Partida Rol por web

—En efecto, profesor —dijo una voz que todos reconocieron al instante.

Henry Armitage acababa de entrar en la Sala Atenea. Estaba algo más relajado que de costumbre, algo extraño teniendo en cuenta las malas noticias que comenzaban a oscurecer el tono de la reunión.

—Alexandra de Sela y Patrick Kavanagh han iniciado su propia secta en Florida, uniendo resquicios de antiguas organizaciones. Parece ser que la teoría de Shrewsbury era acertada: la mordedura que afectó a Samuel también ha corrompido a Alexandra. Gracias al esfuerzo de todos, hemos logrado evitar que nuestro querido exbateador aquí presente corriese un destino similar.

—El objetivo del Hombre Negro con la caja roja era más que evidente, visto lo visto —terció Llanfer—. Sembrar el caos entre las distintas sectas mediante un cebo, ¿no? Y, si todo se desmoronaba tarde o temprano, crear una organización que iría creciendo en la sombra aprovechando que el resto habían consumido la mayoría de sus recursos.
»Samuel, tú mismo llegaste a reclutar a gente de tu calle sin darte cuenta. El profesor logró borrar todo rastro porque la corrupción que empezaba a propagar tu «otro yo» aún era reciente.

Samuel recordó a los muchachos que le habían saludado de forma misteriosa tiempo atrás.

—Así es. Pero bueno, dejando eso a un lado, ¿me ha parecido oír campanas de boda? —preguntó con una sonrisa de oreja a oreja.

James también felicitó a Alexander estrechándole la mano. No parecía sorprendido con las noticias de Armitage y, además, estaba deseoso de compartir el resultado de sus propias pesquisas.

—Por mi parte, he estado hablando con el fiscal Highley. Tras lo sucedido esta bastante volcado con nosotros. Gracias a sus contactos ha logrado establecer lazos con la American Preservation League. Sí bien es cierto que entre sus filas hay personajes bastante racistas y chapados a la antigua, parece que desean mantener a raya la proliferación de sectas. Ni qué decir tiene que están muy bien comunicados a nivel político y llevan todo este tiempo tratando de limpiar las instituciones de la gente de Wilken gracias a un trabajo conjunto con la oficina del fiscal.
»Pero esos no son los únicos que quieren ayudar. La Liga de Aficionados a la Astronomía de Nueva Inglaterra tiene miembros de lo más variopintos y tienen relación con nuestra línea de investigación. Mientras íbamos de un lado para otro, ellos mismos se dedicaban a desmantelar rituales similares a los del club náutico.
»Por su parte, la Sociedad Histórica de Newburyport al fin ha contestado a mis múltiples cartas. Tras considerar que ambos no éramos una amenaza, han decidido unir fuerzas con nosotros. Al parecer, sus fundadores provienen de una larga estirpe de «cazadores de brujas». Son muy recelosos, pero han logrado mantener a raya el auge de la Orden Esotérica de Dagon.

El agente sacó un dossier que tenía guardado y comenzó a distribuir archivos policiales.

—Y conseguir esto no ha sido fácil, pero parece que el asalto a Innsmouth terminó con la muerte de Zora Smallidge. De Phineas Wilken no hay noticias, me temo.

—Bueno, calma, calma. No pretendía caldear el ambiente con tanta información. Ahora estamos de celebración y podemos tomarnos un merecido descanso. Sin embargo, todo esto que acaban de oír les compete—dijo, dirigiéndose a Maxwell, Samuel, Alexander, Kowalsky y a Dorothy—. Sé que ya les he pedido más de lo humanamente razonable, pero me gustaría contar con vosotros para la organización* que planeo crear tras mi jubilación. Algunos profesores de Miskatonic se han unido también a la causa. Pero tampoco quiero que se sientan obligados, por supuesto.

Samuel sonrió un poco nervioso ante el comentario de Schrewsbury sobre su cicatriz.

El ritual al que fue sometido para sanar la herida había sido traumático y desagradable, así que no tuvo ánimos para hacer ningún comentario.

Lo cierto es que pese a haber recuperado parte de su vida social, se sentía ahora más cómodo escuchando que hablando. Su tendencia a hablar más de la cuenta se había mitigado, como de hecho también lo habían hecho sus otras virtudes y defectos.

Era ahora un hombre más reflexivo, como envejecido del alma.

Su copa de ron se iba vaciando con lentitud, pudiendo saborear con tranquilidad cada trago.

-Le estoy muy agradecido Sr. Armitage por su oferta. Que haya pensado en mí para formar un grupo de gente honesta que quiera seguir la lucha me conmueve y me agrada. De todas formas creo que he entrado en otra etapa de mi vida.

Los años que han pasado desde la muerte de mi mujer hasta esta cacería que hemos vivido ahora han dejado mi consciencia en la lona. Hace falta gente que empiece con los sesos intactos… aunque es cierto que aun podría propinar un buen bofetón a quien se lo mereciese –dijo con un leve recuerdo de su bravuconería-.

—¡Vaya! Creo que me he expresado terriblemente mal, Samuel. Jamás podría pedirles de nuevo que actuasen como agentes de campo salvo que la situación fuese muy peliaguda. No, no. Me refería a que aportaseis vuestros conocimientos y experiencia a las nuevas incorporaciones. Me consta que la ayuda del profesor Shrewsbury aquí presente fue inestimable para la destrucción de la caja roja. Quizá vosotros podáis hacer lo mismo en un futuro, si así lo desean.

Henry se sentía culpable por arrastrar a todas aquellas personas hacia una cruzada que dejaría cicatrices físicas y mentales de por vida. Todo había salido bien, pero no podía exigirles más.

—Si os informo de la nueva iniciativa es porque no quiero que nuestro trabajo conjunto caiga en saco roto. Además, como involucrados, me parecía descortés no teneros al tanto ni ofreceros la posibilidad de formar parte.

Max sonrió levemente al ver a Laban allí. Desde luego lo de los ojos había sido todo un descubrimiento. El hecho de usar aquella mezcla de magia y percepción extrasensorial le había dejado perplejo... no por nada, sino por hacer otro descubrimiento más.

Pero su sonrisa se volvió más amplia aún al ver al Doctor Armitage. No pudo evitar asentir ante su propuesta, sobretodo después de haber ojeado los dossieres del agente Sheridan.

-Bueno Doctor... realmente, aunque toda esta locura sea realmente peligrosa, creo que he encontrado una auténtica vocación en todo este asunto. La búsqueda de la Verdad me llevó a esto y... aunque ésta pueda llegar a ser una auténtica locura, también he descubierto que tiene unas dimensiones tan grandes que apenas llegaba a imaginarlo. Por supuesto que seguiré a su lado profesores... y desde luego no tengo problema en dar un par de consejos a la sangre nueva.

-Eh Samuel, igual podemos poner en forma a aquellos que quieran unirse. A mi no se me han olvidado mis habilidades de púgil y tú sigues siendo un portento físico a tu edad. Vamos, yo creo que sería un buen pasatiempo para algun tiempo muerto que tengas ¿no? -añadió sin perder la sonrisa.

-Por otro lado... entiendo que habría que hacer algo contra la corrupción de Alexandra. Me duele, porque fui testigo de lo ocurrido, pero también he visto de primera mano lo que puede ocurrir. Cuanto más tiempo dejemos que pase, más amplia se podría volver la Secta y más gente inocente podría quedar atrapada en sus redes. -terminó diciendo mirando sobretodo a Sheridan y el Doctor. Estaba claro que si algo podía hacer en todo aquello, lo haría.

Alexander no llegó a suspirar, pero parecía aliviado cuando Armitage especificó que podía seguir contando con su ayuda sólo como asesores.

- Con todo lo ocurrido necesito una temporada tranquila en mi vida, si por tranquila se puede entender casarse y empezar a dirigir una compañía petrolera - sonrió abiertamente por su propio chiste. Sin problemas, puedo estar en un segundo plano si se monta un equipo nuevo.