ante la agresividad de la goldariana, procuró mantener la calma hasta cierto punto, dirigiéndole una expresión hosca culminada por sus ojos grises.
-Alguien que entiende la rabia que sientes y que perdió todo lo que le importaba por culpa de ese ser, hace décadas -replicó con firmeza-. Y sé que está cerca, y que devorará todo lo que se cruce en su camino.
Su pecho se movía de forma prominente, resoplando por la nariz con fuerza y manteniendo las distancias y las manos en alto.
-No soy el enemigo, Yngrid.
Creo que esta va a ser milagrosamente la única vez que Saga logre esquivar un ataque de forma tan eficiente xD
-No entiendes nada.
Yngrid no baja la espada.
-¿Cómo sé que no estás mintiendo? ¿Cómo sé que no eres tú la que lo ha traído?
-Mírame. Mírame a los ojos -exigió acercándose y alzando la voz. Por primera vez en mucho tiempo dejó que trasluciese todo el dolor y la rabia que siempre mantenía bajo aquel velo de correcta actitud-. Vi como mi familia era devorada por esa cosa cuando tenía nueve años. Lo vi: la sangre, sus ojos, las vísceras y el frío que apareció de la nada. ¿Quieres una prueba? Espera a que sea de noche y me despierte gritando porque no puedo borrarlo de mi memoria. No te he mentido, he venido en misión diplomática y puedo enseñarte el sello real si eso te convence. Y también puedo enseñarte los años de notas e indagaciones sobre esa bestia. Sé que ha estado acosando a los Yermos desde la caída de Holst, que ha viajado por Hendell y que su sed es insaciable. Y también sé que está aquí, y que alguien la ha traído: el culpable de que yo sea huérfana.
Tu vehemencia parece impactar a Yngrid, que da un par de pasos atrás y baja la espada unos centímetros, dudosa. El silencio se asienta entre los dos, mientras el metal reluciente de su arma va salpicándose poco a poco de copos de nieve.
-Apareció hace algo más de un mes -Dice al final, enfundando de nuevo el arma y bajando la mirada-. Aunque las desapariciones empezaron antes incluso. Al principio creía que era mi imaginación, pero luego empecé a ver... Cosas. Sombras en la nieve.
Se estremece. Luego te mira de nuevo, y frunce el ceño.
-Ni por qué sabes todo eso. Yo ni siquiera estoy segura de que lo que haya visto sea real. Pero quizás puedas ayudar. Quizás puedas convencerlos.
Incluso ella misma se asustó ante la impetuosidad de su discurso. Hacía demasiado que no mentaba a su familia, ni siquiera cuando Will preguntaba tras una mala noche. Soltó los puños, los cuales había cerrado casi sin darse cuenta y volvió la mirada hacia la penumbra del bosque donde las sombras se confundían con la vigilia.
No respondió de inmediato, como si tratase de encontrar en el momento algo que había perdido hacía tiempo, algo que se disolvía tan rápido como los copos sobre la piel de sus mejillas.
-No te conozco -comenzó. Sopesaba algo, incluso mientras arrastraba las palabras en voz baja-. No sé quién eres pero creo que si nos hemos encontrado no ha sido por azar. Tengo interés en saber qué pasa, pero como imaginas, yo sola no puedo. Además, estoy en Goldar por otras razones.
Lo dejó en el aire, esperando su respuesta.
Yngrid parece reflexionar sobre tus palabras, y luego asiente.
-Te acompañaré a Sultünge. Allí contarás tu historia. Veremos.
Luego empieza a andar, aunque en el último momento se para y parece recordar algo. Se gira y te mira de nuevo.
-Perdona por atacarte.
Sin esperar respuesta, reanuda la marcha.
Motivo: Inspirar a Yngrid (Liderazgo)
Tirada: 1d100
Resultado: 48(+10)=58
Venga, tirada de gratis por el discursillo
Saga hizo un gesto restándole importancia al asunto pero no se movió. Esperó hasta que ella se diese la vuelta para alzar la voz.
-No voy a contar mi historia en público. Y tú tampoco. -Avanzó varios pasos en su dirección-. Si eso está comandado, dirigido o... lo que sea por alguien, no le va a hacer gracia que andemos detrás. Sultünge parece el tipo de lugar donde no hay secretos. Te ayudaré, pero a mi manera.
Y dicho aquello se acercó y extendió la mano, como marcaba la tradición de los norteños al sellar una promesa.
No la veo yo muy de líder, eh? Por eso no le he puesto nada en liderazgo. La veo más de mano derecha del líder =P
Yngrid parece a punto de replicar, pero al final cede y extiende la mano, apretando la tuya para sellar el trato.
-No me gusta esto. ¿Qué propones que hagamos, entonces?
Saga estrechó su mano con firmeza y reanudó la marcha.
-Primero, escuchar. Si hay desapariciones tiene que haber gente interesada en darle una explicación, personas preocupadas, haciendo elucubraciones. Hay que distinguir la verdad de los chismes y las leyendas. Es lo mismo que indagar en la historia: tienes que prestar atención y saber diferencia el oro de la paja. No se puede confiar en cualquiera, sino acabarás con un cuchillo clavado en la espalda. ¿Me sigues?
Yngrid suelta un bufido.
-Poco vas a escuchar. La mitad cree que las desapariciones son casualidad, y la otra mitad actúa como si no fuera con ellos.
Se cruza de brazos, incómoda, sin dejar de andar.
-No creo que sea ninguno de ellos. Sultünge es pequeña, apenas medio centenar de personas. Les conozco a todos, y no creo que hayan llamado a... Eso.
-Entonces podemos descartar esa parte con facilidad y puntar en otra dirección: los extranjeros. Quién ha estado fuera, quién se mueve en los alrededores. Hum. Quizás se haya sentido atraído a este lugar por alguna razón. ¿Ha ocurrido algo fuera de lo común últimamente? Cambios políticos, climáticos, sacrificios, algún mercado o asamblea del thing... No sé. Cualquier minucia podría servir para empezar.
Yngrid niega con la cabeza.
-No, nada fuera de lo común, que yo sepa. Pero vivo en Sultünge. Mi cabaña está en el bosque, a algo más de media hora. No suelo enterarme de mucho.
Saga asintió, y decidió que por aquel rato era suficiente.
-La vida en los Yermos ya es bastante complicada en las comunidades pequeñas. ¿Cómo es que estas tan alejada?
-No necesito a nadie -Responde, tajante-. La gente atrae a más gente. La gente ata, y da problemas.
Deja que pasen unos segundos, y luego contraataca.
-Es más seguro que ser una "diplomática".
-Lo es -admitió de inmediato. No había duda al respecto, aunque no estaba segura de preferir la soledad y el hielo de los Yermos a los devenires de la sociedad-. Admiro tu tenacidad. Yo no podría... Y te agradezco que me acompañes.
Saga iba picoteando alguno de los frutos que había recogido, y le costaba seguir el paso de Yngrid sobre todo debido al dolor que de vez en cuando le arreaba alguna puntada bien desagradable.
-Mmmh.
Yngrid no dice nada más. No parece que vaya a iniciar una nueva conversación.
Aceptó su respuesta de buen grado y prosiguió la marcha sin pronunciar palabra. Tenía la sensación de que ya había incordiado suficiente a su guía y salvadora -aunque quizás eso fuese tribuírle demasiado- pero después de haber sido amenazada a punta de arma y con la cuerda en tensión, no tenía mucha sensación de culpabilidad por hacerle justar más de dos palabras.
Decidió dejarla tranquila, quedando alerta y la mano cerca del estilete por si las cosas salían mal.
Lo único que antes de llegar le pregntaré por el nombre del Erling, orientación política y quién más compone la nobleza del pueblo. Más rutinario y por saber cómo tratarles que en plan cotilleo.