Kowalsky jamás hubiera pensado que un día fuera a necesitar recibir terapia psicológica, pero sin embargo nunca se atrevió a tirar la tarjeta de visita del gabinete del doctor Ichabod Hendley. El doctor Hendley, una antigua eminencia en neurología que tras dos décadas de trabajo en el departamento de biología natural de la universidad de Miskatonic decidió dejar vacante su cátedra para seguir los pasos de una joven eminencia en el campo de la psicología, un tal Sigmund Freud. Durante el aperitivo de despedida, doctor Hendley, viejo colega de Moses, reconocía que no estaba del todo de acuerdo con los puntos de vista del tal Freud, pero que si había ideas brillantes en su argumentación. Había pasado años intentando averiguar el funcionamiento del cerebro desde un punto de vista puramente científico sin conseguir prácticamente ningún avance, mientras que otros campos como la psicología, psiquiatría y el reciente psicoanálisis habían florecido a una velocidad alarmante. "Soy un experto en el conocimiento actual del funcionamiento del cerebro, el cual sin duda está ligado al pensamiento de una forma completamente independiente de la existencia del alma, la cual no es más que la representación de la voluntad del ser. Si quiero poder establecer una relación entre el funcionamiento del cerebro y los procesos mentales, debo convertirme también en un experto en los procesos mentales", había dicho alguna vez antes de plantearse su dimisión de la universidad. Cuando unos años después abrió su propio gabinete, había enviado una tarjeta de presentación a sus antiguos colegas del departamento. Y quién le hubiera dicho a Moses que algún día iba a llegar a necesitarla...
No le había costado demasiado encontrarla bajo antiguos papeles y cartas, en su despacho de su apartamento. Necesitaba hablar con un profesional, abrirse totalmente, y entender qué le había sucedido, qué había visto, y qué tenía entre manos. Y la antigua camaradería profesional con el doctor Hendley le ayudaría a poder explicar lo sucedido.
Un taxi le lleva hacia el edificio donde se encuentra el gabinete del doctor. El edificio es elegante, aunque algo antiguo, y nada remotamente parecido al precioso estilo en que se había llevado a cabo la sesión de espiritismo de la noche anterior (¡qué lejana le caía esa noche ahora mismo!). El propio Ichabod, ya entrado en los 60 años, abre la puerta "Estimado doctor Kowalsky, entre por favor. Cuando me ha llamado hace un rato para concertar cita, no he podido sino cancelar unas gestiones que tenía pendientes, por la urgencia que me ha transmitido su tono de voz. Digame, por favor, en qué puedo ayudarlo..." se ofrece mientras acompaña a Moses a sentarse en un confortable sillón alargado de su consulta.
Moses tuvo algo de reparo en entrar a la consulta de su antiguo amigo. Se mantuvo unos segundos vacilante en el umbral. Siempre a lo largo de los años había tratado a Ichabod en una relación de docente o colega, y nunca pensó que acudiría a él para mantener una relación de paciente terapeuta. Le hacía sentir algo incómodo.
Debido a ello, finálmente se atrevió a entrar, pero lo hizo algo cabizbajo. Ciertamente, sentía un poco de vergüenza, pues nos sabía cómo tratar esos temas sin ser tomado por un loco. Bueno, quizás lo estuviera realmente, y pedir ayuda y recibir tratamiento eran, en tal caso, lo lógico y racional.
-La... lamento de veras que hayas tenido que cancelar otras citas para recibirme.- Kowalsky pensó que el hombre lo había hecho a sazón de la estrecha relación que tuvieron en su momento. -Yo... no sé que decir. Muchas gracias.-
-¿Puedo..?- Señaló un asiento. Tras el asentimiento de Ichabod se acomodó mientras el terapeuta hacía lo mismo.
Nos sabía como empezar. Todo podía sonar tan... demencial:
-He sufrido una experiencia reciente bastante perturbadora reciéntemente.- Se dio cuenta que había sido ayer mismo. -MUY recientemente,.
-Ha sido algo repentino e intenso. Tanto, que ha hecho que me replantee mi visión del mundo, mi escala de valores y mi lugar en la vida. Ademas, aunque no soy un experto, estoy seguro que me ha afectado a nivel mental. Es muy traumático.-
-No sabría como explicarlo. Si se lo contara, sonaría a delirio. Pero es REAL. Es algo que podría perturbar a cualquiera, claramente.-
Sin comerlo ni beberlo, Moses se crispó: -¿¡Cree usted en los viajes en el tiempo!? ¿¡Y en la existencia de dioses u otros mundos!? ¿¡Como se sentiría si se encontrara con evidencias de ello?!- Este último comentario era bastante impropio en Moses Kowalsky, evidente para alguien que lo conociera como el doctor. Además su expresión al decir esto último se había vuelto... tensa, por así decirlo. Sus ojos miraban a un lado y otro con nerviosismo, como buscando en el aire cosas que no existían.
Siento de veras la extrema demora que he tenido esta vez al responder.
Ichabod no muestra la menor reacción ante la extraña actitud de Moses, manteniendo una actitud profesional sin sorpresa alguna. Su voz suena calmada y relajada, algo más grave de lo que Moses recordaba, y responde no sin haber dedicado unos segundos a reflexionar sobre la imprevisible pregunta del científico. No hay duda que está mostrando su cara profesional, la que mejores resultados debe haberle dado en su nueva profesión.
- La pregunta, doctor Kowalsky, no es si yo creo en viajes en el tiempo, en otros dioses o otros mundos. La pregunta es si usted cree en ellos. Y la respuesta, por sorprendente que le pueda parecer a usted mismo y a riesgo de equivocarme, parece ser definitivamente afirmativa. Usted siempre ha sido un científico serio y respetable, sus numerosos articulos de investigación así lo demuestran, y su actitud en el trabajo siempre ha sido exigente con las pruebas antes de sacar ninguna conclusión. - algunos colegas de Moses le habrían llamado incluso estirado, dada su seriedad para con su trabajo - Aún recuerdo aquella vez que me recriminó no haber realizado cierto experimento en las condiciones adecuadas, ¿cómo era aquello de que me dijo sobre que la estabilidad de los descubrimientos científicos proviene de la conformidad de los estudios con el estado natural de los sujetos? - Ichabod sonríe cálidamente, mencionando el pasado de Kowalsy para intentar reconfortarlo - Pese a no ser más que un estudiante en aquella época, sus palabras me hicieron reflexionar profundamente. Por otra parte, y si no recuerdo mal, usted siempre ha sido un gran creyente en la palabra del Señor, que excluye categóricamente la posibilidad de existencia de otros dioses. Y aún así parece que si que cree en lo que me acaba de preguntar, lo que me lleva a pensar que debe tener evidencia con suficiente fuerza como para creerla antes que sus prejuicios previos. No voy a ser tan maleducado como para preguntarle cual es, aunque no tenga dura que estaría dispuesto a discutirla en caso que decidiera compartirla conmigo; como usted decida.
El doctor Hendley, sentado ante Moses, se sirve con calma un vaso de agua, y llena otro para su paciente. Bebe un trago, interrumpiendo su paulatino monólogo, antes de concluir.
- Como le he dicho, lo importante no es lo que yo crea, sino lo que usted cree. Aunque, si realmente está preocupado por mi opinión, sepa que el hecho que precisamente usted crea en viajes en el tiempo, extraños dioses o otros mundos me hace confiar en la posibilidad de que todo esto sea cierto.
Ichabod Hendley se reclina, silencioso, dando tiempo a su viejo colega para ordenar sus pensamientos.
Tranquilo, ya avisaste que ibas a estar semiausente (¿por cuanto tiempo? lo digo para juntarte con los demás en la exploración de los muelles a la noche, o dejarte en una escena paralela más lenta hasta que puedas volver al 100%).
Sobre lo que hablamos en cuanta estabilidad recuperar, pues al final he decidido que el roleo está por delante de las mecánicas, y que se recupere lo que se tenga que recuperar, en función de como de bien o de mal le vaya la sesión de terapia a tu pj ;-) Para cuando acabemos la escena (que tampoco será larguísima), hazme una propuesta de cuanta estabilidad crees que debería haber recuperado, y te confirmo cuanta te doy. Así, rollo "corregíos vosotros mismos el examen y proponedme que nota merecéis" que estuvo tan de moda hace unos cuantos años xD
Por lo demás, si le quieres explicar algo de lo sucedido al psiquiatra, no hace falta que lo narres del todo si no quieres, que ya sé lo que hay. Solo con un "le explico lo de anoche" o "le explico lo de la carta de Armitage" ya es suficiente.
Moses se sentía confuso: -Pero... ¿cómo? ¿¡Está hablando usted en serio!?- Las palabras de Ichabod debían haber servido para tranquilizar a cualquiera. Al fin y al cabo, la gente se serenaba cuando le daban la razón. Pero Moses no era así.
-¡No puede usted tomar como cierto mi testimonio a pie juntillas sin más! ¿No considera usted la posibilidad de que haya sufrido una trastorno? ¡Mi experiencia aparentemente rompe las reglas de las leyes físicas conocidas! y usted, ¡ala! ¡Pues seguro que es verdad! ¿¡Pero cómo puede ser!?- Se levantó y empezó a dar vueltas por la sala:
-¡Estoy trastornado, señor! ¡No estoy bien! ¡Algo me pasa! ¡Deme tratamiento! ¿No se da cuenta que lo que he visto o creido ver no puede ser cierto aunque yo crea que es cierto? Por que si lo fuera... si lo fuera...- Miró a Ichabod a los ojos y se detuvo -Espere ¿No estará usted utilizando algún truco de terapeuta? ¿Psicología inversa o algo así?- Se volvió a sentar, agarrándose las manos a la cabeza: -Lo que he visto no comulga con todo lo que sabía hasta ahora del universo, de la vida. ¿Cómo puede alguien afrontar algo así y no volverse loco?-
-Usted dice que estoy cuerdo, que mis vivencias son reales, pero eso no debería ser verdad. Porque no quiero que sea verdad. Preferiría que las horribles cosas que he vislumbrado fueran tan sólo froto de mi mente. Y, aunque parezca extraño, eso me resultaría mas tranquilizador.-
-Pero de algún modo, no puedo dejar de creer que sean verdad. Suena raro ¿no?.-
-Hagamos algo. Yo el contaré lo que he vivido, y usted juzgue si suena como algo normal que podría ocurrir o reálmente es producto de una mente enferma.-
A continuación, Moses se dedicó a relatar lo ocurrido, todo desde su encuentro con Armitage (salvo el relato de la visita al almacen de sus compañeros y el incendio provocado, se saltó ese "episodio").
A raiz de la investigación, pidió a Ichabod que fuera discreto con respecto a los acontecimientos y que guardara secreto, pues quería preservar la identidad de sus compañeros y Armitage respecto a este asunto.
El psiquiatra sonríe calmadamente ante el arrebato de Moses, dejandole dar rienda suelta a su indignación con la confianza que le había mostrado Ichabod. Cuando este por fin se calma un poco, toma la palabra.
- Es decir, que usted mismo tampoco cree a pies juntillas en lo que me decía. Duda de ello, y eso es bueno. La mente humana está preparada para dudar de todo, especialmente cuando aquello que vemos no concuerda con aquello que sabemos como verdad, con nuestro paradigma material y social. El hecho que usted dude de ello, y no confíe en todo lo que vea, sienta, perciba o recuerde, es siempre un buen síntoma mental. Los conductos de la mente que le ayudan a racionalizar siguen intactos.
¿Había sido su actitud previa, su confianza ciega, una forma de buscar esta reacción en Moses? ¿o estaba improvisando para dar la sensación de que tenía el control de la sesión pese a un fallido intento de relajarle? Otra sonrisa apareció en la cara de su viejo colega, que rompió el silencio con su voz calmada.
- Recuerde que el objetivo no es analizarme a mi; usted no es de los que vendría a mi consulta para analizar mi experiencia en el campo de la psiquiatría, para hacer burla de mis métodos o buscar mis defectos. El objetivo tampoco es que yo le analice a usted, no se equivoque. Lo que buscamos ambos es que usted se comprenda a usted mismo, y mi trabajo es ni más ni menos que ayudarle a ello. No se preocupe por si le entiendo, por si confío en lo que me dice, por si la sesión avanza conforme a sus expectativas. Relajese, hable, cuenteme lo que crea conveniente. No analice nuestra charla, sino aquello que le ha hecho venir aquí.
----------------------------------
Ichabod Crane está callado durante la mayor parte de la sesión, tomando pequeñas notas muy puntualmente en una libreta a medida que Moses avanza en su explicación de lo sucedido en los últimos días. El único momento en que su cara muestra alguna reacción, de sorpresa, es cuando Moses habla acerca del viaje con Liao, la pregaria a Azazoth con la que se despertó del viaje. Sin embargo, incluso en ese momento Ichabod insiste en que Kowalsky finalice su relato antes de explicarle el motivo de su sorpresa.
Para cuando Moses termina su narración, se encuentra con algo más de vigor. Algunas partes de esta sonaban a delirios febriles de un enfermo, y otras a una historia inventada por alguien con demasiado tiempo libre. La actitud asertiva del psiquiatra había conseguido poner a Moses un poco a la defensiva, con ansiedad de saber cual sería su opinión sobre lo narrado.
- Ante todo, creo que no hace falta hacerle notar que su experiencia con esa droga es el punto de inflexión que le ha llevado hasta donde está ahora, puesto que todo lo anterior no son más que indicaciones circumstanciales sin ningún valor definitivo. Tampoco hace falta decirle que las alucionaciones psicóticas siempre parecen reales a aquel que las vive, aunque para cualquier observador externo es obvio que el efecto no es nada más que un cerebro sobreestimulado por el químico. Incluso la supuesta alucinación compartida puede no ser más que autosugestión causada por el dialogo con su conocido, el tal señor Kittrell. Sin embargo, ha sido otro el punto que me ha llamado más la atención de su relato, y es la referencia a Azathoth. ¿Había oído usted ese nombre antes en algún lugar? Piense, dado que la respuesta a esta pregunta es importante. Quizás más que todo lo que hemos hablado aquí hasta ahora.
Un silencio calmado sigue a esta explicación, como si el psiquiatra estuviese dudando sobre si exponer sus pensamientos o no. Se levanta, girandose hacia su libreria, y pasa el dedo sobre el lomo de varias libretas hasta encontrar la adecuado, y empieza a pasar páginas buscando algo en ella.
- En mi caso, no es la primera vez que oigo alguna mención acerca de Azathoth. Un antiguo paciente también me había nombrado esa misma palabra. No puedo darle detalles específicos, puesto que la ley me lo prohibe, pero si puedo indicarle que se trataba de un prestigioso librero, un tratante de tomos antiguos, un bookhound como decía él mismo. - nombra la palabra intentando imitar el acento londinense, y para su pase de páginas en la libreta habiendo encontrado por fin la referencia que buscaba - Ciertas circumstancias le llevaron a buscar un cierto tomo antiguo, llamado 'Las lágrimas de Azathoth'. ¿Ha oído hablar de él?
Las palabras de Ichabod Crane referentes a su metodología de tratamiento profesional hicieron que Moses Kowalsky comprendiera que quizás se había excedido. Por ello, antes de pasar a relatar su experiencia se disculpó:
-Perdone mi comportamiento. En verdad no debí dudar de su trabajo y profesionalidad.-
-No debí extender mi celo profesional a su campo de estudio, del que es evidente soy un completo ignorante y al que usted en cambio ha dedicado su carrera. Es, por poner una burda comparación, como si usted pretendiera enseñarme a mi cuales son los parámetros a tener en cuenta o metodología a la hora de realizar un estudio bioquímico en perfectas condiciones dentro de mi propio laboratorio.-
-Perdóneme. A partir de ahora, confiaré en su criterio médico, el cual no debí poner en duda en ningún momento.- Las palabras de Moses estaban cargadas de sinceridad. Como hombre creyenet que era se arrepentía de su orgullo. Aquél hombre que tenía delante sólo pretendía ayudarle.
A continuación, esta vez sí, pasó a relatar a Ichabod lo que había vivido (obviando algunos sucesos de dudosa legalidad cometidos por sus compañeros de investigación ya mencionados antes).
----------------------------------
Luego escuchó atentamente el análisis de su relato que hizo Ichabod. Él también hizo su propio análisis al respecto:
-Vaya. Hablar con usted hace que acabe de darme cuenta de algunos detalles. Detalles importantes. El primero, que ahora que lo recuerdo en una de las cartas de Armitage se hablaba de Kittrell, y se nos advertía especialmente sobre él y de cierta noche con sesión de consumo de substancia. Las notas decían literalmente que no nos acercáramos a él en absoluto. Un consejo que evidentemente yo no tuve en cuenta.-
-Usted parece sugerir que el tal Kitrell pudo sugestionarme para consumir el Liao, cosa de la que ya advertía Armitage por escrito, y yo no puedo evitar preguntarme ahora si reálmente fue así o si yo inconscientemente como signo de rebeldía no seguí unos pasos que se me advirtió por escrito que no siguiese.- Todo aquello sonaba increíblemente enrevesado. -No sé. No me dio la sensación de que Kitrell me indujera a hacer nada, si no que fui yo el que solicité al señor Fréderic de Aubert realizar el experimento de motu propio.- A pesar de todo, Kowalsky no estaba del todo convencido, y empezaba a estar con la mosca detrás de la oreja.
-En segundo lugar, también en esas notas de Armitage se hablaba y se nos advertía de Gardiner, y la extraña de visión que tuve en la que yo veía a un Gardiner envejecido o a un familiar suyo recitando un ritual me hacen darme cuenta ahora que quizás también esa persona debería preocuparme.- Miró a Ichabod:- -¿Cree que esto podría ser un síntoma de paranoia?- Empezó a darse cuenta que quizás había sido demasiado incauto hasta ahora. Debería tomarse mucho más en serio los Armitage Files" de ahora en adelante.
-Sobre ese libro, esas "Lágrimas de Azathot" que usted comenta... pues hora que lo dice, si, se habla de la obra en los documentos. Con tantos detalles y delirios como hay en esos documentos, no le había dado importancia hasta ahora. Pensé que se trataban de una ficción, un invento de una mente atormentada, pues se habla de ellos en unos términos casi.. sobrenaturales. Un libro que sólo existe para aquellos que creen en ella, por así decirlo. Un delirio, como ve. Pero usted dice que otro paciente le vino hablando de ello como una obsesión.-
Moses Kowalsky tenía ganas de agarrar a Ichabod del cuello e interrogarle sobre quién era el librero que buscaba ese libro, a pesar de su celo profesional respecto a sus pacientes. Pero se controló: -Entiendo la necesidad de discreción de sus pacientes, pero me gustaria conocer a su otro paciente, a ese librero, y hablar con él del tema.- Pensó como "sortear" la situación:
-No se si nos saltaríamos su ética médica si usted le propusiera a él una cita conmigo, con otro paciente que ha oído hablar de ese libro. Para hablar del mismo, de esas Lágrimas de Azathot.- Intento no mostrase ansioso.
-Yo estoy dispuesto a permitirle a usted que utilice mi nombre con él. Usted le hace la propuesta, sin desvelarme aún el nombre de ese librero, y preservando así su intimidad de momento. Y si él estuviera dispuesto a hablar del tema conmigo, entonces usted podría ya si decirme su nombre y actuar de intermediario para concertar una cita entre ambos. Si él se niega, pues tendré que aceptarlo, y podrá continuar preservando su anonimato ¿Qué me dice? ¿Sería eso posible?-
Arrancaré ese libro de sus frías manos muertas. Mu ha ha ha. Muha ha ha ha ha ha.
Ichabod cierra el tomo, y tras colocarlo de nuevo en su estantería ("cuarto estante, sexto tomo", anota Moses mentalmente prácticamente sin darse cuenta de ello, extrañándose por su actitud cautelosa a la hora de memorizar este detalle, por si acaso en algún momento fuera a traicionar a su viejo amigo) queda de pie, mesándose el cabello en actitud pensativa.
- No me refería tanto a que el señor Kittrell pudiera sugestionarle a consumir la droga, como al hecho que su explicación sobre los efectos compartidos en vuestra psique fuese sugestionada por la información previa en su cerebro de que tal droga actuba así, junto a una complicada actuación de su compañero para hacerle creer que compartían la alucinación. Usted mismo me dijo que el tercer consumidor de la substancia no compartió el viaje con ustedes dos, ¿verdad? - da unos segundos a Kowalsky para responder afirmativamente: el pintor no había aparecido en las escenas que él había vivido... ¿A lo mejor Carrington recuerda algo que Fréderic narrase durante su alucinación? ¿O a lo mejor el propio de Aubert hoy recordaría algo más que la noche anterior? - Quizás la alucinación no era más que eso, una alucinación, y que el antinatural efecto de ser compartida no fuese más que una sugestión por el entorno. Si no tiene experiencia previa con substancias alucinógenas, el efecto de las primeras tomas suele ser más fuerte, sugestionable, y con el cerebro menos preparado para entender lo que sucede...
El psiquiatra espera a que Moses finalice con su narración de los hechos, la explicación sobre los documentos, las menciones a Las Lágrimas de Azathoth, todo ello sin volver a sentarse en su sillón. Caminando pequeños pasos hacia un lado y al otro, cavilando sobre aquello que está escuchando.
- Si, por supuesto. Si para usted no fuera inconveniente, podría hacer esta pequeña excepción con respecto a mi código deontológico y darle sus datos de contacto a mi antiguo paciente. Debo confesarle que la repetición de este nombre, este tal Azathoth, y del escurridizo tomo que mi antiguo paciente buscaba, ha impactado con fuerza en mi curiosidad profesional... - su mirada seria se fija en los ojos de Kowalsky, marcando cada palabra que pronuncia - Puedo asegurarle que puede confiar en mi: haré lo posible por intentar averiguar de qué trata este misterio. Si es posible, mañana mismo le informaré respecto a mi anterior paciente. ¿Todavía sigue la señora Crawford en secretaría del departamento? Miraré de llamarla y dejarle una nota para usted, ya sean noticias positivas o negativas. ¿O prefiere que contacte con el profesor Armitage directamente para que le comunique las nuevas? En cualquier caso y aunque mi anterior paciente se negase a encontrarse con usted, pienso comparar notas y investigar ciertos temas que esta extraña coincidencia me ha dado que pensar. Y no poco.
Ichabod, aún de pie, se apoya contra la mesa de trabajo que tiene a un lado del despacho. Y toma rápidamente unas notas en unos papeles, que se acerca a entregarle a Moses.
- Creo que estos medicamentos pueden serle de ayuda en su estado actual, al menos mientras ahondamos en el problema. Por lo que estoy viendo, alterna momentos de extrema debilidad con súbitos arranques que dejan su cuerpo y mente agotados, sin energía. Tome esto para los segundos, en caso que se alarguen más de unos segundos: una dosis pequeña, no mayor que su dedo meñique, y mastiquela con calma, sin llegar a tragarlo. - Moses echa un vistazo al papel: se trata de un opiáceo, tomado habitualmente como relajante muscular, y en dosis algo mayores como terapia para el insomnio - Esta segunda receta es para ayudarle con su debilidad, inyectese una dosis por la mañana no mayor a lo indicado en la receta, y si los sintomas no mejoran puede inyectarse una segunda al principio de la tarde. Se trata de un derivado de la hoja de coca, una variante de la Über Coca con la que mi mentor Freud experimentó, pero vigile de no incrementar la dosis más de lo que le he dicho, pues puede ser peligroso.
Yo daría la sesión de terapia por concluída, a no ser qué quieras seguir hablando con Ichabod. ¿Quieres ir a por el pintor como habías dicho, o tienes alguna otra cosa en mente?
Edit: Vale, tengo esto escrito desde hace casi tres semanas y me había despistado con los destinatarios, con razón no me respondías más xD
Iba sacando cosas en claro de su conversación con Hendley, tanto a nivel de su propia salud mental como a nivel de la investigación de los Documentos Armitage (The Armitage Files).
Primero, Kowalsky anotó mentalmente que cuando Fréderic Aubert se recuperara debía hablar con este sobre sus propias experiencias durante el consumo del Liao. Aubert había visto algo en sus visiones que Kowalsky no había visto, y Kowalsky debía averiguar el qué.
Le agradeció también la deferencia por la posibilidad de presentarle al librero: -Gracias. Preferiría que contactara con las señorita Cradford. No quisiera molestar al profesor Armitage. No en su actual estado. El hombre necesita descansar.-
Ante el interés de Hendley de investigar ese y otros asuntos relacionados con Azathot, le advirtió: -Le agradezco mucho la ayuda que nos ofrece al respecto, y para ser sincero sus investigaciones nos vendrían muy bien, pero he de advertirle que camina sobre terreno peligroso. Cuando más ahondo en estos misterios, más me doy cuenta de ello. Si va a hacerlo, por favor, tenga mucho cuidado.-
Respecto al tratamiento, se sintió más seguro al saber que estaría en buenas manos: -Gracias. Seguiré al pie de la letra sus instrucciones, querido amigo.-
Su consulta con el doctor Hendley se había alargado más de lo que hubiera creído. Así que tan sólo pasaría por una droguería para adquirir las medicinas, y seguidamente volvería a la universidad. Su visita a Fréderic de Aúbert debería esperar.
Antes de marcharse, se despidió de Hendley: -Muchas gracias por su ayuda. Realmente necesitaba un impulso, y usted me lo ha dado. Seguiremos en contacto.-
Viendo que me he retrasado bastante y que posiblemente los demás vayan adelantados en sus propias "lineas paralelas" quizás vuelvo a la "linea argumental común a todos" y espero a los demás.
Pero, como eres tú el que ve como va todo, lo dejo a tu elección.
Tras despedirse del terapeuta, lo primero que hizo Kowalsky fue acercarse a una farmacia para comprar los medicamentos recetados por Ichabod. Mirando el reloj que colgaba de la pared en la farmacia mientras le atendían, Moses concluyó que no le daría tiempo a hacer una vistia prolongada Fréderic de Aubert. Sin embargo, el apartamento del pintor le pillaba prácticamente de camino en su paseo hacia los muelles, así que a lo mejor una visita rápida para interesarse por su estado de salud tras la noche anterior no estaría de más.
Aún sentía el cuerpo débil, los músculos sin fuerza. Tras pedirle permiso a la farmacéutica argumentando que su obvia debilidad le dificultaría llegar solo hasta el apartamento, la mujer le dio permiso para acceder al baño para inyectarse la dosis de Über coca que debería acabar con estos síntomas. Unos minutos después, ya con los músculos en tensión y reactivados, caminaba con paso acelerado hacia el apartamento de Fréderic. Seguía sintiendo una cierta debilidad mental, pero percibía su cerebro más focalizado en las tareas que se proponía, y su cuerpo respondía mejor que antes de tomar el medicamento.
La puerta del bloque de apartamentos estaba abierta, de hecho la cerradura estaba rota, algo no demasiado raro en el barrio en que se encontraba, por lo que Moses subió las escaleras de dos en dos hasta el ático donde supuestamente vivía su conocido. Ante la puerta, con la mandibula fuertemente apretada ("relajate, relajate... ¿por qué estoy tan en tensión?") picó repetidas veces contra la madera, hasta que escuchó unos pasos del otro lado acercarse.
- ¡Voy, voy! - la voz de Fréderic respondía al constante golpeteo de nudillos, y Moses se dió cuenta que llevaba picando continuamente desde hacía demasiado rato, por lo que llevó su mano al bolsillo, cerrándola en un puño con fuerza. La puerta se entreabrió, con la cadena aún colocada por el otro lado, y la cara de Fréderic (con marcas de arañazos a la altura de los ojos) apareció en la rendija entre el marco y la puerta - ¿Que quiere...? Ah, ¡señor Kowalsky! Que maravilloso que me visite, ¿cómo se encuentra? - No dió tiempo prácticamente a responder al profesor antes de continuar - La verdad es que me pilla en un mal momento, estoy trabajando en una obra nueva, algo realmente nuevo, pero los pigmentos con los que trabajo se secan con mucha rapidez, por lo que no puedo dedicarle a usted el tiempo que me gustaría. - una sonrisa por parte del pintor acaba con la frase - Quizás mañana tenga tiempo para usted. O pasado. Pero siento que ahora mismo me coja tan ocupado.
Una rápida despedida antes de que el pintor cerrase de nuevo la pequeña rendija de la puerta, y Moses empezase a bajar los escalones con más agilidad de lo que había hecho últimamente. Fréderic no tenía mala cara: no parecía encontrarse tan débil como Moses una hora antes. Pero algo... ¿no había algo raro ahí? Bueno, ya se preocuparía más tarde, más valía que siguiese su camino hacia los muelles.
Cuando por fin estaba llegando a su destinación, Moses notaba que el exceso de energía de la última media hora se disipaba, dejando su cuerpo en condiciones normales. ¿Quizás una segunda dosis le sentaría bien? No, mejor no: no era eso lo que Ichabod le había prescrito, por lo que Moses aguantó las ganas. Con la mente más relajada por fin, menos centrada en detalles, pensó en lo raro que Fréderic no hubiese querido abrir la puerta más que una rendija con la cadena aún puesta. La única otra parte de su cuerpo que vio, la mano con la que aguantaba la puerta, estaba manchada de pintura roja, así que seguramente fuese cierto que estaba trabajando en sus obras, pero ¿no estaba el apartamento demasiado oscuro para ello? Y Fréderic antes no...
Su pensamiento se distrajo al ver a Maxwell Finch y Dorothy Mort charlando, mirando en dirección al almacén que se encontraba un centenar de metros más allá.
Puedes contar que Kowalsky ya está "normal" a efectos de lo que se acaba de inyectar, el efecto más 'grave' ya le ha pasado. Le recuperamos la Estabilidad al máximo de nuevo, si te parece.