Partida Rol por web

Irene se apresura a dirigirse al mostrador del hostal, llamando a la policía. August, habiendo comprobado que su compañera ya se había puesto manos a la obra en avisar a las autoridades, sale corriendo hacia la calle junto con Quinn y empieza a gritar a los vecinos de los edificios de alrededor que bajen a ayudar a los inquilinos del edificio en llamas. Cada vez más gente se asoma por las ventanas, y el caos en el interior del edificio en llamas es más que palpable, con gritos, lloros y exclamaciones provinentes de los apartamentos.

Para cuando llegan los bomberos, entre los miembros de Helping Hands y las órdenes de Sheridan ya habían conseguido reunir dos decenas de vecinos frente al edificio, lanzando cubos de agua contra el almacén para intentar extinguir el fuego. La terrible tormenta previa, pese a haber amainado a una lluvia más suave, ayudaba a que el fuego se expandiese con más lentitud de la esperada. Sin embargo, las escaleras de acceso al bloque de apartamentos había sido una de las primeras zonas a las que se había extinguido el fuego, impidiendo así que los vecinos del bloque pudiesen evacuarlo fácilmente.

Irene apareció con unas sábanas del hostal en las manos, el maquillaje de su bonita cara totalmente estropeado por la lluvia y el caro abrigo de pieles empapado. "August, agente Sheridan, si entre todos podemos coger las sábanas con fuerza, quizás los vecinos puedan saltar de los primeros pisos...". Dicho y hecho, con la colaboración de varios voluntarios agarran la sábana y animan a los vecinos a saltar mientras los bomberos junto con otros voluntarios continúan la tarea de intentar extinguir el fuego. Los dos primeros saltos son ordenados, una mujer y un chico joven cayendo limpiamente sobre la sábana, pero un tercer vecino (un cuarentón de complexión grandota) intenta saltar desde el cuarto piso (¿tan rápido se ha extendido el fuego por el interior?) antes de que al chico le de tiempo a apartarse de la sábana, con tan mala puntería que cae un metro más allá, espachurrándose contra el suelo y muriendo prácticamente en el acto. Los voluntarios, espantados por el suicidio, pierden confianza, pero Max reacciona con rapidez tapando el cadáver con una de las sábanas, mientras siguen intentando evacuar el edificio.

Para cuando por fin el fuego está controlado una hora después, y el edificio aparentemente evacuado, cinco muertos (el del salto y cuatro cadáveres churruscados que los bomberos han encontrado en el interior), una decena de heridos (principalmente quemaduras, y un chico joven que se ha roto una pierna al caer mal) y un edificio prácticamente calcinado son el balance de la noche. No ha quedado rastro alguno del ser de oscuridad en el almacén, pero rezáis para que todo esto haya servido de algo y esas tinieblas hayan sido consumidas por el fuego, aunque no os podéis quitar de la cabeza que siempre existe la posibilidad de que haya escapado de alguna forma...

La lluvia ya ha amainado a un chirimiri, y el agotamiento de todos los presentes es patente. Dado que la señorita Mort se ha llevado el coche, tendréis que volver caminando a vuestros apartamentos.

Quizás sería una buena idea convocar una reunión con los demás a la mañana siguiente para explicar lo sucedido...

Camino calle abajo mirando al suelo con Finch a mi lado, aunque ninguno de los dos decimos ni una palabra. Está claro que tenemos bastantes cosas en las que pensar... bueno, en realidad sólo una: cómo se nos ha ido la situación de las manos al enfrentarnos a ese horror oscuro. Hemos sido incapaces de detenerlo (o contenerlo) y nos hemos visto abocados a una situación en la que hemos causado varias muertes.
Esas muertes están justificadas; cualquier sacrificio merece la pena por evitar que ese mal en estado puro saliera al mundo exterior.
Aunque considero que el pensamiento es correcto, me cuesta creer que no hubiese otra opción.

De pronto, una curiosa estampa me saca de mi mutismo.
- ¡Señor Finch, mire! - Digo señalando una farola un poco más allá. - ¡Es mi coche!

En ese instante, mi preocupación pasa de lo ocurrido hace un par de horas a lo más inmediato. ¿Le habrá sucedido algo a la señorita Mort?

Nos acercamos trotando al coche sólo para comprobar que la señorita Mort no se encuentra en el interior. No sé si eso es una buena señal o todo lo contrario. Lo que sí se halla dentro es el misterioso (y probablemente maligno) libro del almacén; lo meto debajo del asiento del conductor e invito a Finch a que suba al vehículo.
Echo un vistazo al motor* que aparenta estar intacto; parece que sobre todo se trata de un daño externo, más estético que funcional.

La mente de Max tuvo paz mientras estuvo ocupada en intentar ayudar a Sheridan y las autoridades en limitar aquellos daños. Incluso cuando aquel hombre entró en pánico y se tiró por la ventana, tuvo la sangre fría de taparlo con una sábana.

No era la primera vez que Max estaba en una situación parecida. Después de todo, había sido corresponsal de "la gran guerra" donde cientos de miles de jóvenes habían dado su vida por su país. Los cadáveres no eran algo nuevo para su desgracia... pero aquella... cosa. En más de un momento creyó ver en las sombras "algo" que se movía... pero luego resultaba ser el crepitar del fuego. ¿Habría el fuego acabado con esa "oscuridad reptante"?

La cordura de Max quería creer que si, que todo aquello había merecido la pena. Habían causado muerte y dolor pero... ¿y si aquella cosa se dejaba suelta por la ciudad? ¿Y si aquellos locos amigos de Diamond Walsh sacrificaban hombres vivos para alimentarlo? Después de todo estaba encerrado en un ataud con un cadáver...

El periodista se obligó a seguir con el trabajo y cuando terminó, el agotamiento hizo presa en él. Siguió a Sheridan serio... algo raro en él.

[color=#FF8000]Me hubiera gustado pasarme por alguno de los locales clandestinos de Walsh... para preguntar por la posible conexión con los europeos del este...[/color] -no se sabía si lo pensaba en voz alta o se lo decía a Sheridan. El agente no contestó. Era un hombre duro -supuso Max- pero todo aquello debía haberle impactado profundamente.

- ¡Señor Finch, mire! - Digo señalando una farola un poco más allá. - ¡Es mi coche!

El periodista hizo un esfuerzo por mirar lo que el agente señalaba... tardó unos segundos. [color=#FF8000]Ay mierda... ¿Dorothy? ¿Dorothy?[/color] -llamó a la curiosa joven que tanto les había ayudado, pero no había rastro de ella- [color=#FF8000]¿Qué habrá pasado?[/color]

Al ver que el libro seguía  allí y que Sheridan lo escondía, no pudo más que fruncir el ceño... [color=#FF8000]¿No cree que habría que encontrar a Dorothy? ¿Y si los hombres de Walsh la han cogido? No podemos irnos así sin más Sheridan...[/color] -inquirió el veterano periodista que no parecía dispuesto a irse sin saber el paradero de la joven.

- Disculpen señores. ¿Son ustedes los dueños de este coche? - inquiere una voz seria tras ambos investigadores. Al girarse, un enorme mostacho enfundado en un uniforme de policía les mira inquisitivamente. Ante la respuesta afirmativa de James, el policía sigue - Hace unas horas, antes de todo este lio del incendio, hemos cazado una rata que ha intentado robarlo, y es quién lo ha estampado contra la farola. La tenemos retenida en comisaría, creemos que está relacionada con el incendio de esta noche, porque ha intentado fugarse justo cuando llegabamos junto a los bomberos. En cualquier caso, espero que tengan un buen seguro. Si puede pasar mañana por la comisaría del distrito para denunciar el robo...

El policía parece sorprendido ante la identificación y el rango de Sheridan. Pese a no pertenecer a la misma jerarquía, la fuerte actitud de Sheridan y el hecho de estar acostumbrado a recibir órdenes por superiores parece empequeñecer completamente al policía "Dis... disculpe, señor agente. Mañana a primera hora nuestro sargento estará en la oficina y podrá atenderle personalmente mi teniente en lo referente a la ladronzuela que hemos arrestado."

El Packard de Sheridan tiene el morro abollado, pero el motor parece funcionar perfectamente. Aún así, no es coche con el que moverse por la ciudad, tendré que coger el Tudor mañana mientras mi mayordomo mira si pueden arreglar este estropicio... ¿qué le habrá sucedido a Dorothy para tener este accidente? Tendré que esperar a mañana para que me lo cuente...

Un momento después el coche ya está en marcha para llevar a Max hacia su apartamento, tras explicarle que no le dejarían entrar en el calabozo a estas horas para hablar con ella y haberle prometido que mañana a primera hora de la mañana iría a descubrir que le ha sucedido. A vista de la actitud del policía, que parecía sincero en su explicación, debía ser un policía honesto (uno de los pocos que deben quedar), cosa que dejó al periodista más tranquilo.

- ¿Puede por favor ponerse en contacto con el señor Llanfer y concretar una reunión con los demás para mañana en el despacho Atenea?. Creo que yo tendré una mañana ajetreada. - Expone casi en un susurro. - Hay muchas explicaciones que dar y muchas cosas que ocultar.