Partida Rol por web

Un delicado resplandor escarlata llenó las pupilas de Al-Nabil. El aura de aquel prisma flotante oscilaba como las olas de un mar de sangre, tiñendo la larga barba perfumada, el turbante y las ostentosas ropas del noble.

No era la primera vez que lo contemplaba. Los guardias que custodiaban la Caja Roja le saludaron con un gesto tan sutil como respetuoso. Había varios espectadores en el lugar, pero no lograba averiguar la conexión entre todos ellos. A algunos los había visto en sueños. A otros, en pesadillas. Ni siquiera sus consejeros habían logrado averiguar qué relación tenían con su persona.

La caja volvió a susurrar:

AZATHOTH

* * *

Alexander despertó con un intenso dolor de cabeza. A pesar de la poca luz, había percibido un resplandor rojo en los párpados segundos antes de abrir los ojos. Ni siquiera la tímida y fría luz blanca del techo podría haber provocado un efecto semejante. 

Observó un tiempo la bombilla desnuda en el techo de hormigón. Todo a su alrededor era sobrio y sucio, no se parecía en nada a su hogar. Sin embargo, tardó un tiempo en percatarse de que estaba entre rejas, en el calabozo de la comisaría de policía de Arkham.

Sintió un escalofrío al recordar el sueño y la realidad le golpeó en la cara al ver que la detención no había sido un sueño; la mirada de su madre volvió a taladrarle el pecho, nuevamente habían conseguido herir a sus seres queridos y él no había conseguido evitarlo, ni lo había visto venir si quiera.

Estaba tranquilo respecto al asesinato porque él no había ido a la mansión desde que saliera por la mañana para la entrevista con el fiscal Highley y siempre había estado acompañado, tenía cuartada para todo el día pero ¿no sabrían ya eso la señorita Smallidge y el señor Wilken? Debía de haber algo más para incriminarle pero ¿qué?

Recordó el viaje desde Carrington Manor hasta la comisaría; el agente había sido educado y amable con él, no parecía estar untado como la sabandija que le esposó. Le había intentado sonsacar algo apelando a su honestidad y su ofrecimiento de protegerle ¿A qué hora habían encontrado el cuerpo? ¿Quién había avisado? ¿Era Horace Walsh el criminal conocido como Diamond Walsh? ¿Qué pruebas había para inculparle?*

Nada más llegar a comisaría exigió hablar con el sargento de guardia para que le aclara su estado y los cargos contra él, era un Carrington y no un mero carterista** Solicitó llamar a su abogado para que se personara inmediatamente en comisaría.

21 de septiembre de 1935, ¿¿?? horas

Dada la luz que entraba a través de los barrotes, Alexander dedujo que había pasado toda una noche. Debía ser bastante temprano

El encargado de los calabozos estaba escuchando algo en la radio y cambió de postura cuando escuchó que Carrington había despertado con ganas de hablar. Con cierta parsimonia, el agente se aproximó hasta su celda. Era grande como un armario empotrado y le sacaba una cabeza a Alexander. Cuando estuvo frente al acusado, clavó en él sus penetrantes ojos azules.

—No se nos permite daros mucha charla antes del interrogatorio. Únicamente puedo decirle lo que ya debería saber: se le acusa de la muerte de Horace Walsh, más conocido por el apodo de Diamond Walsh. Su cadáver fue hallado en el armario de su habitación de la mansión Carrington, en un estado de descomposición algo avanzado. Los forenses todavía están estimando cuántos días llevaba ahí dentro.

El agente se detuvo, miró a los lados y siguió hablando en un tono más bajo:

—La investigación todavía está en proceso, pero usted es el principal sospechoso por ahora. La persona que lo descubrió fue una de sus criadas. Al parecer olió el cuerpo y le pudo la curiosidad. La pobre todavía está conmocionada, claro, pero debería saber que ella le defendió a usted con uñas y dientes. Dijo que era imposible que usted fuese un asesino.

- ¿Y no parece un poco ridículo que si hubiera matado a ese hombre lo hubiera metido en mi armario? - fue un pensamiento en voz alta fruto de la desesperación de la situación. Por sus conocimientos de derecho sabía que el caso solo con eso no se sostenía pero un juez comprado al igual que el policía que le detuvo podría meterlo en prisión y llevarle a juicio. ¿Han llamado ya a mi abogado? Quiero hablar con él antes de que me lleven ante el juez.

Por un lado su determinación para averiguar qué estaba ocurriendo en la ciudad era cada vez más fuerte pero por otro lado la involucración de sus seres queridos y el ataque a su integridad, sumados a toda la situación del islote y la muerte de Gardiner empezaba a pasarle factura ¿Debería hacer como Kowalsky y dejar la investigación por un tiempo en manos de sus compañeros?

—Por ley tiene que estar usted recluido 48* horas bajo custodia antes de la vista con el juez. Pero sí, tiene usted derecho a hablar con su abogado y a hacer una única llamada.

El agente, bastante más joven de lo que había calculado Alexander en un primer momento, parecía algo apesadumbrado. Le dedicó una mirada afable a través de los barrotes. De nuevo, bajó el tono para que no pudiese escucharle nadie más.

—Le recomiendo que aproveche para pasar el rato, puedo traerle algo de desayunar si quiere. Su padre ya ha empezado a remover cielo y tierra. No tardará en tener una cita con su abogado y ya le pondrá al corriente de todo. Ahora tengo que irme, buena suerte.

Alexander aceptó la oferta del policía que le trajo un café y una magdalena un poco dura; cuando terminó le pidió un poco de agua para lavarse la cara y las manos dado que no podían suministrarle utensilios de afeitado. Esto le mantuvo ocioso a penas una hora así que intentó pasear por la celda pero era muy pequeña, pensó en  hacer ejercicio pero no quería oler peor de lo que ya olía, intentó charlar con el policía pero no le estaba permitido.....así que al final solo pudo sentarse en el catre y ponerse a pensar sobre los acontecimientos ocurridos: estos grupos no sólo parecían competir entre ellos sino que además estaban dispuestos a traicionarse en su seno o sacrificar a otros para conseguir sus fines ¿no se suponía que Zora Shellmidge era la prometida de Walsh? ¿Le había matado porque ellos habían acabado con Gardiner?

Luego repasó mentalmente lo que sabía de Walsh, dejando a un lado que había amenazado a Abigail, era un tipo peligroso, un criminal que estuvo a punto de ser encarcelado si no hubieran a los testigos en la misma comisaría....Shellmidge no hiba a matarle ahora, podría haberlo hecho si hubiera querido pero quiso desprestigiarle y cargarle la muerte de Walsh ¿Se habría hecho con los hombres del mafioso? ¿Querrían venganza contra el hombre que supuestamente le había asesinado?

Y en estas estaba cuando a las doce del mediodía apareció Malachi Crowell, el abogado de la familia; vestido con su impoluto traje azul oscuro, su cabellera plateada perfectamente repeinada, su bigote engominado y su perilla perfectamente recortada. Rondaba los 55 años se podría decir que había crecido con su familia, el padre de Malachi ya era el abogado del padre de Alexander y cuando se retiró asumió sus clientes. Era un hombre responsable, comprometido, discreto y de toda confianza...más de una vez había tenido que sacarle de algún entuerto por sus correrías de juventud. Se paró delante de la celda y le miró serio.

Un par de guardias escoltaron a Carrington y al señor Crowell hasta una sala aparte. En contraste con el caro pero discreto traje azul del abogado, su cliente iba en mangas de camisa y sin afeitar, sintiendo el agobiante peso de las esposas que acaban de colocarle de nuevo.

Tras un saludo fugaz pero respetuoso, Crowell no volvió a dirigirse a Carrington hasta que no estuvieron sentados frente a frente. Los guardias vigilaban cada uno de los movimientos del joven reo.

—Lamento que te veas envuelto en todo esto, hijo. Tu padre ya me ha puesto al corriente de todo. Verte en un lugar como este nos parte el corazón a los dos.

Crowell hablaba con un tono agradable y paternal. Estaba preocupado por el bienestar de Carrington, pero más como lo haría un abuelo con su nieto que un abogado con su cliente.

—Pasado mañana, a primera hora, tendremos la vista con el juez. ¿Has pensado en lo que vas a decirle? Si me explicas qué has hecho y dónde has estado en los últimos días, quizá podamos preparar una defensa sólida.

La mente de Alexander viajó hacia el día en que se reunieron por primera vez en la universidad, parecía que habían pasado años.

- Lo que voy a contarte no lo saben mis padres pues no he querido preocuparles, dijo en tono confidencial. Hace días recibí una solicitud de Henry Armitage pidiendo que me reuniera con él en la Universidad de Arkham, había hecho la misma petición a varias personas debido a unos extraños documentos que estaba recibiendo de su puño y letra pero que él aseguraba no haber escrito. Tras realizar varias comprobaciones, el grupo decidimos ayudarle y comenzamos a investigar las pistas que venían reflejadas en los escritos. Por mi parte comencé contactando con un viejo conocido ¿recuerdas a Austin Kitrell? Su nombre aparecía y pensando en nuestra relación de jóvenes me acerqué a él para ver qué de real era todo aquello, resultó que nos estaba espiando y que estaba metido en algún asunto con otras personas de importancia, entre ellos Oliver Gardiner y Diamond Walsh.

Esperó a que el abogado fuera conectando los nombres que le iba dando: nos reunimos con Gardiner en el club de yates de Kingsport con la excusa de que quería unirme pero una vez allí recibimos una llamada de Walsh; a mis espaldas Gardiner había invitado a Abigail a la comida y le habían pinchado una ruenda, Walsh hacía de buen samaritano y me amenazó con dañarla. No sabíamos qué estaba pasando, nos imaginamos que tenían algún negocio sucio entre ellos y que creían que les habíamos descubierto. Se hunde unos segundos en sus pensamientos recordando a su prometida y la amenaza que hicieron. Otros miembros del grupo descubrieron un almacén en los muelles y al ir a investigar se produjo un incendio ¿lo recuerdas de hace unos días? Fuimos esa noche a investigar y descubrimos a gente del club haciendo tratos con matones de Walsh, lo convencimos que que le ayudaríamos a salir de todo aquello si nos llevaba hasta donde estuvieran los demás y resultó ser el islote San Andrés. Allí descubrimos una especie de secta de la gente del club realizando alguna clase de depravado ritual demoníaco y llevando a cabo una orgía. Se produjo un altercado y uno de mis compañeros mató a Gardiner, la gente se asustó y salió corriendo hacia los barcos pero cuando intentamos escapar unos seres con rasgos de pez nos atacaron, matando a algunos de los sectarios.

Se puso de pie y caminó por su lado de la sala: Estos días hemos seguido descubriendo cosas como extraños objetos, libros en chino antiguo, una posible relación con la muerte de la madre del fiscal Highley, desapariciones de alumnos en la Universidad de Miskatonic ... pero ninguna noticia de Walsh hasta anoche cuando llegué a casa y me detuvieron. Yo no le he matado, ni si quiera le he conocido personalmente.....El agente que me detuvo me dijo que la señorita Zora Smallidge y el señor Phineas Wilken; ella se suponía que era la prometida de Walsh y proviene de Shellmidge, él le compró un libro titulado "Las lágrimas de Azatoth" a un anticuario que ahora investiga con nosotros....ese libro parece ser una de las claves de lo que está pasando...

Se paró y miró a su abogado esperando una mirada incrédula o de condescendencia ¿le tomaría por un loco? Todo esto es una locura; le pedí al padre de Abigail que la sacara de la ciudad...al menos ella está a salvo. Puedes intentar contactar con mis compañeros de investigación: el agente especial James Sheridan, el periodista Maxwell Finch, el profesor Moses Kowalsky o con el propio Henry....no sé si algo de esto me puede ayudar, llevo toda la noche dándole vueltas y más allá de que han colado el cadáver en mi cuarto no encuentro pruebas que me puedan relacionar pero ¿cómo lo hicieron sin que nadie se diera cuenta?

Crowell suspiró, trataba de asimilar todo lo que acaba de escuchar.

—Escucha, Alexander, te conozco desde eras un crío y sé que no eres dado a mentir descaradamente ni a inventar historias. No se puede negar que todo este relato es francamente increíble. Nuestro problema, sin embargo, es explicarle todo este asunto al juez de la vista y, en caso de que tengas que enfrentarte a un proceso judicial (Dios no lo quiera), defender esa versión ante un tribunal. Si crees que tus compañeros pueden ayudarme a establecer una coartada para estos días, no dudes en que haré todo lo que esté en mi mano por recopilar todo el material que pueda antes de que tengas que reunirte con el juez.

El abogado miró de reojo al guardia de la puerta y después comprobó su reloj.

—Si puedes facilitarme el contacto de tus compañeros, trataré de recopilar toda la información que pueda. Me presentaré esta misma tarde en la Universidad para corroborar todo lo que me has contado y ver si conseguimos un argumento sólido. ¿Tenéis alguna prueba de lo ocurrido con Gardiner? Acusar a alguien como él podría acarrearnos bastantes problemas, por no decir que podrían colgarte también su desaparición. Piensa bien si te compensa tirar de ese hilo.

- Te he contado todo esto porque sé que debes saberlo, aunque te pido que no des los detalles a mis padres si no es estrictamente necesario, su pensamiento volvió a su madre y la tristeza que intuyó en su mirada cuando le detuvieron. No creo que deba contar la historia al juez o al menos no los detalles que podrían abrir paso a nuevas inculpaciones pero una versión ligera de la historia podría explicar por qué conocía a Walsh...aunque eso me daría un motivo para matarle: amenazó a Abigail.

Sabía que estaba en una situación delicada y que a largo plazo podía librarse a corto plazo podía suponer meses de cárcel, un largo proceso judicial y un duro golpe para su familia.

- Lo primero sería hablar con Henry Armitage, él puede darte detalles y ponerte en contacto con los demás pero si no pudiera localizarle en la Universidad entonces pregunta por el doctor Cirus Llanfer que es nuestro contacto más directo. ¿Crees que me dejarán salir bajo fianza? Sé que es un caso de asesinato pero dado que soy un miembro conocido de la sociedad, con profundas raíces en la ciudad....

—No me cabe duda de que usarán todo el asunto de la amenaza a Abigail para incriminarte, muchacho. No hay duda de que de ahí pueden sacar un móvil para el asesinato —comentó preocupado.

Crowell apuntó el nombre del director de la biblioteca de la Universidad Miskatonic. Se le notaba preocupado, pero decidido a sacar adelante el caso costase lo que costase.

—Sin duda es complicado. Reuniré todos los datos que pueda encontrar y prepararé el caso, Alexander. Respecto a si saldrás bajo fianza… Es posible. Que yo sepa, careces de antecedentes previos, y teniendo en cuenta los contactos de tu padre es posible que consigáis algo. Pero todo depende de cómo avance el caso, me temo.

Malachi se incorporó para despedirse de su cliente. Alexander, por su parte, tuvo que resignarse a volver a su celda acompañado por el guardia.

Cuando el abogado ya había atravesado la puerta de comisaría, el joven reo descubrió con inquietud que el agente que le acompañaba no era otro que el de la noche anterior. El hombre que había mencionado el nombre de Zora Smallidge entre susurros.

* * *

Un coche arrancó rumbo a la universidad Miskatonic. Su ocupante, Malachi Crowell, partía, sumamente preocupado por su cliente, con la intención de aclarar todo aquel feo asunto. No pudo evitar darle vueltas a lo que Alexander le había revelado. ¿Textos extraños? ¿Cultos que realizaban sacrificios e involucraban a pequeñas celebridades locales —para mal o para bien— como Diamond Walsh u Oliver Gardiner? Si no fuese porque todos aquellos sinsentidos habían salido de la boca de Alexander Carrington, habría pedido cita para solicitar un informe médico e internar a su cliente en un sanatorio. Pero no era así.

De él dependía librar a un pobre joven de la cárcel y la difamación.