El doctor Hendley se apresuró a entrar de nuevo en su despacho para retomar su conversación con Carrington. Parecía algo avergonzado, pero no había rastro de la severidad que había expresado contra Berryman.
—Le pido disculpas una vez más, señor Carrington. No obstante, le traigo una noticia que quizá le interese. El profesor Kowalsky me había pedido información respecto a un libro. Resulta que otro paciente mío estaba interesado en ese mismo tomo, pero, como sabrá, la ley me impide revelar sus datos personales. No obstante, coincidimos en que lo mejor sería concertar una cita entre ambos —le explicó Hendley—. Pues bien: resulta que ese mismo paciente es el que acaba de interrumpirnos, precisamente para comunicarme que al fin ha logrado localizar ese escurridizo ejemplar. Mire, no puedo entrar en detalles, pero si quiere puedo darle la dirección del establecimiento donde lo ha encontrado, ¿qué le parece?
Antes de que pudiese contestar, le facilitó una tarjeta con la dirección de un anticuario en Arkham.
—No está muy lejos de aquí. Espero que esto alegre un poco los ánimos del profesor.
- No se preocupe doctor, dijo disculpando la interrupción, es totalmente comprensible que algunos pacientes tenga necesidad de consultarle sin previo aviso y dado que además era por algo referente a Kowalsky con más razón todavía. Lo cierto era que ese momento le había permitido averiguar algunas cosas y meter en su cabeza la duda de quién era ese tal Berryman, mientras dice esto toma la tarjeta y la guarda en la chaqueta. Me temo que ahora mismo es mejor dejar descansar a Kowalsky pero en cuanto se recupere le haré saber todo lo que nos ha ayudado.
Se pone en pie, se abrocha la chaqueta y tiende al mano al doctor: No quiero hacerle perder más tiempo. Le agradezco mucho que me atendiera y comprendo por qué Kowalsky acudió a usted cuando tuvo la crisis. Hablo con la enfermera para sus honorarios.
—Es usted muy amable, señor Carrington —le contestó—. Espero que tenga un buen día. Y recuerde lo que le dije: procuren ser discretos si quieren evitar problemas. Espero poder recibir noticias de nuestro amigo muy pronto. Salúdele de mi parte cuando vuelva a visitarle, si puede usted hacerme el favor.
»Respecto a su caso, creo que le recetaré unos cuantos días de descanso. Tenga —dijo, tendiéndole un par de papeles de recetas que había cubierto previamente—, no es más que un narcótico ligero que le ayudará a reposar. Afortunadamente, parece estar usted en mucho mejor estado que el profesor. Procure mantenerse alejado de ambientes que puedan resultarle angustiosos o agobiantes, y todo irá bien.
* * *
El buen doctor y Carrington se despidieron con un apretón de manos. La de Ichabod era fría y delgada, con los dedos finos y algo manchados de tinta. Pese a su interés en la investigación del grupo, parecía un buen hombre.
En cuanto salió de la consulta y terminó de arreglar el asunto de los honorarios con la secretaria, pensó en cuál sería su próximo paso. ¿Sería posible preguntarle algo a la secretaria acerca del muchacho desaparecido o el extraño paciente que interrumpió su visita? ¿Hablaría con Abigail para comunicarle sus sospechas y prevenirla de un más que posible peligro? ¿Buscaría el anticuario cuya dirección rezaba la tarjeta que le había facilitado el doctor?
Con la receta de los narcóticos en el bolsillo y más preguntas de las que traía rondando su cabeza, Carrington pagó el precio indicado por la enfermera gustosamente. Dudaba que la mujer fuera a traicionar al doctor dándole alegremente datos de los pacientes pero tenía que intentar sacar algo de información de una forma sutil: Disculpe si parezco atrevido pero creo que ha manejado la situación con el señor Berryman correctamente, en este trabajo seguro que tiene que lidiar con pacientes complicados ¿Lleva mucho tiempo trabajando para el doctor Hendley?
Todo esto está muy bien pero yo venía a hablar de mi libro XD
Me refiero a que yo quería recuperar algo de estabilidad y supongo que esto no ha sido una sesión ¿verdad?
Perdona pero con tanto dato no consigo por en pie lo del "muchacho desaparecido" ¿a qué te refieres?
[DIRECTOR]: Al paciente joven que hablaba de un culto y que no volvió a aparecer por las sesiones.
Voy a usar Adulación
Gertha era una aplicada secretaria que no solía recibir halagos de muchachos tan jóvenes y apuestos como Alexander. Con un ligero rubor brotando en sus mejillas, la mujer se dirigió a Carrington, haciendo tintinear la cadena que usaba para sujetar sus gafas.
—¡Oh! Muchas gracias, señor Carrington, pero tan solo estaba haciendo mi trabajo. El señor Berryman es un paciente demasiado exigente, como habrá podido comprobar. Espero que no le haya molestado la interrupción.
La secretaria se rascó la sien en un gesto pensativo, tratando de echar cuentas.
—Pues, si no recuerdo mal, yo diría que unos siete años; allá por 1928. ¡Cómo pasa el tiempo! Todavía recuerdo aquella mañana, cuando el doctor me entrevistó porque había empezado a recibir más pacientes de los que había previsto. Pero estoy divagando, joven. Estoy segura de que no tienes tiempo para batallitas como estas.
Mostrando su sonrisa cautivadora, el joven continuó su táctica para sonsacar a la secretaria del doctor Hendley de una manera discreta.
- Oh, no..continúe por favor, lo cierto es que un relato de este estilo me ayudaría a cambiar mis pensamientos y seguro que en estos siete años se ha encontrado con gente, digamos, peculiar. El doctor me ha referido, por ejemplo, un joven que tras tres sesiones inquietantes dejó de venir de repente...
—Oh, sí, pobre muchacho —respondió Gertha con tono de madre preocupada—. Siempre que venía por aquí solía sentarse en esa silla de ahí, temblando como un flan. ¡Y qué ojeras! Pero el último día en que lo vimos no paraba de mirar hacia la ventana y la puerta. Espero que no se haya metido en ningún lío.
»El doctor no me pudo contar mucho. Por todo el asunto de la ley, ya sabe. Pero se veía que también estaba preocupado por el pobre Scott. Lo más extraño es que, después de llamar a su familia, nos dijeron que todo estaba perfectamente. Incluso insistieron en pagarnos un extra por las molestias. Aún así, el doctor Hendley, que había sido profesor en la Miskatonic, insistió en llamar a algunos de sus colegas. Los tutores del muchacho afirmaron que hacía días que no paraba de faltar a varias clases y que se preocupaban por su rendimiento.
- Vaya por Dios, una lástima ese pobre chico aunque es un poco extraño que su familia dijera que todo iba bien ¿cree que querían tapar el escándalo de que la gente pensara que había perdido la cordura?
Una mueca de congoja ensombreció el rostro de la secretaria. Resultaba evidente que, si bien ya había contemplado aquella posibilidad, no parecía demasiado contenta con la idea.
—Es horrible que existan padres que anteponen su imagen al bienestar de sus hijos. Espero que no le haya pasado nada malo.
- Yo también lo espero. En fin, Carrington se alisa el traje, toma la mano de la mujer y la besa a modo de despedida, un placer haber departido con usted; el doctor Hendley tiene suerte de tenerla a su lado.
Camina hacia la puerta y abandona la consulta con el dilema de qué hacer a continuación: por un lado estaba la seguridad de Abigail pero no sabía si debía trasmitir al gobernador lo ocurrido antes de que le llegara por otro lado, y por otro lado organizar con sus compañeros los siguientes pasos y ver cómo se encontraban.