Partida Rol por web

La voz sacudió la mente de Strike, obligándole a actuar en contra de su voluntad. Como una exhalación, se abalanzó sobre el cuchillo que sostenía Dorothy y se lo llevó a la palma de la mano que tenía libre. El pulso le temblaba. Un sudor frío caía desde su frente hasta las mejillas y sobre las pestañas. El corazón le latía desbocado.

La hoja estaba a escasos centimetros de su palma cuando la mano de Maxwell le agarró de la muñeca para detenerle en seco. Durante los minutos siguientes, que a Dorothy le parecieron horas, el periodista trató de apaciguar a Strike, recordándole por qué estaban luchando y que él era mucho más fuerte que aquella voz en su cabeza.

La respiración de Strike se hizo más pausada hasta que soltó el cuchillo y volvió a derrumbarse sobre la camilla. En las horas posteriores, el dolor se aliviaría hasta convertirse en un hormigueo inquietante y molesto, y la voz se apagaría en un susurro leve pero constante; un murmullo desagradable de mascada. 

Rumiando pacientemente entre la monótono chasquido de dientes y saliva.

Max no pudo evitar resoplar cuando Strike finalmente se derrumbó habiendo vencido a aquel "demonio".

-Eso es compañero, eso es. Juntos somos más fuertes. No te voy a abandonar... eso es. -repitió como un mantra ante aquella situación, para luego mirar a Dorothy e intentar apaciguarla a ella también. Espero unos minutos más hasta ver que la cosa se había tranquilizado del todo y entonces se levantó con delicadeza y se dirigió a la pobre enfermera alejándola un poco de la escena con un gesto.

-Dorothy... te pido mis más sinceras disculpas. He sido un imbécil al venir aqui y sólo he pensado de forma egoísta. Pensé que podrías ayudarnos para que en un hospital no nos hicieran preguntas... pero la he liado buena. A partir de ahora, si pasa algo de este estilo, la Universidad de Miskatonic es el lugar al que debemos acudir, no a molestarte a ti. -se permitió cogerla de la mano con delicadeza y añadió con profundo arrepentimiento: Lo repito, lo siento en el alma. 

-Pagaremos hasta el último centavo de aquello que el pobre Strike ha roto. Es lo menos que podemos hacer. -terminó diciendo igual de arrepentido.

Había pasado ya un buen rato desde el incidente del cuchillo.

Strike se había disculpado varias veces con Dorothy, por el susto de muerte que le había dado al abalanzarse sobre ella, y ahora el ex deportista se hallaba sentado en un rincón de la cabaña, hablando mirando el suelo mientras apoyaba la cabeza sobre sus manos.

-Desde que esa cosa mordió allá arriba en el piso de Blackwood, hay como un ser dentro de mí que quiere comprarme, quiere que actué según su voluntad. Me prometió poder. Un poder suficiente como para poder pisar cualquier enemigo que se interponga en mi camino y yo...

Yo he estado a punto de aceptarlo.

Quiero poder vengarme sobre lo que le han hecho a mi familia. Lo que me han hecho a mí. Pero veo que son más fuertes que yo. Es frustrante ver como nuestros enemigos son más fuertes y poderosos.

Gracias por ayudarme Max. Ahora ya veo que esto sería un regalo envenenado. Que si aceptase el trato de la cosa que llevo en la sangre tan solo lograría perder lo que aun me queda: la voluntad de seguir la investigación sobre las cartas de Armitage. Intentar llegar hasta el fondo del asunto.

Pero ahora ya empiezo a verlo todo más claro. Esa cosa no me permitirá hacer nada que ella no quiera. Aún con su poder, mi voluntad de seguir hacia delante tarde o temprano se torcería para otro lado y entonces, sin duda, sería un peligro para mucha gente. Para todos lo que estáis a mí alrededor.

Ahora ya hace rato que me encuentro bien. Por ahora no hay peligro, pero lo que le he hecho a la Sra. Mort no puede volver a repetirse.

Necesito irme a casa a dormir y a descansar. Y a coger mis cosas.

Mañana -dijo ahora mirando a Finch- nos espera otro día largo de investigación y quiero estar fuerte. Necesito ir a dormir.